Natty, Natalia. Normalmente no suele ser así. Era tímida y callada. Se abrochaba los vestidos hasta el tope, muy torpe pero hacendosa. Ese día, tras dormir en el valle. Algo le ocurrió, una somnolencia la hechizo, dejándola sin ganas de nada. Dormía a ratos, a veces en el sofá, otras huía a su cama. Y si iban a una presentación o reunión buscaba un rinconcito donde apoyar la cabeza y seguir soñando. Sin molestar a nadie. Bajaron sus calificaciones, no hablaba casi con nadie. Y a veces despertaba llorosa y hambrienta bajaba a desayunar. 

Se torno grosera, arisca y no se quitaba el piyama de encima. Una tarde, su hermano llevo a sus compañeros a casa, a completar una labor escolar. La madre ofreció café helado y pastelillos. Había que hacer un collage o algo al estilo, porque trajeron muchas revistas y las recortaban para luego hacer del corte un rollito y pegarlo todo. Se fueron, Natty echo un vistazo lánguido por el estudio. Arrastrando sus pasos y vio una revista. Era de esas que estaban luego sobre la mesita en la sala de espera de los hospitales. Una revista extraña, de esas que su mamá no le dejaba ver.- Es vana, materialista, poco cristiana. - Natty la leyó, refugiándose bajo el escritorio. La hojeo y la leyó, y pensó en todas esas historias que aún no había oído. Esa delicia nebrunosa que rodea el destino de algunos.

-Historias funambulescas y mucho dinero - pensó. Vio sus zapatos de calcetines impares, escondió la revista y salió del escritorio. Mañana irían a una boda...