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💎Crystal 19💎

Yoongi tenía un puchero pronunciado mientras se miraba al espejo; tres doncellas se encargaban de maquillarle y colocarle diferentes productos aromáticos para el cuidado de su piel, así como otras dos estaban bastantes concentradas en el cabello gris el cual habían tenido que recortar.

A su lado estaba Taehyung, el menor le veía con una pequeña sonrisa de superioridad pues él ya se encontraba completamente listo, mientras que Yoongi todavía le faltaba que terminaran con el peinado.

—Deja de sonreír —refunfuñó Yoongi, dando un suspiro de alivio cuando por fin habían dejado su rostro en paz.

—Luces increíble, Hyung —halagó el castaño—. Como todo un príncipe.

El leñador arrugó la nariz al escuchar aquello. —Estoy lejos de ser uno.

—Para mí lo eres —la sonrisa en Tae aumentó, sus ojos brillando en admiración por su querido amigo—. Un auténtico príncipe.

Yoongi desvió la mirada para no ver el sonrojo que se instauró en sus mejillas tras las palabras de su amigo; todavía podía sentir el suave balanceo del cepillo que se encargaba de arreglar su cabellera, no pudiendo evitar empezar a mover los pies, denotando impaciencia.

—Disculpe... —una de las doncellas le miró a través del espejo—. ¿Falta mucho?

—Espera un minuto más y te dejaremos libre —prometió con amabilidad y Yoongi asintió.

A como pudo movió el cuello; la tela de aquel lujoso traje le estaba irritando un poco, sin contar con el hecho de que era ridículamente extravagante. Aunque debe admitir que le gustó mucho; era de un bonito celeste con acabados de plata que nunca pensó tendría la oportunidad de usar, las botas altas de color blanco también se le hicieron bonitas, y los guantes que cubrían sus manos tenían una suavidad que casi le provocó suspirar.

Sus ojitos se ampliaron cuando una de las doncellas le colocó un adorno en la cabeza. Parecía una corona, pero mucho más recatada, tenía pequeñas flores de diamantes blancos incrustadas, dándole más suavidad a su piel y mayor profundidad a su mirada.

—Ya está listo —anunció Suran, una sonrisa tranquila adornando sus hermosas facciones.

Yoongi se puso de pie con movimientos torpes y temblorosos, caminó a través de la lujosa habitación notando con sorpresa la comodidad del traje que llevaba puesto. Giró en su eje un par de veces y soltó una pequeña risita al notar los pequeños brillos que sus ropajes daban bajo las tenues luces, descubriendo que realmente le gustaba como lo habían dejado.

Esperaba que a Jimin también le gustara.

—¿Te sientes cómodo? —indagó Suran, sintiéndose orgullosa por el trabajo de sus doncellas.

El peligris asintió animado. —Es bastante cómodo, gracias.

Taehyung corrió hasta su amigo y le jaloneó con fuerza; el baile ya había dado comienzo por la música que se colaba hasta la habitación en la que estaban y el menor ya quería estar ahí tomando la mano del cascarrabias de Jungkook.

—¡Vamos, vamos! —Yoongi cedió a las exigencias de su amigo y caminó a su lado.

Al salir una pequeña sorpresa aguardaba por ellos. Jimin estaba con el rostro bañado en timidez pero con una sonrisa radiante; el hermoso príncipe lucía un majestuoso traje de color azul con bordados de oro que le daban más porte y elegancia; a su lado estaba un enfurruñado Jungkook, usando un traje rojo oscuro con bordados negros, luciendo igual de elegante y precioso.

Ambos amigos quedaron estáticos por la etérea visión que tenían ante ellos. Las palabras habían muerto para Taehyung, y a Yoongi se le había olvidado como respirar.

—Es un gusto tenerlos aquí —Jimin fue el que habló, dando una pequeña sonrisa—. Gracias por haber venido.

El castaño y el peligris hicieron una pequeña reverencia en conjunto. Los dos igual de apenados y agradecidos.

—Gracias por habernos invitado, mi príncipe —respondió Yoongi, atreviéndose a ofrecer su brazo para que el peliazul lo tomara.

Los ojos de Jimin brillaron cuando su brazo se enroscó alrededor del que Yoongi le había ofrecido, ambos compartieron una mirada cargada de afecto e iniciaron a caminar en silencio por los lujosos pasillos hasta llegar al salón de bailes.

Taehyung y Jungkook se habían quedado atrás; el primero pensando seriamente en algo interesante para decir o hacer, mientras que el segundo permanecía con el ceño fruncido, a la espera que el castaño hiciera algo.

Finalmente, Taehyung habló, más no fue algo inteligente o halagador.

—¿Te ofrezco mi brazo o tú me lo ofreces a mí?

Jungkook gruñó frustrado y se dispuso a caminar dando grandes y furiosas zancadas, las cuales resonaban con fuerza dejando a un castaño bastante confundido.

—¿Dije algo malo? —ladeó la cabeza, y con un encogimiento de hombros, se dispuso a seguir al irritable pelinegro.

Yoongi se encontraba profundamente maravillado por todo lo que veía a su alrededor. El salón de bailes estaba adornado por preciosas flores doradas que brindaban una luz del mismo color; había grandes mesas que contenían diversidad de deliciosos bocadillos y bebidas, la melodía que ambientaba cada rincón era suave y tranquila; siendo la ideal para que todos los presentes conversaran sin problemas o decidieran bailar.

Se encontraba feliz porque en todo momento Jimin estuvo a su lado, el príncipe sostenía su mano con total naturalidad, no importaba cuántas personas les mirasen, tampoco su estatus o su más que notoria timidez y torpeza para hablar. Ahí todos le miraron con aceptación y una sonrisa, provocando que su corazón latiera acelerado con las nuevas sensaciones que se apoderaron de cada uno de sus rincones.

—¿Qué te ha parecido Oriente? —preguntó el peliazul con curiosidad.

Yoongi le sonrió radiante. —Es sin duda hermoso, por lo poco que he podido ver.

—¿Te gustaría que diéramos un paseo mañana? —el pedido de Jimin llenó de ilusión al peligris—. Hay un lugar en especial que deseo conozcas.

—Me encantaría —rió un poco al ver a su amigo tan feliz mientras molestaba al hijo del general.

SeokJin, quién todo ese tiempo estuvo viendo con curiosidad al joven que acompañaba a su amigo decidió acercarse; Jimin y Yoongi estaban sumidos en su propio mundo, tanto que el príncipe de Oriente tuvo que tocar el hombro del peliazul para que éste notara su presencia.

—Jimin, ¿Nos presentas? —inquirió el pelirosa con una sonrisa amable.

El mencionado asintió, disparando los nervios de Yoongi pues él sabía bien que aquel no era nadie más que el príncipe del reino de Oriente.

—Yoongi, él es SeokJin —el mencionado hizo una venia que fue correspondida por el leñador—. Jinnie, él es Yoongi; la persona de la que te hablé.

—Encantado de conocerte —mencionó Jin, prácticamente temblando de la emoción.

El peligris hizo una venia más. —Es todo un honor, su alteza.

—Sin formalismos —pidió el pelirosa—. Alguien tan especial para Jimin es como parte de mi familia —sonrió encantador—; así que solamente Jin.

Yoongi se ruborizó. —Está bien... —el pelirosa alzó una ceja, entonces rápidamente añadió—. Jin...

—¡Bien! —aplaudió contento—. Me retiro porque el baile va a iniciar.

Jimin asintió con una sonrisa y luego fijó la mirada en un más que pálido Yoongi.

—¿Nervioso? —cuestionó con lentitud.

El peligris asintió, mientras tragaba grueso. —Bastante, no puedo bailar.

—El baile tradicional de Oriente es una danza tranquila —comentó el peliazul, aventurándose a tomar de la mano a su acompañante para guiarlo al centro del salón—. Solo déjate llevar, Yoongi.

El joven peligris sintió como su corazón latía desbocado cuando el mismo príncipe fue el que guió sus manos alrededor de la cintura; el suave contacto y acercamiento provocó nervios en ambos, haciendo que no pudieran dejar de mirarse a los ojos.

Yoongi se perdió en aquellos mágicos zafiros que brillaban con hermosura; sus manos sostenían al príncipe con tanta delicadeza, digna de su esencia tan frágil como un Cristal y tan hermosa como la luna.

La melodía suave alentó a sus pies para que se movieran, un suave balanceo fue necesario para que ambos se consumieran en aquel momento mágico e íntimo, donde no importaba nada más que ellos mismos.

Sus miradas conectadas reflejaban lo que sus corazones gritaban, el nacimiento de un sentimiento puro y auténtico brillando con fuerza y anunciándose sin miedos; pues el hijo lunar ya nunca más estaría solo y aquel humilde leñador encontraría lo que por tantos años ha estado anhelando.

La única persona a la que podría amar con todas sus fuerzas, y la única que podría amarlo a él por lo que era.

Dos almas frágiles que desde un principio fueron formadas por cada una de las estrellas del antiguo firmamento para dar fe a la promesa hecha milenios atrás, siendo el amor la única magia capaz de la tierra cargada de sufrimiento y miseria sanar.

Taehyung miraba con un puchero a un muy serio pelinegro.

—¿Estás molesto conmigo, Kookie?

—Es Jungkook —corrigió el mencionado mientras se cruzaba de brazos.

—Kookie —repitió el castaño, haciéndole bufar.

Los dos estaban en uno de los pasillos que conectaban con el salón de bailes; Jungkook se había molestado porque Taehyung estuvo muy sonriente con la condesa Suran, y molestarse por ello provocó que también se enojara consigo mismo.

¿Por qué siquiera le importaba?

—Deja de molestar y mejor vete a bailar con Suran —gruñó el pelinegro—. Estabas muy cómodo con ella.

—Solamente estaba agradeciéndole por el traje —se defendió con gracia—. Y yo quiero bailar pero contigo.

—Pues que lástima, porque yo no quiero bailar contigo —le dijo Jungkook con terquedad.

Entonces el castaño soltó una risita bastante entretenida que solo logró aumentar más la molestia en el hijo del general.

—Estás celoso.

Jungkook rió para cubrir sus nervios. —Por favor, no te creas tanto.

—Estás celoso, Kookie —repitió Tae con una sonrisita en el rostro.

—¡Ya te dije que...

Las palabras quedaron atoradas en algún lugar de su garganta, sus movimientos estáticos y sus labios hormigueando con fuerza al haber sentido la suavidad y el calor que los belfos de Taehyung provocaron en aquel pequeño y fugaz beso entregado.

El castaño carraspeó, en un intento de mitigar la repentina vergüenza que le atacó cuando fue consciente de lo que había hecho.

—Luces más lindo cuando estás enojado —se las arregló para decir.

Jungkook hizo un puchero, el cual fue fugazmente besado por un sonriente castaño.

—¡Yah! No hagas eso —reclamó, aunque no estaba enfadado, sino más bien avergonzado.

Taehyung fingió no entender. —No sé de qué hablas; ahora, si me disculpas iré por algo de comer.

Y sin más se fue, dando pequeños saltos que demostraban su entusiasmo y dejando atrás a un pelinegro que soltó una risita pequeña mientras sus dedos acariciaban los labios que habían sido besados por primera vez.





























YOONGLH💎

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