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Nueva mascota

Narrador omnisciente:

Mina nunca sería conocida por ser una buena samaritana-porque ni ella misma se consideraba una-, en realidad, ella cayó en el conocido y asqueroso estereotipo de chica ruda con amigo bravucón que tenía una familia disfuncional y un padre abusivo, pero la verdad de las cosas es que su padre era un imbécil pero jamás le puso un dedo encima, y ella a pesar de verse ruda, era un osito de peluche con falta de atención, cuando la conocían se daban cuenta que era bastante adorable y dulce, un ser humano prácticamente precioso que solo necesita que alguien la abrazase con la misma intensidad en que lo hacía Felix, Felix... su querido homosexual, el chico había sido un pan de Dios, aunque los demás no lo notaran, él jamás lastimó a nadie por diversión-bueno, físicamente-, pero si era un buen pecador en el ámbito burlón, le fascina sacar de quicio a la gente hasta llevarlos a sus límites-su viejo amigo disfrutaba ver la cólera en los rostro ajenos-.

Y quien diría que ahora, ahí se encontraría una Mina completamente diferente a lo que alguna vez los estudiantes habían conocido, con sus dedos envueltos sobre su bastón mientras que, de su brazo derecho colgaba la delgada muñeca del chico que había recién salvado de una paliza masiva. La castaña suspiró escuchando atentamente como el desconocido no tan desconocido con nombre Yunho conversaba animadamente actuando como si no hubiese recibido una paliza y su cuerpo ahora mismo no estuviese completamente resentido. Mina relamió sus labios, estaba sorprendida al percatarse que el muchacho era bastante agradable a decir verdad, su manera de conversar, con tanta confianza y alegría le hacia recordar a una coreana hiperactiva, y eso la asustó; estaba comenzando a comparar a todo el mundo con Nayeon. La japonesa giró su rostro, escuchar la forma en que Yunho hablaba sin parar mezclado por los sonidos de la calle y las voces ajenas a las del chico chocando entre si causaban que ella no supiese muy bien donde estaba.

—Yunho—llamó Mina logrando que el mencionado de una buena vez se callara—¿Dónde estamos?—preguntó provocando que el chico simplemente detuviera su caminar girando su rostro para ver los edificios de neón. 

—Mmm, buena pregunta—respondió el chico con calma causando que la japonesa suspirara cuestionándose en sus pensamientos que había hecho para estar ahora perdida con un muchacho igual o más torpe que ella—creo que estamos en el centro, igual, es de día, ¿Puedes ver algún tipo de luz?—preguntó con inocencia siendo inconsciente que comenzaba a colmar la paciencia de la castaña—Mingi a veces dice que soy muy distraído... y San una vez me dijo que era una suerte que mi cabeza estuviese conectada a mi cuello, pero yo no soy tan distraído, no sé por qué la gente dice... oh mira, un perro—y había hablado con rapidez soltándose del brazo de Mina para correr hacía el bendito perro que había llamado su completa atención, dejando a la castaña varada a la mitad de la vereda.

Mina mordió el interior de su mejilla contando mentalmente hasta diez, solo es un estúpido niño, pensó la chica elevando su palma para llevarla hacía su frente, no lo mates, no lo mates, se ordenó siendo consciente que la extraña e hiperactiva personalidad del muchacho había atrapado en un principio la curiosidad de la japonesa, tan parecidos, había pensado la primera vez que lo escuchó, y no es que su voz fuese idéntica a la de Nayeon, porque obviamente era una locura que tuviesen algún tipo de parentesco sanguíneo, pero no podía evitar el creer que algo en ese chico era idéntico a la coreana.

La castaña apoyó su palma sobre el borde de su bastón escuchando una agitada respiración masculina acompañada de los jadeos de un animal. 

—¡Mina, mira el es Coco y lo acabo de adoptar!—y el chico sonaba emocionado, tal grado era la felicidad que desbordaba su tono de voz que parecía indiferente a lo que había comentado, y aunque en otros momentos la mencionada hubiese reprochado al chico con un "soy ciega, no me digas que mire algo" por algún extraño motivo su infantilismo provocaba que guardara silencio—oh no...—y su voz cambió drásticamente logrando que Mina inclinara su cabeza en confusión atenta a lo que estuviese por comentar—mi madre no lo querrá, me dirá "Yunho ya tienes diecisiete años compórtate como un adulto y devuelve a ese cochino perro al basurero que lo sacaste"—y hasta había imitado la voz de una mujer.

Mina estaba sorprendida, ¿Dijo diecisiete?, pensó conmocionada ante la nueva información, él no actúa acorde a su edad, yo era una completa idiota, estaba hablando en su mente completamente confundida y avergonzada de creer que había ayudado a un niño. Rápidamente la curiosidad la atacó al querer saber más del misterioso chico, con sutileza dio un paso hacía el sonido de su entristecida voz asegurándose que su bastón no llegara a lastimar las piernas del ahora no tan niño.

—Oh... pobre Coco, lo echaré tanto de menos—su voz se quebró provocando que la japonesa simplemente se asustara de pensar que el muchacho estaba a punto de llorar por un animal que recién había conocido—eres tan bonito, no quiero dejarte—comenzó a hablar solo causando que Mina apretara sus labios incómoda de sentirse ignorada—quizás Mingi te adopte... o tal vez el tonto de Wooyoung, aunque ni siquiera se puede cuidar de si mismo, ¡Ay, Coco te quedarás aquí completamente solo..! Con este frío, quizás llueva...

La japonesa quería que se callara, el hecho de escuchar su dramático lloriqueo comenzaba a ponerlas de los nervios, así que no pensó muy bien las cosas en el momento que entreabrió sus labios y las palabras se deslizaron entre sus cerezos.

—Yo cuidaré al perro—soltó Mina sintiendo como su corazón se detenía y la ansiedad la atacaba con brusquedad al sentir unos brazos envolviendo su cuerpo; estaban invadiendo su espacio personal. Se paralizó, quedó completamente tiesa ante la forma en que Yunho la sostenía, y ese olor a loción masculina adentrándose en sus fosas nasales siendo acompañado por la sensación de estar suspendida en el aire con el simple agarre ajeno solo causaba que los nervios empeoraran—s~suéltame—ordenó.

—Oh sí... lo siento—se disculpo Yunho soltando rápidamente a la castaña para que volviera tocar el suelo con las suelas de sus zapatos, el alto muchacho hizo una suave reverencia para luego volver a poner toda su atención en el perro—¿Escuchaste Coco? Mina cuidará de ti, intenta no hacerla tropezar porque no te puede ver—y sonaba emocionado, tanto así, que la japonesa retuvo las ganas de rechazar la propia oferta que ella había soltado—gracias Mina—y su voz había sonado tanto calma como de agradecimiento provocando que la chica simplemente sonriera inclinando su cabeza intentando hacer una reverencia.

—De nada... entonces, ¿Coco? ¿En serio ese nombre?—cuestionó la japonesa sintiendo como el chico sin ningún tipo de vergüenza tomaba de su brazo comenzando a caminar.

—Claro, es un nombre genial—contestó el chico encogiéndose de hombros olvidando por completo que ella no podía verle—¿Deberíamos comprarle una correa?—preguntó con suavidad posando sus ojos en la castaña notando como ella asentía con su cabeza.

Mina jamás había confiado en las personas; no lo hizo cuando podía ver, ahora menos lo haría, pero por algún extraño motivo la ternura y torpeza de Yunho, le brindaba cierta seguridad para no pensar que se trataba de un secuestrador o violador. La chica se dejó guiar siendo bombardeaba con información que, aunque sonase cruel, no le importaba, pero aun así intentó escuchar, hasta que el chico habló de lo que tanto le interesaba el saber.

—... Ella siempre es paciente conmigo—Mina maldijo sus adentros al no haber prestado atención desde el comienzo, ahora estaba aturdida por la mala información, así que solo sonrió, era un movimiento infalible para poder solucionar el hecho de que no había escuchado—ojalá fuese mi madre—la japonesa sabía que el chico estaba orgulloso de su hermana mayor, pero por alguna razón cuando nombró a su progenitora la decepción y tristeza opacaron por completo su alegría.

—¿Cómo se llama tu hermana?—y esa era la pregunta que tanto tiempo estuvo rondando en su mente, pero que no había encontrado el momento adecuado para cuestionarlo sin sonar una desesperada.

Para su mala suerte el chico la adentró en una tienda ignorando olímpicamente su pregunta, el olor a comida de perro inundó sus fosas nasales con la misma intensidad en que el sonido de los animales chillando por su presencia lastimaba sus tímpanos. Mina estaba frustrada, y el sentir como Yunho no dejaba de guiarla como si de un muñeco inamovible se tratase solo empeoraba ese sentimiento. La japonesa se quedó quieta, rápidamente se cruzó de brazos escuchando de fondo como el chico estaba indeciso entre una correa roja o azul, ¿Qué importa el color? si de todas formas no lo podré ver, pensó la castaña sintiendo su piel erizarse en el momento que un animal se apoyó sobre su pierna, utilizando su extremidad como soporte. La chica estuvo tentada en mover su pie y patearlo, pero luego recordó que, no era un monstruo y que el animal debía ser Coco.

—Awww, Coco te quiere—comentó Yunho emocionado mientras que sus pasos y voz cada vez se alejaba más—buenos día... digo tarde, buenas tardes señorita—ya se estaba volviendo costumbre para la castaña el suspirar sintiendo como el animal terminaba apoyando su cabeza sobre su zapato—¿Ella? no, no es mi novia, en realidad la conocí hoy, me salvo de una grandotota, pero bueno, ¿Le gusta más el color rojo o azul?—cuestionó, causando que Mina simplemente mordiera el interior de su mejilla intentando no reír ante la adorable e inocente forma en que el chico expresaba sus pensamientos—sabe que señorita, no se preocupe, me los llevaré los dos, también dos kilos de comida de perro, un shampoo, ese trajesito de batman, ¿Qué es eso de allá? no importa, lo quiero también.

Mina tenía que detenerlo, rapidamente se acercó moviendo su bastón hasta llegar donde el chico, sin antes arreglar sus lentes y gorra intentando que los moretones de su rostro no quedaran expuesto, y la mujer del posible mostrador sacara conclusiones erróneas.

—Solo agregue la correa roja, la comida y el shampoo, por favor—habló la japonesa con calma escuchando como el contrario se quejaba, pero no hacía nada para cambiar la decisión de la chica.

La mujer sumó su compra indicando cuanto dinero debían pagar, Mina con calma sacó su billetera y dejó un par de billetes sobre la mesa; con el tiempo, pudo identificar mediante la textura que dígito era cada uno, así que la gente ya no podía engañarla y estafarla como le había sucedido en el pasado. Cuando salieron de la tienda, la castaña pudo escuchar como Yunho estaba colocando la correa al animal, provocando que ella como de costumbre se mantuviese quieta sin saber que decir o hacer.

—¿Dónde vives?—preguntó Yunho de golpe, para luego simplemente avergonzarse y re formular la pregunta—eso sonó como si fuese un acosador—comentó comenzando a reír los primeros segundos, mientras que el perro lo veía extraño y la japonesa se había quedado en silencio sin saber como reaccionar—no soy un acosador, en realidad ni siquiera me se defender... una vez una mosca chocó con mi ojo y me sentí mal, ¿Sabias que las moscas duran veintiocho días? tuve que buscarlo para asegurarme que no la había matado, podría tener una familia, yo no quiero que mi familia muera de esa espantosa form...—Mina estiró su mano libre y torpemente lo presionó contra el mentón del contrario haciendo que este instintivamente se callara.

—¿Nunca te han dicho que hablas demasiado?—cuestionó la japonesa con suavidad queriendo no lastimar los sentimiento del parlachin muchacho—Dios... me recuerdas a Nayeon, tan habladora y confiada—se quejó dando un paso hacía atrás alejando su tacto de la piel ajena, siendo inconsciente que había hablado de la coreana. 

El castaño frunció el ceño confundido de escuchar el nombre de su hermana brotando de los labios de la desconocida, pero amigable muchacha.

—¿Dijiste Nayeon? ¿Te referías a Im Nayeon?—cuestionó el coreano sintiéndose sorprendido de ver como era ella quien estaba confundida ahora, agitando su cabeza en afirmación—oh por Dios... ¡Tu eres la imbécil Myoui! o sea... Taehyung te llamó así... mi hermana suele decirte Minari, ella habla mucho de ti, aunque nunca nos dijo que eras cieguita... —su voz se fue apagando al ver el hematoma exhibiéndose por debajo de los lentes de sol de la castaña—¿Quien te lastimó?

Mina estaba tan conmocionada por la nueva información que no supo que responder ante la pregunta del muchacho.

—Nadie especial—respondió la japonesa dando un paso hacía atrás sintiéndose repentinamente abrumada al saber que estaba frente al hermano menor de la coreana—Nayeon nunca me contó que tenía un hermano—y en el momento que terminó su frase se arrepintió al escuchar ese suave "¿No lo hizo?" tan doloroso y herido que, no pudo evitar el rectificarse—o sea, igual soy una idiota narcisista y solo hablo de mi, así que tampoco le di tiempo de preguntar sobre su familia—admitió comenzando a caminar en el instante que escuchó al bendito perro ladrar.

Mina siguió su camino sacando su teléfono para dar su dirección escuchando atentamente como el aparato reaccionaba a su pedido comenzando a indicar hacía donde debía dirigirse. Yunho en un completo silencio observó fascinado el móvil, mientras que, en su mente no dejaba de circular el anhelo de querer uno de esos-él sabía que aquello le facilitaría las cosas-.

—Y... cuéntame, ¿Tienen más hermanos?—cuestionó la japonesa siguiendo su recorrido escuchando como el coreano chasqueaba su lengua.

—Sí, Yunjin es nuestra hermana mayor, pero ya no vive con nosotros porque discutió con mamá...—comentó Yunho manteniendo su palma envuelta en el hombro de la japonesa deteniendo a la chica ante la luz roja; él había aprendido a la mala que el rojo no era un buen color—así que ahora solo somos Nayeon y yo—murmuró lo último intentando no llorar—ella siempre me hace reír... me gusta que no le importa que me cueste las cosas, o que no entienda lo que este pasando la mayoría del tiempo—drásticamente cambió el tema sosteniendo con vehemencia la correa de Coco en el momento que comenzaron a caminar cuando la luz estuvo en verde—¿Podrías no decirle que me salvaste? ella lloró mucho cuando supo que los chicos se burlaban de mi, no quiero que sufra... y mucho menos deseo que llame a Yunjin, mamá dice que tengo que ser valiente y arreglar mis problemas por mi mismo.

Mina apretó sus labios, esas palabras habían sonado tan cercano a la manera en que su padre se expresaba que, realmente no pudo evitar el sentir un pequeño Deja vu. Es tan adorable, ¿Cómo su madre puede tratarlo de esa forma? cuestionó la chica en sus pensamientos deseando que Yunho simplemente estuviese exagerando las cosas, aunque una parte de ella creía firmemente que no era así. Él ni siquiera sabe controlar sus palabras, no debe entender el termino exagerar, replicó en su mente, para luego sacudir su cabeza intentando volver a centrarse.

—Preguntará como nos conocimos—le aclaró la joven escuchando atentamente como su teléfono le indicaba que girara hacía la izquierda—tu hermana es lista, sabrá que mentimos—admitió siguiendo con su caminar mientras que, de fondo era capaz de escuchar la manera en que el perro había comenzando a salivar y jadear por su caminata—y no me gusta mentir.

Yunho apretó sus dientes mientras que miraba atentamente como la chica arreglaba sus lentes.

—Sino le dices... y~yo, yo te contaré todo lo que quieras de ella—el castaño lo había suplicado, ante la desesperación y nerviosismo que estaban completamente mezclado por una posibilidad de que la castaña fuese con el chisme a su hermana mayor. Mina alzó una de sus cejas sorprendida por sus palabras, por instinto relamió sus labios, siendo consciente que, por el sonido de su voz el muchacho estaba con sus dudas de su propia oferta.

La chica mordió el interior de su mejilla, la oferta era tentadora, a decir verdad, demasiado tentadora como para darse el lujo de negarse y perder la posibilidad de conocer por completo a la coreana, pero su parte racional le pedía a gritos que no aceptara, porque lógicamente estaba mal el hecho de saber la información privada de Nayeon a base del distraído de su hermano menor, y sabía, Mina realmente era consciente que, cuando la pelinegra supiese que, Yunho había hablado con ella, no tardaría en tacharla de estar manipulando al muchacho. No lo hagas, se ordenó la japonesa, puedes preguntarle, no hay necesidad, y no, tiene razón, no había necesidad, pero si mantenía contacto con Yunho ya tendría ganado a uno de sus cuñados.

—Bien, anota tu número—le aclaró estirando su mano para entregarle su móvil, torpemente Yunho se lo arrebató anotando su número telefónico.

Para la sorpresa de Mina el alto muchacho no volvió a hablar, o sea, sí lo hizo, al parecer era imposible para el chico el mantenerse en silencio, pero por lo menos no intercambiaron palabras, simplemente la japonesa escuchó como el contrario hablaba con Coco emocionado por la nueva vida que el animal iba a tener. Es como Changbin, igual o más parlanchín, pensó la castaña borrando todo rastro de felicidad al recordar que, no tenía ni la menor idea de como estaba su amistad con el deportista, ¿Realmente no volverían hablarse? pensó odiando su personalidad, si no fueses tan arrogante, se reprochó así misma sabiendo que, su soberbia y egocentrismo impedían que se disculpara con él, que tuviese siquiera la intención de explicarle el motivo por el cual ella se debió marchar de ese estúpido partido. 

Su teléfono sonó indicando que estaban a unos escasos metros de su destino, pero para su sorpresa el contrario le había detenido de golpe obligando a que tuviese que retroceder.

—Mi hermana esta ahí, Dios, Nayeon ya nos descubrió... ay Jesucristo se va enojar conmigo, no debí salir solo... Tan estúpido eres Yunho, me debí quedar con Mingi, pero no quería que él tuviese que cuidarme. No soy un niño, pero tampoco un adulto. Soy ¿Intermedio? ¿intermedio adolescenteniño? ¿Esa palabra existe? la tendré que buscar por...—Mina no sabía que el muchacho tenía la capacidad de marear con sus propias palabras a la gente cuando los nervios lo atacaban, así que por instinto volvió a presionar su palma sobre el rostro del contrario deseando de una buena vez que cerrara la boca.

—Guarda silencio—le ordenó dando un paso hacía atrás mientras que sentía como el bendito perro se apegaba nuevamente a su pierna—Nayeon solo me debió visitar, no te pongas paranoico—le aclaró sosteniendo con vehemencia su bastón—será mejor que te marches, ¿Sabes como llegar a tu casa?—cuestionó sintiéndose prácticamente molesta de no escuchar una respuesta por parte del contrario—¿Yunho?

—L~Lo siento... me sé la calle, pero no sé como llegar—admitió el chico avergonzado, Dios, ¿Qué hice para merecer esto? pensó la japonesa.

—Toma—y hasta ella misma estaba sorprendida de estar entregando su único medio de comunicación al despistado y paranoico muchacho—cuando llegues a tu casa, déjalo en silencio, porque sino tu hermana se dará cuenta—le aconsejó sintiendo como una parte de ella se iba en el bolsillo del más alto.

—¡Mañana te lo devolveré!—avisó tomándose el atrevimiento de besar la mejilla de la japonesa para luego brindarle un sofocante abrazo, tan parecido a su hermana, pensó Mina prácticamente perturbada de tanto afecto por parte del pequeño Im—¡Cuida a Coco!

Y sin más se marchó, dejando a una japonesa con las bolsas de la compra y con el bendito perro parada frente a la calle. Ahora Mina tenía un desafió, cruzar la calle y sin morir en el intento.

La castaña relamió sus labios.

—Coco... sé que no somos los mejores amigos, pero por favor, no seas suicida, porque me llevarás contigo a la muerte—suplicó la japonesa pensando firmemente que ya estaba perdiendo su cordura al estar hablando con un perro.

Asustada la chica cruzó la calle al no escuchar los vehículos en movimiento, con su corazón a mil y la sensación de estar sudando como un pequeño puerco al sol, no dudó en caminar lo más rápido posible tomando grandes bocanadas de aire al llegar al otro lado-nunca en su vida se había aterrado tanto por cruzar de un lugar a otro-. Mas relajada la chica se dirigió hacía su hogar escuchando atentamente como el animal jadeaba acompañado por el sonido de sus uñas chocando contra el pavimento. Mina no podía verle, pero podía imaginarse aun perro pequeño con su rostro feliz y su colita moviéndose de un lado hacía el otro-era una buena imagen mental-. 

Mina se detuvo en el momento que escuchó al perro comenzar a ladrar de manera agresiva y desconfiada. Confundida envolvió la correa en su muñeca intentando atraer al animal a su cuerpo; lo que menos quería era ganarse una demanda por la mordida de su nueva mascota.

—¿Desde cuando tienes un perro?—cuestionó Nayeon sorprendida causando que, por instinto una suave sonrisa saliera a relucir en la castaña, avergonzada del impulso de su mente por la inminente alegría que la coreana provocaba en su interior Mina no tardó en mostrar su rostro más serio queriendo hacerle creer a la contraria que no estaba contenta por su visita.

—Lo encontré hoy, se llama Coco—aclaró Mina sorprendiéndose de no escuchar al perro ladrar, pero si el jadeo de sorpresa desprendiendo de la garganta de la coreana—¿Qué sucede?

—Nada—respondió la pelinegra arrodillándose frente al animal para acariciar su sucio pelaje, observando con fascinación como el pequeño animal apoyaba su cabeza sobre su palma buscando prácticamente desesperado un poco de cariño—solo me sorprendió... con mis hermanos siempre quisimos un perro llamado Coco—confesó tomando con total confianza al sucio animal, apegandolo a su pecho sin importarle el estado en que estaba el perro.

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