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Una tragedia para el amor

Cuando Ivar pronuncio esas palabras, los ojos de Isabela se abrieron de par en par con temor, el rostro de su amado reflejaba una aguda y mortífera tristeza, de esas que te llevan a la muerte.

—¿Qué dijiste? —le pregunta Isabela temblorosa.

—Dije que si voy a perderte para siempre prefiero morirme. —le responde Ivar con una mirada vaga.

—Jamás vuelvas a decir algo así...por que si algo te pasa...la que se muere soy yo.

En ese mismo momento Llego la madre de Ivar quien se quedo a una distancia prudente de ellos.

—¿Mamá?...

—Hijo... —la dulce voz de Angela fue opacada por los gritos y los insultos histéricos de Sara.

—¡Te dije que no te acercaras a mi hija! ¡maldito enfermo! ¿Qué parte de que es tu hermana no entiendes? —Isabela empuja a Ivar con violencia y agarra a Isabela del brazo y comienza a jalonearla y llevársela arrastras de ahí.

—¡No tienes por que agredir a los muchachos! Entiendo que estas sufriendo, pero...

—¡Tu cállate maldita zorra! ¡Eres un pedazo de basura al igual que él, te metiste en la vida de mi familia y la desintegraste! — le grita Sara enardecida.

—¡Mamá ya basta! Deja me en paz... —Isabela trata de zafarse de su madre, pero esta la sujeta con fuerza.

—¡Sara! ¡Ya cierra la boca! Deja de insultar a mi familia, llévate a Isabela de aquí, después podremos aclarar las cosas. —le dice Harry mientras trata de recuperar el aliento.

—¡Tu cállate maldito! Ni creas que queremos verte, lárgate con tu zorra y tu bastardo que a nosotras no nos interesa hablar contigo.

—¡Ya deja de pensar por mi mamá!

—Isabela. —Harry traga saliva lleno de culpa.

—A mí si me gustaría saber por qué me abandono....
—¿Por qué te fuiste de mi vida cuando más te necesitaba? ¿Tanto me odiabas que no te importo dejarme llorando? ¿No te dio pena ver como me aferraba a tu pie para que no te fueras?

—¡Isabela tú no te metas!... yo...—Sara se queda callada ante la ira de su hija.

—¡Tu cállate! Quiero escuchar lo que tiene para decirme este hombre... me has arruinado la vida, no solo me abandonaste, me dejaste con ella, una mujer llena de odio y amargura que se desquito conmigo por tu culpa... te busque durante años y no logre saber nada de ti, te escondiste tan bien que creí que estabas muerto.

—Escucha, este no es el momento para...

—¿Entonces cuando? ¡yo no quiero volver a verte nunca! No sabes cuanto te odio, me enamore de mi propio hermano por tu culpa... ¡ojalá Dios te castigue por esto! Jamás podre dejar de amar a Ivar y tendré que vivir con un amor condenado por el cielo y por la sociedad por que tu no te hiciste responsable de tus actos, mi mamá tiene razón en algo... eres una basura. —Isabela estaba furiosa, pero más que eso se sentía devastada, temblaba de rabia e impotencia, quería golpear a Harry, pero no podía ni acercársele.
Por otro lado, Ivar miraba con sus propios ojos la farsa que sus padres habían creado, no podía contener la culpa y la vergüenza que sentía, ver el dolor de Isabela lo hizo caer en una profunda oscuridad.

—¿Es verdad lo que te dice Isabela? —Ivar le pregunta a su padre con hostilidad.

—Hijo...

¡Responde a mi pregunta carajo! ¿Es verdad que la abandonaste por criarme a mí?

—Tienes que escucharme, las cosas no son como crees, yo...

—Solo te estas justificando, Isabela tiene razón, nos has arruinado la vida.

—¿Qué? No, todo es un mal entendido, si la abandone, pero fue por que ya no amaba a su madre y no quería criar a una hija yo solo y...

—Eres un cobarde... —Angela miro con desprecio a su esposo por primera vez y este se congelo.

—Ya no podemos hacer nada para regresar el tiempo, no puedo deshacerme de este sentimiento agridulce que poco a poco se vuelve tan amargo. —Ivar estaba segado por la decepción y la tristeza, la imagen de su padre estaba rota, tampoco confiaba en su madre e Isabela... el amor que le tenia a Isabela siempre seria considerado como una abominación y sabia que con el en su vida ella nunca dejaría de sufrir.

—¿Ivar? ¿Qué haces? ¡bájate de ahí mi vida! ¡Es muy peligroso! —Ivar se había subido a la orilla del puente, justo en el borde, la lluvia era tan intensa que el viento lo hacía tambalear.

Al escuchar los gritos de Angela, Isabela desvió la mirada hacia Ivar y su corazón se encogió al verlo parado en el borde, las aguas del lago se agitaban, su mirada estaba nublada y completamente vacía, Ivar estaba fuera de sí, la tristeza se había apoderado de él.

—¡Ivar! ¡bájate de ahí o vas a caerte! —Harry le grita angustiado, pero Ivar no escuchaba de razones.

—Ivar... —Isabela se paralizo, las palabras de Ivar resonaron como trompetas en su cabeza, el no estaba dispuesto a vivir sabiendo que el era la razón por la que su padre la había abandonado.

—¡Por favor hijo! ¡bájate de ahí! —Angela trata de acercarse, pero Ivar la amenaza con tirarse si se acerca.

—¡Ivar bájate de ahí por favor! Me estas asustando...

—le dice Isabela entre lágrimas.

—Los siento Isabela... pero ya no pienso seguirte lastimando, se muy bien que este amor no desaparecerá, pero quizás así sea más fácil para ti, lamento haberme enamorado de ti, esto no es tu culpa, es solo que no puedo seguir así, ya es tarde para mí, pero tú puedes salir adelante por los dos...enamórate de alguien más por favor...por favor nunca te culpes por esto. —le dice Ivar con lágrimas en los ojos.

—¡Ivar tranquilízate por favor! ¡no estas pensando con la cabeza fría! —Harry estaba desesperado por que Ivar se bajara de aquel puente, pero él se acercaba más a la orilla cada que alguien daba un paso hacia él, por eso Angela lloraba con tanta impotencia.

—No Ivar...no me hagas esto... —Isabela lo miro fijamente suplicándole que no lo hiciera, pero el le sonrió con tristeza y le dijo:

—Espero que algún día puedas perdonarme.

Ivar se dejo caer de espaldas sumergiéndose en las aguas turbulentas de aquel helado lago.

—¡Ivar! —Isabela quiso saltar hacia él, pero su madre se lo impidió, ella pataleaba e incluso araño a Sara para que la soltara, pero la agarro con más fuerza, Harry salto y se sumergió en busca de su hijo, los minutos se convirtieron en casi una hora y los rescatistas se llevaron con la sorpresa de que aquel hombre destrozado llevaba en sus brazos a su hijo sin vida.

—¡Ivar! ¡Ivar! —gritaba Sara destrozada y añadía entre gritos de dolor —¡déjenme pasar! ¡es mi hijo!...
—Lo sentimos señora, el chico se ahogó, no pudimos hacer nada por él.

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