Capítulo 17
Frustraciones de un típico mesero.
Albert:
Lo dijo. Tenía que hacerlo. Tenía que fingir, pero dolía, claro que dolía.
—Tranquilo, hermano —Intentó tranquilizarme Breeze.
—Yo estoy tranquilo —Aseveré apaga di el televisor para lanzar el control a algún lado.
Me puse de pie para subir a mi cuarto.
—Que bueno que estás tranquilo —Me gritó Breeze poniendo las pilas del control en su lugar.
Okey, cuando le dije a Cleo que un mes no nos mataría —Me mataría—, no pensaba que todo iba a ser tan complicado.
Comencé a alistar mis cosas para ir al cafetín, debía ir a cubrir las horas que no cubrí el día antes de irme. Una vez que terminé todo me puse en marcha.
La película de Cleo estaba cerca de su estreno, por eso había varias personas pegando y repartiendo volantes por todas partes.
—Vaya al estreno de Just let it be —Dijo uno de los repartidores al tiempo que me daba un volante.
—Claro que iré —Respondí, aceleré el paso y entré en el cafetín.
—Hey, Blue —Me saludó Blaire desde el mostrador.
—¿Qué tal tu fin de semana?
—Genial ¿Y tus vacaciones? —Preguntó haciendo las comillas.
—Increíble, lástima que las vacaciones no sean eternas.
—A que no adivinas.
—¿Qué?
Blaire se acercó a su bolso y buscó algo entre sus cosas, sacó un sobre, del cuál sacó un papel que luego me mostró. Era la carta de admisión a una escuela de diseño en Nueva York.
Conocí a Blaire cuando comenzó a trabajar en el cafetín, me contó que acababa de terminar el instituto y que había mandado su solicitud de admisión a todas las escuelas de diseño habidas y por haber, y había sido rechazada en todas. Una vez me comentó que no había enviado solicitud a Nueva York porque «no tenía suficiente potencial».
—¿Ves? Y tú diciendo «no soy lo suficientemente buena como para entrar ahí» —Dije haciendo una imitación ridícula de su voz.
Alguien se aclaró la garganta y me volteé para atender al cliente.
—¿Me darías un capuchino, por favor? —Preguntó Cleo sonriendo.
Llevaba jeans azul claro, una camisa con encaje al estilo lencero y un saco que parecía de...
—¿Ese saco no es de Ernest?
—Sí, se lo pedí prestado para que los paparazzis no me siguieran, no estaría bien visto que me encontraran «engañando» a Louis con un camarero —Aclaró representando las comillas con sus dedos.
Un camarero. Sería absurdo que Cleo engañara a una celebridad con un camarero. Con otra celebridad sería más aceptable y entendible.
Deja de pensar de esa manera, Albert.
—Auch.
—Sabes a lo que me refiero.
Asentí, aunque no fuera una pregunta.
—Deberías ser más seguro de ti mismo porque me gustas y no quiero estar con nadie más, lo que estoy haciendo es para cumplir con el contrato, cuando todo se acabe, no me despegaré de ti no un solo segundo.
—Aquí tienes tu capuchino, son dos primaveras —Le informó Blaire colocando el pedido sobre la mesa—. ¿Algo más?
—No gracias —Cleo puso un billete de cinco primaveras en la mesa—. Conserva el cambio —Dijo y se fue.
—Eres muy eficiente —Le dije a Blaire mientras guardaba el dinero en la caja registradora.
—Si esperaba a que tú la atendieras, hubiera pasado la noche aquí —Soltó.
Ambos reímos y seguimos trabajando.
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