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━ Siete

— Izuku.

— Oh, eres tú, Tenya.

¿Por qué no has venido el día de hoy a la escuela?.— preguntó el peliazul preocupado desde la otra línea telefónica.— Sabes lo irresponsable que es faltar un día sin justificación.

— Solo no me dieron ganas de ir, no se repetirá.

Izuku desvió su mirada hacia su espejo, que reflejaba un brillo fugaz por los rayos del sol que se metían por su ventana dando aviso la ida del sol para poder darle la bienvenida a la dama lunar con el anochecer.

¿Estás bien?

— Solo estoy un poco cansado, es todo. Estoy bien.

Si tú lo dices... ¿Planeas ir al Festival para ver el cometa?

— ¿Qué? ¿El Festival? Mmm...— regreso la mirada hacia abajo, observando sus pies fijamente con desinterés para así sonreír sin ganas, continuó.— Cierto, el cometa. Hoy estará más brillante ¿no?

Estaremos esperándote, Izuku.— contestó ahora la castaña, Izuku al escuchar las quejas al fondo sacó la conclusión rápida de que el teléfono no había sido prestado.— ¿Te esperamos en el lugar de siempre?

— Por supuesto.— respondió recuperando los ánimos.— Nos vemos luego.


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Las luces que adornaban el Festival era un espectáculo, las personas que habitaban el pequeño pueblo caminaban entusiastas a la cima de las escaleras para poder apreciar más de cerca los puestos, dulces y todo lo que ofrecían allí mismo en aquella noche tan especial para todos.

A la lejanía del mismo, se encontraban dos figuras sentadas una junto a la otra en la oscuridad que los rodeaban en unas sillas de madera simulando un pequeño espacio para relajarse y disfrutar de la vista.

Un auto paso a frente suyo iluminando por instantes al dúo presente, se pudo visualizar con claridad a una chica con hebras castañas con un yukata color rosa y una flor situada en su oreja izquierda como adorno, Uraraka Ochako bufó aburrida ante el silencio que los rodeaba y desvió su mirada hacia su acompañante.

Iida Tenya se encontraba sentado correctamente, al mismo tiempo que se cruzaba de brazos y con los ojos cerrados por alguna razón aparente, Ochako pensó que se había quedado dormido.

Soltó una risa divertida e Iida le miró desde el rabillo del ojo con molestia.

— Ahora que te causa gracia.

— Nada, no me gusta el silencio Iida. 

Nuevamente se quedaron en silencio, y Ochako se volvería loca si pasaba otra hora más sin decir nada.

— ¿Sabes...? — susurró el peliazul mirando tranquilamente hacia las luces de las casas a la distancia, y al tener un leve sonido afirmativo de parte de la castaña de que le escuchaba, continuó.— Cuando hable con Midoriya se escuchaba triste...

— Tal vez tu llamada no era la que esperaba.— mencionó con suma burla.

Iida iba a quejarse por su comentario, pero cuando él comprendió el significado detrás de su palabras fue que se cruzó de brazos pensativo.— ¿Crees que a Midoriya le rechazo una chica?

— Tal vez ella ya tiene novio.

— O tal vez es un chico que le gusta otra persona, la cual es una chica.— comentó Izuku apareciendo frente de ellos casualmente.

Ochako e Iida se sobresaltaron ante la aparición del peliverde, pero no era la razón por la cual tenían sus ojos tan abiertos de la impresión sin dejar de mirar al causante de ello. Izuku al sentir el ambiente tenso comenzó a ponerse nervioso e inevitablemente dirigió su mano derecha hacia su nuca en busca de calmar su ansiedad.

Luego de algunos segundos más, fue que Ochako reaccionó.

— ¡Espera, espera! ¡Detengan el mundo!.— exclamó la castaña intentando aparentar que no está gritando de la emoción en su interior.— ¿Te gusta un chico?

— Supongo, es raro... ¿no?

— ¡Por supuesto que no! ¿¡Estás bromeando!?.— exclamó Ochako a punto de sacar la emoción que se estaba guardando, para así levantarse a pasos veloces y tomar entre sus manos al peliverde en un abrazo eufórico.— ¡Es la mejor noticia que me has dado! ¡Soy tan feliz!

Ahora el sorprendido era Izuku que al levantar la vista pudo presenciar las lágrimas caer sutilmente en el rostro de la castaña, llorando en silencio mientras que sus mejillas naturalmente con un leve rubor se coloreaban más y más debido a algo que era ajeno a él. 

El peliverde confundido y aún en los brazos de la única chica del grupo dirigió su mirada hacia el peliazul quien se encontraba negando con una sonrisa. Iida se levantó de su lugar e inmediatamente se acercó separando a ambos al ver como a Izuku se le escapa el aire por el abrazo fuerte que no disminuía.

Agradeció bajo al estar finalmente libre e Iida dándole leve caricias a la cabeza de la castaña para que calmará sus lágrimas, tosió decidiendo tomar el control de la situación él mismo.— Lo que Uraraka quiso decir es que... Nos tomaste por sorpresa pero, sólo porque te gustan los chicos no quiere decir que sea algo malo porque sigues siendo tu, eres Midoriya Izuku, nuestro amigo ¿verdad, Uraraka?

— Eso, e-eso, lo que dijo Iida... es el m-mejor día de mi vida...— murmuró la castaña como respuesta, sin dejar de llorar.

— Uraraka tu maquillaje.— mencionó Izuku enternecido, para así sacar de su bolsillo un pañuelo y pasarlo por sus mejillas regordetas.— Lo siento por decirlo así de la nada, ¿Estás mejor?

— Pensé que nunca viviría este momento con alguno de ustedes, ¿Y tú me preguntas si estoy mejor?

Se escuchó una carcajada de parte del chico de hebras azules ante el comentario de la chica e inmediatamente le siguieron los dos restantes siendo contagiados por el agradable ambiente que envolvía a los tres. 

Luego de soltar un suspiro de tranquilidad, Izuku se sonrojo levemente al recordar su confesión y desvió la mirada jugueteando con alguna que otra hebra verdosa que estaba cerca de su oreja izquierda al sentirse dichoso de ser aceptado por sus más apreciados amigos. El pecoso vestía un kimono azul marino con detalles rojos, el cual le quedaba muy bien.


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Izuku se encontraba caminando tranquilamente por unos pasos más adelante de sus dos amigos, pensó que ambos querrían privacidad ya que por un lado él quizás si la necesitaba para reorganizar sus ideas.

Uraraka al estar desde hace rato analizando el comportamiento de su amigo, pudo percibir al instante la mirada melancólica que tenía hacia el festival que estaba cada vez más cerca de ellos.

— ¿Quién crees que sea el chico?.— preguntó Iida con cierta curiosidad.

— No tengo ni idea pero apenas sepa quien es, asegúrate de abogar por mí si me llegan a llevar a la cárcel.

El peliazul enarcó una ceja confundido.— ¿Con qué razón te llevarían a la cárcel?

— La razón, mi estimado Iida, será por cometer asesinato.— mencionó con una neutralidad que hasta a Iida asustó.

Nadie lastimaba a sus amigos, y Ochako era capaz de lo que sea por proteger a las personas que ama aunque tenga que dar su vida misma por la felicidad de sus amigos... ¿Exagerado? Para ella no lo era.

— Ya me estás asustando, ¿Segura que no quieres que te lleven mejor a un psiquiátrico?

La castaña sin dudarlo golpeo con fuerza el hombro del peliazul para que se callara, y escuchó una queja de él de inmediato pero la ignoró al saber que se lo tenía merecido.

— ¡Oigan chicos, miren!

La brisa gélida del lugar golpeaba con fuerza contra los pinos que estaban situados por el lugar e Izuku comenzó a correr cerca de la bajada de aquella carretera que llevaban rato recorriendo hasta llegar al campo entre las montañas. Allí al ser un lugar amplio sin arboles ni mucha vegetación siendo sólo el césped fresco el único que presencie aquel momento mágico fue que el peliverde se detuvo en medio del mismo sin dejar de observar el cielo nocturno que estaba sobre sus cabezas.

Las estrellas iluminando su camino, las constelaciones e incluso las nubes acompañaban al cometa que brillaba con su máximo esplendor. La luz milenaria que desbordaba detrás de la misma un camino con luces parecidos de la aurora boreal dejaban deslumbrados al grupo de amigos que se sentían sumamente afortunados de presenciar más de cerca aquel suceso tan popular.

— ¡Increíble!.— exclamó Ochako con emoción estando un poco lejos del peliverde.

Izuku colocó una mano sobre su corazón agitado, y en ese momento sus ojos se abrieron más al ver algo mal en el cometa.

Un pedazo del cometa se separó dejando detrás de su caída varias luces rojas fugaces y se podía ver claramente que caía con una velocidad aterradora hacía un lugar en específico...

— O-Oh chicos... Tenemos que irnos.— mencionó asustado el peliazul, pero al estar alejado de Izuku esté no le escucho.

La castaña estaba paralizada en su lugar, observando fijamente el cometa sorprendida, pero no era una sorpresa nada grata.— El cometa se...

— ¡Midoriya!.— exclamó Iida corriendo hacia su amigo.

Pero fue demasiado tarde. Aquel fragmento había...

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Okey, me tomé mucho tiempo para actualizar xd

Tuve que verme la película otra vez y además de leerme la historia de nuevo porque no recordaba en dónde me había quedado JAJAJJA perdom

Esperando que hayan disfrutado de la lectura, ¡Muchas gracias por seguir aquí! 

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