Cap 6 "¿Preparada?"
Mackency recorrió de un extremo a otro el pasillo del Instituto por séptima vez aquel día.
Estaba histérica, bueno más que histérica estaba a punto de sufrir un auténtico ataque de pánico.
Y no era para menos, tenía varios motivos para estar en aquel estado.
Primero de todo; aquel iba a ser el primer día que se haría pasar por la novia de A.J. Cárter. De sólo imaginar cogiéndole la mano delante del montón de idiotas del Instituto, le temblaban hasta las pestañas...
Pero si eso no era lo suficientemente malo, había un echo incluso peor...
Sólo faltaban 15 minutos para que pusiera camino a la guerra. Porque si, aquel idiota, estúpido y retorcido de A.J. Cárter la había citado para ir a la puñetera guerra.
Una guerra entre adolescentes a base de bolas de pintura.
Cuando Mackency había ido a hablar con él señor Willson a cerca de la excursión al paintball, para horror de ella este le había explicado la actividad con toda base de detalles.
¿Pero a quien demonios se le ocurría organizar una actividad así?
Pues la respuesta era al señor Willson.
Se pasó una mano por el pelo cada vez más y más nerviosa.
Joder, iba a morir a base de pintura barata a manos de los más raritos del Instituto...
Tal vez aún estuviese a punto de hablar con A.J. y detener aquella locura... Pensó para sí.
Justo cuando Mackency estaba a punto de comenzar a morderse las uñas como una autentica bestia, vio llegar al susodicho por aquel largo pasillo.
Caminaba con total tranquilidad, como si cada día fuera con una novia falsa a meter tiros llenos de pintura.
Llevaba unos pantalones vaqueros desgastados con algunos cortes, y una camiseta ajustada oscura en la que se podía leer la siguiente espantosa frase: Sgun esutdios, la flata de sxeo dficutla la letcura.
¿Por Dios, es que acaso aquel idiota se vestía así sólo para avergonzarla?
Mackency estuvo a punto de hiperventilar y echar a correr en dirección contraria, pero algo dentro de ella la instó a no abandonar.
Era una chica con una misión, con una venganza.
Y si no había más remedio que dejarse disparar horribles balas de pintura junto al chico de la camiseta rara; lo haría.
—¿Tu que entiendes por cómodo? — le instó A.J. a modo de saludo nada más acercarse a ella, mientras la recorría de arriba abajo con la mirada.
—Hola A.J. ¿Que tal, como estas? Yo muy bien, gracias por preguntar. —repuso Mackency un tanto ofendida con su falta de tacto.
Él tan sólo puso los ojos en blanco como respuesta a su comentario, y a continuación le agarró de manera un tanto brusca la mano.
Mackency sintió un extraño escalofrío ante aquel gesto inesperado.Trato de separar su mano de la de él al notar el áspero tacto de A.J. pero este se lo impidió.
—¿Se supone que estamos liados, no? — le dijo A.J. mientras alzaba una ceja.
A Mackency no le quedo mas remedio que resignarse; porque si, ese era el plan que ella misma había ideado...de modo que no le quedó más remedio que dejarse arrastrar por él, rumbo a la perdición.
******
Lo primero que pensó A.J. al ver el ridículo atuendo de Mackency, era en el lío en el que había aceptado meterse.
Aquella cabeza hueca llevaba unos ridículos pantalones vaqueros que le quedaban más ajustados que su propia piel, por no hablar de sus zapatos: unas botas que parecían bastante caras con cierto tacón.
Definitivamente aquella princesita tenía las horas contadas en el campo de paintball...y por como apretaba Mackency su mano, A.J. creía que ella también intuía el desastre próximo...
Siguieron caminando hasta el autobús donde los esperaba el señor Willson y el resto de participantes de la actividad.
Nada más A.J. y Mackency se acercaron cogidos de la mano a la multitud, el bullicio de la muchedumbre paro en seco.
Joder, otra vez en el ojo del huracán, pensó A.J.
La gente comenzó a mirar con cierta curiosidad a Mackency, como si se preguntaran que narices hacia allí la reina del baile.
Porque si, aquella actividad había sido propuesta por los más pringados del Instituto; hartos de jugar al call of duty, habían decidido llevar el pegar tiros un paso más hacia la realidad.
También habían acudido los del club gótico (para ellos todo lo que tratara sobre herir alumnos les parecía bien)
Todos y cada uno de ellos miraban a Mackency con cierto resquemor... con desconfianza. La tensión se podía palpar en el ambiente.
Mackency, un tanto nerviosa con el ambiente que se había creado, comenzó a clavar sus perfectas uñas de gel en la mano de A.J. pero no dijo nada, tan solo miro a la muchedumbre con cierta superioridad y arrogancia.
Porque así se creía la reina del baile; superior.
A.J. pensó en soltar su mano y abandonarla a su suerte para echarse unas risas a costa de aquella cabeza hueca con aires de realeza, pero algo le hizo cambiar de opinión en seco.
La razón de aquella estúpida actuación.
Allí estaba Ágata, tan guapa como siempre, apoyada contra la puerta del bus luciendo unos preciosos pantalones cortos.
Cuando vio a A.J. entre la muchedumbre sus ojos se iluminaron felices mientras le dedicaba una sonrisa tímida. Pero cuando hizo el amago de acercarse hasta él, vio de quien iba A.J. cogido de la mano y su cara cambio drásticamente.
A.J. pensaba que tal vez Mackency había exagerado los supuestos celos de Ágata, pero vaya...tras ver aquella expresión de rabia contenida en sus ojos, a A.J. no le quedó la menor duda.
Ágata estaba celosa.
Algo dentro de él latió con fuerza ante aquella posibilidad...
Para echar más leña al fuego, A.J. paso un brazo por los hombros de Mackency, la cual se había perdido aquella escena puesto que estaba distraída viviendo su propio drama al notar la hostilidad de aquellos pringados.
—Me van a fusilar A.J. — le susurró Mackency con expresión de cordero en un matadero. —Esta gente no para de mirarme como a un conejito al que quieren cazar...
—Deja de actuar como una neurótica, ni que nos fuéramos a Vietnam. — le dijo A.J. con voz seca por lo bajo, mientras la apretaba aún más contra el.
Un inmenso olor a melocotón golpeó las fosas nasales de A.J. al tener su larga melena tan cerca de él.
—Me estas espachurrando Cárter. — replicó Mackency tratando de separarse un milímetro.
Pero A.J. ignoro por completo sus quejas y la mantuvo allí; pegada a su cuello.
********
Los 40 minutos de viaje en autobús hasta el campo de paintball se le hicieron eternos a Mackency.
A.J. se mantenía en un extraño silencio tenso sin soltarla de la mano, mientras que el resto de los participantes tan solo hablaban de juegos del estilo dragones y mazmorras.
De modo que cuando el señor Willson anuncio que al fin habían llegado, Mackency vio el cielo abierto...aunque no por mucho tiempo.
Estaban en un bosque, un enorme bosque lleno de extraños obstáculos hechos con chatarra para refugiarse de los disparos.
Mackency soltó una maldición cuando sus carisimas botas se hundieron un par de centímetros nada mas pisar aquel suelo embarrado.
Vaya, casi hubiera preferido estar en Vietnam...pensó Mackency.
Cuando todos ya habían bajado del autobús, un hombre de unos 30 años de edad bastante cachas con aspecto de rambo, se aproximó hasta el grupo.
Empezó a soltarles un extenso sermón sobre las normas de seguridad al que Mackency no hizo ni el menor caso.
A continuación les dio unos enormes monos militares a cada uno junto con unas máscaras al estilo Darth Vader.
La gente reía divertida mientras se los ponían.
Mackency camino en aquel momento hacia el bus a punto de hiperventilar.
— ¿A donde demonios crees que vas? — le instó A.J. deteniendo en seco su ridícula huida.
—Si crees que me voy a enfundar en ese ridículo y enorme mono, estas muy equivocado. — le miro con tal cara de espanto, que A.J. casi se echa a reír — Esa cosa podría tener incluso pulgas...— añadió por lo bajo, consternada.
Como aquella cabeza hueca no quisiera colaborar, aquel plan se iría al garete, pensó A.J.
—¿Que pasa? ¿Es que a la princesita le asusta un poco de barro? — dio un paso hasta ella y le sujeto la cara con ambas manos — Ágata nos está mirando...¿De verdad te vas a echar atrás ahora?
Mackency desvío un poco la mirada y efectivamente, allí estaba Ágata, mirándolos muerta de rabia.
Mackency suspiro, había estado tan ocupada preocupándose por aquellas espantosas bolas de pintura que casi había olvidado su objetivo primordial; Joder a Ágata.
— Vamos, deja que te ayude a ponerte el mono...— sin esperar respuesta, A.J. le pasó aquel enorme mono y le ayudó a abrocharse cada botón con sumo cuidado, recorriendo así con sus manos cada centímetro de Mackency.
—Perfecto— instó A.J. a punto de echarse a reír al ver lo sumamente grande y mal que le quedaba aquel mono a Mackency.
Esta, al ver aquella sonrisa burlona en su cara, agarró a A.J. por la nunca para acercar en un rápido movimiento su cara a la suya.
— Te juro que como coja pulgas y acabe muerta en un charco de barro...me levantaré de mi tumba para hacerte pagar por ello A.J. rarito Cárter. — le amenazó con tono realmente serio, mirándolo directamente a los ojos.
A.J. no aguanto más, y rompió a reír a carcajadas.
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