Cap 1 "El gran espectaculo del baile de invierno"
Las luces de colores y la decoración de temática invernal daban un toque mágico al enorme gimnasio del Instituto de Pasadena.
Al menos 4 veces al año, este infierno deportivo para los más pringados, se convertía en un enorme baile juvenil lleno de hormonas adolescentes.
Una enorme pancarta daba la bienvenida a todos los alumnos del centro con un mensaje optimista.
A.J. Cárter, soltó un gruñido socarrón nada más leerla,
—Menuda gilipollez — dijo para sí, nada más cruzar el umbral de la entrada ya había sentido un pinchazo de arrepentimiento, y la cosa iba mucho peor al ver lo que se cocía allí dentro...todos aquellos ridículos snobs iban vestidos de punta en blanco, pavoneándose como si estuvieran en celo.
Trato de localizar a la razón del porqué se encontraba allí; Ágata De Simone, la primera chica que le había importado lo suficiente como para arrastrarlo hasta allí, con un ridículo y viejo traje de su padre.
Conforme avanzaba por la estancia más se le revolvía el estómago.
—Vaya, vaya, mirar a quien tenemos aquí chicas... Si es A.J. ratito Cárter. — aquella aguda y venenosa voz hizo que Cartter se girará inmediatamente.
Se trataba del trio del mal, el trio más venenoso y venerado del Instituto; La líder de las animadoras Mackency De Simone y sus dos ridículas secuaces.
—Vaya, pero si son Gonorrea, herpes, y clamidia. — dijo Cárter con una sonrisa irónica.
— ¿Sabes, me gusta tu traje Cárter, de que basurero lo has recogido? — dijo una mordaz Mackency, mientras lo miraba despectivamente.
Sus secuaces no tardaron ni dos segundos en reírle la gracia.
—Lo recogí del mismo en el que tiraste tu virginidad. —repuso Cárter disfrutando en primera fila de como la cara de Mackency se ponía roja de irá, mientras sus dos ridículas cabezas huecas se quedaban con la boca abierta.
Justo cuando Mackency iba a responder a su puya, Cárter dio media vuelta y la dejo con la palabra en la boca.
Llevaban así aproximadamente 6 meses, desde que había comenzado a tener algo con su hermanastra Ágata y se habían encontrado en su mansión. Mackency le había hecho saber con total claridad lo poco que le gustaba el hecho de que el chico raro del parque de caravanas andará a sus anchas por su precioso casoplon.
Pero a Cárter le daba igual lo que aquella ridícula cabeza hueca pudiera pensar, lo único que le importaba era Ágata...
Continuo dando vueltas inquieto y se ajustó la ridícula pajarita que su madre había insistido en que usará.
—¡Vaya, al fin te encuentro A.J! — unos brazos lo envolvieron por detrás con fuerza, haciendo que se girará con rapidez.
A.J, se quedó en aquel momento sin palabras.
Era Ágata, y llevaba el vestido más bonito que había visto en toda su jodida vida. Parecía caro, muy caro a decir verdad, se sintió inmediatamente idiota al llevar un traje tan ridículamente viejo.
—¡Buah, menudo cambio! — dijo con voz incrédula.
— Se que no es lo que suelo llevar, pero ya sabes...me apetecía algo diferente. — respondió Ágata con voz un tanto culpable.
A.J, conocía a Ágata desde hace más de seis años, prácticamente habían crecido juntos en el mismo parque de caravanas, pero desde que ella y su madre se habían mudado con el padre de Ágata a su enorme mansión hace un año, esta no hacía más que cambiar; había dejado atrás su color de pelo rosa chillón, cambiado sus viejas camisetas de Batman por otras más cool, y hasta había empezado a maquillarse.
Era como si quisiera ser la hija perfecta para su padre, o tal vez fuera para hacer rabiar a su enemiga declarará; Mackency, con la cual peleaba como el perro y el gato cada día.
—Tu también estás genial A.J, el azul del traje combina con tu pelo. — dijo Ágata, mientras revolvía el pelo teñido de azul de A.J.
—Mira lo que tengo. — dijo A.J mientras se sacaba una botella de vozka de una de sus botas militares.
— Buen trabajo A.J, buen trabajo.— dijo Ágata mientras le daba un beso en el cuello.
****
—Dentro de nada anunciarán a los reyes del baile, que nervios ¿Verdad bichito? — dijo Mackency mientras se sentaba encima de su trofeo favorito; el guapísimo Ryan Foster, el mejor quarterback del Instituto de Pasadena.
Llevaban ya cinco meses saliendo, y se habían convertido en la pareja de moda del Instituto. Todos querían una relación así, tan perfecta y romántica como la suya.
El hecho de que el fuera el quarterback cañón y ella la jefa de las animadoras sólo avivaba la admiración de la gente, ¿Porque a quien no le gustaba ese cliché?
—¿Una foto chicos? —dijo una de las encargadas del periódico del Instituto.
—Muy bien, pero rápido mona. — dijo Mackency mientras se ajustaba su precioso vestido esmeralda que combinaba tan bien con sus ojos verdes.
Puso morritos y se pegó a Ryan mientras les hacía la foto.
—Es- estáis fantásticos. —dijo tímidamente la chica del periódico.
Mackency ni se molestó en contestar, tan solo giro la cara arrogantemente y le hizo una señal con la mano para que se largara.
—Bichito, ¿Que te pasa? No me prestas atención. —dijo Mackency a Ryan con su habitual tono de gatita mimosa.
—Lo siento cariño...ya sabes, la temporada me tiene preocupado. —dijo Ryan sin si quiera mirarla.
Mackency trato de darle un beso en los labios pero el giro la cara. Mackency sintió un fuerte pinchazo de vergüenza, y se preguntó si alguien habría visto la escena... Pero no le dio más vueltas, Ryan la quería, y eso era lo importante.
—Muy bien, alumnos del Instituto de Pasadena, sin más dilación coronaremos a los reyes del baile...—dijo el director Willson desde el gran escenario, con no mucha emoción. —Redoble de tambores Charles — dijo Willson por lo bajo al chico encargado de la batería.
—Y por decisión unánime se corona como rey del baile invernal a el señor...¡Ryan Foster! —la cara de Willson no expresaba sorpresa alguna.
Un enorme foco iluminó a Ryan que se dirigía con paso decidido al escenario, bajo los muchos aplausos y miradas de todos los alumnos allí reunidos.
Ha Mackency le inundó el orgullo, estaba tan guapo allí encima del escenario... Y era suyo, sólo suyo.
—Enhorabuena Ryan. —dijo Willson mientras le colocaba la corona de rey.
—Muy bien chicos, como sabréis todo rey necesita una reina, de modo que allá vamos, sin más dilación la reina del baile invernal por decisión vuestra es... —los redobles de tambor volvieron a sonar mientras la gente esperaba expectante — ¡Mackency De Simonne! Menuda sorpresa...—dijo el director Willson con cierta ironía.
El público enloqueció al ver nombrada a su pareja favorita como reyes del baile, los aplausos y las fotos los inundaban.
Mackency De Simonne no podía sentirse más en la gloria al subir al escenario en busca de su corona.
—¿Queréis decir algo antes de vuestro baile juntos, chicos? — dijo Willson entregándole el micrófono a Mackency.
—¡Oh! ¡Pues claro! —dijo Mackency mientras le lanzaba un beso a Bibi y a Rosalinne, sus mejores amigas que lloraban emocionadas.
—Quiero empezar dando las gracias a...—Mackency no tubo tiempo de terminar aquella frase, puesto que Ryan le arrebato el micro de golpe ante la atenta mirada de todo el mundo.
Ella lo miro atónita... ¡¿Pero que diablos hacia?!
—No puedo seguir más con esto Mackency. —dijo Ryan a través del micrófono.
—¿Pero de que diablos.. —balbuceo Mackency.
—Quiero deciros a todos algo. — continuo Ryan con voz emocionada. —¡Me enamorado de una chica increíble, de una chica maravillosa y preciosa que me robo el corazón nada más posar mi mirada sobre ella! ¡Te quiero Ágata De Simonne! ¡Espero que no sea demasiado tarde! —el público, al igual que Mackency se quedaron sin habla con en aquel instante.
—¡Nunca la quise Ágata! ¡Tan sólo es una cabeza hueca! ¡Dame una segunda oportunidad! —Ryan dejo caer el micrófono, y salto al público en busca de Ágata, a la cual beso como si no hubiera un mañana al encontrarla entre la multitud.
La gente comenzó a chillar como loca y a hacer fotos como si no hubiera un mañana... Mientras tanto Mackency seguía en el escenario en completo silencio viendo la escena que tenía ante sí. Sintió como algo dentro de ella se rompía en mil y un pedazos.
La rabia y humillación comenzaron a desbordarse en su interior.
Rabia y humillación que compartía con otra persona en aquel gimnasio infernal; con A.J. Cárter.
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