OO5
— ¿Qué escribes, hermanito?
— Nada importante.— respondió Mikey inmediatamente ocultando la libreta, alejado de los ojos curiosos de Shiba Yuzuha.
La castaña hizo un mohín infantil cruzándose de brazos, se escuchó que alguien dio dos toques a la puerta llamando la atención de los presentes en el salón.
— Oi, te estaba buscando.
— ¡Ken-chin!
Draken se agacho para no chocar directamente con la pared que se encontraba encima de la puerta, ingresó al salón con las manos en los bolsillos e indiferente.
— Buenas tardes, Draken.— saludó Mitsuya cociendo el bordado que Hakkai había roto por haberse sobresaltado anteriormente.
— Hola Mitsuya.
— Ken-chin, ellos son Hakkai y Yuzu-ne.— Mikey señaló a cada uno presentándolos al rubio.— Chicos, él es Draken.
— Es un gusto conocerte Draken.— saludó Hakkai desde su puesto y la castaña simplemente hizo un gesto con la mano.
— Un momento, ¿Yuzu-ne?.— Inquirió Draken hacia el peliceniza, y Mikey simplemente se encoge de hombros restándole importancia.— como sea. El gusto es todo mío.— regreso el gesto respetuosamente.
— Si, si. ¿Nos vamos, Ken-chin?
— ¿Ya te vas hermanito?.— Pregunto Yuzuha, no quería que el peliceniza se fuera.
— Nos vemos.
Mikey sin esperar respuesta ya se encontraba a las afueras del salón. Draken suspiró rodando los ojos ante las acciones del contrario y al darse cuenta que el peliceniza lo dejaba atrás fue que se despidió rápidamente para poder alcanzarlo.
Draken al estar al costado de Mikey y a las afueras de la institución le observó.
Caminaba despacio, encorvado y bostezando cada dos segundos mientras se frotaba los ojos con somnolencia. Al percatarse de todo eso, Draken aumento el paso para poder situarse al frente de Mikey y al bloquear su camino, se inclinó.
— ¿Qué pasa?
— Sube.
Mikey sin esperar un segundo más se lanzó en la espalda del rubio más alto, cuando Draken se incorpora acomodando el cuerpo del contrario solo un poco para tener comodidad, fue que el rubio retomó el camino.
El peliceniza se recostó completamente en el hombro izquierdo de su amigo, parpadea un poco tratando de mantenerse despierto, luego de mucho intentarlo fue que Mikey cayó en la tentación y decidió darse un momento de cerrar los ojos.
La caminata era tranquila, él no estaba del todo dormido ya que podía escuchar el bullicio de la gente a su alrededor y sentir el viento frío en su rostro con insistencia, ya que cuando Mikey intentaba evitar varias ventiscas ocultando su cara en el hombro del contrario fallaba en el intento, y todo en vano porque seguía el viento peinando sus hebras rubias cenizas.
Tenía frío, mucho frío.
Suspiro buscando resistir cualquier escalofrío y mostrarse tan expuesto ante su amigo.
Aunque tampoco le importaba, después de todo él incluso lo peina y viste todas las mañanas.
Luego todo ruido de las personas y las calles de Tokio dejó de oírse. Al transcurrir unos minutos más fue que él se dio cuenta de este hecho, solo podía escucharse el cántaro de algunas aves y las pisadas del mismo Draken, y eso era todo, siendo inevitable que Mikey levantara la vista siendo invadido por la curiosidad.
Como dicen por ahí, la curiosidad mató al gato. Aunque Mikey de serlo nunca se dejaría matar, primero patea a quien lo intente.
Observó a su alrededor.
— Ken-chin malo~ — golpeó con suavidad el hombro de Draken llamando su atención.— Este no es el camino a mi casa~ — hablo aún somnoliento.
— Tenemos algo pendiente.
— ¿Ah, si?
— Si.
Prefirió quedarse callado y dejarse llevar, después de todo confía en Draken.
Decidió entretenerse con el paisaje porque después de todo ante la curiosidad el sueño se le escapó de las manos. El cielo estaba pintado de tonos naranja, rojo y violeta danzando entre las nubes grises que pasaban por encima de ellos, todo indicaba que el crepúsculo estaba a la vuelta de la esquina y él simplemente se dedicó a contar las nubes, viendo su forma, adivinando qué animal podía ser.
Oh, Mikey pudo visualizar un Dorayaki.
Ahora tenía hambre.
— Ya llegamos.
Draken soltó las piernas de Mikey y este al verse caer por la ley de la gravedad, cayó de pie con equilibrio innato. Nuevamente examinó su alrededor encontrando un parque desolado, quizás uno abandonado, pero bastante tranquilo con una buena vista del atardecer.
Vio al rubio más alto dejarlo atrás, sentándose en una de las banquetas del mismo dejándose caer en él con claro cansancio y Mikey con energías recargadas se dirige hacía él con algunos saltos pequeños demostrando su hiperactividad para luego sentarse a su lado.
La vista era verdaderamente hermosa y muy pacífica.
Mikey empezó a mover los pies de atrás hacia delante, esperando que el contrario le explicará su visita a ese lugar. Pero al ver la nula respuesta de él, hizo un mohín aburrido.
— Neh, neh. Ken-chin~
— ¿Mmmhp?
— ¿Tendrás algún dorayaki contigo? Tengo hambre.
Silencio, y Mikey frunció el ceño ante eso.
— Toma, son de la mañana.
— Sabia que no me decepcionarías.— Mikey contento tomó el paquete que le era extendido hacia él, y con un gran mordisco degustó su comida favorita finalmente en silencio.
Nuevamente el silencio los rodeó a ambos, era uno cómodo y bastante arrullador para el peliceniza porque de solo escuchar a las aves, mirar el paisaje y comer le generaba nuevamente sueño.
— ¿Ya sabes que vas a hacer con Takemichi?
Eso sí que no lo vio venir.
— ¿Qué?
— Que si piensas mover tu estúpido trasero y confesarte, imbécil.— Draken vio parpadear a Mikey, quizás procesando aún la pregunta.— Joder Mikey, ¿Quieres que te lo vuelva a preguntar con manzanas, peras o naranjas?
— Naranjas, por favor.
Draken palmeo su frente, preguntándose qué hizo en su vida anterior para merecer este dolor de cabeza con patas llamado Sano Manjiro.
No le pagaban lo suficiente para tolerarlo.
Ah, cierto que hace todo gratis.
— Mikey...
— Te mando Emma a preguntarme, ¿cierto Ken-chin?
¿Por qué se molestaba en sorprenderse?
— No...
— Claro, y yo soy caperucita roja.
— ¡Está bien! Maldición, piensas responderme ¿si o no?
Mikey levantó la mano derecha en dirección a Draken, mientras que la izquierda estaba ocupada sosteniendo su adorado dorayaki y masticaba el alimento, desvía la mirada hacía algún árbol a la lejanía.
— Háblale a la mano.
— ¿Qué...?
— Llámame cuando seas capaz de confesarte a mi hermana.
Una vena se marcó en la frente de Draken indicando la falta de paciencia que tenía en esos momentos, y Mikey sin importarle que el rubio más alto estaba fulminándolo con la mirada. Draken luego de unos minutos busco calmarse, respiro profundo y desvío la mirada hacia el paisaje que les ofrecía aquel lugar.
— Quizás sea hora de confesarme, no lo sé...
Mikey abrió los ojos como platos, volvió a mirar a Draken con sorpresa.
— Sabes que Emma me gusta desde hace años, y ella quizás me corresponda de igual manera... no estoy seguro, solo quiero que ella sea feliz.— Draken continuó, y Mikey rodó los ojos fastidiado por el amorío unilateral que ambos se plantearon solos.— Sé lo difícil que es sentirse insuficiente y la frustración de no poder estar con la persona que quieres.
— Entonces solo hazlo, ¿A qué le temes?
— A ser finalmente feliz.
Mikey observó como Draken poseía una mirada melancólica, no dejaba de mirar hacia algún lado que no sea él. Se mantuvo en silencio, esperando que el rubio continuará.
— Ella es toda la luz en mi oscuridad, y quiero que me libere de ella...
— Deberías dejarte salvar...— musitó Mikey.
— Entonces sigue tu propio consejo.— Mikey regreso la mirada al rubio, y este mostró una sonrisa cerrada mientras sus ojos se entrecerraban.— Deberías dejarte salvar de tu propia oscuridad por Takemichi.
Mikey tembló leve ante los sentimientos que en su interior se encontraron, no podía pedir un mejor amigo que Draken.
Apoyó sus codos en sus rodillas, y suspiró. El peliceniza se levantó dispuesto a irse, Mikey ya sabía que hacer.
— Gracias Ken-chin.
— Solo no provoques demasiados problemas.
Y luego de aquel intercambio de palabras, Mikey sin mucha prisa retoma el camino de regreso a su casa.
El tipo de Ken-chin definitivamente serían personas como Sano Emma.
Y ahora debo de preguntarle nuevamente a Takemitchy, ¿Cuál es su tipo?
Escribí esto ayer... Y quiero llorar ;-;
¡Oye! ¡si tú! ¡Care'pan! digo... querido lector de esta historia. Si ya te leíste el 221 del manga, deja tu oración para el wawa aquí y a comernos las uñas hasta la siguiente parte.
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