Lloré cuando tu cuerpo se fundió con el mío. No dolió, no tuve miedo, simplemente fui inmensamente feliz en ese momento.

Mientras nuestras respiraciones se mezclacaban y tus manos tomaban las mías en un intento de tener equilibrio, sentí que te vi más vulnerable que nunca.

No, no fue tu desnudez la que me hizo pensar en tus partes más débiles y expuestas. Fueron esos ojos que brillaban como una constelación, esas facciones que se fruncían por el esfuerzo y esos labios que besaron mi frente mientras una lágrima caía.

Al final creo que la que estaba más vulnerable fui yo.

Actualización: 14/05/21