|Para una mejor experiencia, les recomiendo que escuchen la canción que les dejo en multimedia mientras leen|

Años después.

Hay una casa amplia, espaciosa y acogedora; sus paredes son altas y recubiertas de piedras preciosas, que en combinación con la madera y naturaleza le dan un aspecto rústico.

Fue construida por las manos de un joven sonriente y soñador que tras respirar el aire de la libertad por primera vez, supo que aquel lugar desolado era el perfecto para convertirse en su nuevo hogar.

Verdes praderas cubiertas de hierba suave la rodean; una hilera completa de montañas ofrece un manto que le da la privacidad que buscó, al igual que contribuye a preservar esa paz en la que ha vivido por los últimos años.

El sonido de las aguas que ofrece el mar que está bajando la colina más pequeña, puede llegar hasta sus oídos y hacerle sonreír. El canto de las gaviotas, con el aroma salado de las aguas crean una combinación sublime de la cual nunca se cansará.

Fuertes ventiscas sacuden cada flor plantada en las amplias praderas. Desde su lugar puede ver a Rocío pastar con suma tranquilidad, ambos siendo arrullados bajo el tenue sol del atardecer, el cual le da una vista espectacular al lucir con suma belleza sus tonos naranjas, rojos y amarillos.

Un lugar tranquilo que no pertenece a ninguno de los dos reinos; donde la nieve nunca llega y la primavera es eterna.

Aquel paraíso prometido que las lunas brindaron para que disfrutasen de su plena libertad.

—¡Papá! —Yoongi deja de cortar las zanahorias que usaría para preparar la cena y mira a su hija con una pequeña sonrisa.

—¡Princesa! —abre sus brazos para su pequeña de seis años, la cual se acurruca mostrándose cómoda.

—¡Miré una familia de ardillas, papá! —cuenta con entusiasmo, sus ojos celestes brillando con felicidad, mientras su suave cabellera blanca ondeaba con el viento.

Yoongi recoge la canasta que había dejado en el suelo y comienza a caminar a través del verde camino hacia su pequeña cabaña. Su pequeña niña va delante de él, dando saltitos emocionados mientras le cuenta con energía su aventura del día.

—Te prometo que mañana te acompañaré a visitarlos —dice Yoongi, no pudiendo soportar ver el puchero de su hija.

Los ojitos celestes brillan con ilusión. —¡¿Lo dices en serio, papá?!

—Muy en serio —frunce el ceño al ver su cabaña—. Ahora es momento que me ayudes, princesa, ¿Lo harás?

—¡Sí! —asiente con efusividad, provocando una risa en el peligris.

El mayor le entregó la canasta que contenía las zanahorias y un par de patatas, la pequeña la tomó con sumo cuidado y luego le miró con curiosidad.

—Espérame en la cabaña, iré al mar —la pequeña asintió y Yoongi dejó un corto beso en la suave cabellera—. No tardaré.

Desde la mañana que había pescado, y con las pequeñas tareas que estuvo haciendo durante el día lo había olvidado por completo.

La pequeña niña corrió hacia la cabaña y Yoongi corrió colina abajo para pocos minutos después estar en la planada cubierta de arena blanca, donde las aguas cristalinas se veían a pocos metros de distancia.

Caminó por la orilla mientras buscaba con la mirada los siete pescados que había conseguido, rascándose la cabeza cuando no los encontró.

—¿Buscas esto, Yoonnie?

Sus movimientos quedaron congelados y su corazón sufrió un vuelco tras escuchar la suavidad de aquella voz. Tragó pesado mientras poco a poco iba volteando, ahogando un suspiro cuando sus ojos hicieron contacto directo con aquel par de zafiros.

Frente a él estaba Jimin, sonriéndole tan hermosamente como siempre lo ha hecho.

—Mi príncipe —susurró Yoongi, la mirada brillante puesta en el hermoso peliazul.

Jimin caminó los pocos pasos que lo separaban de su amado y lo abrazó con fuerza.

—Te extrañé mucho —confesó con suavidad—. A ti y a Yoona.

El peligris sonrió contento, mientras empezaba a caminar hacia su cabaña tomando la mano de su amado.

—Nosotros también te extrañamos —respondió Yoongi—. ¿Cómo estuvo el viaje?

Los ojos de Jimin irradiaban felicidad. —Oriente y Cristal lucen más preciosos que nunca —informó con orgullo—. Grandes reyes los gobiernan, los mismos que te mandan a decir lo indignados que están porque no has ido a verlos.

—Yoona tampoco ha ido —se excusó Yoongi, importándole poco el tener que utilizar a su pequeña.

—No te ocultes tras nuestra hija —reclamó Jimin con diversión.

El peligris hizo un puchero. —Iré a verlos en la próxima temporada —prometió, Jimin le dió una mirada incrédula—. ¡Promesa!

—Eso mismo les dije —mencionó el peliazul, riendo por la mueca de indignación que mostró el contrario.

—¡Ya lo tenías planeado! —acusó el peligris, no pudiendo evitar sonreír al escuchar las carcajadas de su amado.

Ambos habían subido la colina y estaban por llegar a la cabaña que compartían cuando una pequeña niña salió a su encuentro.

—¡Papi! —Yoona corrió y se abrazó al cuerpo de Jimin con fuerza.

—Mi pequeña —el peliazul le besó ambas mejillas con amor.

—¡Muéstrame, papi! —pidió, moviendo sus pies en el aire por la emoción—. Dijiste que si me portaba bien, me mostrarías.

La niña rió encantada cuando Jimin formó en sus manos un hermoso brillo azul que la envolvió por completo, hasta dejar cientos de cristales pequeños y brillantes adornando su blanco cabello.

Yoongi no pudo evitar llorar de emoción al ver su felicidad completa. Su vida era perfecta y Jimin sentía lo mismo, pues ambos consiguieron lo que siempre desearon.

Libertad, conociendo el verdadero significado de vivir, amándose y siendo felices por toda la eternidad.

Jimin no murió y todos esos años los han vivido juntos. ✨

Si me mataron en sus mentes, les pido amablemente que me revivan por favor. 🥲

Ahora sí, este es el final finalito. 💙

YOONGLH💎