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Cap 4 "Acelera"

Mackency se metió un trozo de zanahoria a la boca, mientras se  preguntaba quien le habría echado una especie de maldición gitana.

Y es que si tener que cenar todos juntos aquella noche no era suficiente incordio, había un añadido; Ágata había llevado a su querido novio Ryan Foster.

Cuando Mackency había tratado de protestar sobre el tema, su padre la había echo callar sin miramientos. Y es que si quiera había tratado de escuchar su dilema sentimental adolescente, aunque aquello no era una novedad. Joshep De Simone, no era muy comunicativo.

— Y dime Ryan ¿Ha que universidad piensas asistir? — preguntó el señor De Simone prosiguiendo con la insustancial charla de aquella noche.

Ryan le sonrió, y se pasó una mano por su estupendo pelo rubio.

—Ojala se quede tan calvo como Lex Luttor...— dijo Mackency para si,  mientras masticaba con fuerza otro trozo de zanahoria.

— Me han hecho una buena oferta en Columbia señor. Aunque no se si podre irme tan lejos de mi pequeña. — respondió Ryan al tiempo que besaba la coronilla de Ágata. Esta se sonrojo y se apretó contra él.

Mackency se metió un trozo más de zanahoria en aquel momento, tratando de controlar su ira a base de masticar vegetales.
¿Como era posible que las cosas hubieran cambiado tan rápido? Hace tan solo un par de semanas, era el rarito de A.J, quien se sentaba en la silla de Ryan...

—Una buena Universidad hijo, no la dejes escapar, al igual que a nuestra chica. —dijo Joshep con una pequeña sonrisa, feliz de ver cómo poco a poco Ágata iba convirtiéndose en la hija perfecta.

Habían quedado atrás los novios pordioseros y las camisetas de grupos de extra radio. Poco a poco Ágata se iba amoldando a su nueva posición económica, y aquello no podía enorgullecer más al señor De Simonne.

—No lo dude señor. —Ryan miró de nuevo a Ágata y le beso la mano.

Mackency sentía como la comida se le empezaba a atragantar.
Ver aquello era como ver una serie mala de los años ochenta sobre familias felices y perfectas.
Todos encajaban a la perfección en aquella escena; Su padre (elegantemente vestido), presidía la cena mientras miraba con cariño a su nueva esposa Emma, y a su querida hija Ágata, la cual había heredado sus brillantes ojos marrones. Y como personaje invitado de aquel circo,estaba Ryan. Interpretado el papel de novio perfecto. Novio perfecto que nunca fue con ella.
Todos reían y hablaban en perfecta sintonía.

Todos menos Mackency. Ella no era parte de aquella escena. Tan sólo había sido obligada a sentarse como una niña buena y observar como público de fondo. Pero ella no era una niña buena (aunque se vistiese como una) y estaba dispuesta a hacerlo saber.
Era irónico ser el foco de atención en el Instituto, para pasar a ser una figurante en casa.
Habría cambiado toda esa atención, por una poca de su padre. Pero eso no era posible.
Maldita fuera Ágata y su madre por destrozar su familia(o lo que había quedado de ella).

Las risas siguieron en aquel enorme salón, ajenas a los pensamientos de Mackency.

—Espero que puedas venir más a menudo a visitar a nuestra familia Ryan. — prosiguió Joshep, mientras encendía un cigarrillo.

Cuando Ryan se iba a disponer a responder, una cabreada Mackency se levantó de su asiento de golpe.

—¡¿Familia?! — gritó mientras miraba a su al rededor. — ¡No te atrevas a llamar a esto familia! — por primera vez en mucho tiempo a Mackency se le humedecieron los ojos.

Su padre atónito en aquel momento se levanto y la miro con cara de irritación.

—Ni se te ocurra montar una de tus escenas delante de nuestro invitado. — trató de agarrarla por el brazo para volverla a sentar, pero fue en vano. — Mackency, deja de comportarte como una niña malcriada, y no nos estropees la velada. — prosiguió su padre con tono de acusación.

Su madrastra la miro mientras tanto con cierta lástima.

— Muy bien, os dejaré disfrutar de vuestra estúpida velada. —dijo Mackency escupiendo aquellas palabras mientras  antes de salir de allí dando un portazo.

                            ****
La velocidad era una terapia para Mackency, una vía de escape. Y en aquel momento, más que nunca lo necesitaba.
Puso su Porche a 140/km por hora, y siguió apretando el acelerador con el pie en busca de más velocidad.
En su cabeza resonaban demasiados pensamientos y palabras; su padre con mirada de reprobación, Ágata cómo la hija perfecta, Ryan tomando la mano de esta...
Mientras conducía frenéticamente, puso la radió a todo volumen; Look what you made me do de Taylor Swift comenzó a sonar.

Mackency subió el volumen a tope y se puso a cantarla a gritos como una auténtica loca.
Ninguna otra canción podría haber definido mejor su sed de venganza...

Y hablando de venganza... Había pasado la última semana en busca de la pieza clave de esta; A.J Cárter.

Pero por lo que  parecía, tras los rumores surgidos sobre ellos en el Instituto, este había decidido evitarla como si del demonio se tratase.
¿Porque tenia que poner las cosas tan complicadas aquel idiota?

Cualquier otro chico habría dado lo que fuera por tener su atención de cinco minutos... Y sin embargo aquel estúpido asocial la ignoraba. A ella. A Mackency De Simone.

Si creía que hiba a darle esquinazo tan fácilmente estaba muy equivocado.

Hiba a conseguir que fuera suyo.   Y se lo hiba a restregar por la cara a la estúpida de su hermanastra con mucho gusto.

Dio un rápido volantazo y puso rumbo aun nuevo destino: El parque de caravanas.

                       ****

A.J, volvió a revisar el motor del señor Walker por séptima vez aquel día.
Estaba perfecto, como la última vez que lo miro, pero su vecino si era conocido por algo, era por ser un auténtico toca pelotas...

—Vamos chico, date prisa, aún hace un ruido muy extraño. Te estoy pagando 50$ más te vale dejarlo como nuevo. Mira en la parte de abajo—gruño el viejo Walker, mientras le entregaba de nuevo la caja de herramientas.
—Estupidos jóvenes inútiles...—le oyó susurrar A.J.

A.J, soltó una maldición y se colocó bajo el coche de nuevo, en busca del problema. Aunque A.J, empezaba a estar seguro de que el único problema que había era la demencia de Walker...

Cogió la linterna, y comenzó una nueva inspección entre aquellas piezas.
La noche había comenzado a caer, y a A.J cada vez le costaba más proseguir con el trabajo.
Una tos incómoda lo interrumpió en aquel momento.

—¡Joder, maldito cascarrabias deje de meterme prisa! —grito A.J irritado, todavía debajo del coche.

Pero para sorpresa de A.J, no fue la voz del viejo señor Walker quien respondió.

— Vaya, me alegra saber que tratas a todos con la misma amabilidad que a mi. — dijo una inconfundible voz femenina.

A.J, se golpeó la cabeza con el bajo del coche al tratar de incorporarse del suelo con rapidez.

Frente a él se encontraba la impoluta y perfecta Mackency De Simone.
Allí. En el vertedero del parque de caravanas.
¿Es que acaso había respirado alguna clase de gas toxico de aquel coche? Y aún más importante, ¿porque tenía una alucinación con ella?

Mackency lo miro un poco incómoda. Jamás había visto a nadie mirarla con tal mezcla de desconcierto y horror.

—¡¿Que demonios haces aquí?! — pregunto este interrogante, mientras se quitaba las manchas de grasa de las manos.

Mackency lo volvió a mirar, inspeccionándolo. A.J lucia bastante diferente al chico que había conocido en el Instituto.
Llevaba una camiseta blanca que se ajustaba a cada músculo de su cuerpo. Porque si, para sorpresa de Mackency, el rarito de A.J Cárter, tenía el cuerpo de un auténtico hombre.
¿Por que se molestaría en ocultar aquello con camisetas holgadas?
Y luego estaba su pelo, lo llevaba revuelto, con unos pequeños rizos muy sensuales. Parecía salvaje. Si, parecía un auténtico salvaje. Y no le desagradaba... Mackency se reprendió por tener aquellos pensamientos tan extraños con respecto al rarito de A.J Cárter.

— Hey, reina del baile ¿me estas escuchando? — dijo A.J al tiempo que chasqueo los dedos frente a la cara de esta —¿Es que acaso te has perdido hiendo al club de golf?

— Pare—pareces una especie de stripper — dijo Mackency mientras daba un paso hacia atrás.

¿Pero que demonios le pasaba a aquella cabeza hueca?

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