Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 16 🌻

CAPÍTULO 16
🌷🍁🍂🌹🌺🌻🌼🌾🌵

Recuerdo el tacto de sus manos tibias sobre mi rostro. Me hormigueaba la piel, de eso estoy segura. Y me temblaban las piernas, lo puedo asegurar. Recuerdo que rozó mi nariz con la suya y suspiró contra mis labios. Recuerdo cómo sus brazos me envolvían haciéndome sentir en casa y las caricias de sus yemas sobre mis mejillas cubiertas de lágrimas prometían protegerme. Lo recuerdo, juro que puedo recordarlo. Pero no recuerdo su rostro. Sacudo la cabeza, procurando que la cortina negra caiga y me enseñe de quién se trata. Cierro los ojos con fuerza y gruño, aunque nada sucede. No aparece. No me habla, no logro reconocer quién es y me frustra demasiado. Miro un punto fijo en la pared mientras siento la sangre caliente correr por mis venas y se llenan mis ojos de lágrimas. Necesito gritar. Y llorar. No puede ser. ¿Por qué? Es una simple pregunta nada más, ¿por qué? No entiendo por qué tiene que pasarme esto a mí. Los días pasan y no avanzo, ni siquiera un paso, sólo me siento retroceder cada vez un poco más. No sé quién soy. Sigo sin saber quién soy. No sé qué me pasa, nada tiene sentido para mí, nadie intenta guiarme, solo pretenden hacerlo y me confunden demasiado. No sé cómo guiarme a mí misma tampoco porque mi cabeza no me ayuda en lo más mínimo. Estoy encerrada en un laberinto del que tengo que salir con los ojos vendados, y como si no fuera suficiente, en una silla de ruedas con una pierna y un brazo fracturados. Qué justo.

—Kath, cariño, ¿estás bien?

Enderezo la espalda y parpadeo un par de veces. Miro hacia mi izquierda y allí me la encuentro a mamá, con las manos enjabonadas y mirándome con cierta preocupación. Noto que hice puños sobre mi regazo. Aclaro mi garganta y, tras tomar una gran bocanada de aire, respondo.

—Claro que lo estoy. ¿Por qué?

Se aparta el pelo de la cara sacudiendo un poco la cabeza, y dice:

—Solo... te tensaste de repente. Y mirabas la pared, muy fijamente... —La noto algo dubitativa, pero continúa—: ¿Recordaste algo, cielo? ¿Quieres hablarlo?

Intento sonreírle.

—No, no.

Sé que quiere insistir, pero calla en su lugar y se lo agradezco en silencio mientras termina de ayudarme a bañar. Ya se está haciendo costumbre para mi mente desastrosa recordar cosas cuando estoy bañándome. Y ni siquiera son cosas muy entendibles para mí, nada es del todo claro llegados a este punto.

Gia vendrá a dormir hoy a casa. Porque se lo pedí yo, claro. Necesito hacerle muchas preguntas y dijo que sólo va a respondérmelas si estoy aquí, cerca de mi familia. No quiso explicarme por qué. Lo ves, ¿verdad? Todos callan. Pero no es que simplemente deciden callar y ya está, sino que callan lo que les conviene, sin ponerse a pensar en lo que realmente me viene bien a mí. ¿No se supone que si es mi amiga debería ponerse de mi lado? Si la situación hubiese sido al revés, estoy segura que le habría hablado de miles de cosas ya, en vez de cerrar la boca porque eso es lo que dice mamá que tiene que ocurrir. Hace tan solo unas horas Gia dijo que sí, que me ayudaría. ¿Qué tanto debería confiar en que me dirá la verdad de todo lo que yo sea capaz de preguntar? Sé que no está en la obligación de hacerlo, pero vamos... Sabe que lo necesito. Y no creo estar pidiendo mucho tampoco.

Una vez que salimos del baño, mamá B me ayuda a vestirme también. No me gusta que lo haga porque están todas mis cicatrices a la vista. No me gusta no poder estar a solas con mis heridas, pero si no estoy acompañada tienden a sangrar más. Lo detesto. Necesito tiempo para mí y no quiero que me vea tan frágil como me veo yo. Evito mirarla a la cara cuando me ayuda, porque las veces que lo he hecho tenía los ojos llenos de lágrimas. ¿No es acaso un motivo más para odiar todo esto? No estoy tan rota como para que te pongas así, mamá. Bueno, sí, sí lo estoy, pero no se supone que tú lo sepas. Voy a sanar y todo estará bien. Intento convencerme de ello por las noches, cuando tomo los últimos medicamentos del día. Un día menos para tomar esta mierda, pienso. Nunca se acaba, pero algo es algo. Un día menos de espera. Un día más sin respuestas. Un día más sin Kathleen, sin la Kathleen que todos conocen excepto yo. Pero claro, estará todo bien.

Keane está cocinando. No recordaba que supiera cocinar, lo imaginaba como el tipo de persona que preferiría beber solo agua en lugar de encender el horno. No lo sé, tal vez porque yo haría algo así y somos parecidos en ciertas cosas. Lo veo cuando mamá me lleva hacia la sala de estar porque pasó por la puerta de la cocina con mi carrito, él está escuchando música mientras tanto. Gia comerá aquí también, así que está preparando la cena para cinco.

Bryoni termina de ubicarme y besa mi cabeza antes de abandonar la sala. Mamá Gillian está corrigiendo las monografías acerca del libro para literatura, sentada en el sofá. Sobre la mesa ratona que tiene delante de sí hay un cuaderno y un par de trabajos en sus folios. Me centro en ella. Está usando lentes, concentrada en lo que lee. Frunce el entrecejo cada tanto, lo que me da algo de curiosidad. Tal vez está leyendo cosas estúpidas. Bajo la mirada a donde se encuentra la pila de ensayos que ya revisó, y me inclino hacia adelante en mi silla para tomar uno, el que está encima de todo. Es de un tal "F. Wembley". Está desaprobado, mi madre lo escribió en rojo y mayúsculas. Qué cruel. Pobre Wembley. Hubiera sido un poco más considerada y lo escribía más pequeño, al menos. Abajo de la calificación agregó una fecha de reentrega, la cual es dentro de dos semanas. También tengo que hacer este trabajo, por ser su hija no me dan ningún tipo de privilegios, o al menos no por ahora. Qué cruel. Pobre MacQuoid. Tengo que aprender a leer mi memoria primero, no este libro, pero si llego a responderle eso a mamá va a terminar escribiéndome aquel gran "desaprobado" en la frente, y francamente creo que de momento con el cartel de "MÍRENME, CASI ME MATO" ya es suficiente. No necesito que en el colegio empiecen a mirarme más de lo que ya lo hacen.

Mi madre acaba por darse cuenta que estoy a su lado. Suelta un suspiro, sacándose los anteojos, y me sonríe de lado. Se la ve algo cansada.

—¿Qué pasa? —le pregunto. Señalo los ensayos—. ¿Tan desastrosos son mis compañeros?

Intenta reírse, pero noto que la risa no le sale como ella pretendía.

—No, o al menos no por ahora. Simplemente ha sido un día... algo intenso. Es todo. —Pasa una de sus manos por su rostro y no dejo de observarla mientras tanto. Me pregunto por un momento si las bolsas debajo de sus ojos son las que contienen los restos de este día tan agotador. Distingo que su mirada se ve algo cristalizada, aunque no comento nada al respecto. Debe ser por estar agotada.

—¿Y por qué no dejas esto para mañana? —pregunto en su lugar, mirando otra vez el ensayo de Wembley. Intento sacarlo del folio para leerlo, pero ella me detiene y logra quitármelo de la mano.

—Sí, tienes razón.

Regresa la monografía al lugar donde se encontraba antes de que yo la tomara y junta el resto de trabajos. Los deja todos sobre una esquina de la mesa y pone sobre él su cuaderno cerrado. Arriba, el bolígrafo rojo y los anteojos. Muerdo la piel de mis labios mientras la observo. Se vuelve hacia mí una vez que acaba y fuerza una sonrisa.

—¿Tú cómo estás, Kath?

¿Qué tanto le puedo decir? Es lo mismo de siempre.

—Me siento estupenda hoy, gracias.

Claro que no se lo traga. Sin embargo, creo que sabe que cuando la recibo con ese tipo de respuestas es porque no quiero que me pregunte mucho al respecto. Es mejor hacer de cuenta que nada ocurre, tal vez así las cosas malas se sientan ignoradas y decidan irse lejos.

Llaman a la puerta antes de que seamos capaces de cambiar de tema. Yo espero en mi silla deseando que entren por el umbral todos mis recuerdos perdidos en manada, pero solo es Gia.

Mamá le da un abrazo antes de que pueda pasar por la puerta siquiera. Debo mencionar que duró un par de largos segundos, y una parte mía no lo entiende demasiado, pero no le tomo mucha importancia. Después de todo es mi mejor amiga, como ya sabes. Gillian debe querer mucho a Gia. O capaz ya corrigió su monografía y fue horrible, debe estar consolándola antes de tiempo.

Una vez que ella se libra de los brazos de mamá, veo cómo le sonríe. Muestra sus dientes y se le achican los ojos. Le brillan, incluso. Los ojos, me refiero. Bueno, los dientes también, pero no es la cuestión. Es muy linda sonriendo, debería hacerlo más seguido. La mayor parte de las veces que la miro solo está nerviosa y preocupada.

Nota que estoy aquí, y sin que se le borre la sonrisa de la cara, camina en mi dirección. Me saluda, de lo más radiante, e intento devolvérselo con el mismo entusiasmo. Casi que me sale igualito.

—¿Cómo estás, Leen?

Le sonrío.

—Ahora que llegaste, estoy muy bien.

Mira. Necesito ablandar su corazón, ¿no crees?

Y podría llegar a funcionar bastante bien, porque por un instante parece que su sonrisa se ensancha un poquito más. ¿Ves? A veces logro tenerlo todo bajo control.

A los pocos minutos la comida está lista, por lo que los cinco logramos ubicarnos en nuestros sitios para cenar juntos como si fuéramos una hermosa familia feliz. Tal vez lo hayamos sido algún día, ¿no? Espero que sí. Estoy segura que Kathleen llevó a la escena del crimen muchos lindos recuerdos de ellos, que al fin y al cabo no ha podido proteger del todo, pero están deambulando por algún lugar intentando encontrarla de vuelta. Lo importante es que podré crear un nuevo recuerdo ahora, del que voy a aferrarme todo el tiempo para evitar que lo desprendan de mí. Puede que sea la forma más cercana que tengo de llenar los espacios vacíos: creando imágenes nuevas, no intentando descifrar las que deciden aparecer distorsionadas en mi cabeza. Claro está que necesito seguir buscando el resto, pero al menos por este rato estar así está muy bien.

Mamá Gillian se ve algo ida, y puedo asegurar que lo está a pesar que se lo hayan preguntado en un par de ocasiones y ella lo negara una vez tras otra. Está cansada, sí, se le nota, pero hay algo más allá del cansancio físico que hemos podido palpar todos. Bryoni la mira de reojo siempre que puede, sin notar que la estoy observando yo a ella porque está sentada al frente mío. No la noto preocupada, sino algo expectante. Si realmente lo estuviera, o si mínimamente estuviera nerviosa, andaría inquieta en su lugar buscando mantener incluso sus manos ocupadas, pero ni siquiera se atreve a tomar los cubiertos. Me parece curioso, porque con lo que he podido conocerlas a ambas los últimos días, mamá Bryoni suele ser el manojo de nervios aquí. Es la más sensible. Según noto, Gillian es algo más firme de lo que suele serlo Bryoni, y a veces tiende a ser imposible de descifrar. Nunca puedo sacarle muchas respuestas ni conocer más de lo que ella me permita. No he pasado tanto tiempo con mamá B porque está fuera de casa durante gran parte del día, además de que lo poco que podemos conversar es con ella mirándome apenada y eso me rompe el corazón. Nos hace bien a las dos mantenernos algo apartadas, porque así evitamos lágrimas picándonos los ojos. No me gustaría ni imaginar las cosas que deben pasar por su cabeza cuando me ve. Creo que sería muy difícil estar en su lugar, con una hija a medio construir. Sé que todo esto la apena porque no sabe qué hacer. A veces, cuando desayunamos juntas y nos dedicamos una media sonrisa, estuve a punto de soltar un "Tranquila, mamá. No eres la única. Yo tampoco sé muy bien qué hacer"; aunque no estoy segura que aquello sirva a modo de consuelo.

Gia y Keane intentan sacar temas de conversación para evitar momentos muy silenciosos, calculo que pretendiendo distraer a ambas. Mi hermano cuenta chistes incluso, los cuales son malísimos, pero acaban sacándonos sonrisas a los cinco hasta que todos terminamos de comer. Ellos se encargan de juntar los platos sucios y lavarlos, mientras yo me quedo en la sala con mis dos mamás. Ninguna de las dos me presta mucha atención, solo se miran entre sí con aquellos pares de ojos tan agotados y tan curiosos. Me pregunto qué se estarán diciendo sin necesidad de pronunciar palabra alguna. Dado que Bryoni es psicóloga, es bastante probable que esté psicoanalizándola en completo silencio. Al menos, es lo que yo haría en su lugar.

De repente escucho una pequeña risa proveniente de mamá Gillian, lo que me termina sorprendiendo, y se me escapa una sonrisa. Mamá Bryoni toma su mano para darle un apretón, con sus ojos brillándole tanto que me da un vuelco el corazón. Qué lindo es que alguien te mire así de bonito.

Sigo prestándoles atención cuando ambas voltean a la par en mi dirección. Mamá Gillian se levanta de su asiento para dirigirse hacia mí, mientras dice que tomará una ducha para ir a dormir luego. Una vez que consigue ponerse a mi altura, me toma desprevenida cuando se inclina hacia adelante y me rodea con sus brazos, estrujándome fuerte contra su pecho aunque temblando al mismo tiempo. Besa mi coronilla y frota mi espalda adolorida, diciéndome que me quiere como no tengo idea, y se marcha caminando por el corredor antes de que sea capaz de reaccionar.

Miro a mamá B, quien luce un poco aliviada, y me dedica una sonrisa. A la distancia escucho las risas de Gia y mi hermano Keane, quienes aparecen unos momentos más tarde. Ver a mamá bostezar de repente me contagia, y al notarlo nos dice que los tres deberíamos ir preparándonos para acostarnos porque tenemos que ir al colegio mañana temprano. A mí no me parece, pero ellos aceptan y no me queda otra opción más que hacerlo también. Keane me lleva en mi silla hacia la habitación y al igual que Gillian besa mi cabeza, deseándome buenas noches. Es lindo cuando quiere, ¿no?

Mamá me presta la mano que me falta para poder ponerme el pijama, y junto con Gia me ayudan a salir de la silla y sentarme sobre el colchón. Tras despedirse de nosotras, cierra la puerta detrás de sí. Mi amiga toma su bolso, que trajo a casa consigo, y saca de allí su ropa para dormir. Se viste con eso mirando mi pared, donde está el arcoiris.

—Keane cocina bien, ¿cierto? —digo, para arrancar alguna conversación. Ella asiente con la cabeza mientras se saca las zapatillas.

—Sí, es bueno para ciertas cosas.

«Como para ser sobreprotector cuando quiere», pienso, aunque me lo trago.

—¿Como qué? —inquiero en su lugar, apoyando la espalda contra la pared. Todavía no recuerdo muchas cosas sobre mi hermano, así que me andaría haciendo falta una mano más.

Tras ponerse la camiseta se lo piensa un poco y toma asiento a los pies de la cama cuando acaba.

—Bailando —dice entonces—. Toca el bajo, también. Aprendió solo según me contó. Y jugando al fútbol, aunque respecto a eso creo que tú eres algo mejor.

—¿Ah, sí? —inquiero, divertida—. ¿Y soy buena en algo más, o sólo para desesperar a Keane?

Se ríe apenas.

—Escribiendo, aunque tal vez no sea algo nuevo para contarte. Al igual que tu hermano eres buena autodidacta, ¿sabes? Admiro mucho eso de ti. Aprendiste cinco idiomas por tu cuenta.

Autodidacta salí, pero mira qué interesante resultó ser Kathleen. Te lo tenías bien escondido, cabecita.

—¿En serio? ¿Cuáles?

—Galés, coreano, francés, alemán y ruso —responde, numerando con los dedos—. Me dijiste que quieres empezar con portugués. No sé qué tanto sepas de cada uno, pero al menos lo suficiente como para mantener conversaciones con nativos. Desde que te conozco tienes amigos de otras nacionalidades.

Oh.

Puede ser que Kathleen esté cada vez cayéndome un poquito mejor. No puedo creer que sepa tanto. O bueno, que supiera tanto. Tal vez si busco bien, estén merodeando modismos rusos por mi enredado cerebro, ¿verdad?

Ella nota mi sorpresa, ante lo que sonríe.

—¿Y por qué? —pregunto, prestándole atención a su expresión tan sonriente como si ocultara algo detrás. Sin embargo, mi pregunta solo hace que las comisuras de sus labios se alcen aún más.

—Pregunta típica de Kathleen MacQuoid —suelta entonces—. Ella siempre quiere saber los porqués de todo lo que se cruza. Y ciertamente esa es la respuesta. No te gusta no saber, así que para ti mientras más aprendes sobre algo mejor es. También es por tu necesidad de absorber el tiempo, Leen. No te gustan los espacios vacíos. No sé cómo tu cabeza es capaz de retener tanto, si quieres que te sea franca.

Resoplo.

—Sí, bueno... Pero no supo retener un par de simples recuerdos, ¿no? ¿De qué me sirve, entonces...?

Su sonrisa se esfuma y suspira, como exasperada.

—Tenía que suponer que responderías algo así.

No importa. No importa ahora, de verdad. Tengo que centrarme en otras cosas, no sería justo para nosotras sino. Hay que pasar un lindo rato, Kathleen. No olvides eso, ¿quieres? ¿O es un trabajo muy difícil para ti?

—Bueno y, ¿sabes por qué, entre todas las cosas por aprender, me decidí por los idiomas?

Tengo que usar mi mente para algo que valga la pena. Esto de preguntar cosas un poco específicas sobre mí sirve mucho para hacerme una idea de qué tanto le he llegado a contar a Gia. Sí, puede que sea mi mejor amiga, pero eso no significa que le contara cada cosa que me pasara y me gustaría descubrirlo si fuera el caso. Y el motivo del por qué ella no tendría que saber ciertas cosas, en caso que haya callado alguna vez y guardara algo solo para mí. Tal vez sea divertido averiguarlo.

—Decías que aprender nuevas culturas era parecido a adquirir nuevos ojos para ver el mundo. Y me pareció muy lindo, ¿sabes? Especialmente porque tienes razón. Fue una de las tantas cosas que lograste hacerme notar. También hicimos un trato una vez, ¿sabes? Después de que juntas fuimos de vacaciones a Gales, decidimos viajar a cada país donde tuvieran como oficiales los idiomas que tú fueras aprendiendo, siempre y cuando me enseñes un poquito a mí también. Para fin de año teníamos pensado ir a Alemania junto a...

Se frena de repente. Yo la miro mientras tanto, esperando a que termine la oración, y tras carraspear lo que agrega es lo siguiente:

—Junto a mi hermano mayor. Te llevas bien con él.

Aunque que se haya callado me parece algo sospechoso, hago de cuenta como si nada pasara. Tal vez si digo algo al respecto prefiera empezar a callar. Además, hay cosas más importantes de las que hablar. ¿Fui a Gales y no lo recuerdo? Increíble. Una injusticia.

—Gales, ¿de verdad? ¿Y fuimos nosotras solas? ¿Cómo estuvo? ¿Tienes fotos?

La veo sonreír de la misma manera que sonrió a mamá y eso le hace bien a mi terrible corazón confundido.

—Fuimos con mi familia. Mi madre es galesa, por lo que tengo conocidos allá. Solemos ir cada tanto y esa vez quisimos que nos acompañes. En realidad, desde que tú y yo nos conocemos siempre hemos ido de vacaciones juntas a algún lado, lo que pasa es que usualmente viajábamos con tus mamás y Keane. El viaje a Alemania iba a ser el primero que haríamos solas, pero Craig dijo que sería peligroso ir a un país que no conocemos por nuestra propia cuenta. Lo cual es mentira, solo lo dijo porque quiere pasar tiempo contigo.

Mucha información. Me gusta.

—Entonces... —empiezo, agarrando la almohada e intentando ponerla entre mi espalda y la pared. Como no me sale muy bien, ella se acerca para ayudarme—. Gracias. Entonces eres mitad galesa. Qué interesante, yo soy mitad... —Me detengo mordiendo mi lengua. No, Kathleen. No la arruines con tus comentarios inoportunos. No importa tu situación ahora, no lo hace—. Me gustaría hacer ese viaje otra vez. Lo bueno es que iremos a Alemania, ¿no?

Intento sonreír como ella lo hacía para parecer encantadora y que no me corte la conversación. Solo suelta una carcajada, lo que me toma por sorpresa.

—Depende, Leen. Si llegas a estar lo suficientemente bien como para salir del país sí, será cuestión de verlo con el tiempo.

Buen punto.

—Lo estaré —aseguro—. Quédate tranquila que iremos. Craig es tu hermano, ¿no? —Ella asiente con la cabeza—. Y me llevo bien con él —repito lo que mencionó antes y Gia asiente de nuevo—. Tiene sentido que quiera pasar tiempo conmigo, entonces. ¿Y si lo traes en estos días para charlar?

Ojalá no sea tan duro como su hermana para sacarle información. Aunque déjame admitir que me sorprende que esté contándome tanto, no es algo que suela pasar muy a menudo. Usualmente se siente más cómoda y segura contándome cosas que no me involucren a mí.

Se le escapa una risita. Aparta los mechones de pelo que se le van a la cara, dejándolos detrás de su oreja.

—No solo quiere pasar tiempo contigo porque se lleven bien, Leen. Así como yo estuve con Keane, Craig cree que tiene alguna oportunidad contigo.

¿Qué?

Por un momento pienso que escuché mal. Repito las palabras en mi cabeza, una vez tras otra, aunque no les encuentro otro sentido. Cuando ella se da cuenta que algo no me cierra, abre los ojos con sorpresa y luce algo asustada.

—¿Con Keane qué? —logro formular, aunque bastante confundida. No entiendo.

Ella abre y cierra la boca un par de veces, aunque no suelta palabra alguna. Una vez que parece decidirse, dice:

—Yo... sí, bueno, fui novia de Keane un tiempo. —Me ve a punto de contestar, aunque se me adelanta—. Tú lo sabías, claro.

Ah. No es tan terrible si Kathleen lo supo, ¿no? Aún así...

—¿Con Keane qué? —repito.

Se la ve algo nerviosa. Y sí, yo también lo estaría si le hubiera ocultado a mi supuesta mejor amiga que estuve emparejada con su hermano gemelo, ¿no? Es decir... paso mucho tiempo con ellos dos, no creo que sea justo enterarme porque a ella se le escapó sin pensar. Pero bueno, pude enterarme de algo al fin y al cabo. De muchas cosas, más bien. Y eso es genial. No debería reclamarle nada.

—De hecho... —dice, evitando mirarme a los ojos—, nos hemos conocido así. Al principio yo te caía bastante mal. Cuando empezamos a llevarnos mejor me dijiste que era porque Keane dejó de pasar tiempo contigo para estar conmigo. Él y tú siempre fueron muy cercanos y creo que sentiste que te estaba quitando tu lugar o algo así.

Bueno, no imaginé que Kathleen fuera tan territorial tampoco. Todos los días se aprende algo nuevo de uno mismo, ¿no?

—¿Y eso cuándo fue? —inquiero.

—Teníamos entre catorce y quince años apenas.

Menos mal, creí que había sido más reciente.

—¿Y ahora? Tú con Keane...

—Simplemente somos amigos. Durante un tiempo nos apartamos un poco, pero desde tu accidente volvimos a ser más cercanos otra vez. Lo necesitábamos.

Me pregunto por qué será que estuvieron distanciados, aunque me parece mucho como para soltar esa pregunta ahora. Tal vez en otro momento vaya a contármelo. Puede ser que Keane se haya enojado porque le robé a la novia para volverla mi mejor amiga, quién sabe. Ya no sé qué esperar de la gente, así que todo es posible.

—Es bueno que se lleven bien —comento entonces. Sonríe en respuesta—. ¿Y cómo fue que dejaste de caerme mal? ¿Me explicas?

—Siempre buscaba excusas para acercarme a ti, incluso sin darme cuenta. Y tú siempre te apartabas o me mirabas mal. Era más probable que me miraras mal, medio a escondidas, porque solía estar Keane bastante cerca. Dejaste de hacerlo un día que te encontré estudiando galés. Estabas medio alterada porque no entendías la diferencia entre dos principios gramaticales y yo te los expliqué. También dije que no te hicieras mucho problema si había ciertas cosas que no entendías a la primera al fin y al cabo, porque ni la mitad de los galeses sabe hablar galés en realidad. Y no me creíste. ¿Cómo una persona no va a saber su propio idioma? Y bueno, cuando te llevé a Gales conmigo lo descubriste. En las calles se habla inglés principalmente, aunque los carteles sí suelen estar en galés. Aún así, en el único lugar que pudiste hablarlo fue dentro de casa.

No puede ser.

—¡¿Estudié un idioma y nadie lo habla?! —pregunto, medio a los gritos, medio indignada. Gia sonríe, de una forma que la hace lucir algo tierna.

—Lo mismo dijiste esa vez.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro