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9



Una extraña sensación recorría el cuerpo de Mario. Aunque, en realidad, tampoco era tan extraña.

Tenía el presentimiento de que iba a morir.

Literal.

-¿Todavía no se ha despertado?- preguntó Abril aún un poco conmocionada.

Mario negó y pasó a morder otra uña.

-Voy a morir- argumentó éste en un susurro- Me va a matar.

-También voy a morir, si te sirve de consuelo- murmuró Abril en un intento de apoyarlo.

-No lo entiendes- gruñó- Está a mi cargo- gruñó una vez más- Se supone que debo cuidarla, y se ha desmayado, por mi culpa.

-No es tu culpa- bufó ésta- No sabíamos que no había desayunado.

Mario negó una vez más mirando a Crystal.

-Es la verdad Mario, no puede simplemente comenzar a hacer ejercicio en ayunas, y justo cuando va a desmayarse decirlo- comentó Abril.

A partir de ahora tendrían que haber unas normas, porque, definitivamente, esto no podía pasar de nuevo.

-Ya verás como todo es un malentendido- dijo Abril con tono optimista.

Demasiado optimista quizá.






-¿Por qué estás tan nerviosa?- preguntó Crystal un poco desconcertada.

-¿Eh?- murmuró Abril- No estoy nerviosa- comentó soltando una risita nerviosa- Tonterías.

-Puede que no te conozca mucho, pero ayer estabas más alegre y esta mañana igual- suspiró- Ha sido un simple desmayo, no he desayunado y listo. No es nada del otro mundo.

-¿Puedes, por favor, no decirlo tan alto?- murmuró Abril mirando hacia todos lados.

-¿El qué?- preguntó Crystal frunciendo el ceño- ¿Qué me he desmayado?

Abril suspiró, cerrando sus ojos fuertemente.

-Sí, eso- dijo ésta un tanto divertida.

-Vale, vale- Crystal por fin se dio por vencida- Ahora, ¿vamos?- Abril asintió.

Las clases como tal habían terminado. Ahora tocaba sudar a lo bestia.

-¡Eh, Crystal!- chilló Ada- ¡Espera!

-¡Ada!- chilló Crystal- ¿Hoy no tienes práctica?

-¡No!- exclamó feliz- Bueno sí, pero entrenaré con Isaac- Crystal asintió con una sonrisita burlona- Tío Rick me ha dicho que pasará a por ti cuando termines, así que más vale patearles el culo a esos idiotas- Ada miró a Abril con curiosidad- ¡Hola, soy Ada!- cogió la mano de ésta y la estrechó efusivamente.

-Abril- comentó devolviéndole el gesto mientras reía- Tú debes ser quien inició la manifestación.

-¿Yooooooo? ¡Tonterías!- exclamó haciéndose la ofendida- La próxima vez que digas eso llamaré a mi abogado.

-¿De quién ha sido la idea de negarlo?- preguntó Crystal riendo- Aunque creo que lo adivino.

-De Isaac- suspiró frustrada- No me dejó salir a jugar con Dean hasta que me aprendí todos mis derechos y esto de pedir a un abogado- Todas rieron- ¡Pasadlo bien!

Y con la misma hiperactividad con la que apreció, se esfumó.

-¿Quién es ese tal Isaac?- preguntó Abril divertida.

-Mejor no saberlo- comentó Crystal de igual forma.

Todos los alumnos se encontraban hablando felizmente en el gimnasio correspondiente, esperando a que las dos horas más largas de sus vidas comenzarán.

Y con ello, el infierno.

De pronto, todo quedó en silencio. Lo que hizo que Crystal confirmara que el entrenador había llegado, y con ello, sus ganas de vivir se fueron.

Poco tiempo después de eso se escuchó un gran portazo, y eso también le confirmó que el entrenador no estaba de buen humor.

-¡A correr! ¡Ya!- gritó tocando el silbato.

-Genial- murmuró Crystal- Me quiero morir.

-No seas exagerada- comentó Abril con diversión.

-¡He dicho a correr, nada de hablar!- exclamó el entrenador histérico- ¡Maldita sea, 50 flexiones para vosotras dos!

Como todos estaban en silencio mientras acataban la orden, Crystal pudo escuchar el crujido que la puerta del gimnasio emitió al ser abierta.

-¿Crees que puedas salir para hablar un momento?- una voz grave y ronca resonó por el lugar.

El intruso parecía enfadado. Bastante enfadado, de hecho. Y su olor...

¡Oh dios mio yo conozco ese olor, es el que está impregnado en mis cartas!

Pensó Crystal eufórica.

-Lo siento señor, ahora mismo estoy haciendo mi trabajo- comentó el entrenador bastante nervioso.

-¿El entrenador nervioso?- murmuró un chico que estaba a su lado- Eso sí que es una novedad.

-¡Silencio!- gritó el aludido- ¡¿Quién ha dicho que dejéis de correr?!

Ella no quería correr, ella quería curiosear.
Necesitaba saber quien era él.

-¿Abril?- murmuró tan bajo como pudo- ¿Quién es él?

-Uno de los pocos que puede poner al entrenador nervioso, supongo- comentó divertida- Vamos a correr antes de que nos mande más flexiones.

Crystal asintió, dándose por vencida.

-Yo también estoy haciendo mi trabajo, así que hazme el favor de salir- gruñó aquel hombre y sintió sus piernas flaquear.

-¿Me puedes informar?- le preguntó a Abril- ¿Qué está pasando?

-El entrenador acaba de irse- informó ésta aplaudiendo- Y eres la única que está corriendo, así que para.

-¡Eso se avisa antes!- chilló avergonzada.

La conversación tampoco duró mucho.
Nada más parar de correr la puerta fue abierta nuevamente.

-¡Buenas tardes chicos, ahora yo soy vuestro nuevo entrenador!- chilló un hombre con tono jovial- Mi única norma es que debéis llamarme entrenador, por lo demás todo bien.

Crystal no sabía si echarse al suelo y llorar, o simplemente salir corriendo hacia su nuevo entrenador y besar sus pies.

-¿Quién es Crystal?- preguntó el entrenador inspeccionando los rostros nuevos.

-Yo, entrenador- murmuró ésta levantando la mano.

-¡Genial! Me han dicho que eres familiar de Arlette, ¿eso es cierto?- preguntó alegre, y ella asintió- Fui su entrenador, por favor dale recuerdos.

De todas las cosas que se había imaginado esta era, sin duda, la menos coherente.

Pensaba que iba a insultarla sutilmente o amenazarla para que saliera corriendo tal y como había hecho el director.

-Genial, una enchufada- murmuró uno de sus compañeros- Lo que hacía falta, ahora entiendo por qué la han admitido.

-¡Mira niñato...- comenzó a chillar Abril, sin embargo, el entrenador la detuvo.

-Señorita- comentó éste intentando tranquilizarla- Vamos a comenzar a entrenar, y eso será con combates de dos.

Ay dios mío.
Pensó Crystal un tanto histérica.

-Y como aquí todo el mundo piensa que ver en un combate lo es todo, pues será con los ojos vendados para que todos estemos en igualdad de condiciones- espetó molesto el entrenador, y unos cuantos jadearon- El señor 'genial, una enchufada' lo hará contra Crystal.

-Entrenador no creo que eso s...- comenzó a decir Crystal atropelladamente.

-Ya está decidido- comentó el entrenador- Como he dicho, será en igualdad de condiciones, así que por aquí hay una piscina, y como nadie sabe donde está pues es un territorio neutro.

-¿Por qué neutro?- preguntó una alumna un poco desorientada.

-Porque aquí todos vosotros habéis tenido la oportunidad de ver el gimnasio y sabéis como es ¿No?- comentaba mientras señalaba a unos y otros para ponerlos en parejas- Quiero que os pongáis la venda ya para que no sepáis donde está cuando luchen otras parejas, ¿entendió?

-¿Con quién te ha tocado?- murmuró Crystal a Abril.

-Contra una chica un poco más alta que yo, espero que eso no sea un problema- murmuró pensativa.

-Seguro que no- sonrió en un intento de darle ánimo.

-El primero que tire a su contrincante a la piscina gana... ¡A luchar!-


















Crystal se sentía feliz.
Ella sabía donde quedaba la piscina.

Bueno la localización exacta no, pero Arlette un día le dijo que detrás de una puerta demasiado camuflada había una sala contigua con una piscina.

Así que técnicamente sólo tenía que encontrar la puerta, ¿no?

A pesar de estar muy feliz, se sentía un poco culpable.
Si el entrenador se había tomado tanta molestia para que fuera en igualdad de condiciones, saber eso lo convertía en una ventaja, y por ende, ya estaría rompiendo la regla.

¿Qué hago?
Pensó Crystal.

-Te voy a machacar- gruñó el chico- Vas a desear no haber entrado aquí.

Decidido.
No es ventaja si nadie sabe que lo sé.
Pensó Crystal sintiendo su sangre hervir.

-¿Preparados?- preguntó el entrenador y ambos asistieron- Entonces ¡a luchar!

Crystal ideó un plan en pocos segundos. Una vez su padre le había comentado que los hombres lobos enfadados tienden a arrinconar a sus presas.

Ella lo era en sí, aunque no se hubiera transformado todavía por primera vez, pero no podía arrinconar a nadie si no sabía donde quedaba el obstáculo.

Pero él si, ¿verdad?

No hizo nada para defenderse y éste la golpeó.

-No puedes machacar a nadie si golpeas como un niño pequeño- murmuró ésta gruñendo.

En pocos segundos sintió su espalda chocar contra una pared.
Recibió un golpe en su estómago que la hizo doblarse hacia adelante en busca de oxígeno.

-¿Ahora también golpeo como un niño pequeño?- preguntó el chico gruñendo.

-¿De verdad quieres que conteste a eso?- comentó Crystal gruñendo también- Ahora golpeas como un bebé.

Recibió una patada que la hizo caer al suelo, algo que le daba ventaja.

Comenzó a arrastrarse en busca de un poco de aire o algún sonido que le indicase donde quedaba la dichosa puerta.

-¿Dónde estás, maldita?- gruñó el chico alzando sus brazos al aire.

Por suerte el muy tonto la había aplastado contra la pared que tenía la puerta, y ella no podía estar más agradecida.

-Tenías un montón de paredes contra las que lanzarme, ¿y adivina que?- gruñó- Acabo de encontrar la piscina.

Haciendo acopio de toda su fuerza, en parte gracias a su rabia, abrió la puerta de una patada.

-Ojalá y no caigas en la piscina- espetó Crystal molesta- Ojalá des contra el suelo y mueran las pocas neuronas que tienes con el golpe.

Dicho eso cogió al chico, quien estaba en shock, por la camiseta y lo empujó hacia dentro.

Calló en la piscina.
El sonido del agua resonó por todo el gimnasio.

-¡Gané!- chilló eufórica- ¡Ga...- Sintió como pasaban unas manos por su espalda y por debajo de sus piernas.

Y sintió también como la lanzaban a ella.

Cuando salió nuevamente a la superficie comenzó a toser y chapotear, maldiciendo a quien había hecho eso.

-Eso te pasa por ser una pequeña tramposa- comentó divertido aquel chico cuyo olor la volvía loca- Y la próxima vez no te dejes golpear, Crystal- espetó fríamente- Me pone enfermo ver como te golpean.













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