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Capítulo 61.- Pechos

Estadio de Las Liberty - Entrenamiento del equipo.

— ¡NO, NO Y NO! ¡ESA NO ES LA JUGADA! ¿QUÉ DEMONIOS TE PASA HOY DÍA CHOU? —SeokJin tenía los nervios a flor de piel. Con Tzuyu fuera de foco el equipo simplemente no encajaba.

— Perdón coach, tiene razón. Soy un desastre la morena estaba abatida

SeokJin la miró fijamente, no era normal en la deportista tener ese estado de ánimo. Buscó a Yoon Ah en el costado de la cancha donde normalmente practicaba con las porristas, pero en lugar de encontrarla allí, la vio en el banco mirando el entrenamiento. La niña tenía la misma cara de abatida que su madre— UNA VEZ MÁS —les gritó a las jugadoras caminando hacia Yoon Ah.

Cuando llegó al banco se sentó junto a la niña— ¿Por qué no estás entrenando pequeña Chou? —cuando la niña podía ir con Tzuyu a los entrenamientos, no se perdía la rutina porristas.

— Hoy día no tengo ganas —le contestó a baja voz y sin mirarla.

— Sé que hay una razón atrás de eso —le dijo muy segura al entrenador— y estoy segura de que es la misma razón que tiene a tu madre tan preocupada y sin poder concentrarse en mis jugadas —dijo mirando de costado a la niña— Me gustaría que me la dijeras pequeña —pidió en un tono no muy suave.

— Es por mi mamá —Yoon Ah pensaba que tal vez hablando con el coach podía ayudar a sus madres.

— ¿Le pasó algo al embarazó? —preguntó con temor.

— No exactamente. Mamá no se sentía bien y mami se quería quedar, pero mamá le aseguró que todo estaba bien y que cualquier cosa le avisaba. Vinimos igual, pero mami Tzu no se quedó muy tranquila —contó Yoon Ah— Yo tampoco, mamá no tenía buena cara —agregó.

— ¿Y por qué no se quedaron? —SeokJin veía poco creíble que alguien pudiera con la cabeza dura de su jugadora.

— Porque la tía Momo...

— ¿Esa es la abogada japonesa loca de las tartas cierto? —Así conocía el equipo a Momo.

— Sí, sí. La loca de las tartas se quedó con mamá y prácticamente nos echó de casa —en realidad literalmente las sacó a empujones a las dos.

— Entiendo... entiendo —contestó SeokJin— Bueno pequeña Chou, si tu madre les dijo que les avisaba cualquier cosa, es porque así será ¿cierto? Trata de tranquilizarte que yo voy a que mi jugadora estrella haga mis jugadas —aconsejó parándose del banco. Le dio una última mirada contemplativa a la niña y se marchó a dar indicaciones.

Mientras tanto en la casa Chou Minatozaki.

— Quiero a Tzuyu conmigo Moguri —confesó la rubia desde el sillón.

— ¿Estás jugando conmigo Minatozaki? Porque si es así, déjame decirte que después de asegurarme que esas dos — señaló su estómago— salgan sanas y salvas de ti, me voy a encargar de patearte el trasero las veces que sea necesario para salir del cuadro de stress que tengo —le dijo.

— No estoy jugando —se cruzó de brazos— Quiero a Tzuyu acá, conmigo, consintiéndome, mimándome, cuidándome y prestándome atención sólo a mí, a nadie más —resultó posesiva la artista.

— No estarás exagerando gordita —la cargó Momo— Además como si eso no pasara ya. Cada vez que tú estás en la habitación, prácticamente hay que disfrazarse de payaso para que el bomboncito asustado te preste atención —resaltó.

— Todavía está enojada por la última vez que hiciste eso Momo —la mayor lo recordaba y reía automáticamente.

— Sólo dejé que Jihyo me maquillara un poco —mintió para defenderse.

— Si claro y los pantalones grandes, y la camisa de colores y...

— ¡O DIOS! Ni siquiera estoy arrepentida. Valió la pena todo eso por ver temblar al bomboncito —volvían las risas.

— No soy yo la que se va a quedar viendo la temporada de Básquet desde el televisor —dijo Sana. Upss creo que eso no lo tenía que deci, lo hizo a propósito.

— ¿Qué DIJISTE? —Momo no estaba segura de haber escuchado bien— Por favor Sanake... Dime que no es cierto —insistió.

— Solo digo que tal vez, y sólo tal vez, Tzuyu se pudo haber olvidado de poner tu nombre en la lista —la cara de la mayor era impagable.

— No es cierto, no pudo haberme hecho eso... ¿O sí? —La abogada miró fijamente a su amiga— Sana dime que no lo hizo —presionó.

— Yo no la vi agregando el nombre Hirai Momo —le dijo.

— Pero ardilla yo soy su más ferviente fan, yo llevo sus estadísticas, yo apuesto a favor de ella —chilló Momo.

— Vas a tener que hacer méritos para que te vuelvan a agregar —le dijo. El nombre de Momo era el primero que Tzuyu había puesto, pero Sana no iba a dejar de divertirse por eso ¿Cierto?

Momo se quedó pensativa— Ya veremos Sana, ya veremos —la mayor no se iba a quedar de brazos cruzados viendo como su nombre desaparecía de la lista, algo iba a hacer— Además con eso quería demostrar mi punto de que el bomboncito solo te presta atención a ti — volvían al tema principal.

— No es cierto —Sana volvía a endurecer el gesto— Tengo que compartirla con todo el mundo, yo quiero que sea para mi sola, todo el tiempo —volvían los caprichos también.

— Lo siento mi querida amiga, pero cuando vienen los hijos eso es cada vez más difícil, y te lo dice alguien que lleva durmiendo con su esposa y su hija casi una semana entera —el leoncín amaba la cama de sus madres.

— ¡Vaya! Te ves bastante relajada para ser tu —apuntó Sana.

— ¿Qué quieres que haga si Hyo me echó de la casa? —lo dijo como si nada.

— ¿QUE? ¿COMO QUE TE ECHO? Y LO DICES ASI COMO SI NADA —Sana se convencía de lo relajada que estaba su amiga.

— ¿Qué quieres que haga? —le preguntó tranquila.

— ¿Pero ¿qué pasó? ¿Pelearon? —A diferencia de Sana y Tzuyu las peleas de sus amigas eran mucho más intensas y por lo general duraban mucho más tiempo.

— Algo así. Jihyo se enojó porque le dije que no tiene que hacerle caso a Yunjin cada vez que llora, la está malcriando y ella dijo, que yo sólo estaba frustrada porque quería tener sexo con ella y nuestra hija nos interrumpió —relató lo que había pasado— Todo terminó en un "Vete a lo de Sana y Tzuyu hasta que se te pase" —agregó— Y aquí estoy —alzó sus manos libres de culpa— Y menos mal que vine, porque si no quien iba a sacar a patadas al bomboncito y a la ratita — Momo al rescate.

Sana frunció el ceño recordando ese momento— Yo quería que se quedara —repitió.

— ¿Por qué no se lo dijiste? —una pregunta tonta para alguien que conocía a Sana.

— Porque no puedo hacer eso Moguri, no puedo volver a Tzuyu mi prisionera... AdemAAAAAAAGGG —Un dolor fuerte en el estómago obligó a la fotógrafa a llevarse sus manos a el.

— SANA ¿QUE PASA? —la mayor se preocupó— Respira por Dios, respira — imitando el gesto de respiración trataba de convencer a su amiga.

— Momo... creo que vienen... —Alcanzó a decir antes de que una nueva puntada la invadiera.

— DIOS, DIOS, DIOS, DIOS —repetía la mayor mientras agarraba su celular— ATIENDE BOMBONCITO ATIENDE —el protocolo de "si pasa algo las llamo" estaba siendo activado.

En el estadio.

— ¡SHUHUA! SI SIGUES TIRANDO SEMEJANTES PIEDRAZOS AL ARO, LA PROXIMA VEZ QUE JUEGUES, VA A SER EN UN EQUIPO DE BASQUET BAJO EL MAR CON BOB ESPONJA Y CALAMARDO, PORQUE TE VOY A HUNDIR LO JURO —el entrenamiento no estaba siendo para nada exitoso. La mala predisposición de Tzuyu se había contagiado en el ambiente.

— ¿Podemos terminar coach? —la morena nunca pensó que quisiera salir tan rápido de una cancha de básquet.

— TODAVIA NO, ULTIMO EJERCICIO — ordenó— ARMEN DOS EQUIPOS, TITULARES CONTRA SUPLENTES —el entrenador no tenía paciencia. Las jugadoras desistieron de protestar, Tzuyu y las demás se sacaron las remeras quedándose con los tops deportivos, para distinguirse del otro equipo.

— JUGAMOS A DIEZ PUNTOS. ESTA PROHIBIDO PICAR —indicó para dar paso a que las jugadoras empezaran el último ejercicio.

— ¡MAMI! ¡MAMI! —Yoon Ah desesperada entraba a la cancha— la tía Momo... mamá... hermanas —La pequeña estaba agitada.

— Yoon, tranquila por favor, no te entiendo y me estás asustando —dijo Tzuyu.

La niña tomó aire— La tía Momo llamó, está yendo con mamá al hospit... —Yoon Ah no terminó que ya estaba siendo arrastrada por su madre hacia el estacionamiento.

En el hospital.

— ¿Puedes creerlo Jihyo? ¿Puedes creerlo? ¡Me sacó de la lista! —Momo le ponía las quejas a su esposa— ¡A mí! Y solo por una pequeña broma de payasos... Broma de la que participamos todos —apuntó al resto de sus amigas que habían llegado para apoyar a la fotógrafa.

— Fue tu idea mapache, nosotras nunca quisimos hacerla —le dijo Jeongyeon.

— Pero bien que se rieron cuando vieron al bomboncito escondida detrás de Sana —les dijo.

— Yo no me reí —dijo Nayeon.

— Yo menos —Mina.

— Acéptalo Momo —Habló Chaeyoung— Mereces estar fuera de la lista —Todos se habían unido al tormento de la mayor.

— No te preocupes cariño —A Jihyo se le había pasado todo tipo de enojo— Ahora tu asiento lo va a ocupar Yunjin —observó— ¡DOCTOR! —todos se pararon.

— ¿Cómo está Sana? —alguien preguntó.

— Estamos listo para empezar, pero la Señora Minatozaki quiere esperar a su esposa —comunicó— ¿Alguien sabe dónde pu...?

— ¡CARRGURRIN! —Arriba de Jihyo la pequeña Yunjin anunciaba la llegada de su prima y de la morena haciendo todo tipo de gestos y movimientos arriba de su madre.

— ¡ALLI VIENEN! —Jeongyeon había divisado al principio del pasillo a la deportista corriendo a toda velocidad con su hija en su espalda.

— ¿Soy yo o Tzuyu viene sin remera? — preguntó Mina.

— ¡DURITO! —Jihyo divisaba su abdominal.

— ¿DÓNDE ESTÁ SANA? —Fue lo primero que preguntó la morena cuando llegó al lado de sus amigas— Te están esperando —le comunicaron.

Tzuyu se movió para la puerta doble— Mami quiero ir contigo —pidió Yoon Ah.

Tzuyu se volvió y se arrodillo en frente de su hija— Escucha Osito Pooh, necesito que me esperes aquí —le dijo.

— Pero yo quiero ver a mamá y a mis hermanas —protestó.

— Y vas a ser la primera en verlas, pero ahora necesito que te quedes aquí. Las tías te van a llevar a comer algo. Prometo, prometo que apenas esté todo bien salgo a buscarte —agarrando sus pequeñas manos.

— ¿Promesa de canguro mayor a canguro menor? —preguntó la pequeña.

— Por supuesto Osito Pooh, por supuesto —besó su frente y entró rápido a la sala.

Una vez preparada, llevaron a la morena junto a Sana.

— Amor —Tzuyu captó la atención de su esposa y le sonrió.

— ¿De qué te ríes? —le preguntó la rubia.

— De que sólo tú puedes verte tan hermosa en este color azul hospital y con estos gorros horripilantes —Tzuyu señaló el suyo— Nunca más me hagas irme de tu lado —Pidió.

— No quería que te fueras —confesó.

— ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —La morena se culpó de no haber seguido sus instintos— Cuando Yoon Ah entró a la cancha a los gritos pensé que algo malo les había pasado y...

— Shhh... tranquil bebe, estamos bien —le aseguró— Estas dos no querían salir sin que tu estuvieras aquí —contó— Deberías ser tú la que me estuviera tranquilizando a mí y no —la provocó.

— ¿Cómo estás? —le preguntó.

— Bien, pero AAAAGGGGHH —volvían las puntadas.

— ¿Decías que te sentías bien? —una mirada asesina en un parto era algo totalmente nuevo.

— Bueno —La doctora se colocaba enfrente de Sana— Ya estamos todas —miró a Tzuyu— Parece que podemos empezar —dijo— Sana, quiero que me des tu mejor esfuerzo —la animó.

— NO TENGO FUERZAS —La fotógrafa sucumbía contra el colchón una vez más.

La doctora miró a Tzuyu buscando ayuda.

— Cariño... Sana, amor... mírame por favor —como pudo la rubia giró para encontrar a su mujer.

— No puedo Tzu... no puedo —estaba desmoronada.

La morena miró los hermosos y cansados ojos de su esposa— Descansa un segundo —le dijo— Voy a tratar de convencerlas sin dejar la mano de su esposa —bajó con su cabeza hasta el vientre de Sana— Pececito, perezosita ¿Están ahí? —puso su otra mano arriba del estómago— Sé que están muy cómodas allí adentro, y créanme que las entiendo, estar adentro de su madre es mi lugar prefer...

— ¡TZUYU! —no es el momento morena.

— Lo siento, lo siento —Retomó su discursó— Necesito que ayuden a su mamá. Necesito que dejen que las saquemos de la panza, porque tenemos muchas ganas de verlas, y de que están bien. Queremos oírlas, tocarlas, conocerlas —acarició el estómago— Les prometo que, si ayudan, no se van a arrepentir. Hay muchas cosas que quiero mostrarles, que queremos mostrarles — corrigió — su hermana Yoon Ah está ansiosa por verlas... por favor —pidió dejando un beso. Tzuyu sintió como Sana apretaba su mano y volvió a su altura.

— Estoy lista —Afirmó la rubia mirando a la doctora y a su equipo que se habían quedado mirando a la pareja.

— ¡Y aquí está la primera! —anunció la doctora con una de las bebés en brazos. La pequeña se retorcía para todos lados y lloraba intensamente. Aun no abría los ojos, los tenía a todos como si los estuviera apretando fuerte en señal de protesta— Parece incontrolable — comentó la enfermera que la sostenía ahora y la estaba limpiando.

— Minju —susurró Sana conociendo que esa era su hija más inquieta.

— Necesito un esfuercito más Sana — pidió la doctora— parece que la que queda es bastante flojita —comentó.

Sana no dijo nada, sólo apretó sus ojos e hizo lo que le pidieron.

— ¡Y aquí está la última! —anunció la doctora cargando a la otra pequeña. Al contrario de su melliza Hye-won tenía los ojos bien abiertos y estaba calladita. Otra enfermera se la llevo— Son unos controles rápidos para asegurarnos de su bienestar y enseguida se las traemos —les explicó la doctora.

— Lo hicimos amor, lo hicimos... Tzu... Tzu... —Agotada Sana buscó a su esposa y la encontró embobada mirando en la dirección a donde estaban sus hijas. La rubia sonrió— Tzuyu amor —apretó su mano y consiguió su atención.

— Sana... son... son... —la morena no disimulaba sus lágrimas— son perfectas, hermosas... Gracias Sana, millones y millones de gracias —besó a su esposa varias veces hasta que escucharon un chillido cercano.

— Aquí está Minju —la enfermera puso en brazos de Sana a la pequeña rezongona que tenía puesta una cintita rozada con su nombre en su muñeca derecha— aún no abre los ojos, suele pasar. Les disgusta la luz —Les explicó a las madres.

— Y está es Hye-won —Otra enfermera ponía en brazos de Tzuyu a la niña. La pequeña no tardó en ubicar los ojos de su madre.

La basquetbolista se sentó en un costado de la cama de Sana con el perezosito en sus brazos y miró como Sana trataba de lidiar con el pececito— Minju —la llamó suavemente— pececito —lo volvió a intentar— si no abres tus ojitos no vas a saber lo hermosa que es tu mamá —la morena remarcó los ojos de su hija más inquieta con uno de sus dedos. Despacito la pequeña alzó sus párpados.

— Mírala —le dijo Sana a Tzuyu señalándole a Hye-won— Está agazapada a ti —la pequeña había agarrado con una de sus manitos, el camisón protector que le habían puesto a Tzuyu y con la otra se había aferrado al dedo gordo de la morena.

— Ya está durmiendo —comentó la deportista— ¿Te das cuenta? —el sobrenombre le quedaba como anillo al dedo.

Mientras tanto Minju, relajada muy cómodamente en los brazos de la rubia lloraba en diferentes tonos. Si Tzuyu pudiera pedir un deseo en ese momento, definitivamente pediría un par de ojos más. No le alcanzan los que tenía para mirar todo lo que quería. Una de sus hermosas hijas dormía en sus brazos, la otra estaba ocupada viendo que llanto llamaba más la atención y para cerrar el espectacular paisaje, su mujer, su esposa, el amor de su vida, la mujer que la había hecho feliz, luchaba para no quedarse dormida.

— Nos vamos a llevar un rato a las niñas para terminar de examinarlas y de paso la mamá descansa —menos mal que los doctores saben lo que hacen. Como si las pequeñas hubieran escuchado lo que dijo la doctora, las dos empezaron a llorar al mismo tiempo intensamente.

Tzuyu iba protestar, pero cuando vio los ojos de su esposa cayéndose, no dijo nada y le entregó la bebe a la enfermera— Enseguida nos vemos —les dijo en la puerta— Ya puedes descansar cariño. Lo hiciste perfecto - acarició el rostro de su mujer— Te amo... te amo mucho —le dijo para después besarla.

Sana no dijo nada, solo sucumbió ante los besos de su esposa y se relajó. El sueño se apoderó de ella. Tzuyu no se movió de su lado, no podía dejar de mirarla. Se veía tan, tan bonita. Por más que quisiera, la morena nunca iba a encontrar la palabra que definiera la inmensidad, la cantidad, la inexistente medida de amor que sentía por su rubia. Sólo se distrajo cuando las mujeres volvieron con sus hijas y las ayudó a co
locarlas en sus cunitas.

La deportista puso las cunitas juntas y miró a sus despiertas hijas— Bueno. Creo que es hora de que les hable de algo —les dijo— Ya nos conocieron a nosotras... Sana, su mamá —señaló la cama donde la rubia dormía— y yo Tzuyu, su mami —se tocó el pecho— Sé que a simple vista podrá parecer que yo soy la madre genial y todo eso –—dijo— pero la realidad es que TODAS nosotras, Yoon Ah, ustedes dos y yo, no somos nada sin la rubia que duerme plácidamente en aquella cama —se refería a su esposa— Hablando de hermana, Ahora mi a ir a buscarla. Se llama Yoon Ah, pero para nosotras es el canguro, pero sólo para nosotras, las del club de las geniales. Ustedes son pececito —miró a la bebe de la derecha que en vez de estar prestándole atención a ella estaba peleando con la frazadita amarilla que la tapaba— Y eso explica por qué — Tzuyu giró los ojos— y Perezosito —miró a su otra hija que dormía intensamente— ¿En serio Hye-won? ¿Otra vez? Al menos ya sé que te vas a unir a tu madre y a tu hermana en los "madrugones" de las 11 —lo de madrugones era en forma irónica obviamente— En fin. También les voy a presentar a Yunjin, para nosotras el leoncín —apuntó— Ella es su prima, y la hija de sus dos madrinas, Momo y Jihyo. Desde ya les digo que Momo va a empezar a decir un montón de cosas sobre que no puedo enseñarles sobre conquistas, o que no puedo llevarlas a andar en moto o bla bla bla, lo mismo que me dijo con Yoon Ah y verán el caso que le hice, que a la primera oportunidad que tuvo, el leoncito le estaba sonriendo a la señora que vendía los globos... Hablando de globos, no se asusten si ven un par de gigantescos y monstruosos pechos saliendo de su tía Momo, porque créanme que yo los vi en vivo y en directo y me asustaron, me asusté tanto que en ese momento prefería estar en Payasilandia —de sólo imaginar un lugar lleno de payasos a la morena le daban escalofríos— hablando de pechos —era un punto importante para Tzuyu— sé que son dos y van a tener mucho hambre, pero no se olviden de que tienen que compartir los pechos de su madre conmigo —Hye-won chillo fuerte— Si Pececín, lo sé, lo sé. Son adictivos, pero...

— MHHMMMHH —alguien carraspeaba atrás de Tzuyu. La deportista giró lentamente para encontrarse no sólo con sus amigas, hija y sobrina sino también con sus suegros.

— ¿No llevan ni una hora de nacidas y ya les estás hablando de pechos Chou? Debe ser un nuevo record —Dijo Momo con su ceja levantada.

— Maiko, Toshio —tenía que salir del paso— Que bueno que llegaron —los saludó.

— ¿Mami puedo verlas? —Yoon Ah se acercaba a las cunitas

— Por supuesto cangurin, por supuesto —menos mal que estaba su hija para ayudarla.

— Esa es Minju, y la que está dormida es Hye-won —mostró a la mini rubia. La pequeña Minatozaki no dijo nada, sólo se quedó observándolas. Tzuyu escapó de la tormenta cuando poco a poco dejó espacio para que los demás vieran a sus hijas.

— ¿Así que mis bebés te parecen monstruosos Chou? —Momo no iba a dejar que se escapara.

— Eeee... ¿Quieres la verdad? —preguntó.

— Siempre quiero la verdad a mirada de la mayor la intimidaba.

— Realmente me dieron miedo —confesó— Pero no es por ti Momo, es por mí — Necesitaba salvar la situación— Una vez que encuentras tus pechos gemelos — Señaló a Sana— los demás simplemente no convencen.

Momo la miró por un largo rato— Quiero confesarte algo —dijo después del silencio— Digo, tu y yo nos hemos convertido en mejores amigas o algo así. Eres la madrina de mi hija y yo soy de las tuyas. Algo nos une ¿cierto? —fue una pregunta retórica, pero de todas maneras Tzuyu asintió.

— Es verdad —dijo.

— Estos pechos —los agarró— fueron hechos... fueron un producto... fueron una obra de arte...

— Momo... —si no la paraba la mayor podía seguir por horas.

— Fue tu padre —finalmente le dijo Tzuyu se quedó con la boca abierta y de repente clavó su mirada en los pechos de Momo.

— ¿Mi... mi... mi... mi padre los hizo? —Se había creado una conexión.

— Si, no te lo dije antes porque sé que es un tema delicado para ti, pero entre nosotras ya no puede haber secretos — después de todo Tzuyu la conocía entera— Así estas monstruosidades son la creación de que tu padre bomboncito — repitió— yo que tú, les tendría más respeto...

No pudo terminar porque la morena había agarrado cada uno de sus pechos con sus manos.

— ¿Se puede saber qué haces? —le preguntó Momo escandalizada, en realidad no tanto.

— Mi padre decía que el tamaño perfecto era cuando las yemas de sus dedos tocaban la base —explicó— ¿Ves? Con razón me parecen grandes, mis manos no llegan —logró que mirara y lo confirmara.

— Déjame probar algo —De un momento a otro la mayor tenía sus manos en los pechos de Tzuyu— Con razón a mí los tuyos me parecen diminutos... toco la base con los nudillos —exageró.

— Pensar que mi padre vivió haciendo eso —siempre fue algo que admiró del hombre.

— Debí haber estudiado para ser cirujana plástica —cada una con sus pensamientos seguían con las manos en el mismo lugar ajenas a el resto de la sala

— MHHMMM —otra carraspera las distraía— Que lindo despertar y ver a mi esposa tocándole los pechos a mi mejor amiga y a mi mejor amiga con las manos en los pechos de mi esposa —las chicas aún no se movían.

— SANA AMOR —Tzuyu estaba excitada, muchas emociones en un día— MI PADRE LOS HIZO ¿PUEDES CREERLO? — las manos seguían en su lugar.

— ¿Y por eso es que no puedes sacar tus manos de ellos? —Tzuyu se dio cuenta e inmediatamente retiró las manos de Momo.

— Yo también quiero Momoring — miraron para el otro lado de la sala y vieron a Jihyo y el resto mirando la escena. Momo sacó sus manos para nada avergonzada.

— ¿PUEDEN DEJAR DE HABLAR DE PECHOS DELANTE DE MIS NIETAS? —Maiko tuvo que intervenir. Cada abuelo cargaba una melliza.

— ¡ES TZUYU! —todos apuntaron y acusaron a la morena.

— Lo siento —la morena aceptaba la culpa.

— ¿Dónde está Yoon Ah? —hacía rato que la rubia quería verla

— Estaba con nosotros hace un rato —Jeongyeon la vio mirando a sus hermanas.

Sana automáticamente miró a Tzuyu y la morena entendió a la perfección— Ya vengo —dijo y salió de la sala, no sin antes dejar un beso en cada cabecita de sus hijas y uno más en la boca de Sana.

— Disculpe —la frenó una enfermera— Si está buscando a una niña rubia pequeñita, la va a encontrar en el patio del hospital —le informó.

— Muchas gracias —Tzuyu apresuró el paso hasta llegar al lugar y ver la espalda de su hija que estaba sentada en un pequeño canterom

La deportista la llamó desde la puerta— Cangurín... —la niña se dio vuelta y sin esperar corrió a su madre, pegó un salto y se colgó al mejor estilo koala a ella. Las lágrimas eran grandes que la propia niña.

— Son dos... —al parecer Yoon Ah no se iba guardar nada— son dos más para compartir a ti y a mamá —Tzuyu le dio espació para que siguiera hablando— Ya no van a querer pasar conmigo, mamá no va a prestarme atención cuando le cuente lo que hice en el día, ni tampoco va a querer escucharme tocar la batería, ni llevarme a la librería, no va a querer.

— Sabes que eso no es cierto bichito. Tu mamá siempre va a tener tiempo para ti —la consoló — Es más, esos momentos son la parte preferida del día de mamá —le dijo mi paseaba con ella arriba por el patio.

— ¿Y tú? —la presionó— a mí no me viste nacer como a ellas, nosotras no pasamos tiempo juntas cuando yo era chiquita — los miedos salían a la luz.

— Es verdad que no te vi nacer, pero Sana me contó todo lo que vivió contigo y si quiero cierro los ojos y me imagino estando allí, con ustedes. Puede ser que no hayamos pasa ese tiempo, pero ahora somos como pan y mantequilla diría Forest Gump —Por lo menos escuchó una pequeña risita de la pequeña— lideramos el club de las geniales, nos hemos caído ciento de veces al lago, cocinamos juntas, leemos juntas, andamos en moto...

— Conquistamos chicas —agregó la pequeña haciendo reír a Tzuyu.

— Dormimos en el sillón —siguió la morena— ¿cambiarias algo de eso? —le preguntó a la pequeña.

Yoon Ah agitó su cabeza en negativa— ¿Lo vamos a seguir haciendo? —le preguntó.

— Vamos a seguir haciendo eso y mucho más —aseguró— Y ahora tenemos más cómplices —introdujo el tema de sus hermanas.

— El perezocin y el Pececín —apuntó la pequeña— ¿puedo enseñarles todas las lecciones que sé? —preguntó.

— Puedes enseñarles lo que quieras osito Pooh, lo que quieras —siguieron enlistando las cosas que tenían que enseñarles a las mellizas hasta que Yoon Ah se durmió en sus brazos. caminó hacia la sala donde estaban los demás. Pero los encontró afuera.

— Sana está tratando de darles de comer —la cara de Mina le hizo entender que no estaba resultando nada fácil.

La morena sin dejar a su hija entró en la habitación y encontró a una enfermera tratando de ayudar a que Minju comiera, pero lo único que se escuchaban eran los chillidos que gritaba. Otra enfermera cargaba a Hye-won.

— No quieren comer —le dijo la fotógrafa a Tzuyu, la morena Sana ver la tristeza en las palabras de Mina.

Tzuyu dejó a Yoon Ah en el sillón diván que estaba para el acompañante— Cambiemos de posición —agarró a Minju y se sentó en el sillón individual— Ven —llamó a Sana para que se sentara sobre ella y cuando la rubia se acomodó le dio a la bebé.

La artista ubicó a la pequeña frente a su pecho y despacito esperó a que la bebé agarrara su pezón. Tzuyu no tuvo tanta paciencia y lo guió hacia la boquita de su hija— Vamos no te hagas rogar —pidió.

— ¡Está chupando Tzu, lo está haciendo! —Se alegró la rubia.

— La veo cariño, la veo —la imagen era tan encantadora que Hye-won no se la quiso perder, llamó la atención de sus madres llorando.

— Parece que alguien no quiere perderse del banquete —la enfermera se acercaba con la otra melliza.

— ¿Le puedo dar a las dos? —preguntó Sana dubitativa.

— Puedes intentarlo —le informó la señora colocando a Hye-won enfrente de su melliza. Tzuyu ayudó a sostenerla. Apenas vio la comida, la pequeña se aferró como si fuera la última coca cola del desierto.

— Dios... se siente rarísimo —parecían que lo hacían con ritmo.

— Acuérdense lo que les dije de compartir con mami —Tzuyu les recordaba a sus hijas lo que habían hablado.

— Tzuyu...

— Dime —las dos estaban embobadas mirando comer a sus hijas.

— Mis padres dicen que necesitas ayuda —informó.

— Eran los únicos que faltaban —Tarde o temprano por voto popular Tzuyu iba a tener que ver un psicólogo.

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