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Cual rosa marchita

Se encontraba ahí parado, mirando. No hacía nada más. Solo observaba el cuerpo de su víctima, "debo hacerlo" se repetía "No es mi culpa, lo necesito para sobrevivir"

Era el único método que tenía para calmar su consciencia, la culpa lo carcomía por dentro. Incluso después de años repitiendo lo mismo una y otra vez, no podía acostumbrarse. El ver la sangre derramarse en el suelo lo hacía sentir terrible, pero no tenía opción.

Se acercó al cadáver y lo revisó. Tomó un poco de dinero, joyas, entre otras cosas que más tarde podría vender.

Guardó a su fiel cuchillo dentro de la bolsa con la que siempre cargaba, eran su única compañía desde que tenía memoria.

Sin más, regresó al callejón al que llamaba hogar y se lanzó sobre un colchón viejo y estropeado que usaba como cama.

No hizo nada más, estaba quieto, solo, sin hablar, sin amigos, sin familia, solo él, acompañado por el sonido de la lluvia.

La luz de la luna se reflejaba en sus ojos oscuros como la noche, dándole un toque de vida a su rostro sin expresión.

Una lágrima color azabache recorrió su mejilla, no sabía cuanto tiempo más aguantaría de esa forma. Suspiró y se limpió la cara para luego intentar dormir.

Soñaba con un hogar, una familia que lo quisiera, una vida pacífica, sin tener que lastimar a nadie más por su propia supervivencia. Pero eso no era posible, no para él, su vida ya estaba cagada desde el momento en el que nació.

Abandonado, dejado atrás por su propia familia incluso antes de poder tener la capacidad de recordar sus rostros, jamas recibió ayuda, siempre tuvo que sobrevivir por su cuenta, haciendo cosas por las que ningún niño debería pasar. Eso era solo una parte de lo que tuvo que vivir

Abrió los ojos al escuchar un grito; sigilosamente, se asomó a ver lo que ocurría.

Vio a un chico, probablemente un poco mayor que él, de aspecto intimidante. Piel morena, alto, cabello oscuro y desordenado que tapaba ligeramente uno de sus ojos verdes. Tenía una mirada cargada de odio, apretaba los puños con fuerza. A sus pies, yacía un joven que rogaba por perdón mientras era golpeado.

El joven no tardó en perder la consciencia, un hilo de sangre desbordaba por una de las comisuras de su boca.

El moreno, al decidir que ya era suficiente, se volteó  cruzando miradas con su espectador.

Qué haces ahí parado?─ preguntó con ira. No recibió respuesta, despues de todo, el más bajo llevaba años sin dirigirle la palabra a nadie, sin contar que nunca le enseñaron a hablar apropiadamente y ahora se le hacía difícil formular oraciones ─Contéstame cuando te hablo

─Lo siento─ dijo en un tono bajo, casi un susurro

Cómo sea, ya lárgate y no le digas a nadie lo que visteEl albino solo se quedó quieto, como de costumbre. No podía ir a ningún otro lado de todas formas ─Qué esperas?

─Vivo aquí

─Aquí no hay ninguna casa─ nuevamente, el más pequeño se quedó callado. Ese silencio explicaba lo suficiente ─Cuánto tiempo llevas aquí?

─Siempre

Al más alto le sorprendía que el contrario pudiera mantenerse aún de pie, aparentaba unos 19 años en los que jamás había probado comida decente, jamás durmió bajo techo o siquiera socializado.

Lo analizó con la mirada, estaba delgado, débil, cansado, palido y probablemente se enfermaba con frecuencia. Era casi un milagro que estuviera vivo

Casa─ el albino apuntó al callejón, donde se veían su colchón viejo junto a su pila de cosas

Es broma no?─ recibió una negación con la cabeza en respuesta. Por mero impulso, se acercó al fondo del callejón, zona en la que descanzaba el indigente. Vio la bolsa y quiso tomarla

No toques

─Realmente llevas toda tu vida en este lugar?─ aún se le hacía dificil de creer, el contrario asintió ─Cómo es que sigues vivo?

─Sangre, da dinero

El peli-negro notó como la hoja de un cuchillo bañado en sangre se asomaba en el interior de la bolsa. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo ─Y te gusta hacerlo?

─Muerte mala, no hay opción

Jamás la hubo ¿Verdad?─ no podía evitar sentir algo de empatía hacía el de ojos oscuros, se sentía reflejado en cierta forma. Si bien el se dejaba llevar por su odio inevitablemente, jamás disfrutó de hacer daño, al menos no despues de ser consiente de sus acciones. Pero así es como debían ser las cosas, no podía ser débil, mucho menos en un mundo tan oscuro como en el que vivían.

De repente, sintió lástima. Veía al mas pequeño y lo identificaba con una rosa marchita. Si la hubiesen plantado en tierra fértil y hubiese recibido el cuidado adecuado, podría haber florecido como una flor sana y hermosa. Pero él era otra de las víctimas del cruel destino, arrastrado a un hoyo de oscuridad del que jamás podría salir por su cuenta.

Los días pasaban, ambos se reunían con frecuencia en aquel callejón. El mayor siempre le traía un poco de comida. A pesar de eso, nunca ganaron demasiada confianza, ni siquiera sabían sus nombres.

Un día, el más alto hizo una pregunta que tomó por sorpresa al contrario.

Te gustaría venir conmigo?─ le preguntó, pues a pesar de apenas conocerse, tenía la necesidad de ayudarlo

No confíoy era comprensible, pasó toda su vida solo, sobreviviendo por su cuenta y ahora llegaba un tipo que quería darle un hogar, era difícil de creer.

─Ya sé que es raro que te ofrezcan ayuda de la nada, pero no pretendo hacer nada malo

─Mentira, no recibo ayuda, nunca lo hago

─Está bien si no quieres, no te estoy obligando

─Por qué ayudar? Sin sentido

─Supongo que nos parecemos un poco

─Muy diferentes, yo blanco

─No me refiero a eso─ si no fuese porque notaba la dificultad que el más bajo tenía para expresarse ya estaría como loco

No gusta herir?

─No

Se quedaron en silencio, el mayor observaba los ojos ajenos. Le resultaba adictivo, casi hipnótico, ver como la luna se reflejaba en esos ojos oscuros hacía que el rostro del albino se viera totalmente diferente.

Finalmente, el más pequeño de los dos decidió hablar ─Killer

─Qué?

─Mi nombre, Killer

─Oh, soy Nightmare─ dicho eso, recibió una sonrisa por parte del indigente

En serio?¿Ayudar?

─Si me dejas ayudarte lo haré con gusto

─Nunca tuve ayuda

─Así funciona el mundo

─No me gusta

─A mi tampoco

Killer tomó su dinero, la bolsa y acompañó a Nightmare hasta su casa. Estaba inseguro de sus acciones pero no volvería a tener una oportunidad y Nightmare parecía agradable a pesar de su aspecto intimidante.

Tibio─ dijo al sentir el cambio de temperatura, estaba acostumbrado a no estar muy abrigado, ademas era invierno y se moría de frío pero se sintió mas cálido al entrar al lugar.

Deberías darte un baño─ comprendió que el asesino no sabía a qué se refería cuando lo miró con clara confusión ─Lavarte, estás sucio

─Cómo?

─Dame un minuto─ se dirigió al baño, donde reguló el agua, preparó un par de toallas y ropa y luego salió ─Mira, ahí tienes ropa y toallas, son para cuando termines, debes mojarte con el agua y limpiarte con el jabón ¿Entiendes? No te metas ahí con ropa. Yo prepararé algo de comer mientras tanto

El albino asintió para proceder a hacer lo que le dijo el mayor. Al salir, notó que la ropa le quedaba ligeramente grande, principalmente por su pequeño tamaño generado por no haber comido bien en toda su vida, lo cual le provocó un mal desarrollo.

Nightmare lo esperó en la cocina con dos platos de arroz. No quería hacer nada muy pesado, pues si Killer comía algo de repente luego de que su cuerpo se haya acostumbrado a casi ni hacerlo podría provocarle algún daño.

Cuando se sentaron en la mesa a comer, el de ojos oscuros parecía desesperado. Devoró el plato en cuestión de minutos, realmente estaba hambriento.

Charlaron un rato más, eventualmente, llegó la hora de dormir. Night preparó el cuarto de invitados para que su huesped pudiera descansar allí.

Para Killer, fue realmente extraño dormir en una cama tan comoda, pero le agradaba. Por primera vez pudo descanzar como se debe.

Más días pasaban, el moreno se había empeñado en ayudar al mas joven con su lenguaje, aprendía rápido así que mejoró sin dificultad.

Ambos se llevaban muy bien, se entendían el uno al otro, y ese afecto no tardó en crecer más y más.

Night─ lo llamó mientras leía un libro.

Qué sucede?

─Gracias

─Por qué?

─Jamás te agradecí por todo lo que hiciste por mí, así que lo hago ahora

─No tienes de qué agradecerme─ se sorprendió al recibir un abrazo por parte del contrario, el albino no solía mostrar afecto físico, de todas formas lo apreciaba.

Por qué quisiste ayudarme?

─Algo me decía que tenía que hacerlo, y no se equivocabamiro a Killer a los ojosAdemás, en cierta forma, siento que nos parecemos, yo siempre me dejé llevar por mi odio, creía que eso me hacía fuerte y que era lo que debía hacer para sobrevivir pero jamás me hizo sentir bien. Verte en ese callejón haciendo lo posible por no morir me hizo pensar que, de alguna manera, sería como ayudarme a mí. Es bastante egoísta ahora que lo pienso, pero al menos te saqué de ahí

─Me alegro de que lo hayas hecho

─Yo también ─ revolvió los cabellos ajenos de forma cariñosa

Se sonrieron el uno al otro con sinceridad, no necesitaban decirse nada, ambos sabían como se sentía cada uno.

Le depositó al mas joven un pequeño beso en la frente para luego seguir abrazandose. Ninguno sabía qué sería de ellos si nunca se hubieran encontrado, probablemente habrían seguido sumidos en la oscuridad pero ¿Quién sabe?

Al menos tenían el alivio de saber que si se puede salvar a una rosa marchita.

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