-Me habrá dado algún aire porque traigo tos ¿tu no oyes mi voz rara? - Le decía Natalia al perrito que se adormecía entre sus brazos - Es como si vibrara, y a la vez parece un susurro. Y yo no sabía que la voz pudiese tener textura. - Sonrió alzando al cachorro lo colocó sobre una mantita roja y se despidió. 

Luego paso al parque y se meció en los columpios. Pero no conseguía adormecerse, hacia mucho viento y el cielo se veía como un hielo lejano, brillante y frío. Se bajo y tumbándose de rodillas se inclino sobre el césped. Una niña de vestido azul y nombre dulce se le acerco.

-Que bonito collar tienes, con la luna ¿Cómo te llamas?

-¿..yo? - y luego tras recordarse- Natalia.

-¿Crees en los fantasmas?

-Sí, mucho. - dijo acomodándose, como si fuese cuestión seria.

-¿Los has visto aquí? - pregunto la niña.

-Una ocasión - dijo Natty como si recordara algo muy feliz-sobre las ramas de un arbolito ate un lazo como oro blanco y pendiendo del nudo que hice, bailaba un corazoncito de papel. Fue un poco antes del otoño. Para mí fue, como si aquel pequeño corazón fuese un punto y no sabía si era final o suspensivo.

-¿de veras? ¿y que pasó?

-Unos días después el lazo seguía allí, pero el corazón no. Y es extraño porque, el nudo era muy suave si alguien arrancaba el corazón el lazo caería, pero no. Seguía allí.

-¿y como te sentiste?

-¿Como me sentí? No sé, confusa... no te preocupes. Ah! ¿Has visto el nuevo anaquel en las juguetes? Es tan lindo! es todo de un metal rosa y todos los juguetes en el son amarillos como estrellitas.

Quedaron a salir juntas para la plaza, pero sus padres la llamaron y la niña colocándose bien el cubrebocas sobre el puentecito de su nariz grito un "Adiós!" a lo lejos y se fue, con sus cabellos ondulados bamboleándose en su espalda.