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━ Dos

El peliverde en clase revisaba sus apuntes del día anterior, el cual no recordaba absolutamente nada.

Estaba revisando con calma hasta llegar a la última hoja del cuaderno, extrañado lo leyó varias veces en su mente sin comprender. Esta frase abarcaba toda la hoja y estaba encerrada con continuos círculos al igual que varios por todo el papel eliminando cualquier espacio vacío.

¿Quién eres?

Se acerco a la hoja verificando que fuese real o al menos lo único en ello.

- Okasu.- Escribió la profesora a cargo del salón en la pizarra.- Viene de la palabra Okaso.- Luego de escucharse que se detuvo a seguir escribiendo volteo a observar a la clase.- Supongo que todos deben de conocer esa palabra. Anochecer cuando no es de día ni de noche, la frontera que existe entre mundos desaparece y podemos encontrarnos con algo no humano o algo mágico.- Nuevamente empezó a escribir en la pizarra continuando con el relato.- También es conocido y nombrado como Crepúsculo o Hora dorada aunque el término Hora mágica solo es usado por fotógrafos. 

El chico dejo de prestar atención intentando descifrar las palabras escritas en su cuaderno, después de todo aún seguía confundido y con todo el esfuerzo del mundo intentaba recordar lo sucedido del día anterior.  

Nada, que ridículo.

¿Por qué me dijeron loco? Quizás me vea llamativo pero loco no.

¿Soy extraño? También conozco mis limites.

Nuevamente regreso su ámbito de murmurar en clase.

- Midoriya.- El pecoso regreso a la realidad ante el llamado de la maestra, incorporándose de inmediato.

- ¿S-Si? - Menciono de forma tímida mientras tomaba el libro con nervios muy claros como el agua en sus manos, sin notar que sostenía el libro al revés.

- Pero mira eso.- La maestra empezó a reírse disimuladamente, desconcertando al chico.- Parece que hoy si recuerdas tu nombre.

Toda la clase empezó a reírse ante el comentario, el peliverde observaba a todos lados sin entender cual era el chiste.

- Porque no me lo cuentan para reírme también.- Murmuro fastidiado.

- Lee la página en la que estamos.

Asintió desganado, al percatarse que estaba de boca abajo las letras lo arregla rápidamente sacando risas discretas de nuevo de sus compañeros, comenzó su lectura sin más.

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La hora del almuerzo dio inicio en el instituto con la campana, el peliverde inmediatamente salio del salón junto a sus amigos llegando de manera rápida donde siempre estaban en los recesos, al pie de un árbol donde podían observar el paisaje del pueblo.

- ¡Por All Might! ¡No recuerdo nada! ¡Les juro por todas mis mangas y posters de edición limitada de mi héroe favorito!.- Exclamo el pecoso por milésima vez para luego dar un mordisco a su hamburguesa con enojo, pareciendo una ardilla con nueces en la boca.

- Ni siquiera sabías donde estaba tu casillero y asiento.- Empezó a contar la castaña con suma burla mientras reía.

- También traías la camisa desabotonada y tenías el ceño muy fruncido.- Retomo el peliazul con intenciones de regañarle.- ¡No podía cuestionarte sin que me atacarás con alguna vulgaridad! ¡Midoriya aléjate de Ochako! ¡Puede ser contagioso!

- ¡Deja de despreciarme! ¡Sé que me amas!.- Le saco la lengua infantil.

- Eso es imposible.

- Era notorio que parecías alguien con amnesia, eras otra persona.- Continuo la castaña ignorando al de lentes.

- Ahora que lo mencionan..- El pecoso arrugó el papel donde antes estaba una hamburguesa pensativo.- Tuve sueños muy extraños de alguien más, estoy seguro que no era yo pero tampoco sé quien sea.

Un silencio reino por unos minutos entre los tres, para luego escucharse una exclamación ahogada de la castaña al llegar a una conclusión interna.

- ¡Reencarnación!

- ....

- ¿Qué?

- Tal vez estés recordando algunos fragmentos de tu vida pasada ¡Una totalmente anterior a la tuya! Por eso sientes que no eres tú, sino alguien más siendo tú pero en otra vida.- Finalizó triunfante la castaña, recibiendo un suspiro del peliazul ante lo dicho por ella.

- Prefiero la idea conspirativa de los aliens Ochako.

- ¿¡Ustedes fueron los que escribieron en mi cuaderno?!

- ¿Ahora de qué hablas?

Cuando el pecoso recibió la mirada confusa de ambos chicos, entendió que no sabían de que hablaba y no mentían.

- Olvidenlo.

- Hablando enserio Midoriya, ayer actuabas extraño y te suplico que no vuelvas a tu faceta de rebeldía.

- Tal vez el estrés ya te este pagando factura. Digo, ya vas a hacer el ritual de tu abuela ¿no?

- Ni lo menciones.- El pecoso cansado echo su cabeza hacia atrás observando con tranquilidad el cielo azul.- Me aburro cada vez más de este lugar, es demasiado unido y pequeño ¡Quiero graduarme para ir a Tokio! ¿¡Es mucho pedir?!

- Compartimos el pensamiento mi querido Izuku.- Apoyo la castaña con un suspiro dramático, para luego así los tres chicos retirarse a su salón al escuchar la campana dando como finalizado aquel descanso previo.

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Casi llegando el atardecer en aquel pueblo, el trío de amigos se encontraban de camino a algún lugar mientras que el pecoso y la chica del grupo se quejaban en voz alta del pueblo donde habitaban con empeño y el de lentes callado traía consigo la bicicleta sin montarla. Parando en seco, llamando la atención del peliverde y castaña.

- ¡Ustedes dos!

- ¿Qué?

- ¿Sucede algo Tenya?

- ¿Saben qué? ¡Vamos a un café!

- ¿Y donde está ese famoso café?

Ya al cabo de unos minutos de seguir al peliazul llegaron al destino.

- Enserio Tenya, ¿No sabes como molestar de otra forma?

- ¿Qué esperaban? Estamos en medio de la nada, no exijan lujos que no los hay.

Ante el suspiro de la castaña se sentó junto al chico de lentes mientras le pasaba una lata cafeinada. Simplemente el peliverde ante la atmósfera decidió retirarse con el pensamiento de querer dejarlos solos.

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Al llegar el pecoso a su hogar, su abuela se le acerco pidiéndole su ayuda diaria en los tejidos de algunos listones que eran muy tradicionales en su linaje familiar.

- ¡Yo también quiero hacer lo mismo que ustedes!

- Es demasiado para ti todavía, Kyomi.- La voz de la mujer mayor se hizo escuchar en aquella habitación con varios hilos a su alrededor, el pecoso volteo a ver a su hermana y viceversa a su abuela curioso.- Escucha al hilo, cuando sigues enredando así.- Nuevamente retomo su tarea enredando y desatando los hilos con la mirada de la pequeña en ella.- Las emociones eventualmente comenzarán a fluir entre el hilo y tú.

Suspiro desganada la pequeña en reproche.- Los hilos no hablan.

- Ella quiere decir que te concentres Kyochan.

- 1000 años de la historia Itomori están grabados en nuestros cordeles entrelazados. Escuchen, hace 200 años.. 

- Aquí vamos de nuevo.- Menciono el peliverde con una sonrisa irónica.

- El baño de Mayugords, el fabricante de sandalias, se incendió y quemó toda esta zona. El santuario y los documentos antiguos se destruyeron y eso también se conoce como..- Se volteo a observarlos a ambos niños y se acomodo sus lentes.

- El Gran Incendio de Mayugoro.- Completo el chico conocedor de la historia que su abuela repite con esmero.

- ¿El incendio tiene su nombre? Pobre Mayugoro.

- Descansa en paz.

Ante el silencio que se tomaron para retomar cada quien su labor en la habitación, con un suspiro lento la mujer de avanzada edad continuo el relato.

- Así que el significado de nuestros festivales se volvió desconocido y solo la forma vivió, pero, incluso si las palabras se pierden, la tradición debe transmitirse. Esa es la tarea importante que tenemos en el Santuario Midoriya.- Se detuvo de golpe para darse a si misma un masaje en el hombro con pesar.- Pero ese idiota de yerno que me gasto...

El pecoso solo pudo observar los hilos con tristeza reflejada en sus orbes esmeraldas.

- Como si dejar el liderazgo del santuario y esta casa no fuera suficiente, ¿Ahora es político? Ya no tiene remedio.

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Con el sonido de varios cascabeles siendo agitados con destreza y delicadeza, dando ligeros pasos y vueltas en aquella plataforma de manera siendo observados por un público que se iba sumando cada vez que avanzaba en el ritual, el peliverde bailaba al compás de su hermana menor.

- ¿Esa es Kyomi-chan? Ha crecido mucho.

- Ambos se parecen mucho a su madre, la amabilidad y belleza de Inko.

Al finalizar aquellos pasos armónicos juntando ambos cascabeles con una lentitud que dejo hechizado a los presentes, y con el sonido de los faroles con fuego abundante se hincaron ante el plato el cual tenía una cantidad de arroz. El joven tomo un poco y empezaron a masticarlo para luego ser introducido en una pequeña vasija.

- Es el sake más antiguo en el mundo.- Menciono Iida acomodándose los lentes antes de continuar con el tema.- Al masticar el arroz, escupirlo, y dejarlo fermentar, se convierte en alcohol.

- Kuchikamizake ¿Los dioses aprecian el sake hecho de ese modo?.- Una mueca rara formo la expresión adorable de la castaña ante la idea.

- ¡Claro que sí! Forma parte de nuestra cultura y tradición.- Exclamo el peliazul moviendo sus manos exageradamente como robot.

- Oigan, miren. Es Midoriya.

Un grupo de adolescentes se acercaron, formando parte de los presentes que observaban la escena con respeto.

- Que asco, yo no podría hacer eso.

- ¿No le da vergüenza?

- No puedo creerlo.

El pecoso pudo escuchar aquellos murmullos dirigidos hacia su persona, unos nervios le invadieron levemente para luego cerrar con fuerza sus ojos continuando con su deber como integrante del santuario familiar, es lo único que le queda que puede recordar a su madre y nadie evitará que lo haga, para poder sentirse aún más cerca de ella en esencia.

Finalizando el ritual, la gente se disipo y el chico pudo tranquilizarse un poco al poder quitarse aquel kimono verde pegado a su cuerpo, así después salir con su hermana siguiéndole el paso con relajo reflejado en todo esplendor.

- Anímate, Onii-chan. ¿Qué importa si unos compañeros te vieron? ¿Lo que hagas y haces les afecta en algo? Que ridículo.

- Quisiera tener tu falta de preocupación pre-adolescente, no soy como tú.

- Obvio que no, eres especial a tu modo.- Murmuró la peliverde desviando la mirada intentando evitar la mirada de su hermano.

- ¡Kyochan!.- Exclamo enternecido para luego abrazarle de espaldas ante la emoción.

- ¡Suéltame! ¡Por esto prefiero insultarte en vez de decir cosas cursis!

- Esas cosas cursis me ayuda a saber que me quieres.

Chasqueo la lengua ante las palabras del pecoso, logrando un leve sonrojo en la pequeña que intento disimularlo sin éxito, Izuku le sonríe en agradecimiento.

- Quisiera irme a Tokio apenas me gradue.

- ¿Y conocer a alguna chica~?

El peliverde ante el pensamiento se sonrojo, luego escucho como la risa burlona de la peliverde se hacia cada vez más fuerte.

- ¡Eso no es de tu incumbencia!.- Le grito avergonzado para así avanzar varios pasos dejandole atrás de él en las escaleras que bajaban ambos juntos.

- ¿Cual es el problema?

Avanzo más rápido hasta llegar al final de la escalera que daba camino al santuario, se posiciono en frente de la entrada observando las estrellas que adornaban aquella oscura noche viéndose como una lluvia de estrellas fugaces que iluminaba con una belleza astronómica al pueblo que podía apreciar desde aquel sitio.

Con un nudo en la garganta al recordar nuevamente a su cariñosa madre, sus ojos esmeralda fueron inundados por agua cristalina que intentaba contener y tomó aire para luego gritar con todas sus fuerzas hacia el lugar que le vio crecer.

- ¡No me gusta este pueblo! ¡no me gusta esta vida! ¡hazme un chico extremadamente guapo en Tokio en mi próxima vida! ¡por favor Dioses del universo!

Ante los gritos de quién se supone es su hermano mayor, su ejemplo a seguir. Le observo con rareza para después soltar un suspiro largo y sonoro, se acerco al peliverde quién empezó a llorar mientras se limpiaba torpemente los mocos que comenzaron a desbordar de su nariz.

- Ya, ya.. no sigas llorando.- Cuando estuvo al lado del pecoso simplemente le dio palmaditas intentando parar los lloriqueos sin éxito.- Que tonto eres...

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