━ Ocho
"El número que usted está tratando de contactar, no se encuentra disponible en estos momentos. Si quiere dejar un..."
Katsuki cortó la llamada.
El repicar de la segunda llamada desviada lo dejó pensativo, su mirada rojiza permaneció fija en la pantalla de su celular para así dirigirla hacia el cielo nocturno. Las estrellas se encontraban más brillantes que nunca.
Otro intento. Nuevamente sin respuesta.
Y yo aquí haciéndole caso al estúpido de Deku, bueno, para la próxima vez que cambiaramos entonces...
El ceño fruncido habitual del rubio ceniza se profundizó al percibir una leve molestia en su pecho, pero lo ignoró dispuesto a volver a su hogar para poder finalmente descansar. Bajo la luz artificial de las pocas farolas del lugar, Katsuki se alejó poco a poco del puente en el que estaba.
O eso pensé en aquel momento, pero, por alguna extraña razón, nunca más, Deku y yo cambiamos de lugar.
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El sonido de un lápiz deslizándose por la hoja en blanco predominaba en el ambiente. El rubio ceniza se ubicaba frente al dibujo incompleto que tenía ante él mientras iba trazando líneas paralelas, círculos y agregando más cosas, luego nuevamente repetía el proceso de forma automática.
Una gota de sudor se hizo visible en su mejilla derecha y aunque para él era molesto sentirse asfixiado por el calor, aquello no lo detuvo a seguir en lo suyo.
Las paredes de la habitación estaban plagadas de diferentes tipos de dibujos, borradores y paisajes pequeños, y ante la leve brisa del ventilador se movían parsimoniosamente.
El rubio ceniza tomo rápidamente de su costado una botella de agua, y apenas bebió de ella no se pudo evitar las salpicaduras de la misma en el dibujo que estaba elaborando con anterioridad. Un leve gruñido brotó de él al arruinar la hoja.
Katsuki no entendía que le sucedía, le frustraba que mientras más tiempo pasara sin tener noticias de Izuku, los recuerdos de sus interacciones y de su hogar poco a poco se iban tornando confusos, hasta desvanecerse por completo. Era como si, nunca hubieran sucedido.
Los siguientes días para el único hijo de la familia Bakugo transcurrieron con normalidad, tornándose aburridos y sumergiéndose a la rutina de siempre.
Aquello le irritó aún más. Y no fue el único en percatarse de su irritabilidad.
En las mañanas, mientras estaba en clase permanecía callado pero con la mirada hacia la ventana sin prestar atención a las secciones. En las tardes, cuando finalmente salía de clases sin medir palabra se iba inmediatamente a su jornada laboral, ignorando activamente algún intercambio de palabras con el dúo de idiotas que consideraba sus amigos. En la noche, evitaba de igual forma hablar con Camie, aislándose y al llegar a su hogar, inmediatamente se enfocaba en terminar los dibujos en los que trabajaba. Katsuki trataba de reconstruir las memorias del paisaje de aquel pueblo que sentía tan nostálgico. Se esforzaba para que ningún detalle se le escapara de las manos.
Quienes conocían la personalidad ruidosa y explosiva del rubio ceniza estaban preocupados por su actitud tan tranquila y silenciosa.
Por otro lado, Katsuki se sentía una inquietud constante. El sentimiento agrío atorado en su corazón aumentaba más y más haciéndole sentir impotente. Aquel sentir era cálido pero también melancólico.
Katsuki soltó un suspiro cansado al flexionar un poco las muñecas sin apartar la mirada de los libros esparcidos en su escritorio, luego de darse un breve descanso nuevamente se lanzó en su silla para continuar con otro borrador.
Uno de los libros de historia junto a su celular redactaba sobre las montañas de la Prefectura de Gifu, y el rubio ceniza tenía el presentimiento burbujeante que estaba cerca de lograr su objetivo. Solo debía concentrarse aún más.
Un movimiento involuntario del borrador, debido al exceso de fuerza que ejerció en el objeto, ocasionó que la hoja donde descansaba su mano se arrugara. Una mueca de angustia poco habitual en él se visualizo cuando intento arreglarlo, con las yemas de los dedos lo estiró con cuidado y continúo.
Y así mismo como decidió continuar con el borrador, los días siguieron su curso y de igual manera su rutina se volvía cada vez más monótono. Hasta que, finalmente, logró completar el dibujo de sus recuerdos.
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Katsuki fue desprendiendo de la pared cada dibujo que realizó, guardando todo en una mochila, para así alistarse para emprender su viaje.
Justo cuando estaba por partir del departamento, se detuvo por unos instantes para ajustar la pulsera de color verde que colgaba tranquilamente de su muñeca. Asegurándose que todo estuviera en su lugar, cerró la puerta y en silencio partió del lugar hacia la estación de tren más cercana.
Ignoro fácilmente el bullicio de la gente mientras caminaba por el lugar en busca de su tren. Pero justo cuando creyó que había encontrado el tren correcto, unas figuras conocidas hicieron que detuviera su paso de inmediato.
—¿Qué hacen ustedes aquí?
La risa traviesa de Utsushimi Camie y la sonrisa grande de Kirishima Eijiro fue la única respuesta que recibió a su pregunta. Katsuki rodó los ojos para después retomar su camino a la vez tanto la rubio como el pelirrojo lo siguieron rápidamente, y al mismo tiempo, la mirada peligrosa cayó en ellos con advertencia.
—Piérdanse.
—Pero, Blasty, mientras más ayuda mejor.—respondió Kirishima sin inmutarse ante la brusquedad con la que hablaba su mejor amigo. Se cruzo de brazos para luego verlo con intensa determinación.—Además, aunque me pidas que me vaya, no te haré caso.
El silencio que vino después de aquellas palabras fue fácilmente cortada cuando el rubio ceniza desvió su mirada hacia la rubia con fingida sonrisa inocente.
—¿Y tú? ¿Cuál es tu estúpida excusa?
—Eijiro me contó su plan, y terminé viniendo.
Un suspiro frustrado del rubio ceniza brotó de sus labios con fuerza, y luego de resignarse a que ellos dos lo acompañarían en su viaje, lograron llegar a su tren establecido según su destino. Cuando encontraron sus asientos a Kirishima no le sorprendió ser jalado por el cuello de su camisa para así enfrentar el infierno reflejado en los ojos contrarios.
—Pelos de mierda, imbécil. Lo que yo te pedí es que me cubrieras en casa y en el trabajo. No ser una molestia. —susurró con una ira contenida, Kirishima en respuesta soltó una risa suave, tentando a Katsuki de matarlo allí mismo.
—No te preocupes, Denki se encargará de eso.
Antes de que el rubio ceniza mostrara su descontento, el teléfono del pelirrojo se encontró casi pegado en su rostro, inmediatamente un vídeo se reproducía mostrándole a Denki en su uniforme de la escuela.
—¡Déjalo en mis manos, Bakubro! Eso sí, tendrás que volverme a invitar otros panqueques con arándano más tarde ¡Mucha suerte!
—Tks. Maldita sea.
—Estamos preocupados por ti, Blasty.
—¡¿Ah?! ¡Yo puedo cuidarme solo! ¡No necesito su maldita ayuda!
—Pues, ya es demasiado tarde para eso.—nuevamente Katsuki gruño con molestia.—No puedo, digo, podemos dejarte solo ¿Y sí te pasa algo?
Katsuki soltó una risa sin gracia para así responder con suma burla.— ¿Algo malo? ¿Por quién me tomas, idiota?
—Yo estoy de acuerdo, después de todo, conociste a este chico en línea ¿no? —preguntó Camie asomándose detrás de sus asientos, coloco ambos brazos en la cabecera del mismo sin disimular lo divertido que le parecía toda la situación.
—Cállate perra.
—Oblígame Blasty~ —tarareo Camie sin bajar ni un poco su burla.
—¡Esperen! ¿Lo conociste en línea, Blasty? ¡¿Por qué no me lo dijiste?!
—No tengo porque decirte si hablo con un amigo en línea o no.
Camie planto varios toques en su mejilla derecha pensativa —Pensé que estabas usando uno de esos sitios de citas.
—¡Váyanse a la mierda!
Varios pares de ojos en su persona hizo que Katsuki calmara abruptamente su temperamento, contó hasta el diez buscando la manera de no matar a sus dos acompañantes cuando habían testigos a su alrededor. Y sin darse cuenta comenzó a juguetear con los hilos suaves de su pulsera verde.
—Blasty, has estado actuando extraño últimamente... y por eso no me alejaré de ti ni un segundo.
—¿¡Acaso crees que tengo cuatro años!?
La risa disimulada de Camie nuevamente quedó opacada por los gritos y gruñidos de Katsuki durante todo el viaje en tren.
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Los raros cambios entre nosotros dejaron de suceder. Mis mensajes y llamadas nunca eran contestadas. Por eso decidí ir a buscar en persona a Deku, quizás así podría matarlo por ignorarme todo este tiempo.
También... Quería verlo, pero...
Katsuki había subido a otro tren junto a sus dos amigos, aquel lugar al que llegaron no era lo que estaba buscando. Otra subida, y estaban en camino a ningún parte en específico.
—Estas bromeando ¿verdad?
Una mirada aburrida de Katsuki bastó para responder a su pregunta, Camie gimió perpleja.
—¿¡De verdad, no sabes qué lugar es!? ¿¡Sólo conoces el entorno del pueblo!?
Asintió en silencio mientras continuaba degustando de su almuerzo. Kirishima y Camie compartieron miradas.
Justo cuando terminaron sus almuerzos el anuncio de la siguiente parada resonó en el lugar, rápidamente recogieron sus cosas y se dirigieron hacia la salida.
—¿Y no puedes contactarlo? —pregunto Camie luego de que las puertas del tren tras de ella se cerraran.
—No.
Kirishima alzó la ceja extrañado—¿Y eso por qué?
—Las llamadas no entran.
Kirishima ante el cambio de humor en el rubio ceniza inmediatamente rodeó un brazo por los hombros del contrario. Katsuki frunció el ceño al mirar al pelirrojo sonriente sin intenciones de soltarlo en un buen rato.
—No te preocupes hombre, no lo estás haciendo mal como guía de turista.
—No es un paseo turístico.
—Como quieras llamarlo, Katsuki —habló Camie metiéndose entre ambos para así quedar en el medio, miró tanto a Kirishima como a Katsuki a sus costados.—De igual forma te ayudaremos a encontrarlo.
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Con el transcurso del día llegaron a varios lugares en la Prefectura de Gifu, pero ningún lugar llegaba a ser cercano a los bocetos que Katsuki traía consigo. Mientras más avanzaban en su camino, el rubio ceniza cada vez más se sentía estancado.
Katsuki soltó un grito colérico al no haber encontrado nada en su séptima parada del día. La paciencia se le está agotando.
—¡Deku de mierda! ¿¡Dónde carajos estás para partirte el culo!?
—¿De qué manera?
El rubio ceniza parpadeo para así voltear a mirar a la rubia detrás suyo mientras degustaba su quinto helado del viaje. Un calor inexplicable abordó su rostro, y Katsuki no sabía si era de la rabia o vergüenza.
—Jódanse. Esto es inútil.
—¿Qué? ¿Te piensas rendir?
—¿Quién se piensa rendir?
Ahora Kirishima apareció con una nueva cámara en una mano y un helado de un sabor distinto al de Camie en el otro. La rubia señaló en silencio al rubio ceniza como respuesta sin dejar de saborear su postre, y el pelirrojo abrió los ojos sorprendido.
—¿En serio? ¿Y qué pasará con todo nuestro esfuerzo?
Katsuki les lanzó una mirada que reflejaba toda su ira y un aura sombría lo rodeo. Kirishima retrocedió intimidado, mientras que Camie permaneció inmutable.
—¡USTEDES BASTARDOS NO HAN HECHO NADA MÁS QUE ESTORBAR!
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—Un Takayama ramen, por favor.
—¡Oh, yo también quiero uno, por favor!
— Un Takayama ramen. —murmuro Katsuki sin apartar la vista de su celular.
—Blasty quiso decir por favor. Y muchas gracias.—comento Kirishima sin dejar de sonreír, aquel gesto lo devolvió la mesera con entusiasmo.
Un suave "a la orden" de parte de la amable mujer mayor fue dicho para así retirarse de su mesa.
Los tres habían hecho una parada a comer en un restaurante para turistas cerca de la estación de tren, allí iban a elegir con calma su siguiente parada. El sol descendía del horizonte dando a entender que pronto oscurecería y el crepúsculo pronto se haría ver también. Al rato recibieron sus pedidos, y la rubia no dejaba de expresar en sus gestos lo deliciosa que estaba su comida.
—Creo que ya es momento de volver —susurro Katsuki pensativo.—Pelos de mierda, ¿crees que estamos a tiempo?
—Es posible, aunque hay una probabilidad de que tengamos que buscar una posada donde quedarnos y regresar temprano... voy a revisar.
—Mmmp.
—¿Estás seguro de querer volver, Katsuki? Podríamos seguir buscando.
En silencio el rubio ceniza continuó comiendo, pensando en los pros y contras de seguir buscando ese día. Podría ser peligroso para los tres si continuaban durante la noche, y aunque ellos sean una molestia para él, tampoco quisiera que les pasara algo por su culpa.
—Es lo mejor.
—Además del dibujo que tienes ¿No recuerdas algo más?
Nuevamente Katsuki lo pensó, pero mientras más lo intentaba, su cabeza comenzaba a doler y tener una migraña no sería beneficioso para él si quería mantenerse tranquilo ante el desenlace del día.
Soltó un suspiro cansado, para así sacar de su mochila el dichoso dibujo que ha estado mostrando durante todo el viaje sin encontrar nada nuevo. Lo recorrió con la mirada, analizando cada detalle en busca de alguna iluminación divina para su memoria, pero nada llegó.
Era inútil.
—Joder, siento como si me estuviera perdiendo de algo.—hablo Katsuki sin apartar la mirada del dibujo, quizás si lo seguía viendo encontraría algo. La esperanza es lo último que se pierde.
Las miradas de Kirishima y Camie en él se desviaron de inmediato ante su silencio, cada uno regreso a hacer sus cosas. Kirishima en su celular en busca de la posada más cercana a su ubicación para descansar por hoy, Camie degustando lo último que quedaba del ramen en su plato y Katsuki enfrascado en su dibujo sin parpadear.
Sí, la esperanza es lo último que se pierde ¿no?
La mujer mayor de antes había regresado a su mesa con una jarra de agua en mano, con una sonrisa y amabilidad colocó la misma junto a Katsuki. Justo cuando iba a regresar de dónde vino, su mirada café cayó en el dibujo que tenía el rubio ceniza en su mano, y ella al reconocer el paisaje abrió los ojos fascinada.
—¡Vaya! Qué lindo dibujo de Itomori tienes allí. —mencionó mientras se acercaba un poco para mirarlo más de cerca, la emoción surgió aún más al visualizar los detalles.— Es el mejor que he visto hasta el momento.
Katsuki al procesar las palabras no pudo evitar abrir los ojos sorprendido. Los tres chicos compartieron una mirada compartiendo la misma sorpresa sin poder procesar del todo sus palabras. El rubio ceniza al ver el gesto de la mujer inmediatamente le extendió la hoja aún sin salir completamente de su estado. Lo agarró desprevenido.
—Sí, es Itomori. Me trae tantos recuerdos —comento el hombre que se había acercado a ellos, quien aparentemente es el esposo de la mujer frente a ellos. Ambos apreciaron el dibujo con una gran sonrisa.
—Mi esposo nació en Itomori.
—¿Itomori...? —preguntó en voz baja el rubio ceniza.
Cuando finalmente cayó en cuenta que había encontrado una pista en su búsqueda se levantó de forma brusca, ocasionando un ruido un poco fuerte ante el movimiento de su silla de manera. La mirada de Katsuki cobró vida ante su emoción.
—¡Así es! ¡Ese es el maldito pueblo que estoy buscando! ¿¡Esta cerca de aquí!?
La pareja de casados observaron a Katsuki atónitos. Ambos se voltearon a ver sin apartar su incredulidad ante las palabras del chico.
—Tú... —musito la mujer al no saber exactamente qué responder, y volteo a ver nuevamente a su esposo en busca de ayuda.
—Itomori...
Finalmente el dúo que acompañaba al rubio ceniza procesaron sus palabras, y ambos se voltearon a ver al recordar dónde habían escuchado el nombre de aquel pueblo antes.
—¡No puede ser!
—¿¡Ahí no fue dónde cayó el cometa!?
El silencio surgió en el ambiente, y las miradas preocupadas y sorprendidas estaban dirigidas a Katsuki como el centro de atención en ese momento. Katsuki permaneció allí, bajo la mirada de los presentes mientras una de las últimas notas de Izuku aparecía en su cabeza aún confundida.
Para cuando la cita termine, ¡el cometa será visible en el cielo! ¡Espero puedas verlo!
¿Qué mierda, nerd?
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Wn, ha pasado un año desde que actualicé esto nmms JAJAJJAJAAJJAJAJ
En fin, necesito introducirme de nuevo con el bkdk así que esto será de ayuda, espero les haya gustado el capítulo :D
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