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💎Crystal 01💎

1000 años después.

Había pasado toda la mañana y parte de la tarde recorriendo las espesas montañas que rodeaban al reino. Su meta para ese día eran tres carretadas de leña, pero a duras penas había conseguido dos. El joven peligris suspiró frustrado; si iba así, jamás podría sacar todos los encargos que le habían hecho con antelación en el pueblo. Y si no cumplía con cada entrega tampoco recibiría la paga completa, dejándolo corto para los gastos que tenía que cumplir con su familia día a día.

Se acomodó el sombrero y sonrió para sí mismo. En estos momentos lo que menos necesitaba era llenarse de energía negativa que le creara solo los peores escenarios a su joven y soñadora mente. Lo que deseaba era el optimismo propio que lo caracterizaba, además de la fe y certeza de que cumpliría con sus entregas del día, y llevaría un plato de comida decente a la mesa de su humilde hogar.

Observó al cielo, y el cálido oxígeno le decía que la tarde sería tranquila. Las últimas tormentas habían sido feroces, azotando con su fuerza cada centímetro de las montañas y del pequeño pueblo; incluso los pescadores habían tenido que parar con su trabajo; ya que, aunque la temporada había sido buena, no había moneda de oro, plata o bronce que compensara una vida perdida. Esto sin duda provocó la inconformidad y preocupación en cada uno de los habitantes, pero no sucedió así en el caso del peligris. Para él era hermoso ver como la fuerza de la naturaleza se imponía ante la vida humana.

Tomó la correa de su fiel caballo y se internó en la montaña del norte, era la más espesa y en la que tenía esperanza de encontrar más leña, para por fin terminar con su labor del día. Al cabo de un par de horas ya se encontraba en la cima, y frente a él estaba el reino de Cristal en todo su esplendor.

Desató a su viejo amigo de la carreta que llevaba, y lo dejó libre para que pudiera pastar a gusto. De la carreta sacó el hacha y el machete, listo para empezar a buscar leña de buena calidad, sonriendo en grande mientras daba brinquitos cuando sus ojitos grises detectaron dos troncos secos, los cuales prometían la tan ansiada tercera carretada.

—¡Hoy si cenaremos bien en casa Rocío! —exclamó feliz, mientras que con prisa y determinación comenzaba a cortar el primer tronco, hasta dar con el tamaño que buscaba. Siempre sonriendo y tarareando alguna canción conocida del pueblo.

Fue un trabajo lento y exhaustivo, pero que definitivamente valió la pena cuando vió su humilde carreta -la última del día- totalmente llena.

<<¡Pude lograrlo! ¡Con lo que gane llevaré comida a casa!>> Pensó alegre.

Volvió a atar a su preciado caballo a la carreta para poder moverla, y cuando estaba listo para salir observó nuevamente al cielo, esta vez adornado de preciosos y cálidos tonos naranjas y rojos; los cuales eran la representación del más puro ocaso, el cuál era recibido por el azul del mar, y reflejado por el palacio de Cristal.

El palacio de Cristal...

Recuerda que de niño, su actividad favorita era sentarse en el regazo de su cariñosa abuela, y que ésta le contase diversidad de leyendas de la antigua magia que rodeaba al reino y como éste mismo se había formado; mientras degustaba de un delicioso chocolate caliente. Su favorita siempre fue el nacimiento del príncipe de Cristal, y el cómo éste había sido un regalo de la propia luna azul, para que el pueblo regresara a la vida, y fuese curado de toda peste y enfermedad.

—¿Cómo es el pincipe de Cistal abuelita? —había preguntado un pequeño peligris de cinco años, con un hermoso bigote de chocolate, y motitas grises y curiosas.

—Nadie lo conoce pequeño. Según la leyenda nació de la lágrima que una noche fue derramada por la mágica luna azul, para que todos nosotros tuviésemos larga vida y salud. Se dice también que solo sale una vez cada cien años, en busca de algo que desde el principio solo a él le pertenece.

El pequeño arrugó su naricita. —¿Entonshe vive encelado?

—Si bebé, el palacio de Cristal es su impenetrable fortaleza. Nosotros no lo vemos, pero él sí nos ve y conoce.

—Pelo... pelo yo quelo velo... conocelo y que sheamos amigos —hizo un puchero, mientras sus ojitos se le llenaban de lágrimas. Haciendo encoger el amoroso corazón de la anciana.

—Él no es un niño Yonnie —le dijo amorosa, pero eso no ayudó en nada al pequeño peligris, así que para que su nieto no sufriera, decidió compartir con él un pequeño secreto—. Te contaré un secreto amor.

En ese instante las motitas grises se encendieron en la más pura e inocente curiosidad.

—¿Qué es abuelita? —preguntó mientras se movía inquietamente en el regazo de la anciana.

La mayor observó alrededor de su humilde hogar, y en su arrugado rostro puso un semblante de intriga y misterio, provocando cosquillas en la pancita del niño, quien moría por saber aquel secreto.

—Muchos años atrás, cuando esta fea anciana era una hermosa joven que robaba los corazones de los caballeros —inició coqueta, regalándole un guiño a su nieto haciéndolo reír al instante—. Fue una de las encargadas del festival lunar que se hace cada luna azul, y es en conmemoración al cumpleaños de nuestro príncipe. Fue ahí, en esa noche que lo ví por única vez, caminaba descalzo por la orilla del bosque que protege al reino.

El pequeño abrió sus ojitos a más no poder, completamente sorprendido por tan grande noticia. —¿Y como ela abuelita? —preguntó impaciente para luego entrecerrar sus ojitos—. Abuelita, tú misma dijiste que nadie lo ha visto ¿Cómo sabias que ela él? —preguntó desconfiado—. ¿Me estás engañando es eso veldad abuelita? —reclamó indignado.

—Jamás te engañaría pequeño ¿Cómo puedes pensar eso de mi? —preguntó divertida por la carita molesta de su nieto—. Lo reconocí por la singular belleza que posee, nadie en el pueblo tiene sus facciones, además que llevaba una hermosa corona de cristal y caminaba tan delicadamente mientras le cantaba a su madre —terminó de contar, sonriendo enternecida ante los ojitos grises llenos de anhelo por saber más.

—¿Ela bonito abuelita? —preguntó sonriente, mientras movía sus piecitos inquietamente.

—Muy hermoso cariño. Sus cabellos eran tan azules como sus ojos, pero sus labios eran de un perfecto carmín, su piel se veía tan delicada y suave que jamás me atrevería a siquiera rozarla; y los cristales que le adornaban solo realzaban la belleza sin igual que posee.

El infante aplaudió emocionado como si le hubiesen dado la mejor noticia de todas; para luego quedarse callado y mostrar expresión triste, confundiendo a la anciana por tal cambio repentino.

—¿Qué ocurre cariño? —preguntó cariñosa, mientras acariciaba la suave cabellera de su nieto.

—Yo... yo quisiela velo abuelita...

—Si eres un niño bueno y le pides a la luna azul que te permita ver a su hijo, estoy segura que lo verás mi cielo. Solo ten fe y cree en el poder de la magia de los antiguos cristales.

Yoongi sonrió melancólico mientras observaba a la lejanía el majestuoso castillo de Cristal. Cada leyenda que fue contada por su abuela están presentes en su mente, y viven en un lugar especial de su corazón. Y aunque ya no comparta con su familia las tradiciones del pueblo, ni las leyendas que giran alrededor de la luna azul, si pide cada noche el mismo deseo desde hace veinte años.

Permíteme conocerlo... verlo, aunque sea una vez y admirarlo desde la lejanía, para así recordarlo cada noche en lo más bonito de mis sueños.

Sonrió enamorado, la imagen de los últimos rayos del sol de ese día se reflejaban de manera mágica en los hermosos cristales que conformaban el gran palacio. Yoongi estaba seguro que no había reino más próspero y hermoso que el de Cristal, y si todo eso realmente se debía a lo que su abuela le había dicho, tenía que estar agradecido con aquel mágico ser, que con su magia los mantenía libres, sanos y en paz.

—¿Cómo crees que sería vivir en el palacio real Rocío? —preguntó a su fiel amigo mientras seguía embelesado en cómo los últimos rayos del sol morían armoniosamente en los mágicos cristales—. Una vida llena de lujos y comodidades, ya no tendríamos que andar en estas montañas, y nuestra familia tendría un plato de comida asegurado en la mesa —dijo soñador, rodando los ojos con diversión cuando se dió cuenta que el caballo lo ignoraba olímpicamente—. Estoy hablando contigo mugroso, no seas maleducado —regañó ceñudo.

El peligris jadeó sorprendido y hasta indignado, para luego romper a puras carcajadas cuando se dió cuenta que su fiel amigo había empezado a caminar con la carreta a rastras, dejándolo a él y a sus sueños atrás.

—¡Rocío espérame! ¡No me dejes solito! —chilló entre risas, mientras empezaba a correr por los espesos paisajes de la gran montaña, como si de un niño pequeño huyendo de una travesura se tratase.

El silencio denso del imponente lugar era ahora sustituido por las armoniosas risas de aquel joven leñador, quien junto a su fiel amigo recorrían todas las montañas del reino, hasta cansar cada uno de sus músculos. Todo para mantener a su pequeña y humilde familia estable y feliz.

La vida del leñador no era fácil, pero eso nunca quitó el entusiasmo en aquel joven enamoradizo de la magia y misterio que rodeaba a sus ancestros, siempre sonreía y siempre era auténtico; con un alma pura y un corazón noble que estaba listo para amar con la más profunda pasión y ferocidad que se haya visto jamás, y del cual ninguna leyenda podría contar.

Fue así, como las risas del joven sirvieron de dulces cánticos que endulzaron cada porción de la tierra y anunciaba a cada poblador que el leñador llegaba, con un nuevo cargamento y una resplandeciente sonrisa mientras cantaba y cantaba.

Y esas canciones fueron las que despertaron el frágil corazón del ser mágico que yacía cautivo en su palacio de Cristal.


























Infinitamente gracias por todo el amor y apoyo que me dan. 😭💙💙💙

¿Les está gustando? 💙

¿Qué esperan de la historia? 💎

¡Los estaré leyendo! 💙💎💙












YOONGLH💎

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