💎Crystal 29💎
Abandonaron el reino de Oriente con la promesa de volver. El príncipe SeokJin se despidió de cada uno de ellos con una brillante sonrisa en su rostro, prometiendo visitar el reino de Cristal cuando la temporada de invierno finalizara.
Cada quién montó en su caballo y dieron inicio a un viaje apresurado, la magia del collar que Yoongi llevaba en su cuello era limitada, advirtiendo que no tenían mucho tiempo para atravesar la frontera que dividía a ambos reinos.
—Debemos estar en la frontera antes que la Aurora toque la tierra —anunció el general a sus hombres—. ¡Rodeen a los príncipes y apresurémonos!
Los caballos relincharon y apresuraron el paso; las capas que cubrían a ambos los mantenían parcialmente ocultos para hacer su traslado con el mayor sigilo posible; no querían despertar la preocupación dentro de los habitantes, es por eso que todos habían estado de acuerdo en partir por la madrugada.
Jimin y Yoongi habían quedado en el centro; con Jungkook y NamJoon a la cabeza, mientras que Taehyung iba del lado derecho rodeado por los demás guardias.
El peligris permanecía concentrado en el camino, sus manos sujetaban las riendas con fuerza mientras rogaba llegar a tiempo a la frontera de su reino.
Sabía bien las consecuencias que provocaría el seguir en Oriente cuando su despertar recién se había llevado a cabo. Grandes eran las probabilidades de perder el control de su poder y caer nuevamente en un desequilibrio mágico que provocaría consecuencias inimaginables.
En algún punto del camino su mirada se cruzó con la de Jimin, el peliazul asintió en muestra de apoyo y Yoongi le sonrió de manera tenue.
Siguieron avanzando hasta que cruzaron las grandes praderas que anunciaban el inicio de la frontera; los caballos aumentaron la velocidad, cuando los pequeños tonos rosáceos de la aurora inició a pintar el oscuro cielo.
—¡No podemos detenernos! —exclamó el general—. ¡Príncipe Jimin, abra la frontera!
El peliazul avanzó en su caballo y se posicionó delante de todos; en su frente se formó un precioso cristal de color azul intenso el cual irradió una potente luz que golpeó la barrera de musgo y árboles de manera directa, causando que la frontera cediera ante ellos en el mismo segundo.
Aumentaron la velocidad cuando se percataron del nacimiento de un nuevo día. Rocío corrió como nunca antes lo había hecho, logrando atravesar la frontera en el tiempo correcto, provocando que Yoongi soltara el suspiro tembloroso que tenía atorado en lo profundo de su garganta.
El viento helado del reino de Cristal envolvió sus pulmones, creando sensaciones conocidas y olvidadas. La tenue luz del sol naciente se reflejó en la nieve blanca, ocasionando un brillo del mismo color que cubrió las pestañas del hijo de la luna de plata, al igual que finos hilos que bordaron la hermosa corona que se formó en su cabeza.
La tierra estaba dándole la bienvenida, un reconocimiento perpetuo que nunca moriría sin importar cuantos años pasasen.
Sintió una presencia a su izquierda y sonrió porque sabía que era Jimin, quién estaba preocupado por su posible reacción.
—¿Estás bien? —la voz delicada del peliazul acarició sus oídos.
Yoongi sonrió. —Estoy bien, mi príncipe.
NamJoon bajó de su caballo y a pasos lentos se acercó hasta ellos. Los guardias siguieron los pasos de su general, al igual que Jungkook y Taehyung.
—Este lugar es seguro —indicó el moreno—. Podremos descansar para luego continuar con el viaje.
Yoongi asintió y bajó de Rocío, se colocó frente a Jimin con una sonrisa tímida mientras extendía ambos brazos para recibirlo al bajar. El peliazul suspiró tembloroso, sintiendo el calor de los brazos contrarios rodear su cintura, en un agarre suave y seguro para mantenerlo sujeto en su descenso hasta la tierra cubierta de nieve.
—Gracias —murmuró Jimin, los brazos de Yoongi todavía rodeaban su cintura.
El peligris amplió su sonrisa, soltando de a poco el agarre en la cintura delicada y pequeña.
—Hay una laguna que por estos tiempos permanece congelada —comentó Yoongi, ambos habían comenzado a caminar sin rumbo fijo—. Deberíamos ir ahí y descansar.
Jimin asintió. —Suena bien, ¿Invitamos a Kookie y Tae?
—No será necesario —la voz de Jungkook los asustó, ambos príncipes voltearon a la izquierda, encontrando al pelinegro y a un sonriente castaño siguiéndoles el paso—. Nosotros nos invitamos solos.
Los cuatro rieron con diversión, mientras sus pasos los adentraban en el hermoso bosque nevado, en busca de la laguna que Yoongi había mencionado.
—¡Retráctate! —chilló Taehyung, ocasionando más risas en los mayores.
Jungkook sonrió burlonamente. —Oblígame.
—Kookie, no seas así —riñó el peliazul, aunque se estaba mostrando divertido con la situación.
Todo había comenzado cuando Taehyung empezó a hacer alarde de la exquisitez que era su pastel de calabaza con relleno de caramelo; Yoongi se había mostrado de acuerdo y Jimin mencionó que le gustaría probarlo en alguna ocasión, creando una sonrisa orgullosa en el castaño.
Sin embargo, Jungkook tuvo que ser Jungkook.
"Eso es falso, porque los mejores son los que mi nana hace"
Ante la afirmación rotunda del hijo del general fue que una discusión sin sentido y sin final dió comienzo, desencadenando gritos alarmados y bañados de indignación por parte de los menores.
Yoongi permanecía recostado y con los ojos cerrados; Jimin sabía que estaba despierto porque de vez en cuando se dibujaba una sonrisa en los finos labios, quizá de gracia por las ocurrencias que Taehyung soltaba con el fin de defender su punto.
—Se supone que íbamos a descansar —susurró el peligris, sabiendo que Jimin estaba a su lado.
El peliazul rió entretenido. —Tendremos que conformarnos.
Un fuerte estruendo sobresaltó a ambos. Yoongi abrió el ojo derecho solo para ver el cuerpo tirado de Taehyung mientras que Jungkook estaba encima jaloneándole el cabello y mordiéndole de vez en cuando.
—Son unos niños —comentó Jimin, abrazando ambas piernas con sus brazos.
—Nosotros solíamos jugar de igual manera —recordó Yoongi con una mueca divertida.
Jimin hizo un sonido afirmativo. —Cierto, hasta que te volviste un aburrido.
Los ojos de Yoongi se abrieron de golpe. Se enderezó rápidamente y le lanzó una mirada retadora a Jimin, quién borró todo rastro de burla al ver la sonrisa malévola que surcó por el rostro del peligris.
—Con que aburrido, ¿Eh?
Jimin agradeció a sus reflejos porque gracias a ellos pudo escapar de las intenciones del peligris. Se deslizó rápidamente por la abundante y fría nieve, corriendo por los alrededores, mientras reía con travesura al sentir la presencia de Yoongi siguiéndole el paso.
—¡Aburrido! —gritó, riendo a carcajadas.
Jungkook y Taehyung habían dejado de lado su discusión para prestar atención a la acogedora escena. El corazón del pelinegro sufrió un cálido estremecimiento al recordar ese tipo de escenas dadas mucho tiempo atrás.
Realmente agradecía el poder verlas nuevamente.
—Parecen niños —comentó Taehyung a su lado, mostrando una resplandeciente sonrisa cuadrada.
Jungkook sonrió de vuelta. —Lo son —aceptó, mirando divertido al par de príncipes que se correteaban sin descanso—. Un par de niños felices.
Y sin quererlo o pensando, compartiendo el mismo espacio y el mismo tiempo; cuatro mentes diferentes compartieron el mismo pensamiento.
Uno que se convirtió en un deseo que quedó tejido en el profundo firmamento.
<<Libertad>>
—Creí que estabas jugando con los príncipes y tu novio.
Jungkook ignoró el potente sonrojo que cubrió su rostro y carraspeó para ganar la completa atención de su padre. Desde que salieron del reino de Oriente había notado el cambio en el mayor y él de verdad que deseaba ayudar, si es que podía hacerlo.
—Necesitaba hacerte una pregunta y no podía esperar por más —comentó tranquilo, decidiendo sentarse al lado del general.
NamJoon sonrió porque su hijo no desmintió su afirmativa de tener novio.
—¿Qué quieres preguntar? —se hacía una idea, pero quería escucharlo.
El ceño del menor se frunció. —¿Por qué huiste?
Sorpresa auténtica fue lo que el rostro del general mostró; ciertamente esperaba una pregunta relacionada al tema, pero nunca imaginó que Jungkook atacaría por ese lado.
—No sé de qué hablas —respondió a la defensiva.
El pelinegro rió entre dientes. —Por supuesto que lo sabes; así que responde, padre.
—Mis deberes pesan más, es todo lo que diré.
—Pero el príncipe Seok...
—Él tomó su decisión, una que respeté —cortó tajante—. Te pido que no insistas, nada cambiará.
El menor no mostró entusiasmo con las palabras de su padre; la inconformidad estaba pintada en cada centímetro de su rostro, al igual que la impotencia, porque sabe que NamJoon la está pasando mal, y que SeokJin también.
Pero, ¿Qué puede hacer cuando ambos insisten tanto en castigarse?
No le queda nada más que estar ahí, brindando un apoyo silencioso y necesario.
—Respetaré tu decisión aunque no la comparta —suspiró, NamJoon le miró—. Solo quiero que siempre tengas presente que cuentas con mi apoyo.
El moreno le mostró una sonrisa, que aunque fue pequeña se mostró auténtica. Pasó uno de sus brazos por los hombros del menor y dejó escapar un pequeño suspiro.
—Gracias por ser mi hijo, Kook.
El mencionado mostró una adorable sonrisa, aquella que era capaz de calmar la tormenta eterna que vivía en el interior del general.
—Gracias a ti, por ser mi padre.
Compartieron una última sonrisa y reunieron al grupo para retomar el camino a casa.
Al lugar donde pertenecían, donde fueron creados y donde serían nuevamente felices.
Con la esperanza de olvidar recuerdos dolorosos y promesas inconclusas. Un espacio donde se sentían bien y plenos.
El reino de Cristal.
Muchas gracias por leer~ ✨💙
YOONGLH💎
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