12. Nueva estrategia
Moví el alimento en mi tupper mientras rodaba los ojos por vigésima vez en el día. Yoohyeon me había vuelto a abrazar después de reconciliarnos, lo cual se había vuelto molesto por tener a Siyeon haciendo exactamente lo mismo del lado contrario, pero sin razón. Bora era la única sentada frente a nosotras y parecía estar pasándosela bomba; su sonrisa era del todo irritante, como si disfrutara verme molesta. Probablemente lo hacía.
—Apartense, ha llegado la novia de esa chica —canturreo la que, efectivamente, seguía siendo mi pareja. Me abrazó el cuello desde atrás y se asomó por la izquierda para darme un beso en la mejilla. Eso no tardó en apartar a las otras dos, cosa que me alivió de sobremanera.
—Gracias por librarme de esas garrapatas.
Ella rió mientras se apartaba, como si supiera el poco tiempo que disfrutaba del contacto físico. El ambiente se puso algo pesado por otro lado, lo que no le impidió a Gahyeon hablar, como si la punzante mirada de Bora no surtiera el efecto deseado.
—Mmm podrías compensarme acompañandome al pasillo un momento ¿no?
Yo acepté con media sonrisa, contagiada por su buen ánimo. Y olvidandome por completo de la amenaza que representaba esa chica, la acompañé al desolado pasillo, aunque tampoco nos quedamos ahí. Su inquietud nos llevó a caminar en dirección a las escaleras, como si la conversación se fuera a extender lo suficiente para ir y venir. Lo primero que hizo fue darme un chocolate con un paquete de pañuelos descartables; un lindo detalle teniendo en cuenta mi reacción alérgica al delicioso dulce. Después bajó la mirada, llevándola a un punto opuesto a mí.
—Yo... quería agradecerte por amarme. Y sé que no usé la estrategia más fácil, la de probar el método haciendo que te enamoraras de mí... Pero no quería un amor falso, Dongie; quería ganarme tu amor de forma justa. Y-y... estaba tan feliz el día que aceptaste ser mi novia —por lo poco que podía ver de su rostro, parecia que estaba llorando. Su voz, ahora fragil, argumentaba a favor de esa teoría—. Ayer creí que todas esa felicidad se escaparia de mis manos como el humo. Por suerte no fue así, y creí que debía agradecerte. Tienes un corazón muy muy amable.
Todo lo que había dicho me hizo preguntarme si en realidad ella solo necesitaba un poco de ayuda; hablar de algunas cositas, tal como había dicho Taeyeon. Es decir, ella no estaba bien de la cabeza y se notaba a leguas, pero tal vez no era tan grave como había estado suponiendo. Hasta donde sabía, hacía tres años que su padre de había ido de su hogar sin decir nada, abandonandola a ella y a su madre. No era psicóloga, aunque me animaba a decir que tenía algún trauma con el abando. Y, por lo que sabía, esas cosas eran tratables.
Me detuve a mitad de la escalera y tomé su muñeca, impidiendo que siguiera subiendo, luego la jale suavemente hasta tenerla entre mis brazos. Sus ojos rojizos decían que mi teoría había sido acertada, por lo que besé un frente y la miré a los ojos. Quería que viera mi sinceridad, que no tenía intenciones de dejarla si lo único que necesitaba era apoyo.
—No voy a dejarte, Gahyeonnie. Voy a estar contigo siempre ¿entendido? Puedes contar conmigo para lo que sea.
Hubo un brillo en el fondo de sus ojos, una luz de pura sorpresa que enseguida puso una sonrisa en sus besables labios. Lamentablemente el brillo desapareció, igual que su sonrisa, dando paso a una manta sombría que la hizo bajar la mirada. Aunque acabó negando.
—Eres la chica perfecta, Dongie. Gracias otra vez.
Después de eso besó mi mejilla y se fue escaleras abajo, yo me quedé parada a mitad del recorrido pensando seriamente en la compleja situación de mi novia. Sentía que todavía me faltaba una pieza para resolver el rompecabezas, pero que pronto la obtendría. Entonces sabría qué le pasaba y cómo ayudarla.
Un llamado me hizo subir la mirada hasta dar con la adulta de cabello rubio. Se veía seria.
—Hay algo que debo decirte, Dong ah.
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