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Esta bien no estar bien

Narrador omnisciente:

Mina no dijo nada al respecto luego de que escuchó a Changbin dando su explicación, si era sincera no supo qué decir; una parte de ella seguía lo suficientemente furiosa y desconcertada como para poder hablar con claridad, así que solo apretó los puños escuchando atentamente la bicicleta de su acompañante cerca suyo, y la pesada respiración del coreano llenando la incomodidad de que les envolvía. Se sentía como una marioneta, usada y votada por las manos de Felix, ni siquiera está aquí como para que se hiciera cargo de sus errores, y eso era lo peor de todo, él quería que ella estuviese con Nayeon y lo consiguió sin siquiera estar presente, estúpido Felix, lo insultó apretando sus dientes sintiendo como sus ojos se cristalizaban por debajo de los lentes de sol, con la cabeza cabizbaja y las cortas bocanadas de aire entrando y saliendo de su boca, la chica continuó caminando. Ella sabía que no debía tomárselo tan a pecho, porque las posibilidades de que ella hubiese estado con Nayeon gracias a su amigo muerto eran ilimitadas, solo fue el destino, pensó a pesar que ese destino había sido modificado a manos de Changbin, pero no importaba. Ella me vió, y quizás era lo que más le molestaba, Nayeon ya sabía quién era ella, y aun así actuó como si hubiese sido la primera vez que se habían visto, ¿Dahyun también estuvo confabulada en este estúpido plan? y ahora no podía confiar en nadie. 

Rápidamente recordó el día que conoció a la chica, trabajaba de ayudante en la biblioteca, y era amiga de Changbin, o por lo menos se conocían lo suficiente para tutearse sin ningún tipo de problema; Tengo una amiga, estaba tan fresca sus palabras que podía sentirlas como si estuviese a su lado conversando con ella, Está en el grupo de teatro, ella con gusto te ayudará a entender a Romeo y Julieta, estúpida obra, estúpidos personajes, estúpido profesor que no tenía otro género literario que ofrecer, insultaba en su mente mezclando los recuerdos de aquella voz somnolienta, pero amigable, su nombre es Nayeon... Im Nayeon, siempre está en el gimnasio practicando. Rió sin humor mientras que sus pies quedaban anclados en la vereda sus ojos fueron a parar hacia la entrada de su casa, solo debes entrar y podrás estar en paz, y lo tenía completamente en claro, pero a la vez necesitaba tener ciertas respuestas para poder acomodar sus pensamientos, y sabía que su mejor amigo podría dárselas, el problema, estaba si él quería cooperar o no. Por mero impulso se giró notando como Changbin arreglaba su casco, aunque rapidamente se centró en ella, se veía sorprendido, e incómodo, lo segundo se debía más que nada por que lo que llevaba puesto en la cabeza lastimaba su frente, pero aun así demostró el estar prestando atención a cada movimiento que ella realizaba.

—¿Le pediste a Dahyun que nombrara a Nayeon para asi yo poder conocerla y que tu tuvieras la oportunidad de pedirme que me quedará cerca suyo?—cuestionó mirándolo fijamente, el chico amplió los párpados y la palidez rapidamente se hizo visible en sus facciones, así que ni siquiera tuvo que oír una respuesta que brotara de sus labios, porque ya la tenía—fantástico...—murmuró girando su rostro, irritada observó los autos pasar por las calles mientras que una que otra pareja caminaba por la vereda vecina ajenos a lo que ocurría realmente entre ella y su viejo amigo—¿Alguien más estaba metido en este plan de buscar una relación para la triste y desolada Myoui Mina?—preguntó permitiendo que quedara en evidencia la ira que lentamente la estaba consumiendo. El coreano apretó las palmas alrededor de los mangos de su bicicleta.

—No lo digas de esa forma—pidió con suavidad, como si temiera realmente que Mina simplemente enfureciera más de lo que ya en sí estaba. La japonesa rió sin humor, molesta llevó sus manos contra sus facciones acariciando su humeda piel, lloraba con suavidad, pero no quería que él lo notara, a pesar que era evidente la manera en que sus sentimientos estaban expuesto; su llanto mezclado por la ira y la frustración la obligó a mantenerse en silencio mientras que el coreano la continuaba viendo—...—el chico tragó saliva mientras que se quitaba el casco, con cuidado lo dejó colgado en uno de los mangos del manubrio para luego enfocarse nuevamente en su acompañante—solo querías que fueras feliz.

—¿Y creiste que con ella lo iba a ser?—cuestionó Mina mientras que bajaba sus manos agarrando entre sus dedos sus lentes que se había arrebatado en un movimiento involuntario. Changbin tragó saliva, se veía sorprendido, abrumado a más no poder al notar que ella le estaba viendo a los ojos con una ira que hace mucho tiempo no había visto reflejado en sus orbes—¡¿EH?!—alzó la voz lanzando los lentes contra el pecho del muchacho, permitiendo que él por impulso llevara su mano contra la zona del golpe, para luego bajar la mirada notando el objeto en el suelo justo frente a sus zapatos.

—¿No eres feliz con ella?—replicó Changbin alzando nuevamente su mentón, permitiendo ver como la japonesa simplemente sacudía su cabeza en negación llevando sus palmas contra las cuencas de sus ojos ante la irritación producida por los rayos solares—¿Me dirás que no la amas? ¿Qué no fuiste feliz cuando ella estaba cerca suyo?—cuestionó manteniendo su ceño completamente fruncido ante la molestía—si no hubiese interferido jamás hubieses conocido a Yunho—aclaró provocando que Mina solo diera un paso hacia atrás—quizás no debimos hacer que se juntaran, pero ella te hace bien... ¡Fue la única capaz de hacerte reir, nadie más lo había logrado, ni siquiera yo!—le recordó escuchando como la muchacha gruñía—entiendo que estés molesta, pero solo quería lo mejor para ti.

—Yo no lo te pedí—aclaró con la voz prácticamente quebrada—...—guardó silencio tomando buenas bocanadas de aire, quería explicar el cómo se sentía, deseaba que Changbin comprendiera que lo que hizo para el gusto de Felix, no había estado bien, porque se sentía usada, sentía que habían tomado sus sentimientos y simplemente los cambiaron para el gusto de alguien más—insistente con que estuviera al lado de Nayeon porque Felix quería eso, ¿Verdad?—cuestionó bajando sus palmas para ver con sus ojos rojos producto del llanto y el ardor como Changbin solo tragaba saliva moviendo su manzana de adán de arriba y hacia abajo—Te enteraste de que estuve con Sana poco después del accidente, pero Felix ya lo sabía—admitió ya calmada—nunca pensaste que él quería verme con Nayeon solo para no estar detrás de su hermana.

—Eso es estúpid...

—¿De verdad?—cuestionó Mina interrumpiendolo—¿De verdad crees que es estúpido Seo?—indagó mientras que elevaba su mano colocando su palma sobre su frente en forma de visera, para intentar cubrir sus ojos de la dolorosa luz—yo no conocía antes a Nayeon, antes de la fiesta realmente nunca la habia visto, ¿Pero de verdad creíste tan tontamente que Felix decidió que quería verme con ella, desde la fiesta por qué sí?—preguntó elevando sus comisuras al ver como el coreano fruncía el ceño parpadeando confundido—por Dios Seo ¿Cómo eres tan imbecil? Felix no debió conocer a Nayeon en esa maldita fiesta, posiblemente se conocían desde antes, o por lo menos tenían a alguien en común.

—Felix solo quería lo mejor para ti—aclaró el coreano molesto de que ella estuviese utilizando el nombre de su difunto amor para hablar mal de él, lo estaba ensuciando, prácticamente escupía veneno sobre su nombre solo para poder excusarse, y él, él jamás permitiría que hablaran mal de la persona que amó—no te atrevas hablar mal de él, Myoui, Felix no está aquí para defenderse así que no lo hagas—amenazó demostrando cuán molesto estaba, pero a Mina realmente no le importaba su furia, porque ella estaba aún más furiosa de lo que se podría considerar posible. 

—¿Lo mejor para mi?—cuestionó la muchacha mientras que se reía de él—Changbin... Felix era lo mejor para mi, y ahora no está, dime... ¿Realmente él quería lo mejor para mi?—le preguntó de vuelta, pero él no era capaz de responder, así que solo se quedó en silencio ejerciendo presión sobre los mangos de la bicicleta mientras que oía cómo su corazón latía con fuerza en el interior de su caja torácica—...—chasqueó su lengua contra su paladar, no podía ver bien, sus ojos seguían lo suficientemente irritados y sabía que debía estar con los lentes, pero era demasiado orgullosa como para poder pedirlos de vuelta—si quería lo mejor para mi, ¿Por qué no siguió luchando? ¿Por qué debió morir?—preguntó sorprendiendose de no haberse roto en ese mismo instante—¡Fue un puto cobarde, Changbin! ¡Él te dejó! ¡Nos dejó sin ni siquiera preocuparse si podríamos vivir sin él!—el coreano soltó la bicicleta y la dejó caer un poco más allá de sus pies, con los puños apretado se agachó tomando los lentes para luego simplemente caminar en dirección de la japonesa, quién le seguía viendo fijamente—¿Qué? ¿Acaso vas a golpearme?—le preguntó en el momento que él quedó frente suyo—por favor, golpeame—suplicó inclinándose mientras que Changbin apretaba los dientes—golpeame lo mas fuerte que puedas para no volver a ver... no lo merezco—susurró.

Entonces Changbin comprendió lo que realmente estaba ocurriendo con su mejor amiga, más allá de lo molesta que podría llegar a estar por lo que él había hecho al querer juntarla con Nayeon como último deseo por parte de Felix, ella solo se estaba castigando por tener la oportunidad de volver a ver, porque lo único que la hacía estar anclada al recuerdo de lo que alguna vez fue su primer mejor amigo, su compañero de aventuras, de su segundo hermano, ahora solo era parte de un amargo recuerdo que ella trataba a toda costa de no olvidar, porque si lo hacía, no le quedaría de otra que asumir que tuvo una oportunidad que Felix no obtuvo, y al parecer, no lo podía soportar como lo estaban haciendo los demás, solo trata de lastimarse, pensó el coreano mientras que estiraba su mano tomando la nuca de la japonesa para luego tirar de ella obligándola a presionar su mejilla contra su hombro, Mina jadeó sorprendida mientras que veía la prenda del chico adherida a su rostro, los primero segundos trató de zafarse, no quería su lástima, y trataría a toda costa de desprenderse de ella, pero Changbin era más fuerte, así que solo la mantuvo retenida hasta que llegara a comprender de una buena vez que estaba bien el no estar bien. 

—Debes parar Mina... ya fue suficiente—admitió Changbin con suavidad permitiendo el sentir como la japonesa se acomodaba sobre su pecho, aceptando de una buena vez la calidez de su cuerpo. El chico cerró sus párpados sintiéndose plenamente aliviado de que ella hubiese dejado de luchar por zafarse del cariño que él gratuitamente le estaba proporcionando—se acabó, no te sigas lastimando—pidió presionando su mejilla sobre la coronilla de la chica mientras que ella aferraba su dedos por detrás de su ancha espalda, hundiendo sus uñas por sobre su camiseta, dándole la oportunidad de poder oír su desolado llanto—también lo echo de menos, pero lastimándote no lo traerá de vuelta Mina, debemos entender que él ya se fue.

—E~Era mi castigo... no debo... y~yo no debo—y no sabía cómo terminar siquiera su frase, se sentía tan ahogada del dolor del duelo que no logró sobrellevar en el tiempo correcto, que ahora que podía volver a ver sentía que simplemente no merecía el tener esa posibilidad y que debían simplemente dejarla como había estado después del accidente, porque era lo que ella consideraba correcto; si su amigo no puede volver, ella no debería poder ver la luz del día, aquello era lo justo, o eso pensaba seriamente la muchacha—lo siento—se disculpaba más por impulso que por estar sintiéndolo genuinamente. 

—No fue tu culpa lo que ocurrió esa noche—Changbin hablaba con suavidad, como si estuviese tratando con un niño pequeño que no dejaba de preguntar cada cosa que veía, era calmado y cálido, a pesar que ella no había sido la mejor compañía en sus años de oscuridad, pero él demostraba no poseer rencor hacia su persona, y eso Mina por más que lo intentaba no lograba comprenderlo, quizás se debía por el simple hecho de que se odiaba lo suficiente para creer que todo el mundo tenía el mismo sentimiento, o porque pensaba que no merecía un buen trato de la persona que Felix más amó—la policía lo dijo—agregó antes de que Mina hubiese tenido la oportunidad de poder debatir sus palabras—tú ibas bien, quién tuvo la culpa fue el otro conductor—admitió acariciando con cariño el suave cabello de la joven—es hora de que te cures Minari... no te puedes seguir culpando por cosas que no hiciste, no le hace bien a esto—presionó sus dedos contra la cabeza de la joven para luego bajar hasta la zona donde estaba su corazón—ni a esto—la castaña se quedó en silencio, no sabía qué decir, y si era sincera, no tenía ganas de interrumpirlo—es momento de que te ames de la misma forma que nosotros te amamos.

Mina tomó una buena bocanada de aire mientras que dejaba caer sus manos de sus hombros, presionando sus dos extremidades a cada lado de su propio torso.

—Siempre supe que me amabas—murmuró intentando aliviar un poco la tensión de la conversación logrando oír como Changbin simplemente se reía con suavidad.

—Te estoy hablando en serio—se quejó a la vez que daba un paso hacia atrás permitiendo el poder ver las mejillas sonrojadas de su acompañante—...—en silencio estiró la mano que aun estaba sosteniendo los lentes ayudando a pesar que Mina no se lo había pedido, que estos quedaran perfectamente colocados—te amo—confesó logrando que la castaña sonriera—pero no de esa manera heterosexual... eso no va conmigo—y él también trataba de aliviar la tensión, y lo había logrado, la japonesa solo arrugó el puente de su nariz permitiendo que sus encías quedaran al descubierto ante su reluciente sonrisa—¿No me odias verdad?

—No—respondió a la vez que daba otro paso hacia atrás, necesitaba aire puro—somos mejores amigos, estamos...

—En las buenas y en las malas—la interrumpió estirando su dedo índice observando como Mina miraba directamente su pequeña falange—vi que lo hiciste con ese chico, no quiero que se sienta especial—aclaró mientras que movía su mano obligando a que la japonesa simplemente suspirara estirando su extremidad para unir sus dedos—no me abandones.

—Eres un celoso—respondió con suavidad—y jamás te abandonaría—admitió escuchando como era su turno de suspirar, demostrando cuán aliviado estaba de que ella hubiese dicho eso—siempre serás mi relación tóxica.

—No soy tóxico.

—No lo dije por ti—aclaró encogiéndose de hombros mientras que su vista se enfocaba en la bicicleta que estaba en el suelo—fue bastante dramático dejarla caer—comentó apuntando el objeto que estaba a un par de pasos de ella, provocando que el chico girara su rostro para ver por sobre su hombro lo que la castaña estaba indicando, avergonzado por lo que había hecho en ese impulsivo movimiento, no dudó en llevar su mano contra su nuca y se las rascó intentando pensar en alguna excusa que fuese lo suficientemente razonable y creíble para su manera de comportarse—por un segundo pensé que me golpearias—admitió manteniendo las comisuras elevadas demostrando que muy en el fondo realmente no le importaba que eso hubiese llegara a ocurrir—y por un segundo realmente desee que lo hicieras.

—Eres masoquista—admitió encogiéndose de hombros mientras que caminaba hacia su bicicleta y la tomaba—jamás te lastimaría de esa forma—aclaró arrastrando su medio de transporte a la vez que observaba como la castaña le daba la espalda caminando en dirección de la entrada de su casa—oye...—rapidamente trotó manteniendo sus manos envueltas en el manubrio hasta lograr quedar al lado del a japonesa—Sana estuvo preguntando por ti—admitió logrando ver como Mina en vez de mostrar alguna expresión de emoción o de sorpresa solo se mantuvo tranquila—también preguntó por la chica de cabello negro.. o sea, Nayeon.

—¿Y qué le dijiste?

El chico apretó sus labios a la vez que recostaba su bicicleta contra la pared de concreto.

—Le dije que se llamaba Nayeon y que era tu novia—admitió notando como Mina simplemente se reía para luego estirar su mano colocando la llave que había anteriormente sacado de su chaqueta en el interior de la cerradura—¿No te molesta verdad?—cuestionó adentrándose en el hogar de la chica luego de que esta hubiese abierto la puerta.

—Está enamorada de mi—y no lo dijo de manera narcisista o para querer burlarse de los sentimientos de aquella pobre mujer, solo estaba siendo sincera con el muchacho, y esperaba que esta vez, él no quisiera interferir para arreglar sus cosas a su manera—sufrí mucho ante su ausencia—admitió recordando frescamente lo difícil que había sido su recuperación con el corazón lastimado, y si era sincera, una gran parte de ella realmente había deseado que Sana la hubiese acompañado en ese duro proceso de recuperación, y quién sabe, quizás así, jamás se hubiese fijado en Nayeon, y ahora, en vez de estar perdidamente enamorada de la coreana lo estaría de la pelirosa, pero Sana se equivocó, y ella también lo hizo, así que tristemente no estaban destinadas a estar juntas. 

—¿Pero no la amas, cierto?—Changbin no pudo evitar el cuestionarlo al notar como Mina no había dado ningún indicio de que ella no sintiera lo mismo que esa pelirosa, y una parte de él realmente le aterraba el pensar que ahora que la castaña podía ver, volviera a sentirse enamorada por Sana; no quería que Nayeon sufriera por un amor no correspondido—si la ves no sentirías lo mismo que años atrás, ¿Verdad?

—No lo sé—admitió Mina mientras que se sentaba en el sofá, notando como a su lado se hundía su puesto por el cuerpo del coreano que le veía en silencio—no puedo decir que si la veo no sentiré nada...—aclaró llevando sus dedos contra sus mejillas— no es lo mismo escuchar que ver—aclaró a la vez que se encorvaba permitiendo el poder presionar sus codos sobre sus muslos—así que no tengo la menor idea de como voy a reaccionar—era frustrante que el nerviosismo y el agobio le ganara en esos momentos, pero había visto a Nayeon, no por completo ante la luz que la cubría, pero había visto su largo cabello negro y el vestido que traía consigo, su perfil pudo notarlo a la perfección, pero no sintió esa emoción que llegó a sentir con Sana, y le aterraba el pensar que solo estaba enamorada de las acciones de la coreana, y no realmente de ella.

—¿Quieres que la llame?—cuestionó—saldrás antes de la duda.

—Ni siquiera estoy preparada para ver a mi madre, y quieres que vea a Sana—murmuró la japonesa intentando mantenerse tranquila—...—guardó silencio pensando que era lo que tenía que hacer—llámala— ni ella misma se entendía en el momento que abrió la boca para soltar ese claro "Llámala" ¿Qué piensas hacer cuando esté frente a ti? Se cuestionó intentando buscar algo de claridad en las marejadas de pensamientos que azotaban su cabeza—Changbin—lo llamó con suavidad mientras que alzaba la mirada notando como su acompañante se había puesto de pie sacando su teléfono, el chico solo la miró, como si se estuviese asegurando de que ella realmente quería eso para él—no voy a lastimar a Nayeon—admitió logrando que él frunciera el ceño fingiendo no entender a lo que se refería—puedes llamarla.

Y eso fue lo que él hizo. La llamó, y la japonesa gustosamente aceptó, indicando que llegaría lo más pronto posible. Mina le pidió al coreano que se marchara luego de que él le hubiese comentado que Sana vendría a visitarla; ella iba a estar bien sola, aunque no tenía muy en claro si eso era verdad, pero si sabía que no quería hablar de sus sentimientos frente a él, sería vergonzoso que escuchara todo lo que tenía que decir, así que prefería estar a solas con la pelirosa cuando ese momento se llevara a cabo-si es que se llevaba a cabo-. 

La castaña pasó sus palmas por sus muslos en el momento que escuchó la puerta sonar, aturdida y con el corazón apunto de huir de su garganta se puso de pie, el sudor corría por su espalda como si fuese una manguera sin llave, podía sentir como su camiseta se adhería a sus omoplatos a pesar que el día estaba siendo agradable, entonces comprendió que Sana aún era capaz de colocarla de los nervios con el simple hecho de pensar en ella, aun tenía ese poder sobre su cuerpo, y no le gustaba. Mina relamió sus labios en el momento que quedó frente a la puerta, con el corazón agitado y la garganta reseca se armó de valor para poder estirar su mano y abrir la puerta. Lo logró, con fuerza abrió la puerta sintiendo como el fresco viento de la tarde chocaba contra su rostro, Sana estaba frente a ella, llevaba un lindo vestido de flores y el cabello tomado desde los lados, dejando su rostro despejado y el resto de pelo ligeramente ondulado cayendo por su espalda, se veía hermosa, pero todo nerviosismo que logró sentir por la muchacha simplemente se desvaneció como la arena entre sus dedos, no la amo, y fue abrumante el comprender que realmente había olvidado a la más alta.

—Hum... Pasa—se sintió torpe en el instante que se quedó de pie frente a la muchacha observando lo que traía puesto, para luego centrarse en sus facciones permitiendo que la pelirosa comprendiera que podía verla. Rápidamente Sana sonrió mientras que hacía una suave referencia, para luego ingresar en la vivienda mirando cada recóndito espacio del lugar como si no hubiese entrado en su casa hace un par de semanas atrás—¿Quieres algo de beb...—guardó silencio en el momento que sintió la forma en la pelirosa le había abrazado, su cálido aliento chocó contra su cuello, pero ya no estaba esa emoción de niña puberta conociendo el amor, se sentía bien, pero esa chispa que solía poseer su cuerpo cada vez que sentía el ajeno, simplemente se perdió—mmmh, ¿Estás bien?

—¿Puedes verme?—susurró Sana en tono de pregunta mientras que alejaba su cuerpo del de la castaña, aunque claro sus manos quedaron adheridas a su cuello, así que el espacio personal entre las dos era limitado—...—lloró con suavidad en el momento que notó como Mina movía su cabeza en asentimiento—y~yo...—la castaña por impulso llevó su mano contra su rostro y limpió sus mejillas sintiéndose entristecida de haber provocado que su maquillaje se corriera ligeramente, así que trató de arreglarlo. Sana en cambio solo aprovechó la ocasión para subir su mano quitándole los lentes, permitiendo que sus orbes por fin estuviesen haciendo contacto directo con los de la más baja—vaya...—suspiró mientras que Mina podía notar la decepción en sus ojos, aunque trató de ocultarlo con su amplia sonrisa—ya no me amas.

—¿C~Cómo lo sabes?—y Mina ni siquiera hizo el amago de mentir en el momento que la escuchó ya que estaba lo suficientemente sorprendida ante la facilidad en que la pelirosa había deducido sus sentimientos como si no le hubiese costado nada; Mina no lo sabía, pero Sana la conocía demasiado bien. 

—Porque te conozco... eres un libro abierto, y mi favorito—admitió logrando sonrojar a la castaña mientras que aprovechaba su timidez para tomar su rostro presionando su palma sobre su mejilla, quería que Mina la siguiera viendo, necesitaba esos orbes sobre su cuerpo—pero ya no brillan tus ojos—comentó como si fuese algo obvio para ella, pero la castaña no podía entenderlo bien—ya no te emociona el verme, no sé si lo sabias, pero tus ojos brillaban como niña pequeña cada vez que me veías.

—Y~Yo no hacía...

—Tu hacias eso—aclaró manteniendo su sonrisa, como si le alegrara el simple hecho de estar frente a la castaña—...—tomó una buena bocanada de aire, quería besarla, pero también quería mantener una relación amistosa con ella, y sabía que el robarle un beso solo haría que todo se volviera incómodo entre las dos—esta bien Mina—suspiró dándole pequeñas palmadas contra su mejilla, para luego bajar la mano dejándola descansar sobre su hombro—¿Ella te hace feliz?—cuestionó notando el desconcierto en las facciones de su acompañante—Mina boba, hablo de tu novia.

—No...—se quedó en silencio comprendiendo que si decía que no era su novia, solo iba a darle esperanzas a la contraria así que solo infló sus mejillas—si, me hace feliz—admitió sabiendo que solo debía ser sincera con la pelirosa—ella es perfecta—y no dudó a la hora de soltar aquello, porque estaba segura que a pesar de todo, Nayeon solo trató de entenderla, y de una u otra forma trató de apoyarla en lo que más pudo, sin pedir nada a cambio, de la misma forma que lo hizo Changbin, es hora que los valore, y su mente tenía razón, debía cuidarlos antes de perderlos de la misma forma que perdió a Felix.

—Debe de serlo—murmuró mientras que daba un paso hacia atrás—muy guapa también—aclaró moviendo sus cejas, dejando en evidencia que a pesar que no le gustaba la idea de ver a Mina sin ella, sabía que la amaba lo suficiente para ser feliz a pesar que ella no estuviese a su lado para acompañarla con ese sentimiento—¿Vendrá a verte?—cuestionó mientras que miraba hacia los lados.

—No lo creo, hoy tuvo el estreno de su obra—comentó encogiéndose de hombros como si el hecho de que Nayeon se hubiese presentado frente al publico no le importaba, pero la verdad de las cosas es que no quería pensar en eso, el recuerdo del chico besando a la coreana la abrumaba, y no deseaba estar nuevamente molesta. Rápidamente se soltó de su agarre para comenzar a caminar en dirección del sofá que anteriormente sus nalgas habían estado tocando—¿Realmente no quieres nada?—cuestionó mirando por sobre su hombro como la chica arreglaba los borde de su vestido manteniendo en sus dedos aun los lentes que le había arrebatado para verle a los ojos, para luego alzar su mentón permitiéndole el poder verle a los ojos.

—Lo que quiero ya tiene propietaria—respondió Sana con calma mientras que le seguía el paso, sin poder evitarlo se rió al notar las mejillas nuevamente sonrojadas de su acompañante—aún tengo el poder de hacer que te sonrojes... eso quiere decir que no he perdido el toque—comentó con aires de grandezas a la vez que se colocaba delante de la castaña notando como ella hacía todo lo posible para no mirarla a los ojos—¿Segura que no me amas, bebé?—estaba jugando con ella, hasta cierto punto, claro está, porque su corazón egoísta realmente quería que Mina fuese solo de ella y nadie más.

Mina alzó la mirada demostrando lo valiente que era al verla a los ojos.

—Lo lamento, pero no te amo—fue sincera, y para su suerte, Sana no se ofendió, es más, simplemente sonrió como si hubiese esperado ese comentario por su parte—lo siento, ¿Fui muy tosca?—cuestionó preocupada de haber lastimado sus sentimientos, que irónico, pensó al recordar la manera en que Sana la había rechazado cuando ella expuso sus sentimientos.

—No te preocupes—respondió la pelirosa llevando sus dedos contra su larga melena—fui cruel en el pasado, merezco recibirlo de vuelta—admitió dando un paso en dirección de la castaña, quería agregar algo más, pero el timbre resonando en la habitación la hizo retroceder junto con el gruñido que no hizo el amago de ocultar en el momento que escapó de sus labios—toma—con suavidad le puso los anteojos para luego caminar hacia la entrada del hogar ajeno, como si fuese suyo—esperame en el sofá, cariño—ella era coqueta por naturaleza y le fascinaba el poder inquietar a su acompañante; jugaría un rato con ella, con la esperanza de conseguir algo más, aunque claro, si veía que Mina simplemente la rechazaba, agarraría la poca dignidad que tenía y se marcharía aceptando de una buena vez que solo serían amigas.

Rápidamente caminó hacia la entrada, y sin siquiera mirar quién podría ser el inoportuno abrió la puerta observando con cierto grado de molestia y diversión a la chica de cabello negro que mantenía entre sus dedos un lindo ramo de rosas, adorable, pensó mientras que la analizaba de pies a cabeza logrando incomodarla. 

—Lastima, tendré que jugar con ella otro día—murmuró en alto deseando que Nayeon escuchara sus palabras solo para disfrutar la ira en su rostro. La coreana apretó los labios mientras que juntaba las cejas, demostrando su descontento—hola cariño, ¿Buscas a Minari?—preguntó notando como Nayeon apretaba el pequeño ramo de flores—oye... ya destruiste las flores al cortarlas, dale por lo menos la oportunidad de que se mantengan vivas un par de horas más—y solo se estaba burlando de ella, así que se apoyó contra el marco de la puerta observando como la chica inflaba sus mejillas, para luego centrarse en sus ojos.

—¿Me dejas pasar?—preguntó Nayeon con suavidad demostrando que a pesar de estar molesta, era capaz de mantener la calma, sorprendiendo gratamente a Sana quién simplemente suspiró acomodándose en su puesto para volver a erguirse.

—Eres aburrida—comentó sin molestarse si eso llegaba a ofender a la pelinegra—ponte las pilas, a Mina le fascinan las traviesas—mintió disfrutando el sonrojo en sus mejillas—si no lo haces tú, lo haré yo—y eso si que era una amenaza real, Nayeon lo pudo notar en el tono de su voz, sus ojos nuevamente hicieron un contacto directo, así que la coreana pudo ver el reflejo de maldad y diversión en sus orbes—¡Cariño, ya me voy!—avisó escuchando como Mina exclamaba ese claro "¡No me digas cariño!" logrando que Nayeon sonriera mientras que Sana simplemente cambiaba su expresión; su juego se había dado vuelta—no lo olvides cielo... ella fue mi novia una vez, podrá serlo de nuevo.

—No lo creo—respondió Nayeon mirando cada parte de su rostro, notando lo bella que era la desgraciada—...—dio un paso en dirección de Sana logrando que la pelirosa se mostrara visiblemente confundida ante su repentino movimiento—no me intimidas—avisó con suavidad, queriendo que esa conversación solo se mantuviera entre las dos—puedes coquetear a mi chica todo lo que tu quieras, pero Mina siempre va estar enamorada de mi como yo lo estoy de ella.

—Tonto amor de adolescente, ¿Crees que durará?—se había irritado, se suponía que ella era la encargada de sacar de quicio a las personas, no al revés—¿Quién te dice que no te dejará por otra?—cuestionó sabiendo que, por su comportamiento lo más seguro que era la primera vez que conocía el amor real, así que se entretendría con sus inseguridades. 

—¿Cómo te dejo a ti?—cuestionó Nayeon golpeándola donde más le dolía—nada me asegura que se quedará a mi lado para siempre, pero el tiempo que lo esté, será increíble para ella... tanto así que no podrá sacarme de su cabeza por más que lo intente—y sonaba confiada, y eso solo colocó de los nervios a la japonesa—...—se inclinó ligeramente solo para que Sana escuchara cada palabra que tenía que soltar—puede que fueras su primer amor, pero yo seré el que jamás podrá olvidar... y si llega a terminar conmigo para estar contigo, tenlo en claro perra con extensiones, cada vez que te toque pensaré en mi.

—¡Pero que ego!—exclamó Sana a punto de perder la paciencia, la zorra había jugado bien, y eso no le gustaba—veamos quién gana.

—Esto no es una competencia—aclaró Nayeon mientras que estiraba su mano presionando su palma contra el hombro de la pelirosa, con fuerza le dio un empujón abriéndose paso hacia el interior del hogar ajeno—no puedes competir por algo que ya perdiste—admitió mirándola por sobre su hombro notando como había entreabierto sus labios ofendida—mejor recoge tu dignidad y buscate otra mujer... aunque, si te soy sincera te comprendo, Mina es adictiva, es normal que estés detrás de ella como perro en celo, pero ella ahora me tiene a mi, no te necesita.

—No la conoces...

—La conozco perfectamente—respondió Nayeon mientras que seguía mirándola sin siquiera darse cuenta que Mina se había puesto de pie y había caminado hacia su dirección con sus ojos ocultados bajos los lentes oscuros—tu la conociste antes del accidente, y yo después, conozco a la real, tu solo conoces la que ella quiso mostrarte—fue un golpe directo en el rostro para Sana, así que no supo qué más decir para sentirse mejor.

Im Nayeon ganó esta ronda. 

—Nayeon—y Mina la llamó provocando que la coreana ampliara sus párpados girando su rostro para ver como la castaña estaba a un par de pasos alejada de ella con sus brazos cruzados bajo su pecho; por fin la veía, estaba frente a ella sin una habitación que las separaba, si era sincera quería simplemente llorar como un pequeño bebé, pero se contuvo, no necesitaba que aquella zorra entrometida estuviese viendo sus emociones.  

Ella no tenía ni la menor idea de que en esos momentos Mina la estaba viendo fijamente, porque si lo supiera, ahora mismo estaría temblando como gelatina. 

—Ganaste por hoy—comentó Sana mientras que volvía arreglar su vestido—nos vemos Minari—se despidió de la castaña para luego cerrar la puerta, dejando a la japonesa y coreana completamente a solas en el hogar. 

Nayeon tragó saliva notando como la castaña simplemente le daba la espalda caminando de regreso al sofá.

—Mina...

—Creo que tenemos que hablar—respondió la japonesa con calma mientras que rodeaba el sofá bajo la atenta mirada de la coreana—ven...—le dio suaves palmadas a su lado libre, para que la chica se acercaba a ella—hablemos. 

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