Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 10 🌾

CAPÍTULO 10
🌷🍁🍂🌹🌺🌻🌼🌾🌵

Estuve todo el fin de semana insistiendo. Recibía constantemente un no tras otro, y llegó el punto donde no encontré otra alternativa más que decir que, si no me dejaban ir, me escaparía. Iría arrastrándome si era necesario, o contrataba a alguien para que me lleve aunque sea de los pelos.

Keane se sintió responsable de cierta forma ya que cree que porque me ha dicho que estamos a finales de mayo y las clases acaban dentro de pocas semanas me decidí por pedir insistentemente en ir al instituto.

Mamá Bryoni decía que no porque cree que seis horas en clases serían demasiado para mí, y yo tuve que contestarle que en cambio no serían suficientes para mucho. Mamá Gillian decía que no por si comienzo a recordar allí mismo y termino teniendo ataques como los días anteriores o simplemente quiero recostarme porque mi espalda no quiere seguir sosteniéndome. Keane dijo que no tendría ataques de nuevo porque estoy cumpliendo con los medicamentos y mi mamá lo miró de manera que cerró la boca y no dijo nada más respecto a eso. Pero sí comentó que parece ser que sí recuerdo cosas que he aprendido en el colegio, por lo tanto, eso no supondría una traba para mí y podría sobrevivir todas aquellas asignaturas sin complicaciones. Ambas decían que estaban asustadas porque quieren cuidarme. Todos quieren cuidarme y lo sé, pero no cuidas encerrando al ave negándole su libertad. ¿No crees? A veces quieren que los entienda a ellos pero no se ponen en mi lugar gran parte de las veces en las que eso es lo único que necesito de su parte. O dicen que lo entienden, pero no lo hacen realmente porque no han pasado por lo mismo que yo de la misma manera en la que lo estoy viviendo justo ahora.

Aprecio todo lo que hacen por mí, pero necesito ayudarme a mí misma y quiero recordar de distinta forma a la que lo he estado intentando estos días, porque hubo veces que terminé llorando en el suelo con la cabeza más revuelta que nunca y no es algo que me guste realmente. Enfrentarme a la realidad se vuelve una tarea muy difícil, enfrentarme a las palabras guardadas de Kathleen me desgarra por dentro constantemente cuando hago un mínimo esfuerzo por verle su razón de existir aquí, llevar casi dos semanas y haber recuperado recuerdos con los que no he podido hacer demasiado es abrumador. Los últimos días he tomado uno de mis cuadernos y he ido anotando aquellas cosas que he recordado sola y las que me han contado para ordenar un poquito mis pensamientos. Ha sido un poco de ayuda. No obstante, no he podido recordar cosas nuevas que tuvieran relevancia para mí.

Estamos los tres yendo hacia la escuela. Yo miro por la ventana todo el camino y reconozco que son las mismas calles que he visitado con mi hermano hace un par de días. Antes de bajar mamá me da una copia de sus horarios por si necesito recurrir a ella en algún momento de la mañana y me recuerda que puedo buscar a Keane también si quiero volverme a casa o me ocurre algo fuera de lo previsto. Yo le pido que no se preocupe y minutos más tarde las cubiertas de mi silla de ruedas ya tocan el suelo. Me llevan hacia el edificio y usamos la rampa bajo la mirada de varias personas. Me siento incómoda por un momento, ni siquiera saben disimular. Sólo estoy en una jodida silla de ruidas, no tengo una segunda cabeza para que me miren como si viniera de otra dimensión.

Mamá G es la que me lleva mientras que Keane camina a mi lado cargando ambas mochilas. Falta poco para que marquen las 8:30 a.m. Como no tengo celular porque tras el accidente desapareció, me dan dado un reloj de pulsera y dijeron que intentarán conseguirme uno pronto para no perder el contacto cada vez que necesite comunicarme por algún motivo o por si tan solo quiero socializar con el mundo y distraerme.

Vamos hacia dirección. La directora, quien está tras su escritorio, se sorprende una vez que nos ve entrar. Me pregunta cómo estoy, más animada de lo que abría imaginado hasta que recuerdo que es mi abuela, y agrega que no creía que volvería tan pronto por las cosas que iba contándole mi mamá Bryoni (es decir, su hija) estos días. Ella le dijo que tenía muchas ganas por volver y ese es el motivo por el que estoy aquí, pero lo cierto es que el medico me ha dado un poco más de reposo. Keane agrega que soy cabeza dura y ese es el motivo por el que estoy aquí y yo no niego nada de lo que dicen.

Mamá va hacia la sala de profesores y besa mi frente tras despedirse diciendo que no debo olvidarme recurrir a ella si algo pasa.

—Que no haya ido a visitarte no significa que no esté al tanto de tu situación, Kathleen —me dice mi abuela/la rectora, una vez que mi madre logra marcharse, y enfoco mi mirada en ella—. Me ha contado bastante... espero que estar aquí te haga sentir cómoda. Puedes recurrir a mí si lo necesitas, ¿okay? —Yo se lo agradezco, después de asentir con la cabeza—. Ojalá y tus fracturas sanen pronto y recuperes tu memoria. Mi hermana ha tenido amnesia hace un par de años, así que de tanto verla a ella imagino cómo te debes sentir. —Veo que sus ojos marrones se pierden por unos momentos, como si estuviese recordándolo, y sacude su cabeza. Su cabello se zarandea al compás y parecen pequeñas olas—. Bienvenida otra vez, señorita. Voy a acompañarte a tu salón. Keane, puedes acompañar a su hermana si quieres.

—Claro —responde él, acomodándose mi mochila en el hombro porque la correa estaba deslizándose.

La campana ha sonado hace cinco minutos, por lo tanto, no hay movimiento en los pasillos y los salones se encuentran llenos.

Debo agregar que ver el gran edificio pero desde adentro aún no me hace pensar en nada en específico. Absolutamente todo es demasiado nuevo para mí.

Nos detenemos frente una puerta color caoba, y la directora da un par de golpes con sus nudillos antes de abrir. Desde su lugar, delante de mí, mira hacia una dirección que desconozco porque me cubre la vista. Está a centímetros de mi pierna enyesada y temo que me choque accidentalmente.

—Buenos días, alumnos —es lo primero que dice, y un coro de respuestas es lo que logro oír a continuación—. Buenos días, profesor. Lamento la interrupción, pero he venido para traer a una alumna.

Se hace a un lado de la puerta, dejándome al descubierto, y noto que me sudan las manos. Logro secar la derecha con mi falda color azul a cuadros. Keane es quien empuja la silla hacia dentro del aula, y siento cómo los treinta pares de ojos se posan en mí, sorprendidos y expectantes. Oigo murmuros pero no logro distinguir nada. Recorro los rostros, uno a uno, y veo a Gia a unos asientos de distancia. Sonrío al verla y la saludo sacudiendo mi mano en el aire. Cuando miro al resto de mis compañeros, ningún rostro se me hace familiar.

—Como se han enterado semanas atrás, no puede caminar. Por lo tanto, en caso que necesite ayuda, me gustaría que estén con ella en lugar de dejarla de lado —agrega después, y me sonríe apenas antes de seguir—. Tiene amnesia temporal, por lo tanto, sean empáticos para con ella y no la saturen con preguntas, mientras sea posible. Y recuerden: ayúdenla. Ha tenido que pasar suficiente, y es algo de lo que han estado al tanto. No se lo hagan más difícil, por favor.

Tras aquellas palabras se vuelve hacía mí, y en voz baja me desea suerte para hoy. Le sonríe a mi hermano, y abandona el aula tras despedirse tanto del profesor como de los alumnos.

Escucho cómo cuchichean por aquí y por allá, y el profesor me saluda como si me conociera de toda la vida (lo que podría ser cierto, según me contó mi madre). Lleva gafas cuadradas y cuando se pone de pie noto que es unos centímetros más pequeño que mi hermanito. La piel morena de sus mejillas se estira en cuanto me sonríe y dice que le alegra mucho que me encuentre aquí una vez más. Yo le sonrío, porque no sé qué decir. Le dice a Keane que puede llevar mi silla al lado de donde se encuentra Gia, y mi silla es demasiado grande para pasar entre las filas de pupitres. Algunos compañeros deben correr sus mesas para permitirme el paso. Sacan el asiento que le pertenece a la mesa para que me pueda ubicar, y Keane deja mi mochila amarilla sobre la mesa y me guiña un ojo antes de irse por la puerta del salón y darme un beso en la cabeza casi de la misma forma que lo ha hecho mamá. Escucho que algunas suspiran como bobas, aunque no le doy demasiada importancia.

—¡Hola, Leen! —dice, en voz baja, quien resulta ser mi amiga y compañera de banco.

Ha ido a visitarme de nuevo el sábado y se ha quedado a dormir. Creí que era de la única forma de evitar ponerme a revisar de mis escritos. Hemos estado comiendo dulces mientras escuchábamos música y hablábamos sobre ella porque sobre mí no había mucho de lo que yo pudiera hablarle.

—Oye, ¿qué clase se supone que es esta? —le susurro, procurando que el profesor no me escuche.

—Matemática —contesta—. ¿No tienes los horarios?

Oh, claro.

—¡Kathy! ¡Hola, rulitos! ¿Qué tal te va?

Aquellos gritos me toman desprevenida y me asustan provocando que salte en mi lugar. Miro hacia mi derecha, que es el sitio de donde proviene la voz, y miro al chico con las cejas fruncidas.

—Hey, hola... —le contesto de vuelta, y parece que se emociona.

—Creí que no te vería en un tiempo, ¿cómo estás?

Sus dientes blancos y brillantes planean dejarme ciega, además de con todo lo demás que ya tengo encima. Su cabello rubio está disparando para todos lados, como si no se hubiese esmerado en peinarlos hoy, y el chico que está a su lado le dice que no es necesario gritar tanto porque no estoy sorda y que me dará dolores de cabeza. Se lo agradezco.

—Pues bien, supongo. ¿Quién eres?

No sé qué se supone que debo pensar de él por su reacción al verme.

Mi pregunta no parece desaninarlo para nada.

—Puedes llamarme Archie si gustas, Kathy. Oh, Kathy. Es un apodo muy bonito, ¿no? —Es como si se emocionara una vez más con algo tan simple y a una parte de mí le hace muy feliz que aunque sea una persona me haya recibido de esa manera—. Es como si fueras un gatito. —Hago una mueca durante un momento, viendo cómo disfruta plenamente de todo esto—. ¡Te diré Kitty! No te molesta, ¿no?

Admiro su imaginación. Me ha creado tres apodos en menos de dos minutos: Kathy, Rulitos y Kitty.

—Puedes decirme como quieras mientras no sea “Kath” —es lo que contesto, e infla su pecho son aire de suficiencia.

Un chico que se encuentra sentado delante de él le dice que lo más probable es que me esté espantando. Gia se ríe a mi lado.

—Acaba de llegar, no la asfixies de esa manera. Terminará pasándote por arriba con su silla de ruedas en estos días si te comportas así.

La que se ríe ahora soy yo. Él tiene razón, ya me he imaginado toda la secuencia.

El profesor nos pide silencio para poder comenzar con la clase hoy. Se dirige a mí, diciendo que si me pierdo o tengo alguna pregunta puedo preguntar sin miedo que frenarán las veces que sean necesarias. Yo se lo agradezco.

Hacemos repaso del tema que mi hermano estaba practicando el viernes con el libro. Nos da más ejercicios para resolver de los que ya ha habido, y nos pide que no nos alborotemos y terminemos la actividad porque mientras antes acabemos será mejor para nosotros.

Gia me ayuda a sacar el libro de mi mochila y busco la hoja mirando los números que se hayan en las puntas. Una vez que la encuentro, me extraño cuando me topo con las consignas ya resueltas.

Reviso en la primera hoja, puesto que tal vez me dieron el libro de mi hermano por equivocación, aunque un «KATHLEEN MACQUOID» me hace ver que estoy equivocada.

Me quedo observando mi apellido puesto que no lo había recordado y el profesor no pasó asistencia. Es raro, pero me gusta.

—Oye, Kitty. —Ante aquella voz volteo en su dirección, y cierro mi libro. Me sonríe con su sonrisa de comercial—. ¿No te acuerdas de mí? Hemos sido algo cercanos el último tiempo, debes tener en algún lugar de tu cabecita algo archivado sobre Archie, ¿no?

Escucho que alguien detrás de mí murmura un «¿Éste es estúpido?» y yo le respondo que lo lamento pero que no, no lo conozco. Que a la única persona que he podido reconocer por mi cuenta es a mi hermano gemelo y él lo vio como algo bastante lógico.

Como no tengo tarea por hacer, aunque sin comprender por qué está toda resuelta, me encargo de mirar al resto de mis compañeros una vez más. Mientras tanto mi mirada se cruza con la de una chica pelirroja, quien me sonríe abiertamente, y me hace pensar en la niña que he recordado hace unos días pero que Keane no ha sabido reconocer por mí.

La hora corre y masajeo mis sienes cuando comienza a darme dolor de cabeza. Gia me pregunta si debo tomar medicamentos y le digo que, en teoría, hasta que regrese a casa no debo tomar nada. Ella opina que si llega a dolerme mucho la cabeza deberé tomar algo puesto que no suelo soportar bien las migrañas y a veces me vuelvo un poco irritante. Le agradezco el dato.

Mientras los demás van acabando con los ejercicios comienzan a murmurar y su alboroto termina sonándome algo familiar. Sonrío ante aquello, a pesar de mi dolor de cabeza.

El profesor toma asistencia al final de la clase. Cuando escucho mi nombre, orgullosa por saberlo completo al fin digo que estoy presente. Una vez que escucho un «Archibald Rider» y una queja seguida de un «Por favor llámeme Archie, querido profesor» distingo el clic que resuena en mis oídos. Mi boca se abre y se cierra durante unos segundos hasta que, sin darme cuenta, exclamo:

—¡Oh, ya sé quién eres! ¡El que perdió una apuesta y cruzó las calles en ropa interior de sapitos!

Cuando quiero darme cuenta, me ha oído toda la clase y estallan en risas no mucho tiempo después, incluido el profesor. Miro hacia mi compañero y veo que tiene las orejas rojas, pero me sonríe de todas formas y dice que se siente importante porque en mi memoria hay espacio para una imagen suya, aunque sea en esa situación. Desvío la mirada hacia el chico que se sienta delante de él, y sus ojos celestes me observan de manera que me inquietan unos momentos. Seguido a eso, suelta una carcajada y me alza ambos dedos pulgares. Mueve sus labios, y entiendo lo que intenta decirme entonces: «Bien hecho».

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro