Capítulo 15 : Un susurro en el Viento
Un Susurro en el Viento
El sol se ocultaba tras las montañas, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y violetas, como si la naturaleza misma estuviera pintando un lienzo de emociones encontradas. Valentina, atrapada en un laberinto emocional, decidió buscar refugio en el bosque. Cada paso que daba era un intento de escapar de sus pensamientos, pero no estaba sola; Jake, su sombra silenciosa, la había seguido a una distancia prudente, como si intuyera que su presencia era el bálsamo que su alma necesitaba.
El aire fresco del atardecer acariciaba su piel, y el murmullo de las hojas parecía susurrar secretos antiguos. Valentina se detuvo un momento para cerrar los ojos y dejar que la brisa la envolviera. En ese instante, sintió cómo el peso de sus preocupaciones comenzaba a desvanecerse. Sin embargo, sabía que no podía huir para siempre. La realidad la esperaba, pero por ahora, deseaba perderse en la belleza del bosque.
Cuando sus miradas se encontraron, una chispa innegable iluminó el aire entre ellos. Era como si el mundo se desvaneciera y solo existieran ellos dos. Jake se acercó con la suavidad de un susurro, su voz acariciando el aire. "¿Te gustaría que te acompañara?" Valentina asintió, sintiendo cómo su corazón latía con una mezcla de ansias y temor. Caminaban juntos, compartiendo risas y recuerdos, cada palabra un hilo que los unía más.
A medida que avanzaban por el sendero cubierto de hojas crujientes, Jake comenzó a contarle historias sobre su infancia, momentos de aventura y travesuras que lo habían moldeado. Valentina escuchaba atentamente, cada anécdota sumando capas a la imagen que tenía de él. La risa de Jake era contagiosa, y ella no pudo evitar sonreír mientras él describía una vez en la que había intentado construir una cabaña en el árbol de su abuelo.
"Terminó siendo más una trampa mortal que una cabaña", bromeó Jake, riendo mientras recordaba el desastre. Valentina se unió a su risa, sintiendo cómo su corazón se abría lentamente. Era un alivio poder compartir esos momentos con alguien que parecía entenderla sin necesidad de palabras.
Llegaron a un claro oculto entre los árboles, donde la luz del atardecer danzaba sobre la hierba. El lugar era mágico; flores silvestres brotaban aquí y allá, y el sonido del agua fluyendo en un arroyo cercano creaba una melodía suave que invitaba a la tranquilidad. La atmósfera se volvió eléctrica, cargada de una tensión palpable. Sin pensarlo, Jake tomó su mano y la atrajo hacia él con una fuerza que la hizo temblar.
—Es hermoso aquí —dijo Valentina, intentando desviar la atención del latido acelerado de su corazón.
—Sí —respondió Jake, pero sus ojos estaban fijos en ella—. No tanto como tú.
La conexión fue instantánea; sus labios se encontraron en un beso ardiente que encendió cada fibra de su ser. Valentina sintió cómo el deseo la envolvía como una ola cálida, cada caricia despertando anhelos ocultos. Era un beso lleno de promesas y sueños compartidos, un momento que parecía suspendido en el tiempo.
Jake exploraba su piel con manos expertas, dibujando caminos ardientes que hacían que su aliento se entrecortara. Valentina se entregó a esa corriente de sensaciones, dejando que el mundo exterior se desvaneciera. El roce de sus cuerpos se convirtió en una danza apasionada, un lenguaje sin palabras donde cada gemido y suspiro narraban una historia de deseo.
El viento susurraba secretos mientras sus cuerpos se movían al unísono, la naturaleza misma pareciendo celebrar su unión. Cada roce era un destello de placer; cada beso, un pacto sellado en la intimidad del bosque. Se perdieron en ese momento fugaz pero intenso, donde el tiempo parecía detenerse y todo lo que importaba era el calor de sus cuerpos entrelazados.
Sin embargo, en medio de esa danza de pasión, Lucas apareció en la distancia. Sus ojos se encontraron con los de Valentina por un breve instante; el mundo se detuvo. La sorpresa y la tristeza se reflejaron en su rostro antes de que se diera la vuelta y desapareciera entre los árboles. Valentina sintió cómo el aire se volvía denso, como si el eco de su encuentro ardiente fuera ahora un susurro ahogado por la realidad.
La magia del momento se desvaneció, dejando a Valentina atrapada entre dos mundos: el deseo que había despertado en ella y la sombra del pasado que aún la perseguía. Jake notó el cambio inmediato en su expresión y se apartó ligeramente, su mirada llena de preocupación.
—¿Estás bien? —preguntó él, su voz suave pero firme.
Valentina respiró hondo, tratando de recuperar la compostura. —No... no estoy segura —respondió finalmente—. Solo... vi a Lucas.
El nombre resonó entre ellos como un eco distante. Jake frunció el ceño, pero no dijo nada; sabía que había más detrás de esas palabras. Valentina sintió una punzada de culpa al ver la expresión en su rostro.
—No quería... no quería que esto sucediera así —continuó ella—. No quiero hacerte daño.
Jake dio un paso hacia ella, tomando su mano con suavidad. —No estoy aquí para juzgarte ni para hacerte sentir mal por lo que sientes —dijo—. Pero también necesito saber qué significa esto para ti.
Valentina se sintió abrumada por la intensidad de sus palabras. ¿Qué significaba esto para ella? La atracción hacia Jake era innegable; había despertado algo dentro de ella que creía perdido para siempre. Pero Lucas era parte de su historia, una historia llena de recuerdos y emociones complicadas.
—Es complicado —murmuró—. Lucas y yo tuvimos algo especial... pero también hubo dolor.
Jake asintió lentamente, comprendiendo el peso que llevaba sobre sus hombros. —A veces es difícil dejar ir lo que hemos vivido —dijo—. Pero eso no significa que no podamos crear algo nuevo.
Valentina lo miró a los ojos; había sinceridad en su mirada, una promesa de apoyo incondicional. Sin embargo, la confusión seguía presente en su mente. ¿Podría realmente abrirse a algo nuevo? ¿Podría dejar atrás el pasado?
—No sé si estoy lista para dar ese paso —admitió—. No quiero herirte ni a ti ni a Lucas.
Jake apretó suavemente su mano. —Lo entiendo —respondió—. Pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, sin importar lo que decidas.
Las palabras resonaron en su corazón como un bálsamo curativo. Valentina sintió una oleada de gratitud hacia él; había sido un refugio en medio de la tormenta emocional que estaba enfrentando. Sin embargo, también sabía que debía ser honesta consigo misma y con Jake.
—Quizás necesitemos tiempo —sugirió ella—. Tiempo para aclarar nuestras emociones y entender lo que realmente queremos.
Jake sonrió suavemente, aunque había una tristeza sutil en su mirada. —Eso está bien —dijo—. No hay prisa.
Se quedaron allí por un momento más, sus manos entrelazadas mientras el sol finalmente desaparecía detrás de las montañas. La oscuridad comenzaba a envolverlos como una manta suave, y Valentina sintió cómo las estrellas empezaban a brillar en el cielo despejado.
Mientras caminaban de regreso por el sendero hacia casa, Valentina sabía que las decisiones que debía tomar no serían fáciles. Pero también entendía que tenía a alguien a su lado dispuesto a apoyarla en cada paso del camino.
El bosque seguía susurrando secretos mientras avanzaban juntos hacia lo desconocido, cada paso resonando con la promesa de nuevas posibilidades y el eco del pasado aún presente en sus corazones.
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