Un mes no nos matará.

Albert:

Cleo y yo estábamos en la mesa del desayuno. Solo estábamos ella y yo porque me había levantado muy tarde, los demás —Incluyendo a Cleo que nada más me estaba haciendo compañía— ya habían desayunado, sin embargo, Cleo se comía un poco del yogurt casero que preparaba mi madre y una barrita de granola.

Esa mañana Cleo estaba extraña. Podría jurar que intentaba no hacer contacto visual conmigo, no con Breeze, ni con ninguna de las personas que había en la casa, ni siquiera hablaba tanto como solía hacerlo. Creo que solo habíamos cruzado tres frases como máximo.

—¿Qué te pasa?

—¿A...mí?

—Sí, Cleo. A ti.

—N-No es nada... ¿Qué te hace pensar eso?

—Estás muy callada.

Ella mordió la cara interna de sus mejillas con la mirada en el yogurt que ya se estaba derritiendo.

—Mañana se acaba el mes —Musitó.

—¿Y?

—Tengo miedo de cómo será todo cuando volvamos. Ernest tratará de buscarme y yo...

—Tranquila —Dije—. Solo tienes que ser fabulosa, talentosa, hermosa. Ya sabes... Sé tú.

De la nada, Cleo se echó a llorar luego de terminar de manifestarle mi apoyo.

—¿Sifri? ¿Qué sucede?

Cleo dejó el yogurt y lo que quedaba de la barrita de granola en la mesa para ponerse de pie y limpiarse las lágrimas de espaldas a mí.

—El contrato que firmé...

—¿El de Miller?

Asintió.

—Se vence en un mes y tengo que cumplirlo o tendré que pagar una millonada para que no me demanden —Dijo entre sollozos.

Por eso estaba tan distante y callada.

Cleo seguía llorando como si se le hubiese muerto un familiar.

—Cleo, ya deja de llorar.

Se dió la vuelta y volvió a limpiar sus lágrimas.

—Solo es un mes ¿Cierto?

—Sí.

—Y todo va a ser falso ¿Cierto?

—Sí.

—Y supongo que después de eso ya no habrá más relaciones de marketing ¿Cierto?

Asintió repetidas veces.

—Bueno, un mes no nos matará. Ahora debemos preparar todo para volver mañana.

Le di un abrazo y besé su coronilla, luego subí a mi cuarto a hacer mi maleta. Me puse los audífonos y comenzó a sonar Happy de Pharrell Williams. Breeze escuchaba rock alternativo cuando estaba molesta, Lex escuchaba música cortavenas cuando estaba triste y yo escuchaba Happy cuando molesto o... Frustrado. Justo como ahora.

Seguro piensa que es raro, pero funciona muy bien para mí, porque el ritmo de la canción era lo suficientemente pegadizo para ponerme a bailar y hacerme olvidar lo que me tenía mal.

Pero no estaba funcionando, seguía igual de frustrado que antes.

No me hacía ilusión la idea de oír a Cleo decir a los cuatro vientos que amaba a Miller, es más, no quería que lo hiciera, ni siquiera por todos los contratos del mundo.

Tendrás que acostumbrarte, Bert.

Sí, tendría que hacerlo.