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Promesa

Espacio de spam suculento: vayan a leer mi nueva y única historia seulrene, sé que les va encantar, y dejen su comentario, no sean culeros.

Narrador omnisciente:

Por primera vez un Im había sido suspendido por una semana ante la pelea que participó dentro del instituto, como era de esperarse el rumor se corrió por los pasillos llegando a los oídos del mayor de los Park, Jinyoung al enterarse que su hermano había recibido una paliza por el defectuoso Im no pudo evitar el golpear al muchachito por no haberse defendido como correspondía queriendo darle el ejemplo que él tuvo cuando tenía su edad-a pesar que muy en su interior era un cobarde de primera-, y cuando creyó el pequeño Park que eso no podría ser peor al llegar a su casa su padre lo golpeó por ser un supuesto maricon incapaz de defenderse. Ahora, en esos instantes Nayeon se encontraba sentada sobre el sofá con sus dos palmas puesta sobre sus muslos-luego del incidente la chica no tuvo tiempo de acompañar a Mina hasta su casa, pero Changbin lo hizo por ella-en silencio tragó saliva escuchando como su madre estaba gritando; después de meses mostraba interés por Yunho, lastima que fuesen por esas condiciones. Su padre estaba sentado a su lado con los brazos cruzados mirando a las marcas en el rostro de su pequeño intentando entender la razón que lo llevó a actuar así.

—¡Es que lo que me faltaba!—alzó la voz la mujer llevando sus dos manos a su cabeza mientras que caminaba en círculo mirando por un segundo el rostro del más alto para luego solo darle la espalda—¡Ah, al niño hay que tratarlo con más cuidado por qué es diferente! ¡¿Pero no eres diferente en las peleas, eh? ahí si que demuestras ser bastante normal—comentó sorprendiendose de ver como Yunho se colocaba de pie pateando con fuerza la mesa de centro, mandando está contra la pared mientras que los pequeños adornos que estaban sobre el cristal habían quedado completamente quebrados en el suelo—¡¿QUÉ TE CREES PARA LANZAR MIS COSAS MOCOSO?!—gritó estirando su mano para tomar el brazo de su hijo menor sintiendo como el aire quedaba atrapado en su garganta al sentir como él con agresividad repelía su tacto.

—¡No me grites!—ordenó el coreano apuntando con su dedo índice en dirección de su madre siendo un movimiento lo suficientemente impactante para dejarla con las palabras en la boca—no tienes derecho de tocarme—le aclaró a la vez que parpadeaba con rapidez intentando no llorar—nadie tiene derecho—susurró dando un paso hacia atrás manteniendo sus ojos fijos en su madre, siendo consciente que, realmente no podía mirar a Nayeon o a su padre sin romperse—por cierto...—sonaba más calmado siendo una total sorpresa para los presentes—te queda mal el papel de madre preocupada, mejor ignorame, eso te sale fantástico.

Y sin más huyó de su hogar tomando con fuerza su chaqueta que colgaba en la entrada, Nayeon rapidamente corrió detrás de él llamándolo casi desesperada, pero él siguió su camino intentando alejarse de todos. Cuando la pelinegra llegó donde el más alto no dudó en tomar su brazo queriendo detenerlo, pero este velozmente se giró dándole un fuerte manotazo que la hizo jadear, para luego solo presionar sus palmas sobre sus hombros.

 —Déjame en paz—ordenó con una agresividad que no era propia de él—deja de tratarme como si fuese un maldito niño, ¡No soy un niño!—aclaró zamarreando las extremidades de la más baja mientras que sus ojos ardiendo en ira seguían estando fijas en las facciones de la muchacha, percatandose rápidamente como la mayor lloraba en silencio—soy un hombre, puedo defenderme por mi cuenta, no necesito la ayuda de nadie—aclaró soltando los brazos de la pelinegra al darse cuenta que estaba ejerciendo bastante fuerza—yo puedo cuidarme—susurró a pesar que era consciente que realmente no podía, con calma dio un paso hacia atrás tomando grandes bocanadas de aire para no perder el control—vete, no te me acerques.

Nayeon no supo cómo reaccionar ante la forma en que él se había expresado, no estaba acostumbrada a verlo de esa manera; jamás fue agresivo, jamás demostró ser altanero con sus padres a pesar que, en más de un ocasión hasta ella había salido de sus casillas ante la indiferencia de su madre, Yunho era amable, era tierno, tan agradable y adorable con los demás que, sin siquiera intentarlo solía alegrar su día. Y ella era consciente que, con su característica torpeza y su distraída personalidad  más de algún corazón logró acelerar, ¿Pero por qué ahora no lo veía?. La coreana dio un paso hacia atrás observando en silencio como el castaño había envuelto su torso con su chaqueta escondiendo su rostro con su ancha capucha dándole velozmente la espalda para comenzar a caminar hacia lo desconocido con los hombros encorvados y los puños ocultos sobre los bolsillos de su chaqueta,  ¿Qué le hicieron a su hermano menor?

Yunho caminó con los labios apretados y la mirada posada en el suelo, no toques la línea, no toques la línea, pensó intentando no pisar con las suelas de sus zapatos las líneas que dividían el suelo de cemento-cuando su padre aun no le regalaba el auto a Nayeon, solían ir a la escuela jugando a no pisar la línea-. Rápidamente se detuvo al darse cuenta de lo que estaba haciendo, los hombres no hacen eso, se ordenó mirando la grieta, en silencio estiró su pierna presionando adrede aquella zona sintiéndose como si fuese el ser más malvado en la tierra por romper la primera regla de su infantil juego. Luego de aquello volvió a retomar su caminata siendo inconsciente que, de todas formas estaba evadiendo las líneas. 

Si Yunho era sincero, no tenía ni la menor idea donde estaba caminando, a pesar que estaba decidido con ser un hombre hecho y derecho, seguía siendo un asco identificando las calles y peor aun con su nulo conocimiento de la orientación, pero no admitiría que estaba perdido, no, claro que no lo haría. Con calma caminó bajo las luces de neón; aquellas que sobresalen de las tiendas abiertas, rapidamente los recuerdos de la noche anterior lo atacaron con una agresividad que lo hizo sentir náuseas así que no dudó en cruzar la calle al ver el callejón que lentamente se estaba aproximando teniendo que desviar su camino, aturdido el chico apoyó sus palmas contra sus rodillas agachando su rostro al recordar aquellas ásperas manos acariciando sus brazos para deslizarse por su abdomen, impulsivamente apretó sus labios sintiendo el nudo en su estómago mientras que sus orbes oscuras fueron inundadas por las lágrimas-esta vez no las detuvo-. Yunho lloró en silencio, las calientes lágrimas se deslizaron por sus largas pestañas hasta caer contra la punta de su zapato impidiendo que fuese capaz de ver con claridad.

El coreano mordió su labio inferior lastimado al darse cuenta que no era un hombre, solo soy un niño, pensó llevando su palma contra sus párpados tomando entrecortadas bocanadas de aire para llenar sus pulmones, estoy asustado, y hablaba consigo mismo creyendo que, de esa forma se iba a sentir mejor. 

Luego de un par de minutos donde el frescor de la noche acarició su rostro lastimado, Yunho tomó la decisión de seguir su incierto camino, sintiéndose más calmado limpió sus húmedas facciones mirando atentamente la iluminación nocturna, todo están igual, pensó abrumado creyendo firmemente que, no había gran diferencia entre una esquina y otra. Confundido miró por sobre su hombro comenzando a creer que estaba caminando en círculo, y una parte de él realmente estaba pensando que si lo estaba haciendo, pero algo le llamó la atención logrando que colocara toda su atención en aquello, ese local, pensó trotando hacia aquella dirección, al llegar lo primero que hizo fue llevar sus delgados dedos contra la vitrina observando el interior oscuro, aquí estuve con Mina, afirmó recordando casi a la perfección el debate que había tenido con la correa azul y roja, significa que estoy cerca de su casa, se respondió sintiéndose extrañamente contento de no haber olvidado eso. 

Por muy extraño que fuese, Yunho tuvo la necesidad de refugiarse en el hogar de la castaña; quizás se debía al hecho de que, como ella no podía verle, la vergüenza que cargaba sobre sus hombros al permitir que profanaran su cuerpo de esa manera no era tan abrumadora a como se sentía cuando Nayeon lo veía, quizás se debía a que Mina no lo juzgaba, o solo por el hecho de que ella no hablaba tanto así que no le haría preguntas, y él estaba bien con eso. Rápidamente el castaño comenzó a reconocer las calles, su emoción fue tal que no pudo evitar el aplaudir siendo algo bastante extraño para los adolescentes que caminaban en la otra vereda rumbo a algún bar. Yunho se avergonzó, pero de todas formas intentó no demostrarlo siguiendo con su camino. Luego de un par de horas-donde en más de una ocasión se perdió-, el chico llegó al hogar Myoui, en silencio caminó hacia la puerta observando las luces apagadas, debe estar durmiendo, pensó bajando los escalones principales para rodear la casa recordando cuando hizo de cupido. 

Yunho apoyó sus dedos sobre el borde de madera colocándose de puntillas para ver desde la ventana como Mina estaba durmiendo bajo sus sábanas con Coco descansando en los pies del colchón. El chico apretó sus labios pensando que haría ahora que había llegado-básicamente no se había cuestionado ni formulado un plan para actuar cuando llegase al hogar de la muchacha-, se quedó quieto con sus ojos fijos en el cuerpo ajeno hasta que una idea se iluminó en su cabeza, rápidamente llevó su dedo índice contra el cristal chocando su corta uña contra este intentando llamar la atención de la castaña; el primero en despertar por el ruido fue Coco quien, confundido por el sonido no dudó en levantarse moviendo su colita con fuerza en señal de curiosidad. Yunho al notar que el perro se había despertado no dudó en mover sus brazos queriendo llamar su atención viendo como el animal inclinaba su hocico contra el colchón comenzando a ladrar a la vez que sus cortas patas se movían con fuerza en señal de emoción.

Mina gruñó girando sobre la cama apoyando su cara contra la almohada, por impulso intentó callar a su perro con ese fuerte "Shhh" deslizándose por sus labios, pero aquello solo animó al animal para acercarse langueteando su brazo desnudo. La castaña lo ignoró los primeros minutos, somnolienta volvió acomodarse escondiendo su brazo bajo las sábanas, para su suerte el sueño nuevamente le estaba dando la bienvenida, pero Coco realmente no tenía intenciones de que ella durmiera, ya que velozmente mordisqueó su pijama tirando de ella queriendo que se despertara de una buena vez. Mina tomó una bocanada de aire a la vez que se incorporaba con fuerza.

—¿Que quieres?—cuestionó la chica llevando su palma contra su rostro intentando quitarse el sueño que cargaba encima—¿Quieres el baño?—preguntó confundida escuchando los fuertes jadeos por parte del animal—estamos jodido, recuerda que no puedo ver y menos me orientaré con este sueño, así que te aguantas—le aclaró llevando su palma contra la almohada para darle pequeños golpecitos queriendo que su rostro nuevamente estuviese adherido a él.

El sonido de la ventana abriéndose la hizo dar un brusco salto sobre el colchón mientras que sentía la fuerte respiración de Coco a su lado acompañado por el movimiento de sus pies sobre la cama, lo primero que cruzó por la mente de Mina fue querer gritar para alertar a su madre, pero estaba tan asustada que su garganta se cerró por completo permitiendo que la sudoración producto del miedo se deslizara por su espalda y palmas. La japonesa estuvo tentada en llorar a causa del cuadro de estrés que estaba viviendo en esos instantes, y el hecho de saber que el bendito perro que creyó que la protegería no estaba actuando bajo sus instintos más primitivos como el ladrar, solo estaban causando empeorar ese sentimiento.

—Mina... soy yo—comentó Yunho intentando no alzar la voz a la vez que movía su palma queriendo que la chica de esa forma lo identificara.

Jodida mierda, pensó la japonesa llevando sus dos palmas contra su rostro intentando tranquilizarse al reconocer la voz del castaño, a la vez que escuchaba a la perfección los pasos del coreano como también el fuerte bombeo de su corazón producto del pavor que él le hizo pasar al no identificarse cuando llegó, realmente los Im me matarán, pensó firmemente sintiendo como uno de los bordes de la cama se hundía ante el peso del más alto. Mina no dijo nada al respecto, ella solo intentó calmar su acelerada pulsación a la vez que sentía como su torrente sanguíneo se deslizaba con violencia por alrededor de su cuerpo bombeando sus tímpanos con una agresividad que, realmente no podía oír tanto como estaba acostumbrada. Yunho en cambio guardó silencio esperando con paciencia a que ella estuviese más calmada. 

—Lamento asustarte—confesó el coreano llevando sus dedos contra su mentón a la vez que sentía como Coco rapidamente restregaba su hocico contra su torso para luego apoyar todo su cuerpo sobre sus muslos, manteniéndose a su lado como si fuese consciente de lo que había sufrido—n~necesitaba huir—admitió limpiando velozmente las calientes lágrimas que se deslizaban por su piel—si te incomodo me puedo ir... y~yo, yo realmente no quiero molestarte.

Ya me diste un pequeño infarto que más da, pensó Mina deslizando sus palmas por sus muslos sintiéndose realmente más relajada. 

—¿Qué sucedió?—cuestionó Mina con suavidad escuchando el fuerte suspiró por parte del castaño siendo acompañado por el sonido de los zapatos chocando contra el suelo de madera, para luego sentir como el peso que anteriormente estaba ocupando un parte de la cama velozmente se posaba a su lado—¿Yunho?—lo llamó en pregunta moviendo su rostro por impulso en dirección del castaño sintiendo como el mencionado con cuidado presionaba sus dedos sobre su mejilla obligandola a que mirase hacia otra dirección.

—No me mires—suplicó el coreano casi en un suave susurró a la vez que llevaba al pequeño perro contra su pecho queriendo utilizarlo como escudo emocional—me da verguenza que me vean —confesó olvidando casi por completo el hecho de que ella no podía verle, pero la chica no dijo nada al respecto, ella solo se acomodó bajo las sábanas apoyando su cabeza sobre la almohada esperando a que continuase hablando—mi madre se molestó por mi suspensión—comentó mientras acariciaba el suave pelaje del animal escuchando como este jadeaba con su hocico entreabierto y su lengua expuesta—y cuando me gritó... y~yo, yo perdí el control—confesó observando como Mina solo estaba fingiendo mirar el techo—patee la mesa de centro y me comporté como un idiota con Nayeon... y ella, oh Dios, ella debe pensar que soy un monstruo—murmuró aterrado.

La japonesa al oírlo no dudó en sacudir su cabeza en negación, con calma giró su rostro manteniendo sus párpados cerrados sintiendo la penetrante mirada de su acompañante fija en sus facciones.

—Ella jamás pensaría eso de ti—afirmó Mina estando completamente segura que, hiciese lo que hiciese el muchacho, la chica seguiría protegiéndolo con su vida—¿Haz visto estos videos de la coca cola con mentos?—preguntó suavidad queriendo utilizar un ejemplo simple para explicar escuchando como el chico susurraba aquel suave "Sí" manteniéndose con sus ojos fijos en el rostro de la chica—las personas somos como la coca cola, y el daño son las mentitas... si alguien viene y nos hace daño, llegará un punto donde la presión no podremos contenerla y explotaremos—comentó escuchando el fuerte jadeo por parte del menor—no lo tomes literal—agregó siendo consciente que Yunho podría estar ahora aterrado ante la posibilidad de que explotaría como la gaseosa—lo que quiero decir... es que mientras más guardemos y retengamos el dolor, más agresiva será nuestra reacción cuando este se libere.

Yunho parpadeó soltando a Coco observando cómo el animal caminaba hacia el borde de la cama girando en círculos para luego simplemente acostarse mirando fijamente la interacción entre ambos adolescentes. El castaño tragó saliva estirando su mano para envolver su brazo alrededor de la cintura de la japonesa apoyando velozmente su mejilla sobre el hombro de la chica quedándose completamente adherido a ella con ese cálido abrazo que tanto había necesitado.

—No sé cómo manejarlo—susurró el coreano confesando por fin sus temores sintiendo como Mina deslizaba sus dedos por su antebrazo intentando distraerlo de esa forma—estoy sucio—murmuró asqueado de sí mismo: sus palabras fueron tan impactante que la japonesa dejó todo movimiento quedando inmovil sobre la cama siendo consciente del significado; ella no era tonta, entendía ese "Estoy sucio"—¿Y si vuelve a suceder?—cuestionó aterrado a la vez que sacudía su cabeza sabiendo lo débil que era—no podré... yo, yo solo soy un niño.

Y la frágil con la que hablaba, la sinceridad y el temor con que intentaba confesar lo que había ocurrido provocaron que los ojos de la castaña se aguaran ante las lágrimas que amenazaban en huir.

—¿Alguien más lo sabe?—preguntó antes de tragar aquel inexistente nudo en su garganta siendo consciente que no había necesidad de que él confirmara que había sufrido ese tipo de abuso, ella había reconocido los síntomas de aquel trauma que desencadenaron esa extraña actitud y agresividad por su parte.

—N~No—respondió Yunho sintiendo como Mina se acomodaba deslizando su brazo por debajo su cuello permitiendo que él le diera la espalda; era extraño para ella el estar abrazando al muchacho por la espalda, pero al parecer lo hacía sentirse más seguro, así que se quedaría en aquella posición el tiempo que fuese necesario—Mina...—le llamó mirando la pared con una de su mano bajo la almohada sintiendo la mejilla de la chica adherida contra sus omóplatos y su agradable calor envolviendo su frío corazón.

—¿Sí?—preguntó la mencionada sintiendo como, sorpresivamente él entrealabraza sus dedos con los suyos ejerciendo bastante presión en esa zona, como si estuviese asustado de ser abandonado en la oscuridad.

—Prometeme que no se lo dirás a nadie—suplicó.

Mina se quedó quieta sin saber que responder; la parte racional de su cabeza le ordenaba que debía contarle a Nayeon, a fin y al cabo era su hermana mayor, no podía ocultarle lo que le había pasado a su hermanito, pero la otra, la parte que comprendía al coreano le exigía que lo prometería, que se quedara en silencio porque no le correspondía el dar ese tipo de noticias.

—Lo prometo—respondió la castaña apretando sus párpados al ser consciente del problema que iba a tener con Nayeon a la vez que sentía como el chico se acomodaba manteniéndose completamente adherido a ella.

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