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💎Crystal 20💎

Decidió que lo mejor sería abandonar el salón de bailes para dar una caminata nocturna; los pasillos del palacio estaban solitarios, los pocos guardias que estaban presentes eran lo suficientemente silenciosos, así que sus pensamientos no se veían interrumpidos.

Bajó las escaleras principales con sumo cuidado; sus manos iban entrelazadas tras su espalda, negándose completamente a limpiar las lágrimas que escurrían por sus mejillas de manera constante.

Verle de nuevo fue un golpe fuerte, mucho más de lo que imaginó. SeokJin ingenuamente pensaba que tras décadas enteras de separación ya no habría sufrimiento que añorar; sin embargo, ahora que le ha visto, es donde puede percatarse de lo tan equivocado que estaba.

Los ojos de Kim NamJoon no mienten cuando dice que le ama; el sentimiento que sintieron aún late con fuerza, SeokJin lo sabe y eso lo vuelve más difícil.

Años atrás tuvo que decirle adiós a un amor que apenas se iba fortaleciendo. Como hijo del sol, SeokJin no podría dejar de lado sus deberes reales; NamJoon deseaba una familia y un hogar seguro donde pudiera ver crecer a su hijo, y eso era algo que el príncipe de Oriente nunca podría darle.

Sintió que hacía lo correcto al alejarse, en el momento que supo del nacimiento de Kim Jungkook supo que hizo lo correcto; sin embargo, el dolor de la pérdida no se iba.

Muchas noches pasó sumergido en diversos papiros, buscaba con ansias en una salida para su destino; él al igual que Jimin había sido condenado a una eternidad dentro del palacio, en sus manos estaba la prosperidad de su reino y todos los días vivía con la pesada incertidumbre de un largo e infinito futuro lleno de soledad y recuerdos.

Por supuesto que, la vida de Jimin era mucho más difícil y solitaria; el corazón de cristal que alberga en su interior es una carga demasiado pesada y SeokJin realmente lamenta por todo lo que su amigo ha tenido que pasar para mantener un equilibrio entre ambos reinos.

Es por eso que ahora sonríe con un pequeño brillo de esperanza. Jimin ha encontrado a aquel que estaba escrito en las estrellas y destinado a complementarlo, aquella alma formada por la luna para que su hijo nunca más estuviera solo.

SeokJin sabía que a partir de ahora Jimin estaría bien; con una importante decisión por tomar, pero ya no habría lágrimas ni sufrimiento.

Ahora el problema era él. Sus noches se volvieron eternas porque su mente no dejaba de pensar en miles de opciones y posibilidades para reprimir sus sentimientos; desde un principio supo que no sería sencillo, más siempre guardó las esperanzas.

Dejó escapar un pequeño suspiro porque lo creía necesario, atravesó las puertas de cristal e ingresó en su jardín personal; un pequeño espacio que contenía un columpio hecho a mano donde solía sentarse por horas enteras para pensar en todo y nada a la vez.

Se sentó y con ayuda de sus pies inició a dar pequeños impulsos para que el suave movimiento le relajara; su mirada de arcoíris se posó en el cielo estrellado, las flores a su alrededor brillaban en sus colores, reconociendo que su creador estaba con ellas.

El bajo sonido de pisadas le alertó, solo una persona además de él conocía el camino hacia ese lugar secreto, y ese fue un motivo más para asustarse.

NamJoon.

Cerró los ojos cuando sintió el tacto cálido de una mano siendo apoyada en su hombro derecho; SeokJin trató de mantener su respiración tranquila, mientras permanecía en silencio.

—Lo mejor será que te vayas —la voz del pelirosa se escuchó en demasía frágil.

El general sonrió con tristeza; una que no pudo ser vista por el príncipe, más sí sentida.

—Es lo mejor, pero no quiero alejarme —se posicionó a su lado y miró hacia el cielo—. La noche es demasiado hermosa como para pasarla solo.

Las lágrimas del príncipe eran silenciosas, y ninguna de ellas afectó en el tono de voz que usó para hablar.

—La soledad es necesaria para no cometer los mismos errores del pasado.

—No es un error amarnos —respondió NamJoon—. Mi príncipe, no me alejes una segunda vez.

—Tu vida está en el reino de Cristal —cerró los ojos por un momento, aquello era en demasía difícil—. No puedes dejarlo todo por mí, ahora tienes un hijo.

—Un hijo que pudo haber nacido aquí.

—No —cortó SeokJin—. Tú eres descendiente directo del reino de Cristal, mi magia nunca podría haber creado a tu descendencia —apretó los labios—. Solo Jimin podía hacerlo.

NamJoon no supo qué responder a eso porque sabía que era la verdad. Su esencia pertenecía al reino de Cristal, y solo la magia que lo formó podría crear a sus hijos; no había otro modo, así que, por mucho que amara al príncipe Kim sabía que éste nunca podría formar un hijo para él, porque su magia solo estaba destinada para los hijos del sol.

Y el general lo que siempre deseó fue tener un hijo; es por eso que tuvo que renunciar a Oriente para permanecer en el reino de Cristal.

—El príncipe Jimin ha encontrado a la persona que cuidará de su magia —comentó el general en voz baja.

SeokJin sonrió con felicidad. —Lo he conocido, y realmente no hay duda que es él.

—Ahora me siento más tranquilo —confesó el general—. Cuando la luna despierte y encuentre al segundo portador; el príncipe Jimin estará a salvo de cualquier daño que los habitantes puedan causar a su corazón.

Una sonrisa triste se formó en los labios de SeokJin; sabía bien lo que NamJoon estaba pensando y él no quería alentar en esos sueños.

—NamJoon, nada cambiará entre nosotros.

El mencionado frunció el ceño. —Cuando el príncipe Jimin esté con su alma gemela, será capaz de ascender y convertirse en rey; solo en ese entonces la magia de los cristales se fortalecerá por la fusión de ambos, y no habrá inconveniente para que yo me venga a Oriente a vivir con el hombre que amo.

Cada palabra fue dicha con una seguridad tan aplastante que SeokJin no tuvo tiempo para debatirlas; descubrió que se había quedado por demasiado tiempo en silencio, y cuando estaba por responder, nuevamente cayó en cuenta que el general se había retirado y que ahora estaba solo.

La sonrisa que nació de sus labios no pudo ser contenida, NamJoon tenía razón en algo, y eso era que cuando Jimin fuese rey, él podría mudarse a Oriente sin sufrir consecuencias.

Y entonces tuvo esperanza, y una leve ilusión se empezó a formar en su pecho... una que no compartiría con nadie.

Quizá solo quizá, con sus mejores sueños.

Ambos caminaban en silencio y tomados de la mano; el baile de bienvenida había terminado hace pocos minutos y Yoongi muy amablemente se había ofrecido en acompañar al príncipe hasta sus aposentos reales.

La noche que compartieron significó mucho para ambos. Para un humilde leñador aquella velada era la más pura señal del interés que el príncipe mostraba por estar a su lado; mientras que, para Jimin aquellos momentos significaron el inicio de una nueva vida, aquella prometida por su madre donde conocería el verdadero significado de amar y ser amado.

Ambos sonreían de manera hermosa porque tenían verdaderos motivos para hacerlo.

—Recuerda que mañana desayunaremos juntos y luego te mostraré el reino —le recordó Jimin, sin poder evitar el tono ilusionado que cubrió a su voz.

El peligris asintió con emoción. —Nunca podría olvidarlo, mi príncipe.

—No sabes la inmensa felicidad que mi corazón siente al tenerte a mi lado —susurró el pelizaul.

El corazón de Yoongi se removió acelerado; para él era simplemente mágico e indescriptible el poder sentir todos aquellos sentimientos. La fuerza con la que amaba a Jimin era estremecedora; lo sabía y temía por ello; sin embargo, no pensaba detenerse a cuestionar sus sentires, después de todo, el príncipe ha demostrado que él también le quiere a su lado.

Y eso es todo lo que necesitaba.

Subieron los grandes escalones de dos en dos, riendo como niños pequeños y disfrutando de aquellos pequeños momentos. Jimin se sentía a salvo cuando estaba con Yoongi, y el leñador se sentía reconfortado y aceptado. El sentimiento de pertenencia era un dulce recordatorio que les daba más motivos para sonreír porque solo al lado del otro era que podían decir con seguridad que estaban completos.

—Los sentimientos que de mí nacieron no tienen ni buscan tener una explicación —musitó Yoongi, su mano sostenía la más pequeña con fuerza mientras que en sus mejillas empezaba a formarse aquel sonrojo tierno que tanto adoraba Jimin—. Lo único que sé es que me he enamorado perdidamente de un precioso príncipe de mirada mágica, que con su cálida sonrisa vino a complementarme.

—Estuve esperando por lo que parece ser una eternidad para encontrarte —confesó el peliazul—. Ahora que lo he hecho no pienso soltarte por ningún momento, porque fuiste creado para mí, porque eres mi complemento y porque me he enamorado completamente de ti —le miró a los ojos con suma dulzura—. Tú, un humilde leñador de calidez infinita que con sus ojitos cargados de pureza lograron llegar al fondo de mi corazón.

La sonrisa de Yoongi fue resplandeciente tras escuchar aquella confesión de amor; su corazón latía desbocado y sus labios hormigueaban, deseando crear aquel contacto que ha venido anhelando desde que volvió a verle.

Ambos se detienen y se miran a los ojos; los orbes azules del príncipe brillan hermosamente bajo las luces que las antorchas ofrecen, los pozos grises se encargan de admirar cada hermosa facción que lo compone, mientras que sus respiraciones toman un ritmo más acelerado, a medida que sus rostros se van acercando.

El choque de sus labios crean una danza lenta y llena de encanto; los finos belfos del leñador se encargan de guiar el movimiento, sus manos se atreven a tocar las tibias y suaves mejillas que se han ruborizado, dando caricias amorosas que llegan más allá del corazón.

Jimin cierra los ojos y se deja llevar, su boca siente con nitidez todas las sensaciones nuevas y cosquilleantes que llegan y le sacuden con fuerza, todo provocado por aquel tímido joven que con un pequeño beso le demuestra la autenticidad de sus palabras cargadas del sentimiento amoroso que sus miradas gritaban bajo la luz de esa noche.

Amor, no hay nada más que eso.

—Jungkook, deberías estar durmiendo.

El mencionado ignoró las palabras de Hoseok y siguió contemplando las estrellas; el general suspiró y se sentó a su lado.

—Si estoy aquí, es porque quiero estar solo —dijo el pelinegro con tranquilidad.

—No me interesa —respondió el mayor—. Éste también es mi lugar de descanso así que tendrás que soportarme.

Jungkook rodó los ojos y permaneció en silencio por algunos minutos; Hoseok se sentó a su lado y se concentró en la luna, hasta que un pequeño susurro a su lado le hizo desviar el motivo de su concentración.

—¿Alguna vez... te has enamorado?

El mayor elevó una ceja. —La verdad no, ¿Por qué la pregunta?

—Hay sentimientos que son caóticos y que no te dejan en paz —arrugó la nariz con disgusto—. Creo que el del amor se lleva la corona absoluta.

—¿Estás enamorado? —indagó Hoseok con curiosidad.

El pelinegro ladeó la cabeza. —Eso creo... y me incómoda como me siento porque yo no soy frágil.

A Hoseok le sorprendió la manera tan natural en la que Jungkook aceptó sus sentimientos, estaba seguro que los negaría hasta el cansancio pero no fue así, y ahora no está muy seguro de qué decir.

—Supongo que lo que queda es aceptarlos —murmuró al fin—. Después de todo, si el sentimiento nace debes aprovecharlo y disfrutarlo; no sentirte incómodo por miedos tontos.

—¡No tengo miedo! —exclamó ceñudo.

Hoseok formó una mueca burlona. —Como digas.

—Ni siquiera sé por qué estoy hablando esto contigo —refunfuñó Jungkook.

El mayor carcajeó. —Porque soy el único aquí que puede escucharte.

El menor no respondió porque Hoseok tenía razón. Ambos nuevamente se concentraron en la luna, la noche era cálida y eso ayudaba a soportar estar al aire libre por tanto tiempo.

Finalmente, el mayor se puso de pie dispuesto a irse.

—Mañana nos enfrentaremos en batalla —anunció el mayor, sorprendiendo a Jungkook—. Han pasado años desde que no lo hacemos, y quiero ver como van tus habilidades.

El pelinegro sonrió y asintió con energía; Hoseok se marchó dejándole solo y con un pensamiento rondando en su mente sin cansancio.

Kim Taehyung.




























YOONGLH💙

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