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Capítulo 10 : El adiós

« En la vida hay momentos en los que aunque duela es mejor decir adiós , así se liberan nuestras almas encadenadas »
. Rafa Ablls Lope

El Adiós

El aire en la casa de Valentina estaba impregnado de un silencio abrumador, un silencio que pesaba como una manta de plomo sobre sus hombros. Las paredes, que alguna vez resonaron con risas y música, ahora parecían susurrar lamentos, recordándole cada instante que había compartido con su madre. Valentina se encontraba en su habitación, rodeada de fotos que capturaban momentos felices: cumpleaños llenos de globos, vacaciones junto al mar, tardes de verano en el jardín. Cada imagen era un eco de risas que ahora se sentían como dagas en su corazón.

Desde la muerte de su madre, la vida había cambiado drásticamente; el hogar, que solía ser un refugio cálido, se había convertido en un lugar sombrío y lleno de recuerdos que no podía soportar. La noticia de su fallecimiento había llegado como un rayo, desnudando su mundo de color y dejando solo sombras. La vida continuaba para todos a su alrededor, pero para Valentina, el tiempo se había detenido.

Se levantó lentamente y caminó hacia la ventana, donde el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas. La luz dorada se filtraba a través de las cortinas, creando un efecto casi mágico en la habitación. Sin embargo, esa belleza solo le recordaba lo que había perdido. Observó cómo las hojas de los árboles danzaban con la brisa, y en su mente, cada movimiento era un recordatorio de su madre, quien siempre le decía que la vida era un baile entre la alegría y el dolor.

Lucas, su novio desde hacía unos meses , entró en la habitación con una suavidad palpable. Su presencia era como un bálsamo para el alma herida de Valentina. Se sentó a su lado en la cama, tomando su mano entre las suyas con ternura. Sus ojos reflejaban un profundo amor y preocupación. "Estoy aquí para ti", murmuró, su voz apenas un susurro, como si temiera romper el frágil hilo de tristeza que los envolvía.

Valentina sintió una oleada de gratitud; Lucas siempre había sido su roca, el único capaz de calmar la tormenta que rugía en su interior. "No sé cómo seguir adelante sin ella", confesó Valentina, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

"Lo sé", respondió Lucas, apretando su mano con más fuerza. "Pero no tienes que hacerlo sola. Estoy contigo en cada paso del camino".

La ceremonia de cremación fue un mar de emociones encontradas. Valentina observó cómo las llamas consumían el ataúd, sintiendo que parte de ella se desvanecía junto con su madre. Era como si el fuego devorara no solo el cuerpo físico, sino también la esencia misma de la mujer que había sido su guía y su amiga. En el lago donde solían pasar tardes enteras, Valentina decidió esparcir las cenizas. Con cada puñado que caía al agua, sentía que liberaba un pedazo de su dolor. El sol se ponía lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados, como si el universo mismo llorara con ella.

"Te amo", le dijo Lucas mientras sostenía su mano, y Valentina sintió una chispa de esperanza en medio de su tristeza. Esa noche, al regresar a casa, se quedó mirando el cielo estrellado desde su ventana, preguntándose si su madre la estaba observando desde algún lugar lejano. La conexión con su madre seguía viva en su memoria y en las historias que le había contado.

Valentina se sumió en sus pensamientos mientras recordaba las enseñanzas de su madre sobre la vida y el amor. Su madre siempre le decía que el dolor era parte del viaje humano, pero también lo era la resiliencia. "Las estrellas brillan más intensamente después de la tormenta", solía decirle con una sonrisa. Con cada lágrima que caía, Valentina prometió honrar su memoria viviendo plenamente. Esa promesa se convirtió en un faro en medio de la oscuridad.

Con el tiempo, Valentina comenzó a encontrar formas de lidiar con su dolor. Se inscribió en un taller de arte en la universidad, buscando una salida creativa para sus emociones. La pintura se convirtió en su refugio; cada trazo del pincel era una forma de expresar lo que sentía. Sus amigos comenzaron a notar cómo el arte le daba vida nuevamente; aunque la tristeza aún habitaba en sus ojos, había un brillo nuevo en ellos cuando hablaba sobre sus obras.

A medida que pasaban los días, Valentina empezó a explorar nuevas técnicas artísticas. Se sumergió en el acrílico y la acuarela, creando obras que reflejaban tanto su dolor como su esperanza. Una tarde, decidió pintar un mural en el patio trasero de su casa; una representación del lago que tanto amaba y donde solía ir con su madre. Cada pincelada era un homenaje a los momentos compartidos: risas bajo el sol, secretos susurrados entre las olas y promesas eternas.

Mientras pintaba al aire libre, Lucas se acercó sigilosamente y se quedó observándola por un momento. "Es hermoso", dijo finalmente, rompiendo el silencio. Valentina sonrió sin apartar la vista del lienzo; las palabras de Lucas eran como caricias para su corazón herido.

"Gracias", respondió ella con humildad. "Es mi forma de mantenerla viva".

A pesar del proceso terapéutico que significaba pintar, Valentina no podía evitar sentirse sola a veces. Las noches eran especialmente difíciles; el silencio se volvía ensordecedor y las sombras parecían cobrar vida. En esos momentos oscuros, Lucas siempre estaba allí, ofreciendo consuelo y compañía. "No tienes que enfrentar esto sola", le decía mientras la abrazaba fuertemente.

Sin embargo, Valentina sabía que debía encontrar su propia forma de sanar. Una noche, mientras contemplaba las estrellas desde su ventana, recordó una frase que su madre le había repetido muchas veces: "La vida es un lienzo en blanco; tú decides qué colores usar". Con esa reflexión en mente, Valentina se prometió a sí misma que no dejaría que el dolor definiera su vida.

Así comenzó un nuevo capítulo para ella; cada día era una oportunidad para redescubrirse y honrar la memoria de su madre a través del arte y del amor que Lucas le ofrecía incondicionalmente. Mientras las estaciones cambiaban y los días pasaban, Valentina aprendió a bailar entre el dolor y la esperanza, creando un nuevo camino lleno de colores vibrantes y matices profundos .


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