Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap 8 "Labios sabor coco"

Tras la larga y angustiosa jornada vivida en el campo de paintball, el director Willson al fin había puesto fin a la actividad, y todos aquellos sudorosos y cansados adolescentes ya habían vuelto al autobús, rumbo de vuelta al Instituto.

Mackency recostó su cabeza  contra el incómodo asiento al tiempo que soltaba un largo suspiro.
Estaba exhausta, le dolía literalmente todo, incluso sus pestañas repletas de rímel.
Y, por si aquello no fuera poco, su larga y hermosa melena que tanto amaba, ahora era una extraña pasta compuesta de pelo, barro y hojas...y eso por no hablar de su tobillo, que cada vez estaba más y más hinchado.

Aun no comprendía como había podido llegar a pasárselo bien en un primer momento... Si su madre la hubiera visto corretear por aquel bosque vestida con un mono enorme y recubierta de barro, se habría muerto del susto. Aquel pensamiento hizo que la echara de menos...Siempre había sido su modelo a seguir. Llegar a ser como ella; tan guapa y sofisticada, era lo que más había deseado a lo largo de su vida. Pero ahora su madre ya no estaba cerca de ella para instruirla, se hallaba a varios miles de kilómetros de distancia retomando su vieja carrera de modelo.
Si ella hubiera estado allí en aquel momento... Seguro que no habría acabado en un campo de Paintball recubierta de magulladuras y pintura...

Malditos fueran todos. Pero aún más maldita fuera Ágata, la cual había estado mirándola con cierta superioridad desde que habían subido al autobús.
¿Porque siempre tenía que ganar aquella estúpida hortera?

Mackency giro la cara y contempló a A.J. que se encontraba sentado a su lado.

Aquel pringado estaba embobado mirando a Ágata.
¿Como podía llegar a ser tan patético? ¿Como podía seguir mirando de aquella manera a alguien que lo había humillado tanto?

—Eres incluso más patético de lo que pensaba...— susurro Mackency de manera arrogante.

A.J. se volteó en aquel momento para observarla.
Parecía cansado, y no de muy buen humor.

—Mira, no creo que seas la persona más adecuada para llamar patético a nadie. —dijo mientras recorría con la mirada su pelo y cara recubiertas de barro.

—Si estoy con estas pintas, es porque me has arrastrado a ese maldito bosque del demonio...

—¡¿Que yo te he arrastrado?! — A.J. alzó la voz, atrayendo la atención de varias personas. — Eres tú quien apareció en mi casa con aquel ridículo plan...porque eres tan patética que no comprendes que un tío haya pasado de ti.

—Callate Cárter... Estas patinando por un hielo muy, muy fino... —Mackency dijo aquellas palabras con un tono de voz bastante agudo. Como si la indignación contrajera sus cuerdas vocales.

—¿Asi? ¿Y que vas a hacer si no me callo? ¿Tirarte por un barranco? — A.J. la miro con tono burlón.

—¡Que te jodan! — sin mediar nada más, Mackency se abalanzó contra el y trato de golpearle con el puño cerrado.

Si, sabia que las preciosas damiselas no se comportaban como salvajes, pero aquel arrogante se merecía sufrir al menos la mitad de lo que había sufrido ella aquella tarde...

Pero A.J. fue más rápido, agarró con gran rapidez sus finas muñecas impidiendo así sus ridículos intentos por golpearlo.

—Deja de comportarte como una estúpida niña mimada. — aquella frase salió de los labios de A.J. como una orden.

Mackency lo miro entonces. Sus caras apenas se separaban por un par de centímetros. Tan de cerca, Mackency pudo observar con detenimiento aquel rostro. No tenía las perfectas facciones de Ryan. No, aquel rostro era bastante más imperfecto. Sus facciones eran más duras, y sus ojos...aquellos ojos la perturbaban. Había algo particular en ellos. En un principio a Mackency le habían parecido de un tenue color marrón. Pero, ahora que los veía a tan poca distancia, podía observar perfectamente que se trataba de un brillante color miel.
Demasiado cálidos para un rostro tan frío, pensó Mackency.

— No vuelvas a tocarme. — dijo Mackency cuando salió de aquel extraño trance, mientras apartaba con fuerza las manos de A.J. que la sujetaban.

— Aunque te sorprenda, no es algo grato para ninguno de los dos. — A.J. volvió a recostarse en su asiento y volteo la cara.

— Si claro...—rechisto— Te moririas de placer si llegase a besarte. — repuso Mackency con tono de superioridad.

A.J. rompió a reír a carcajadas al escuchar aquel comentario.

— Probablemente moriría, pero dudo que de placer... Puede que a causa de un herpes, más bien. — repuso aun riéndose.

Mackency entonces lo miro a los ojos con cierta expresión de psicópata, expresión que desconcertó y asustó un tanto a A.J.

A continuación, hizo lo que jamás pensó que haría en su vida; se inclinó hacia él, y con un gesto rápido agarró su nuca para atraer a aquel desastre de chico hasta sus perfectos labios sabor coco.
Y lo beso. Al principio con cierta reticencia, pero al sentir la calidez de aquella boca no pudo resistir la tentación de entreabrir cada vez más su boca. La barba de A.J le raspó levemente su mejilla, causándole un irresistible cosquilleo.

En aquel instante, A.J salió del shock y la empujo lejos de él.

—¡¿Que demonios te crees que haces?! — le inquirió confuso.

— Asegurarme de que mueres a causa de un herpes.

Sin mediar más palabra, Mackency se recostó contra su asiento con expresión divertida.
                  

                    **********

A.J., tras dejar a aquella pequeña cabeza hueca lesionada en el Instituto, se dirigió en su vieja camioneta rumbo al parque de caravanas.
Estaba cansado, tanto física como mentalmente.

Había sabido que aliarse con  aquella pobre descerebrada no era buena idea... Aunque jamás habría pensado que esta, casi acabase con una conmoción cerebral tras su primera cita falsa...

Aquello le hizo sonreír. Aquella pequeña niña mimada era bastante irritante...pero también era divertida, en gran parte debido a lo bastante torpe que parecía ser. Incluso llena de barro  se osaba a comportar como una diva...menuda pieza.

A.J. se reprendió entonces... No, no le interesaba como fuera aquella princesita, sólo estaban en aquello juntos por aquel plan...por Ágata.

Aunque aquel beso... No podía negar el hecho de que no había sido  desagradable...más bien todo lo contrario. Aquellos mullidos labios sabor coco sabían como besar, eso era innegable.

A.J. sacudió la cabeza, y alejó aquellos ridículos pensamientos de él.

Ágata, aquella era su prioridad. Recuperar a la única chica que había llegado a meterse bajo su dura piel.

Prosiguió conduciendo sumergido en aquellos pensamientos mientras escuchaba su canción favorita de Arctic Monkeys: "Snap out of it"

Cuando a los 5 minutos al fin llego a su destino y aparcó su camioneta frente a su destartalada caravana, un pinchazo de preocupación lo invadió.

La puerta estaba abierta de par en par. Cosa bastante rara, teniendo en cuenta que él la había dejado perfectamente cerrada.

Cogió la enorme palanca que llevaba en la parte de atrás de la camioneta, y se dirigió con paso firme dentro de la caravana.
¿Seria algún ladrón? Aunque, ¿que clase de imbecil robaba a una caravana destartalada?
Una vez entró, una voz lo sobresalto por la espalda.

—Cariño, ¿que haces con esa barra? — A.J. se volvió y soltó la palanca de golpe.

Vaya, gracias a Dios solo se trataba de su madre.

—Mama, ¿que haces aquí? ¿No deberías estar estar en la clínica?

— Ya estoy recuperada cariño, me da igual lo que diga el idiota del doctor Smith. Yo ya me siento mucho mejor, la nueva medicación es fantástica. ¿Es que acaso no te alegras de verme?

A.J. soltó un suspiro y le dio un sonoro beso en la frente.

Aquello era lo de  siempre, su madre huía de aquella clínica cada vez que tenía oportunidad...Sus cambios de humor solían ser impredecibles, y por lo que parecía, en aquellos momentos se encontraba en la fase tranquila.

Todo aquello empezó cuando A.J. tenía tan solo 8 años. Su madre siempre había tenido un temperamento bastante imprevisible, pero poco a poco aquel temperamento había ido cada vez más lejos. Una tarde, tras una fuerte discusión con el padre de A.J., su madre había comenzado a romper cada objeto de la casa sin control alguno durante horas y horas sumida en un extraño trance.
Y aquello tan solo fue el comienzo del fin. A veces estaba eufórica sin razón alguna, desaparecía durante días alegando lo mucho que amaba la vida y anunciando a gritos que había que salir a disfrutarla. Mientras que otros, se encerraba en su habitación sumida en una gran depresión.
Tras llevarla a varios especialistas, la habían acabado diagnosticado una enfermedad maniaco—depresiva.

No había sido fácil tratarla, su madre no era la mejor paciente. Su padre no había aguantado la presión y había abandonado aquella lucha. Una tarde simplemente se había largado con su hermana pequeña.

Pero A.J. no había abandonado. A.J. siempre había estado allí para cuidarla y protegerla. Cada vez que se escapaba de la clínica la buscaba durante horas. No desistía, su madre era su mundo.

— Mamá, puedes quedarte por hoy, pero tienes que prometerme que volverás mañana a la clínica. — repuso A.J. con una mezcla de desgana y cariño.

Su madre ignoro aquel comentario, y se dirigió a la pequeña cocina a preparar algo de cenar.

Parecía feliz, y aquello alegro y preocupo a A.J. a partes iguales. Esperaba que estuviera tomándose el tratamiento...

Sin añadir nada más, A.J. se dirigió al cuarto de baño a cambiarse la ropa completamente embarrada.

Cuando estaba desabrochándose los vaqueros, su móvil comenzó a vibrar con fuerza.

¿Quien narices lo llamaba a esas horas? No reconocía aquel número..

—Si— contestó secamente mientras terminaba de quitarse el cinturón.

— Tú y yo, mañana, fiesta de san Valentin en casa de Lucy Mcpatters, pasa a recogerme a las nueve. — le respondió una aguda voz.

—¿Que? ¿Cabeza hueca, eres tú?— repuso A.J. un tanto confundido.

—Ya que eres mi novio falso, preferiría que me comenzaras a llamarme por mi nombre — un suspiro de irritación sonó a través del teléfono.

— ¿Quien demonios es Lucy Mcpatters? y aun mas importante ¿Como demonios tienes mi teléfono? — repuso A.J. un tanto gruñón.

— Digamos que soy una chica con contactos...Mañana a las nueve, no lo olvides. Ah, y por cierto, no te pongas ninguna de tus ridículas camisetas con mensajes raritos. — dijo Mackency a través de la línea con tono aburrido.

¿¡Pero quien demonios se creia aquella descerebrada!?

—Y una mier..— a A.J. no le dio tiempo de acabar aquella frase, puesto que Mackency colgó sin darle tiempo a responder.






¡Hola mis amados lectores! Espero que disfrutéis del capítulo <3
¡Subiré nuevo capítulo en San Valentin!(que es dentro de muy poquito)

Un abrazo enorme chixs <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro