Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 14 🌹

CAPÍTULO 14
🌷🍁🍂🌹🌺🌻🌼🌾🌵

Intento no poner los ojos en blanco al escuchar a mi hermano regañándome como si tuviese unos cinco años y él fuese una persona madura que no se comportaría como yo bajo ninguna circunstancia. Pienso que está exagerando un poco puesto que no me ha pasado nada malo, he vuelto sin un rasguño y con una pequeña sonrisa. De hecho, me siento mucho mejor que antes. No recuerdo haberme sentido tan bien tras despertar en la camilla de hospital, te lo aseguro. Él dice que los he preocupado demasiado al desaparecer y yo le contesté que por qué se preocuparon tanto si no habría podido salir del colegio y mucho menos ir tan lejos como para perderme de vista por más tiempo de la cuenta. Resulta que Gia le avisó que salí del salón tras tironearme de los pelos y que no quería que nadie me hiciera compañía; temía dejarme así pero no era nadie para no respetar mi decisión. Cuando Keane intentó ir a buscarme al corredor donde ella me dejó, no me encontró y se empezó a desesperar.

Sí, tengo huesos rotos y he salido del hospital hace poco pero no significa que deban estar pendientes el día entero como si fuese una bebé. Por poco me miran dormir. Necesito mi pequeño espacio a veces para estar tranquila y sin tantos pares de ojos conocidos encima de mí, como ahora. Hablar con Levin fue algo positivo y conocer la biblioteca de paso también lo fue. Creo que iré allí más seguido, me gusta su orden y silencio.

—K, por favor. —Suspira, mirándome fijamente con la desesperación que inundan sus ojos—. ¿Te pondrás en mi lugar, al menos? —inquiere ahora, como indignado. Yo sólo lo miro—. He visto cómo te afecta recordar cosas que no son buenas para ti. Sé lo que te ocurre cuando duele. Y si de la nada te vas, ¿cómo voy a saber dónde estás y si estás bien? ¿Qué harías tú en mi lugar?

Bueno, admito que tiene razón con eso pero ya hablamos anoche y le dije que necesito que me dejen respirar de a poco porque me lo merezco. Merezco descansar de la realidad y sumergirme en mí aunque sea dos segundos para salir a la superficie luego como si nada hubiese pasado.

—Keane —le digo, tras soltar un suspiro cargado de pesar—. Estoy bien, ¿si? Si te hubiese necesitado habría ido a por ti, pero no lo hice. Esa es una señal de que estaba todo bien, ¿no?

Veo la frustración brillando en sus ojos y frota su cara después. Lo veo inhalar y exhalar y su pecho sube y baja en forma de sacudida. Me quedo donde estoy, mirándolo desde abajo, y alguien carraspea detrás de mí.

—Oye, Keane... —llama Levin, interviniendo por primera vez. Se posiciona a mi lado, despeinándose el pelo con ambas manos. Mi hermano lo mira como si no hubiese notado que estaba conmigo y distingo que algo ha cambiado en su expresión—. Ha estado conmigo, no le ha pasado nada. No tienes que preocuparte.

Aquel «No tienes que preocuparte» acaba por alterarlo más. Veo la furia flamear en sus ojos cafés pero Levin no parece inmutarse. Leo su expresión como si estuviese observando a un cachorrito cabrearse y lo observa atento, esperando a lo que sea capaz de decir. Mi hermano alterna la mirada entre uno y otro, tensando la mandíbula, buscando las palabras entre la preocupación y el enojo en su cabeza. Alza el mentón, deteniéndose en él ahora, y escupe:

—¿Acaso te llamé para que te metas?

Levin se ve bastante tranquilo, para mi sorpresa.

—No necesito que lo hagas para intervenir. —Se encoge de hombros, como si no fuera la gran cosa—. Sólo no creo que tengas que reaccionar así sin darle la oportunidad de que ella te lo explique mejor.

Keane cruza los brazos sobre su pecho y por un momento pienso que se parece a mi madre regañándome. Veo cómo se mueve en su sitio de todos modos por la impaciencia y ambos me observan a mí esperando a que diga algo entonces.

—Sólo recordé cosas y quise estar sola —comenté al fin—. Sola es sola, ¿sabes, hermano? Sola. Me topé con Levin en el camino y ya, intentó ayudarme y no se lo negué.

Chasquea la lengua.

—Kathleen, dijiste que querías estar sola —repone Keane, más que impaciente, como si estuviera desesperándose más por mis palabras carentes de sentido, como si creyera que tiene miles de cosas para replicar ante cualquier cosa que pueda decirle yo—. Estando con él no precisamente estabas sola. ¿Escuchas lo que estás diciendo?

Por un momento siento que está tratándome de tonta, pero no le digo nada sobre eso.

—No estuvo en mis planes quedarme en la biblioteca con él, creeme —suelto—. Pero fue mejor que estar sola, para mi sorpresa. ¡Déjalo ya, no tengo por qué deberte explicaciones!

Resopla.

—Joder, sólo estaba diciéndote que me preocupaste.

Esta gente vive todo el tiempo preocupada. ¿Están acostumbrados a que Kathleen provoque tanto desastre o qué se supone que está pasando?

Me enderezo en mi silla y echo la cabeza hacia atrás porque está doliéndome el cuello con mayor intensidad. Mi hermano continúa pero ya no estoy prestándole atención. Me concentro en mis uñas escamadas y mis cutículas desastrosas. Mi mirada se vuelve, viajando por cada uno de mis dedos hasta que se posa en mi dedo pulgar, aquel que tiene la cicatriz que me ha enseñado Levin, y miro la fina línea marrón que recorre ese trozo de piel. Pienso que de seguro me ha dolido mucho. Ojalá pudiera agarrarme la cabeza con la puerta del casillero a ver si así me sangran los recuerdos, al menos. Suspiro.

—... nada. ¿Lo entiendes, no? Sé que te lo tomas a la ligera y crees que estoy exagerando pero creeme que prefieres esto antes de que te deje tirada para que te arregles tú sola.

Suena la campana cuando logré salir de la ensoñación y escuché su voz retumbando por el corredor. Noto cuerpos a nuestro alrededor, saliendo de los salones y empujándose entre sí, y por el rabillo del ojo veo que se acercan tres de ellos en nuestra dirección. Por su manera de avanzar distingo que una de ellos es Gia, con pasos vacilantes. Carga mi mochila amarilla, alternando la mirada entre Keane y Levin, y veo cómo traga saliva. Sus ojos recaen en mí e intenta sonreír pero veo que ha sido forzado. Lleva un mechón de cabello detrás de su oreja, y carraspea. Separa los labios, preparándose para decir algo, pero otra voz es la que escucho en su lugar:

—¡Kathy!

Cierro los ojos con fuerza cuando siento que tenía que vérmelo venir tras saltar en mi lugar. Archie rodea los hombros de Levin con su brazo derecho y me observa de lo más sonriente, ajeno a lo que está ocurriendo en realidad. Su amigo, que se encuentra a un lado, me mira con pesar como si estuviese disculpándose por permitir que ande detrás de mí cada ocasión que se le presenta.

Gia lo mira de reojo, tragándose las palabras que él le interrumpió, pero Keane se adelanta a que alguien pueda decir más porque de inmediato viene hacia mí, ubicándose detrás de la silla para empezar a empujarla.

—Se nos hace tarde, tienes turno con el médico.

Y así, sin más, avanza por el corredor con la mochila colgando de los hombros y Gia debe dar grandes zancadas hasta alcanzarnos. Yo sólo soy capaz de rodar los ojos y no se oye nada más salvo el sonido de las cubiertas contra el piso y su respiración sobre mi cabeza.

No le presto atención a nada de lo que cruzamos, sólo me centro en contenerme para no empezar a gritar y tirarme de los pelos otra vez por estar atrapada aquí y en aquel estúpido accidente. Si no tuviera que depender de ninguno de ellos todo sería un poco más sencillo.

—Keane, por favor —es lo que digo momentos después—. Ya todo esto es suficiente para mí, ¿no crees? No necesito que te portes así conmigo, estés o no preocupado. A ti no te gustaría. Respétalo, aunque sea. Como ha hecho Gia. Hay cosas que son mi decisión, no las tuyas.

Él no dice nada. Ni siquiera estoy segura si me escuchó, aunque no espero a por una respuesta. Gia imita nuestro avanzar abrazando mi mochila contra su pecho y nos encontramos a mamá G en la entrada. Su expresión sonriente se siente débil por un momento, al instante de ver nuestras caras, pero no dice nada y reconstruye su sonrisa en un pestañeo. Vamos todos hacia la camioneta y me suben por la rampa que han instalado ayer para que puedan subirme con más facilidad.

—Gia, ¿vienes? —le pregunta mamá, ante lo que ella duda—. Te llevo a tu casa más tarde si quieres, ahora debemos ir al traumatólogo.

Después de pensarlo unos momentos, decide que mejor se irá en autobús a su casa para que ella no tenga que ir y venir a causa suya. Keane le dice que no habrá problema si nos acompaña, pero Gia insiste. Le alcanza la mochila a mi mamá y se despide de mi, dubitativa, y tras unos momentos la veo marcharse sin mirar atrás. Chasqueo la lengua, preguntándome si le ha pasado algo porque se la veía algo desanimada, y terminan de acomodarme en mi lugar antes de subir todos a la camioneta y marcharnos.

Durante todo el viaje miro por la ventana viendo los demás autos pasar y detenerse en cada semáforo. Le presto atención a las calles y todo lo importante que nos rodea a simple vista. Juego con mis dedos y noto que inconscientemente trazo la forma de mi cicatriz con mi dedo índice.

—¿Qué tal les ha ido hoy? —inquiere nuestra madre sin despegar la mirada de la carretera aunque yo no hago nada más que encogerme en mi lugar.

—Ha habido días mejores —se limita a decir Keane, y en mi mente coincido con él.

Me pesa su mirada y procuro ignorarla hasta que consigue inquietarme lo suficiente como para hacerme voltear en su dirección y preguntarle por qué se supone que me mira. Lo veo dudar unos momentos, habiéndolo tomado un poco desprevenido, hasta que pregunta:

—¿Estás... bien? ¿Quieres hablar de lo que recordaste?

Vuelve a mí aquella imagen de Kathleen corriendo, con aquel horror envolviéndola por completo, y cierro los ojos con fuerza. Tomo una gran bocanada de aire y pienso que me gustaría poder correr ahora. No por querer ir a algún lugar en particular, sino porque necesito escapar de estas rejas y sentir mis piernas sin ataduras.

—Estoy bien —es todo lo que digo, y sigo mirando por la ventana una vez que mamá apaga el motor. Dice que volverá en unos minutos y sale de la camioneta, dejándonos solos. Dejo escapar aire por la boca y me pregunto de qué estaba deseando escapar aquella vez.

—Lo siento. —Escucho aquello en un susurro, como temeroso, y me sorprendo al principio. Miro sobre mi hombro para encontrar los ojos de mi hermano gemelo y me sonríe de lado—. Lo siento, sólo no ha sido una buena mañana para mí y tuve miedo de que algo malo te pasara de nuevo.

Yo sólo asiento con la cabeza, y le dedico una pequeña sonrisa. Sólo puedo pensar en que deseo que estos dos meses se pasen rápido para librarme de los yesos y de la asfixiante atención que todo el mundo pone sobre mí.

Froto mis ojos y bostezo. Anoche no he podido dormir demasiadas horas, mi primer día de clases me ha dado mucho qué pensar. Dejando de lado todo lo que ya te conté, no logré recolectar nada más. Intenté leer el libro de literatura para el informe que debo entregarle a mamá pero no he podido prestarle suficiente atención ante los gritos que retumban en mi cabeza.

Escuchar la puerta del vehículo abrirse y cerrarse me empuja de nuevo a la realidad. Mamá mira hacia nosotros una vez que regresa y nos brinda una brillante sonrisa antes de seguir con nuestro camino. Pone algo de música para que consuma el silencio tan ensordecedor y me vuelvo prestándole atención a la canción que se está reproduciendo. Keane salta en su lugar y le pide a nuestra madre que la cambie, sin darle tiempo a protestar. Yo no comprendo qué ocurre y se reproduce otra más tranquila en su lugar. Frunzo los labios, prestándole atención.

—¿Qué es eso? —inquiero, mirando hacia el estéreo.

—¿Te suena? —pregunta Keane en respuesta, tal vez algo nervioso, y permanezco en aquella posicion pensativa durante unos segundos.

—No lo sé... —murmuro, frunciendo el ceño—. Siento que debería.

—Tranquila, ya la recordarás.

Me sonríe buscando que sea reconfortante para mí pero termina contagiándome aquella inquietud que se ve reflejada en su mirada y manos temblorosas. Truena sus dedos buscando una forma de disimular y aquel sonido se reproduce en mi cabeza en forma de eco.

Termino encogiéndome en mi asiento una vez más, con los ojos abiertos de par en par y sujeto mi silla con ambas manos. Escucho un zumbido y siento que la cabeza se me da vuelta por unos segundos. Como si estuviese bajo el agua, ahogándome con cada grito y me pesaran tanto como para no lograr salir a la superficie, lo escucho todo estremeciéndome y sintiendo los escalofríos subir por mi columna vertebral.

—¡Yo decido qué hacer con mi vida, Keane! ¡Tú encárgate de la tuya!

—¡¿Realmente crees que sabes lo que haces?!

Con todas aquellas letras empapadas en rabia, escucho mi voz alzarse en respuesta:

—¿ACASO TÚ SÍ?

—¡No, pero al menos estoy con los pies sobre la tierra y no me porto como un imbécil!

Oh, ¡qué conmovedor! —exclama aquella voz de Kathleen, y siento que se atora en mi garganta—. ¡Ahora resulta que la imbécil soy yo! ¡¿Verdad?!

—¡Sí, lo eres! —vocifera, y lo siento como un balde de agua fría—. ¡Frena, porque terminarás estrellándote contra la pared!

Parpadeo y siento mi cuerpo temblar. Siento los jadeos sacudir mi cuerpo pequeño y mi piel fría y áspera bajo mi propio tacto. Intento patalear, desprenderme de la silla, saltar fuera de ella e irme de una vez. Un grito se escapa de mis labios y me siento darle puñetazos al aire que son interrumpidos por un par de manos calientes y suaves. Eso me hace chillar más y el dialogo se reproduce una vez más en mi cabeza haciéndome creer que estoy perdiendo la cordura por completo.

«¡Frena, porque terminarás estrellándote contra la pared!»

«¡Frena, porque terminarás estrellándote contra la pared!»

No obstante, ahogada en este desequilibrio, en estos huecos, en esta desesperación; puedo asegurarte que sé con total convicción que Kathleen MacQuoid no frenó. En su lugar, presionó el acelerador sin dudarlo siquiera y sintió sus huesos romperse contra el muro. Y no hubo vuelta atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro