
Final.
Te lo advertí.
Jaden no debía enterarse.
Crystal despertó, asustada.
Prendió la luz, mirando hacia todos lados.
-Sólo ha sido una pesadilla- susurró para sí misma- Una maldita pesadilla.
Se giró nuevamente para apagar la luz e intentar reconciliar el sueño. Sin embargo, el débil llanto de Paola la detuvo.
Crystal suspiró e hizo el amago de salir de la cama.
-¿Qué pasa?- inquirió Jaden adormilado.
-La bebé nos reclama- contestó ella con dulzura- Yo iré, descansa- besó castamente sus labios y se incorporó.
-Juro que la próxima vez la atenderé yo- susurró Jaden.
Crystal rió al escuchar un pequeño ronquido.
Al entrar en la habitación de su pequeña, Dante ya la tenía en sus brazos intentando consolarla.
Al menos había conseguido que dejara de llorar. Sin embargo, sus pequeños pucheros lastimeros no se los quitaba nadie.
-¿Siquiera has deshecho tu cama?- bromeó Crystal- ¿Debería poner su cuna en tu cuarto o mudar tu cama al de ella?
-Cualquiera de las dos estaría bien- comentó Dante pasándole a la pequeña.
Crystal negó sonriendo.
Tras muchos pucheros, Dante consiguió sobornar a Crystal, y ésta accedió a dejarla desde tan pequeñita en la habitación que en unos años usaría.
De lo contrario, sería muy incómodo que Dante se apareciera de la nada solo para admirar a la pequeña Paola.
-Sólo vete a dormir, esto es privado- comentó ella sonriendo.
-Amamantar a tu hija no es nada del otro mundo- se quejó Dante- No te miraría como algo sexual, te digo que ya ni siquiera me funciona.
-¡Largo de aquí!- chilló divertida, tirándole el único peluche que tenía a su alcance.
-Vale, vale- se quejó el híbrido- Pero cuando termine avísame que yo quiero sacarle los gases- sin más abandonó la habitación.
-Tu mate está loco- susurró Crystal mientras se sentaba en la silla que tenía especialmente para amamantarla.
Acomodó mejor a Paola, y ésta gustosa se dejó mimar mientras se alimentaba de su madre.
Crystal soltó un gemido de dolor cuando Paola succionó con más fuerza de lo usual.
-¡Qué pasa!- gritó Dante abriendo la puerta de forma brusca- ¡A quién mierda me cargo!
Crystal apretó los labios intentando vagamente contener la risa.
Y Paola lejos de asustarse, continuó alimentándose.
-Tranquilo vaquero, guarda tu pistola que no tienes que matar a nadie- bromeó.
-Lo siento, lo siento- murmuró avergonzado mirando hacia otro lado- Ya me voy.
-Ya quédate, lo estás deseando- bufó ella.
Dante negó.
-No quiero incomodar...-
-¿Qué mierda haces gritando a la una de la madrugada?- se quejó Jaden entrando en la habitación.
-Tampoco exageres que no he gritado tan alto- refunfuñó Dante- Vete a dormir.
-¿Perdona?- Jaden lo miró totalmente ofendido- ¿Me lo dices tú a mí, siendo mi casa, más específicamente el cuarto de mi hija, y peor aún, viéndole el pecho a mi mujer?
-No empecéis- interrumpió Crystal el comienzo de una pelea- Vosotros dos a dormir ya.
Ambos se giraron para verla.
-Ahora- insistió ella.
Jaden asintió guiñándole un ojo y se marchó.
No obstante, Dante se resistía a acatar la orden.
-Pero yo quiero sacarle los gases- murmuró haciendo un puchero.
Crystal suspiró, cayendo nuevamente en sus encantos.
-Te avisaré cuando termine- Dante se marchó con una gran sonrisa.
De hecho, no hizo falta que lo avisara.
Jaden entró en la habitación con cara de pocos amigos.
-Tenemos que irnos, amor- farfulló mientras se dirigía al armario para coger la mochila que siempre tenían preparada con cosas que la bebé podría necesitar- Tu padre me ha llamado diciendo que necesitan ayuda.
-¿Ayuda con qué?- inquirió ella con nerviosismo apartando con cuidado a la bebé de su pecho.
Ésta refunfuñó más no lloró, por suerte.
-Con Dean- respondió él justo antes de que el timbre sonara- Tu madre ya está aquí.
-¿Mi madre? ¿Por qué mi madre está aquí?- Crystal ahora sí que estaba del todo asustada.
-Vamos amor, no hay tiempo- se quejó Jaden sacándolas de la habitación- Tu madre y tú os quedaréis en la habitación del pánico, y Dante os acompañará.
Porque sí, Jaden había pensado en todo al construir la casa.
Y definitivamente, contaban con una habitación de esas.
-No- se quejó ella mientras le pasaba la niña a Dante- Iré contigo.
-Tú te quedas aquí- gruñó Jaden abriendo la puerta- Buenas noches, pasad.
Gisela entró rápidamente abalanzándose sobre su hija para abrazarla fuertemente.
-Mi padre no me ha dejado quedarme- refunfuñó Dave.
-Te quedas con ellos- le ordenó Jaden- ¿Los demás?
-Están bien, mi marido solo está exagerando- intervino Gisela.
Uno nunca exagera con estas cosas.
Pensó Jaden.
-Iré contigo- objetó ella nuevamente.
-Te quedas aquí, por favor- gruñó Jaden acercándose a ella.
-¡Mi deber es proteger!- chilló Crystal.
-No quieras saber por donde me meto tu deber- comentó enojado- Te amo- besó castamente sus labios.
Se apresuró en llegar hasta su hija.
-Te amo bebé- susurró besando su pequeña frente- A ti te odio, no te ofendas- comentó observando a Dante- Cuídalas.
Éste asintió observando a la bebé en sus brazos.
Con mi vida si hace falta.
Pensó Dante.
-No hagas tonterías que nos conocemos- gruñó Jaden antes de besar una vez más a su esposa.
Sin más Jaden se marchó.
-Vale, todo el mundo a la puta habitación esa- objetó Dante- Ahora mismo.
Gisela y Dave fueron los primeros en entrar.
-Confío en tí, Dante- comentó Crystal antes de empujarlo con suavidad dentro de la habitación.
-¡Crystal!- gritó éste cuando ella cerró la puerta- ¡No me jodas Crystal! ¡Abre la puta puerta ahora mismo!
-Es una lástima que no te sepas el código- susurró sonriendo tristemente- Esto tiene que ver conmigo Dante, es mi consecuencia por haber roto el trato.
-¡¿De qué mierda hablas?!- gritó él- ¡Abre la puta puerta!
-Confío en tí- repitió una vez más antes de marcharse.
Le costó muchísimo salir de su casa, y por sobre todas las cosas, le costó muchísimo marcharse sin haberse despedido de su pequeña hija.
Quizás no la vuelva a ver.
Pensó ella justo antes de convertirse en loba y echar un vistazo a la casa por última vez.
En el fondo, Crystal sabía que eso era cierto.
Sabía que había cabreado a la persona menos indicada, y que eso le acabaría costando caro.
Rápidamente echó a correr, adentrándose así al bosque, justo en la dirección contraria que le llevaría a la manada.
Y diez minutos fueron los que ella pudo recorrer sin que nada ni nadie la detuviera.
No puede ser.
Pensó angustiada al escuchar un llanto.
Ella conocía ese llanto.
Esto debe ser una jodida ilusión.
Pensó en un vano intento para tranquilizarse a sí misma.
Pero cuando llegó hasta el lugar de donde provenía, su hija estaba allí en una pequeña cesta.
Su llanto cesó cuando vio a la loba, y sonrió.
De pronto, lo que parecía ser su adorable hija, pasó a convertirse en un ser asquerosamente atroz.
-¡¿Esta es tu maldita forma de castigarme?!- gritó Crystal colérica, transformándose nuevamente en humana.
En parte.
¿Has visto a ese pequeño montruo que tienes delante?
Su voz resonó con fuerza en la mente de Crystal.
-¿Qué mierda?- Gruñó ella.
Irá tras su presa Crystal, y ni siquiera un híbrido podrá detener a mi bestia.
-¡DEJA A MI HIJA FUERA DE TODO ESTO!-
Pero tú todavía puedes salvarla, Crystal.
Sólo tienes que correr tras mi bestia e impedir que llegue hasta donde está tu hija.
-¡MALDITO CABRÓN!-
Y tu castigo será el remordimiento que sentirás el resto de tu miserable vida cuando recuerdes el día en el que no pudiste salvar a tu hija.
¿Y sabes por qué, Crystal?
Porque yo te de devuelvo aquello de lo que una vez te libré, Crystal.
Ahora la oscuridad está en tí nuevamente.
Y así fue como la bestia desapareció rápidamente de su vista.
De hecho, no sólo la bestia desapareció.
Todo a su alrededor lo hizo.
-¡No!- gritó Crystal- ¡Por favor, para! ¡Mi hija no tiene la culpa!
Sin embargo, lo único que obtuvo como respuesta fue el rugido de la bestia.
Aquel que le indicaba que ya se había puesto en marcha.
Crystal cayó de rodillas, hecha un mar de lágrimas.
Lágrimas causadas por todos aquellos recuerdos que invadieron su mente.
Su primer tour por la casa sin la ayuda de su padre.
Las bromas con sus amigos de su antiguo colegio.
Cuando su padre le enseñó a leer en braile.
Ada quitándole el bastón que utilizaba cuando solía andar por sitios desconocidos.
El primer día como aprendiz en la academia.
Su primer combate.
La piscina.
Jaden.
-Las monedas- susurró para sí misma.
Hacía muchísimos años que Crystal guardaba una valiosa moneda, y estaba segura que había merecido la pena la espera.
-Te equivocas, maldito cobarde- gruñó ella levantándose- Llevo toda mi vida sin ver, ¿crees qué por eso no voy a poder matar a tu bestia?
Sin más, Crystal volvió a transformarse en loba.
Observa como lo hago, tú que puedes hacerlo.
Pensó para sí misma con burla.
Era obvio que la bestia le llevaba bastante ventaja, pero Crystal hizo un poco de trampa y cogió un atajo.
Le costó llegar, pero lo hizo.
Gracias a sus otros sentidos.
-¿Dante?- inquirió asustada cuando entró a la casa.
No me gusta este silencio.
Pensó avanzando a tientas hasta donde se suponía se encontraba la habitación del pánico.
-¡Maldita sea, no sabes el susto que me has dado!- gritó Dante golpeando una y otra vez la puerta.
Gracias a ello, Crystal pudo orientarse.
-No seas dramático- se quejó ella avanzando con pasos lentos pero firmes- ¿Cómo está mi niña?
-Dormida en los brazos de tu hermano- se quejó él- Me la ha quitado y no me la quiere devolver.
A pesar de la situación, Crystal no pudo evitar reírse.
-Deja de reírte y abre la puerta- gruñó él- He conseguido avisar a tu maridito y tiene que estar por llegar.
Su risa murió al instante.
-Y no está muy contento- insistió Dante.
-¡¿Qué tú has hecho qué?!- chilló histérica.
Soltó un pequeño gemido de dolor producto de chocar su nariz contra la puerta que estaba buscando.
-Creo que la encontré- bufó molesta.
-¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?- inquirió Dante atropelladamente- ¡Abre la puerta de una maldita vez para que pueda revisarte! ¡Y de paso le dices a tu hermano que me la devuelva!
-Mi hija no es un jugue...- chilló fuertemente cuando sintió como la tiraban bruscamente hacia atrás.
-¡Crystal!- gritaron los tres.
-¡2477!- chilló ésta sujetando la cabeza de la bestia intentando que sus dientes no la atravesaran- ¡2477, Dante!
Éste se apresuró en meter la clave lo más rápido posible. Sin embargo, para cuando él quiso salir a ayudarla, Jaden ya había matado a la bestia.
-Te dije que no hicieras ninguna locura, Crystal- gruñó histérico.
Y sólo en ese momento se permitió llorar.
-Lo siento, amor- comentó Jaden apenado- No quería sonar tan brusco, ¿Estás bien?- Crystal asintió- ¿Por qué estabas fuera?
-No puedo ver...- susurró- Se metió con nuestra bebé y quería hacerle daño.
Jaden miró a Dante.
-La niña está bien, ha estado con nosotros todo este tiempo- comentó Dante- Os dejaremos solos un momento.
-¡No!- chilló ella- Quiero coger a mi bebé, ¡quiero saber que está bien!
-Más tarde amor, necesitas calmarte- susurró besando su frente- Ella está muy bien, y tú lo estás también, eso es lo que importa cielo.
-¿Tú estás...-
-Perfectamente- terminó él.
-Soy una tonta, Jaden. Estaba cegada. Tenía una venda en los ojos que no me permitió ver el daño que conllevaba aceptar ese trato- murmuró apenada- Os he puesto en peligro a tí y a mi bebé.
-Lo solucionaremos, amor- besó su frente- Confía en mí.
-¿Y si vuelve a intentarlo?-
-No lo hará, amor- la estrechó más entre sus brazos- Te doy mi palabra.
-Lo siento- murmuró una vez más- Estaba tan ciega.
-El amor es ciego- Dijo él provocando una risa en ella.
-En realidad soy yo la que no puede ver- Él dejó de sonreír.
-Yo seré tus ojos, y tu guía-
Y por sobre todas las cosas, aférrate a aquello que te hace tener los pies en la tierra.
Porque te juro por mi vida que Crystal lo hará.
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