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💎Crystal 13💎

El palacio de cristal permanecía en un tranquilo silencio. Siempre había sido así, pocas personas trabajaban para la corona y eran pocos los guardias que tenían el derecho de ingresar al interior del lugar; provocando que la mayoría del tiempo estuviese sereno y lleno de paz.

Para personas tan inquietas y vivaces como lo es Jungkook, el vivir en aquel lugar significaba tortura. El pelinegro admite pasar días enteros en huelga cuando le informan que el príncipe ha decidido dormir en largos períodos de tiempo; como también no le avergüenza aceptar el hecho de que le encanta poner el lugar patas arriba cuando le es notificada la noticia de un nuevo despertar para el hijo de la luna.

No pueden culparlo; desde su nacimiento ha estado íntimamente ligado al peliazul. Juntos han formado el dúo perfecto que irrita a NamJoon, como también han descubierto que la eternidad dentro de aquellas silenciosas paredes es más amena en la compañía del otro.

Se han complementado desde siempre; se conocen a la perfección y saben los sueños y anhelos que el otro posee. Es por eso, que el hijo del general no puede evitar sentirse confuso ante el reciente comportamiento del príncipe.

El invierno había caído en el reino; siendo aquella temporada la única considerada fuera de peligro para que su majestad saliese a explorar cada rincón del pueblo. Sin embargo, éste no es el primer invierno, ni la primera oportunidad que ha tenido Jimin para abandonar su palacio por un tiempo, y en todas las ocasiones que se han presentado nunca había tenido el deseo por salir de su palacio, decidiendo pasar ese tiempo con él o internándose en el mundo de los sueños; y es por eso mismo que Jungkook se pregunta el motivo qué hay detrás en este nuevo cambio.

Aunque ya tenga una leve sospecha de lo que pueda ser.

Un destello de magia azul cubre al palacio completo, siendo esa la señal de que el príncipe ha regresado. El pelinegro corre hacia la entrada, mientras en su mente va ensayando todo aquello que tiene por decir. Pero, cuando ve el semblante del mayor, toda práctica se desvanece de su mente.

Jimin luce tan radiante, tan hermoso que simplemente no puede hablar; las palabras han quedado atoradas en su garganta y la calidez se apodera de su corazón. La sonrisa que adorna cada facción delicada del peliazul es la magia verdadera que da vida al reino completo, y es en ese momento que Jungkook puede sentir con lucidez el primer latido del corazón enamorado del príncipe.

El pelinegro no puede evitar el no sonreír. Muchas son las veces en las que escuchó los sueños que Jimin tan ilusionadamente le compartía, y él siempre estuvo ahí para escucharlo; con la certeza de que algún día, toda aquella magia sería benevolente con su portador, brindándole una porción de encanto sublime representada en un alma que sería su complemento.

Son pocas las veces que ha podido hablar con él. Últimamente el príncipe prefiere salir y divertirse en el exterior, así que Jungkook ha hecho lo mismo; quizá sea esa la razón por la que ha visitado tanto la panadería del pueblo.

Sí tiene que ser esa la única razón.

—¡Kookie! —Jimin corre hacia él con una sonrisa radiante—. Los cristales que están al lado de la capilla han sido cubiertos por la nieve, deberías verlos ¡lucen preciosos!

Jungkook mostró sorpresa. —¿Has ido a la capilla? —Jimin asintió con emoción.

El pelinegro entrecerró los ojos, el peliazul no conocía la ubicación exacta de la capilla del pueblo ya que ésta cambiaba de lugar en compañía de las estaciones de cada año.

—¿Con quién fuiste hasta ahí, Park Jimin? —exigió saber, con sus manos a cada lado de sus caderas.

El príncipe sonrió inocente. —¿Por qué preguntas, Kookie?

—¡Tú no conoces el pueblo tan bien! —acusó, ocasionando una risita en el mayor—. Así que más te vale que me vayas diciendo con quien andas.

A Jimin le parecía gracioso el comportamiento de su amigo, y no duró mucho tiempo para hacérselo saber.

—Te pareces a NamJoon —dijo con diversión, y Jungkook hizo una mueca de horror.

—¡No vuelvas a decir semejante desfachatez! —exclamó indignado, ocasionando más risas en Jimin—. Si Yoongi supiera lo infantil que eres, dudo mucho que quisiera pasar tiempo contigo.

Y las risas murieron.

El peliazul observó a su amigo con el ceño fruncido, tratando por todos los medios posibles que el rubor que sentía nacer en su rostro no fuese tan notorio. Carraspeó con sutileza mientras trataba de enfocar la mirada en algún otro sitio que no fuese la mueca triunfante del menor; queriendo gruñir de protesta cuando esta vez fue Jungkook quien empezó a reír.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó tímido, decidiendo que lo mejor era jugar con sus deditos para mantenerse distraído en algo.

Jungkook se sonrojó, un sonrojo que no pudo ser visto por el mayor, ya que estaba demasiado entretenido con sus manos.

—Esto... —más el titubeo nervioso del menor provocó que la atención de Jimin recayera en él—. Fui a la panadería de Tata y eso... ambos son amigos y pues...

—¿Tata? —preguntó Jimin con confusión.

El sonrojo del menor aumentó. —¡Taehyung! —gritó exaltado—. Su nombre es Taehyung.

El mayor alzó una ceja. —Entonces, ¿Por qué le llamaste Tata?

—No me hagas responder —suplicó con vergüenza—. Mejor cuéntame como te ha ido en los paseos que das en el pueblo.

Jimin tenía todo el material para seguir molestando; muy pocas eran las veces en las que se podían ver a Jungkook nervioso y sonrojado y el príncipe realmente quería aprovechar aquella oportunidad por completo. Sin embargo, sabe que el pelinegro se siente incómodo, ya que todas aquellas emociones son igual de nuevas para él; así que lo mejor es esperar a que su amigo desee hablar con él sin ningún tipo de nerviosismo que entorpezca la conversación.

—Me siento emocionado —confesó haciendo sonreír con alivio al menor—. La felicidad que siento al salir al mundo exterior al principio me aterraba, no quería acostumbrarme porque ambos sabemos que no durará —Jungkook hizo una mueca de pesadumbre y Jimin suspiró—; pero Yoongi ha estado ahí, sonriendo y enseñándome cosas que antes no entendía —sonrió con amor—. Su calidez fue todo lo que necesité para saber que estaba bien, que el tiempo que vivimos es el correcto y que él, ese humilde leñador que desborda inocencia es todo lo que quiero.

Jungkook sonrió, sintiéndose realmente feliz por el nuevo sentimiento que estaba llenando el pecho de su príncipe.

—Es amor —dijo, Jimin le miró—. Estás enamorado, Hyung.

—Me llamaste Hyung —comentó el mayor con una tenue sonrisa—. Solo lo haces cuando la situación es seria.

—Y lo es —concedió el pelinegro—. Tus sentimientos son importantes.

El príncipe sonrió hermosamente. —Aún no entiendo todo lo que siento, pero supongo que con el tiempo lo iré asimilando —confesó—. De lo que estoy seguro, es de que nunca soltaré la mano de Yoongi.

—¿Y él? —preguntó el menor, sintiendo una repentina preocupación por el corazón de su amigo—. ¿Sostendrá tu mano?

Y Jimin sonrió una vez más. —Lo hizo desde el principio de nuestras vidas, y lo hará en la culminación de las mismas.

—¡Ya! —el sonrojo cubría por completo su rostro, y Yoongi no sabía cuándo sería el momento que su familia demostraría piedad por él.

La anciana que ocupaba la cabecera de la pequeña mesa bufó. Su nieto siempre era tímido con tinte dramático.

—Vamos Yoongi, no dijimos nada malo —dijo ella—. Tan solo queremos saber el motivo por el cual cantas y hablas solo.

—Oppa sale con alguien —aseguró Rose, ganándose un zape de su hermano—. ¡No me pegues!

—¡No mientas entonces! —gritó Yoongi.

—¡No miento! Tú estás saliendo con alguien.

—¡Silencio los dos! —reprendió la mayor—. Rose, no molestes a Yoongi —el peligris le sacó la lengua a su hermana—; si sigues así posiblemente lo matemos de un infarto de amor.

Las mujeres estallaron en carcajadas, mientras que Yoongi trataba de ocultarse lo más que podía entre el mantel de la mesa. Esa noche debía ser como todas las demás; una tranquila donde convivían en familia y compartían de una pequeña cena.

Pero no fue así.

Tan solo bastó que Rose le contara a su abuela que él se perdía en el bosque y regresaba casi al anochecer con una sonrisa para que la anciana empezara a atar pequeños cabos (cómo le llamó ella) dando inicio a la fatídica cena que tenía como principal objetivo avergonzarlo.

—Ya dinos quién es, Yoongi —instó la mayor con una mirada pícara.

El peligris trató de sonar lo más tranquilo posible. —No sé por qué están tan seguras de qué hay alguien.

—¡Lo hay! —su hermana tan entrometida como siempre—. ¡Apuesto mi pierna de pollo de la cena del sábado a que sí hay!

La anciana reprendió con la mirada a su nieta; observó a su pequeño copito de nieve, sintiendo ternura al verlo tan sonrojado. Alargó una de sus arrugadas manos y tomó la del peligris en un agarre firme pero cálido.

—Cielo, sabes que te amamos y que te conocemos muy bien —Yoongi asintió con timidez—. Eres un gran muchacho que la luna nos regaló; muy lindo y tímido —ambas mujeres sonrieron ante el sonrojo intensificado en el rostro del joven—; es por eso que sabemos cuando algo ha cambiado, empezando por tus ojos —ella asintió—. Tienen un brillo extremadamente hermoso que nunca antes habíamos visto —Rose secundó aquellas palabras—. También están tus canciones, ahora cantas con más regularidad y la felicidad es notable —la anciana entrecerró los ojos, y el leñador se sintió pequeñito ante el escrutinio—. Sin embargo, tus salidas al bosque en pleno invierno fueron nuestra mayor señal; sabemos que conociste a alguien y que eso ha aumentado tu dicha, pero no te presionaremos a que nos digas —una mirada comprensiva se instaló en los ojos de la mayor—; porque sé que lo harás cuando te sientas listo.

Yoongi hipó y odió hacerlo; él ya no era aquel niño que lloraba por el cariño que su abuelita le demostraba. Ahora era un hombre que llevaba la responsabilidad del pequeño hogar y, pese a saberlo ahí estaba; moqueando como un pequeño frente a las dos mujeres que más amaba.

Ambas le sonrieron con cariño y decidieron no seguir insistiendo en aquel tema que le resultaba vergonzoso a Yoongi; el resto de la cena transcurrió en un silencio tranquilo, donde solo el crepitar del fuego en la chimenea de piedra se escuchaba.

—Lo conocí en la panadería de Tae —la voz baja e insegura del peligris rompió el tranquilo silencio.

La anciana sonrió hacia su nieto. —Entonces es un él —dijo, Yoongi asintió—. Cuéntanos más, pequeño.

—En esa ocasión había tenido un problema con la duquesa Jung —sonrió ante las maldiciones que ambas mujeres expulsaron al escuchar aquel nombre—. Ella fue muy cruel y me recordó de la peor manera el estatus que poseo —hizo una mueca—. Cuando pensé que ya nada podría mejorar, él apareció —la sonrisa hermosa y soñadora nuevamente estaba presente en el rostro del leñador—. Lo hubieras visto abuelita, tan hermoso y mágico que me dejó sin palabras —suspiró enamorado—, él me consoló ese día y luego se fue y les juro que nunca creí el tener la dicha de volver a encontrármelo —su sonrisa de gomita derritió a las contrarias—. Pero lo hice, lo encontré y desde entonces lo he estado viendo; sintiéndome feliz por tenerlo para mí.

Un breve silencio se instauró; Yoongi esperaba expectante cualquier cosa que las contrarias tuvieran para decir, sintiéndose nervioso ante la posible reacción de su confesión.

—Awwwwww, oppa está enamorado —canturreó la rubia.

—Cállate mocosa —refunfuñó el peligris.

La mayor rió ante el comportamiento infantil de sus nietos. Observó a Yoongi con calidez y le hizo aquella pregunta que el muchacho tanto temía.

—¿Lo amas?

¿Lo amaba? Yoongi no lo sabía porque, ¿Cómo identificar un sentimiento que nunca antes había tenido? Lo único que podía asegurar con plenitud era que Jimin había sido hecho para hacer de su vida una porción de perfecta felicidad; el príncipe eran todos los sueños que había tenido desde niño, todos los deseos que su corazón lloraba por las noches; y el único que lo aceptaba sin rechazos. El mágico príncipe del reino de cristal era el destinado a convertirse en el amor de su vida, y cuando el leñador lo descubrió fue cuando su verdadera dicha dio comienzo.

—Estoy enamorado de él —respondió luego de un silencio.

Tras aquella confesión le siguieron los estruendosos chillidos de nieta y abuela. Yoongi tuvo que cubrirse las orejas para amortiguar el sonido, mientras sentía como nuevamente el sonrojo se apoderaba de sus mejillas.

—¡Soy feliz! —declaró su hermana, dando brinquitos en la silla de madera—. ¿Cuando lo conoceremos?

Yoongi escupió el agua que había estado tomando, miró horrorizado a su hermana. —¿C-conocer?

Su abuela fue quien respondió. —Por supuesto, no pensarás mantenerlo oculto de nosotras por siempre, ¿O si?

El peligris no supo que responder; definitivamente presentar a Jimin a su familia no era una buena idea.

—Él es muy tímido —dijo, en un pobre intento de convencerlas—. N-no sé si sea buena idea...

—No tiene que ser ahorita, Yoongi —le dijo la mayor—. Pero lo harás, una persona tan importante para ti, lo es para nosotras también —aseguró—; y es inaceptable el tan sólo contemplar no conocerlo.

Por supuesto que su abuela tenía razón. Yoongi era consciente de la importancia de lo que había confesado; y lo que más deseaba era que su pequeña familia conociera al hermoso joven que lo tenía enamorado. Sin embargo, no podía evitar el no sentir miedo, ya que no conocía con exactitud lo que pasaría si Jimin se exponía ante su abuela y hermana.

¿Confiar o no confiar?

—Está bien, hablaré con él y si acepta venir lo conocerán pronto.

Decidió confiar, porque después de todo su lugar seguro siempre sería su pequeño hogar.




















YOONGLH💎

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