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El trabajo de cupido

Narrador omnisciente:

Bien, es posible que Mina hubiese considerado la posibilidad de que Nayeon se enterara de que a escondidas se encontraba con su hermano menor para saber sobre su vida, sí, tal vez había pensado en algo lo suficientemente bueno para dar una explicación justa y aceptable que hiciese que la coreana se sintiera segura y que no pensara que ella estaba utilizando al muchacho como medio para llegar a ella- a pesar que, en un principio esa fuese la razón-, pero solo era eso, suposiciones en su mente, porque como todo adolescente se creía lo mejor en sus pensamientos dispuesto en hacer todo, dando las mejores respuesta y argumentos, pero era completamente diferente el imaginarlo en sus pensamientos que el vivirlo en carne propia. 

Mina tragó saliva intimidada ante la sensación que le provocaba la forma en que, tanto Nayeon como Yunho le estaban viendo, la coreana se mantuvo en sus pensamientos aun molesta por creer en la mentira de Jinyoung, aunque aquel pensamientos rápidamente se iba de su sistema al entender que Mina estaba compartiendo tiempo de calidad con su hermano menor, y no es que le molestase el hecho de que se conocieran, a ella le fascinaba la castaña, así que tarde o temprano los iba a tener que presentar, solo le incomodaba el hecho de que no se lo hubiesen dicho, que se tuvieran que esconder como si fuesen amantes-aquello era lo que realmente le causaba que la sangre en sus venas hirvieran-.

Yunho tragó saliva manteniendo sus palmas escondidas en el interior de sus muslos, en silencio deslizó su mirada hacía el rostro serio de su hermana mayor notando como la chica había apoyado su espalda contra el respaldo del sofá manteniéndose de brazos cruzados. Rápidamente el coreano observó a Mina viendo como la chica se mantenía serena ajena a la incomodad que él estaba viviendo- y que al parecer era el único que estaba sufriendo con eso-. El castaño relamió sus labios jugueteando con sus pulgares sintiendo como sus dedos se rozaban entre sí por debajos de sus muslos, estaba nervioso, ligeramente angustiado de creer que Nayeon lo odiaría, no quería que lo odiara, pero tampoco quería hablar porque sabía que diría cosas que no tenía que decir, y realmente no quería ser tachado como un chismoso, claro que no, él no era un chismoso, era Im Yunho, un adulto hecho y derecho, aunque debía confesar que a veces encorvaba sus hombros, pero no podía evitarlo, pero para su suerte su madre no lo sabía porque realmente ella se iba a enojar con él si lo veía en una mala posición.

Nayeon relamió sus labios inclinándose para poder presionar uno de sus muslos sobre el otro, en silencio apoyó su codo sobre su rodilla para descansar su mentón sobre su palma mirando atentamente el rostro sereno de Mina para luego pasar al de Yunho, con calma carraspeó al notar la angustia reflejada en la mirada de su hermanito sabiendo casi a la perfección que, si el castaño no hablaba sería mucho peor para él el poder detenerse, así que le daría un pequeño empujón.

—¿Y bien?—cuestionó siendo más que consciente que Yunho hablaría, lo conocía muy bien, ella sabía que él no sabía actuar bajo presión, y menos cuando estaba involucrado en algo que él consideraba malo: como ocultar información por dar un ejemplo—¿Me dirán por qué lo estabas ocultando?

—¡Porque le gustas y quería saber más de ti!—y la bomba en Yunho detonó comenzando a mover sus manos mientras que Nayeon le veía en silencio sorprendida por su confesión— pero no se atrevía porque es una cobarde, aunque no tan cobarde porque me defendió cuando nadie más lo hizo...—él estaba rojo hablando sin parar a la vez que continuaba con el movimiento de sus manos en señal de nerviosismo total—los golpeó con su bastón como si fuese un bate de béisbol, fue genial, aunque no es genial porque los golpes no solucionan las cosas o eso dices tu, pero es amable conmigo, me cuida y me protege y me hace sentir querido y normal—confesó avergonzado de entender que la mencionada estaba presente en su lado—¡Me agrada Mina, y quiero que se casen, pero a la vez no, porque te irias de la casa y no quiero que me dejes, odio estar solo y odio parecer un chismoso, porque no lo soy!—y sus ojos se llenaron de lágrimas comenzando a sollozar ante la angustia—no quería ocultarte nada, perdón, solo trataba de no estorbar. 

Mina estiró su mano presionando su palma sobre el cabello del castaño intentando relajarlo, rapidamente se sintió abrumada ante la forma en que él la abrazó escondiendo su rostro en su cuello mientras que sus grandes palmas se envolvían alrededor de su espalda manteniéndola completamente adherida a él: quitándole toda oportunidad de poder huir de su abrazo de oso. Nayeon los observó en silencio sorprendida ante el hecho de que Yunho hubiese buscado los brazos de la japonesa y no los suyos, la muchacha continuó admirando la cercanía y confianza entre ellos dos percatandose que Mina no había reaccionado mal-como las tantas veces que lo hizo con ella-, no le estaba pidiendo espacio personal a pesar que era notorio que el coreano tarde o temprano la iba a sofocar, y eso la asustó, los temores de que Mina la cambiara rapidamente azotaron sus pensamientos. 

Luego de unos minutos Yunho se alejó de la japonesa limpiando sus mejillas para ponerse de pie, velozmente se acercó hacía Nayeon donde, sin siquiera dudarlo envolvió sus brazos alrededor del cuerpo de la mayor aferrándose a su anatomía como tantas veces lo había hecho en el pasado cuando el pavor y la tristeza lo atrapaba apoderándose de sus acciones, acompañándolo en sus sueños hasta volverlos pesadillas. La coreana apretó sus labios sorrpendida de pensar que, el muchacho le había leído la mente, él no podía ser consciente que ella estaba celosa en la manera en que interactuaba con Mina, pero de todas formas, a pesar que sabía que era imposible, la curiosidad por entender como él lo dedujo le hizo el posar sus ojos en la castaña por un par de segundos cuestionandose que había hecho Mina con Yunho.

—Cuida de Mina—el castañito lo susurró contra su oído sintiendo como los hombros de la pelinegra se tensaba por completo ante sus repentinas palabras—está sola, su hermano mayor se fue, somos lo único que tiene—bien, Nayeon si que estaba celosa de enterarse recién de la existencia del hermano de la japonesa, pero no dijo nada al respecto, ella simplemente se envolvió con la calidez que la anatomía de Yunho desprendía, pensando seriamente que él era el ser más puro en la tierra, preocupándose por el resto cuando realmente no tenía el por qué hacerlo—oh... un mensaje de Mingi.

Yunho realmente era un muy mal mentiroso, y sus carentes dotes de actuación estaban quedando en exhibición al fingir ver su teléfono marcando el número del pelinaranjo siendo consciente que el chico no dudaría en ir a buscarlo. Nayeon atrapó su labio inferior con sus dientes delanteros observando en silencio como el más alto se levantaba de su lado caminando en dirección de la castaña que seguía estando en su sitio con sus rodillas juntas y sus palmas posadas sobre sus muslos. Nayeon sintió celos al ver la forma en que su hermano se había arrodillado frente a Mina inclinándose para presionar sus labios sobre la mejilla de la japonesa notando aquel pequeño detalle en la reacción de Mina: la coreana observó como las comisuras de la japonesa se habían elevado a la vez que alzaba su mano para presionar sus dedos sobre el hombro del chico, susurrando algo que Nayeon realmente no había alcanzado a escuchar.

—Lo haré—respondió Yunho levantándose de su sitio a la vez que sacudía sus rodillas manteniéndose con un buen humor, característico de él—¡Adiós Coco!—se despidió escuchando los ladridos del animal provenientes de la habitación de la japonesa—¡Guaf para ti también!—él era un caso perdido, así que Nayeon solo lo aceptaba riendo con suavidad ante la ternura que su hermano desprendía sin siquiera intentarlo realmente.

El coreano abandonó el hogar de la japonesa sentándose en los pequeños escalones con sus rodillas adheridas contra su pecho, esperando con calma a que su mejor amigo llegara para recogerlo, fuiste un buen cupido, se animó brindandose pequeñas palmadas contra su propio hombro- lo hizo de la misma forma en que su padre lo solía felicitar cuando lograba algo o vencía sus propios miedos-. Nayeon en cambio solo se quedó en silencio observando atentamente como Mina relamía sus labios inclinando su espalda hacía atrás para poder adherirla contra el respaldo del sofá, el ambiente era jodidamente incómodo para ambas, pero al parecer ninguno de las dos tenía intenciones de romperlo, así que solo escuchaban sus calmadas respiraciones creyendo que aquello era suficiente, cuando claramente no lo era.

—Yunho me recuerda a Felix—confesó Mina cruzandose de brazos intentando mantenerse tranquila, aunque la sensación de los ojos de Nayeon fijos en sus facciones le estaban colocando de los nervios—...—su corazón se disparó ante el silencio ajeno, así que rápidamente se armó de valor para terminar sus ideas—se que estas enojada, y hasta cierto punto lo entiendo—admitió relamiendo sus labios siendo consciente que le estaba costando bastante el poder continuar, porque le dolía el aceptar que ella ya estaba con alguien más—Nayeon... lo acepto, acepto que estés con alguien más, pero tu hermano es mi amigo, y no permitiré que lo alejes de mi.

—¿Por qué piensas que estoy con alguien más?—cuestionó Nayeon frustrada a la vez que, por impulso se había puesto de pie mirando con frustración como la castaña solo se había encogido de hombros negándose rotundamente a hablar—vamos Mina, confiesa, ¿Dónde sacaste esa estupidez?

—¿De dónde lo saqué?—preguntó Mina con los puños apretados sintiéndose celosa de recordar cómo los estudiantes hablaban de la nueva pareja del momento—¡Todo el mundo lo comentó!—alzó la voz sintiendo sus mejillas caliente ante lo furiosa que estaba consigo misma; una parte de ella se culpaba por permitirse querer a la coreana, por no entender que, personas como ella la gente no solía amarlas—¿Por qué jugaste conmigo?

Y su pregunta sonó lastimosa, estaba herida por dentro mientras que Nayeon simplemente se había llevado sus dedos hacía su sedoso cabello negro tirando de las puntas de estas con intenciones de poder pensar con claridad, ya que la frustración le estaba ganando. La coreana era consciente que Mina estaba haciendo un drama innecesario, y quizás con otra persona solo se hubiese indignado y sacado sus dotes artístico creando un drama más grande del que ya en sí estaba siendo, pero con la japonesa en si, todo era distinto, así que debía solucionar las cosas antes que sus inseguridades tiraran a la basura todo el esfuerzo que la coreana llevaba haciendo.

Nayeon decidida caminó en dirección de la castaña, en silencio se sentó sobre los muslos de su acompañante observando el rostro de sorpresa por parte de Mina, velozmente la japonesa reaccionó intentando alejarla, pero la pelinegra era una experta en invadir su espacio personal, así que no podría alejarla con la facilidad que le hubiese gustado. Nayeon tragó saliva mirando con calma la manera en que la muchacha había apretados sus párpados insegura de que la muchacha sobre ella hubiese notado sus orbes sin vida-en todo momento se había quedado con los párpados cerrados siendo hasta el día de hoy, un tema bastante delicado para ella, a pesar que era consciente que Nayeon ya había visto sus ojos-, sin dudarlo la coreana estiró sus manos tomando el mentón ajeno, para luego, sin siquiera darle oportunidad de poder esquivarlo, sus labios se juntaron con suavidad con los cálidos cerezos de su acompañante sintiendo como Mina simplemente se había paralizado bajo suyo.

La coreana completamente nerviosa se inclinó presionando su cuerpo con el de la japonesa entreabriendo sus labios con la esperanza de que Mina correspondiese, pero la castaña no quería hacerlo, porque aún creía que la chica estaba con alguien más. Luego de un par de minutos Nayeon terminó por separarse queriendo gritarle a su acompañante lo idiota que era por no confiar en ella, pero no podía culparla básicamente porque no podía imaginarse cuan insegura era Mina, así que optó por abrir su corazón deseando que aquello fuese suficiente para poder ser correspondida.

—Soy Minasexual—afirmó riendo con nerviosismo al notar como la mencionada había alzado una de sus cejas confundida—a la única persona que quiero besar es a ti—y ya no le importaba el confesar todo lo que la castaña causaba en ella, lo tiraría todo por la borda si era necesario, siendo consciente que a su vez estaba exponiendo sus mayores miedos—y con la única persona que tengo en mente en tener una relación, es contigo...—abrió su corazón mirando detenidamente el rostro de la castaña—¿Por qué eres tan cabezota en no creerme?—le cuestionó frustrada ante el silencio por parte de la japonesa.

Mina se encogió de hombros envolviendo sus delgados brazos alrededor del cuerpo de su acompañante sintiendo como Nayeon no tardaba en reaccionar presionando sus palmas alrededor de su cuello y nuca manteniéndose peligrosamente cerca, con el simple contacto de sus agitadas respiraciones chocando entre sí. La castaña relamió sus labios dispuesta en disculparse siendo consciente que había quedado como una estúpida ante su ataque de celos, pero a pesar que tenía las palabras precisas, prefirió utilizar otro método inclinándose para presionar sus labios sobre la barbilla de Nayeon escuchando su suave risa chocando contra su mejilla, avergonzada volvió a intentarlo siendo esta vez completamente efectiva la unión de sus labios. 

Se besaron con calma, sin apuro, entreabriendo sus cerezos para darle la bienvenida a sus tímidas lenguas emocionadas de poder tener contacto con la otra. Nayeon suspiró entremedio del beso deslizando sus pulgares por la piel del cuello de la más delgada mientras que Mina simplemente descansaba sus palmas sobre las caderas de la pelinegra sintiendo como su corazón revoloteaba atontado en el interior de su pecho. Continuaron con la pequeña sesión privada de besos, donde los mordiscos y lamidas en más de una ocasión se habían hecho de notar logrando el sonrojo en Nayeon quien, sorprendida ante la repentina confianza de Mina no pudo evitar el animarse estrenando el labio inferior de la chica como objeto de prueba para su mente perversa.

Algo en la cabeza de Mina se activó como una pequeña luz en medio de la oscuridad, agitada la chica rompió el beso, presionado sus enrojecidos y húmedos labios sobre el mentón de su nerviosa acompañante deslizándose con calma hasta llegar a su cuello, donde, sin ningún tipo de duda entreabrió sus cerezos atrapando con ayuda de sus dientes y lengua la piel de la pelinegra succionando aquella zona sin llegar a lastimarla mientras que oía la dulce melodía de aquel jadeo deslizándose por las cuerdas vocales de su coreana.

Yunho y Mingi estaban viendo todo desde una de las ventanas que daban hacia la zona de la habitación principal. El castaño al notar que se habían besado no pudo evitar el gritar en silencio elevando sus puños al cielo mientras que bailaba como un niño pequeño emocionado de lograr que ellas estuviesen juntas. Mingi en cambio sólo se había quedado en silencio con sus brazos cruzados observando casi atontado lo feliz que se veía su acompañante por la felicidad de su hermana, adorable, pensó sacudiendo rápidamente su cabeza al darse cuenta que realmente no tenía que tener esos pensamientos por el muchacho, no es correcto, se reprochó-irónico que si encuentre correcto que Nayeon y Mina estuviesen juntas-.

—Vamos—comentó el chico dando un paso hacía atrás notando como el castaño había apoyado sus palmas sobre el marco de madera de la ventana observando atentamente las interacciones de su hermana con la japonesa— no sigas espiando—le ordenó acercándose para estirar su mano tomando los suaves dedos de su acompañante, logrando que este tuviese que alejarse de la ventana.

—Pero soy cupido—susurró Yunho procurando no interrumpir el momento del Minayeon por su voz—cupido siempre esta viendo si su trabajo está bien hecho—le aclaró mientras que sus dedos se entrelazaban con los ajenos, siguiéndole el paso, sintiéndose ligeramente nervioso por su agradable tacto—Mingi—se quejó haciendo una suave mohín observando la forma en que el mencionado había mirado por sobre su hombro posando sus ojos en lo que había hecho con sus labios para luego simplemente volver a colocar toda su atención al frente sintiendo sus mejillas sonrojadas por culpa del contrario—ella es feliz—cambió el tema, como siempre distraído de sus propios pensamientos, soltando esas palabras con un suave suspiro—pero realmente feliz.

Yunho continuó hablando orgulloso de juntar a su hermana con la castaña, a pesar que no había hecho nada en realidad, mientras que Mingi continuaba con su pequeño debate mental, esta mal, pero se siente tan jodidamente bien, pensó el más alto ante el encaje de sus dedos con los ajenos.

Nayeon y Mina se separaron luego de que la japonesa hubiese dejado una marca en su piel, en silencio la pelinegra abanico su rostro sonrojado mirando distraídamente la forma en que la castaña se había relamido sus labios sonriendo de esa forma traviesa que le quitaba el aliento sin mucho esfuerzo. Para su propio estado mental, la coreana se levantó del regazo de la contraria tomando asiento a su lado, siendo consciente que, sino comenzaba a relajarse iba arrancar de manera literal las prendas de las castaña, así que prefería no seguir tentando la suerte. Mina en cambio llevó sus dedos contra su labio inferior sintiendo fuerte punzaciones en la zona donde la coreana le había mordido. 

—¿Te duele?—cuestionó Nayeon preocupada apoyando su codo contra el respaldo del sofá utilizando su otra mano para presionar las yemas de sus dedos sobre la piel del mentón ajeno, mientras que su pulgar acariciaba con suavidad el labio inferior de su acompañante notando como Mina elevaba sus manos tomando la suya para entrelazar sus dedos.

—Lamento mi comportamiento—se disculpó la muchacha ante su forma de actuar sintiendo como Nayeon con suavidad presionaba sus labios sobre su mejilla, restandole importancia al asunto—lo digo en serio... esto de no poder ver me frustra bastante, y las inseguridades en sí, no ayudan mucho que digamos a tener mayor confianza.

—Si quieres podría decirte constantemente que te quiero—confesó Nayeon presionando su palma sobre su mejilla mientras que sus dedos acarician el dorso de la castaña notando como la muchacha sonreía avergonzada por su comentario—puedo comenzar ahora, si así lo prefieres—murmuró inclinándose, lentamente entreabriendo sus labios para mordisquear sin llegar a lastimar el lóbulo de la oreja contraria observando con fascinación cómo el cuerpo de Mina reaccionar moviendo su cabeza hacía la zona afectada a la misma vez que su hombro se elevaba impidiendo que su boca tuviese oportunidad de hacerlo de nuevo—te quiero.

—Y~Yo también te quiero—respondió Mina volviendo a encogerse ante la forma en que Nayeon estaba tocando la parte sensible de su oreja, para luego pasar a su cuello, tocando las zonas donde le solía causar cosquillas—b~basta.

—Es mi manera de vengarme—le aclaró la coreana, envolviendo esta vez sus brazos alrededor del abdomen de la castaña presionando su mejilla sobre el hombro de la chica—como venganza estaré adherida a ti como si fuese un koala—comentó con diversión escuchando la suave risa su acompañante haciendo ecos en la silenciosa habitación—tendrás que aguantarme, lo digo en serio.

—Podría acostumbrarme—susurró Mina girando su rostro para inclinarse besando a tientas la cabeza de Nayeon sintiendo como los dedos de la chica se encajaban contra sus caderas—...—la chica tragó saliva ante lo que había circulado en su mente, era una locura a su parecer, pero realmente no perdía nada en internarlo—oye...—le llamó sintiendo como la chica se movía de su hombro, posiblemente para quedar frente a su rostro—¿Tendrías una cita conmigo?—le cuestionó sintiendo la boca de Nayeon chocando contra sus cerezos de forma ansiosa manteniéndose adherida sin tener oportunidad siquiera como para poder respirar—lo tomaré como un sí—murmuró con sus labios aun presionados sobre los ajenos.

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