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Cupido

Narrador omnisciente:

Mina de alguna forma se las arregló para llegar a su casa y no perderse en el camino, en silencio se adentró en su vivienda soltando una suave suspiró entre sus cerezos al percatarse de la ausencia de su madre-estaba agradecida de no escuchar a la mujer a sus alrededores-. Su mentón tembló mientras que la sensación de picor se instaló alrededor de sus ojos, la primera lágrima cayó por su mejilla ante la frustración que tenía por lo que había sucedido en el instituto, su garganta se cerró con brusquedad provocando que, de forma impulsiva lanzara su bastón hacía la derecha escuchando el metal de este chocando contra la madera del suelo, sus piernas flaquearon, pero se negó rotundamente en dejarse caer, no iba a derrumbarse, no por ahora.

A duras penas e intentando no tropezar con los objetos que su madre había dejado apegado a las paredes, ella caminó hacía su habitación; podía oír a la perfección a Coco, escuchaba sus uñas rebotando contra la madera del suelo, mientras que su agitada respiración y la evidente emoción intentaba llamar su atención. Mina se adentró en su pequeño metro cuadrado sintiendo como el animal se lanzaba contra su muslo intentando recibir un poco de cariño por su parte, la castaña suspiró estirando su mano en dirección del peso del animal, con dificultad acarició con las yemas el pelaje ajeno sintiendo como este, prácticamente desesperado lamía sus dedos. 

Mina tomó asiento sobre su cama, con rapidez alejó sus lentes de su rostro dejando este sobre la mesita de noche, se quedó quieta sintiendo como Coco no tardaba en subir sobre su cama moviéndose alrededor suyo, restregando su cabeza sobre su espalda queriendo tener su completa atención. La japonesa sintió las lágrimas continuando con su silencioso recorriendo sobre la piel de sus pómulos, de manera instintiva sacó su teléfono de su bolsillo delantero, este como siempre le dio la bienvenida acompañada de las opciones que ella podía realizar, de manera impulsiva se fue hacía los contactos donde este no tardó en nombrar cada uno de ellos, ella no tenía en mente realmente lo que estaba por suceder, no tenía ni la menor idea de lo que sus propias acciones iban a provocar en ella cuando la voz de su siguiente llamada retumbara aquella silenciosa habitación, pero lo hizo de todos modos, fue valiente, a pesar de que, muy en su interior, pero muy en su interior fuese consciente de que la posibilidad de ser contestada era prácticamente nula.

El primer tono erizó la piel de la japonesa, el segundo dio directo a la boca del estómago de la chica haciéndole un duro nudo en este, el tercero cerró prácticamente su garganta impidiendo que siquiera fuese capaz de poder tragar saliva, el cuarto la paralizó, y cuando el pitido se hizo más prologando ella simplemente lloró, escuchando por fin esa raposa voz que tanta falta le hacia.

—Hey, soy Felix, si estas aquí es porque estoy haciendo algo más importante que contestarte, lo siento, pero oye, puedes dejarme un mensaje, quizás si tienes suerte te devuelva el llamado.

El mentón de Mina tembló tanto que la chica no fue capaz de hablar hasta escuchar el sonido dándole la bienvenida para poder grabar su mensaje, se quedó con el teléfono frente a su rostro, su pesada respiración chocaba contra el micrófono del aparato tecnológico, se quedó pensando, ¿Qué le diré? se cuestionó sintiendo su mente en blanco. 

—Te fuiste...—susurró Mina mientras que el nudo en su garganta lastimaba sus cuerdas vocales—¿Dónde estas? te echo menos—y continuó hablando olvidando por completo el hecho de que él jamas iba a responder esa pregunta, se sintió anestesiada por el dolor emocional, teniendo un momento de ignorancia, donde creyó firmemente que él solo estaba de viaje, que volvería para que las cosas jamas hubiesen cambiado como lo hicieron—mi mundo se cae a pedazos, y no puedo detenerlo—murmuró apretando el aparato con fuerza alrededor de su palma al escuchar el pitido de finalización.

Con los dedos temblorosos y el sudor completamente envuelto en sus palmas ella, a duras penas y con una gran torpeza volvió a llamar a su viejo amigo, escuchando nuevamente su voz, aquella rasposa palabras erizaron su piel al punto que se sintió frágil; completamente pequeña e insegura.

—E~Eres el único que puede entenderme, ¿Por qué no estas aquí?—y su pregunta sonó de forma agresiva, liberando el enojo que había mantenido resguardo durante tanto tiempo—a veces... a veces solo quiero gritar, quiero golpear las cosas... quiero gritarte porque no tengo con quien hablar que me entienda como tu lo haces—lo estaba culpando mientras que, con su mano la cerraba en un puño pasando con agresividad sus nudillos por su húmeda piel—¿P~Por qué no me llamas?—cuestionó sin poder evitar comenzar a sollozar sintiéndose como una niña pequeña en medio de una pesadilla—se supone que eres mi mejor amigo—y lloró sin importarle que alguien fuese capaz de escucharle, lloró con fuerza, desprendió el dolor que, por tanto tiempo le estaba consumiendo, sintiéndose indefensa, como un pequeño animal frente a un gran león dispuesto en devorarla—¿Por qué te fuiste sin decir adiós?

Y la grabación terminó, ni siquiera se tomó la molestia de volver a llamarle, porque tuvo un momento de lucidez y  aquel fue suficiente para comprender que, Felix no iba a volver. Se quedó en silencio con sus párpados cerrados siendo acompañada por el silencioso Coco y su agitada respiración, por inercia estiró una de sus manos dejando a duras penas su teléfono sobre la mesita de noches, por muy extraño que sonase estaba tranquila, aun cuando su pecho dolía ante cada respiración, actuó con normalidad, como si estuviese aceptando el hecho de que se sentía sola, giró sobre la cama subiendo sus pies escuchando como Coco olfateaba a su alrededor dándole el espacio suficiente para que ella se pudiese acostar, aferró sus palmas contra su almohada llevando esta contra su pecho, escondió su rostro en la suavidad de la misma intentando quedarse dormida, pero su mente estaba lo suficientemente dispersa para impedir que tuviese tiempo de poder descansar. Coco no tardó en hacerse de notar apoyando su hocico sobre su cintura quedándose ahí, en silencio, posiblemente mirando su rostro sereno, ¿Me estará juzgando? se cuestionó la japonesa con una amarga sonrisa reflejada en sus facciones, al darse cuenta de lo descabellado que sonaba esa pregunta en su cabeza.

Nayeon en cambio estaba sentada frente al escenario observando en silencio como Taehyung nuevamente repetía la escena luchando con Siwon, se quedó quieta sintiendo sus brazos pesados y el dolor de cabeza fuertemente instalado en esa zona. No podía quitarse de la mente el rostro afligido de Mina, sus duras palabras y el evidente hecho de las ganas que tenía de llorar por todo lo que había soltado, ¿Novia de Siwon? ¿Dónde sacó esa estupidez? se cuestionó deslizando su mirada de sus demás compañeros para centrarse plenamente en los dos chicos actuando, estaba frustrada, intentaba no pensar que sus compañeros de teatro tenían algo que ver, pero jamás había visto a la japonesa actuando de esa forma, sus celos, la rabia que tenía soltando las palabras, y como la furia desprendía de ella ante el solo hecho de creer que estaba siendo usada le afirmaban lo que ya había estado sospechando cuando su llanto cesó, alguien le hizo creer eso, afirmó en su mente, siendo consciente que nada le iba a quitar ese pensamiento.

—¿Quien es el responsable de tener tu mente tan ocupada?—una voz masculina le preguntó causando que ella girara su rostro para ver como Jinyoung se sentaba a su lado mirándole con esa suavidad tan característica de él. Cuando este se percató que ella le veía, no dudó en sonreirle intentando hacerla sonrojar, pero no lo consiguió—¿Estuviste llorando?—cuestionó preocupado tomándose el atrevimiento de inclinarse para presionar sus pulgar por debajo del ojo derecho de la coreana deslizando su yema por su húmeda piel, limpiando todo rastro de lágrimas que en algún momento estuvieron tan presente—nadie tiene el derecho de hacerte llorar...

—Estoy bien—respondió la coreana alejando rapidamente el tacto del muchacho de su piel—son cosas mías.

—Ah... pensé que llorabas por tu hermano, ¿Yunho se llame no?—él era consciente que, el hablar del menor de los Im lograría tener toda la atención de la coreana. Como se lo esperaba Nayeon amplió sus párpados levantándose bruscamente de su asiento dispuesta en ir tras de su hermano al creer firmemente que algo malo le había sucedido—hey, tranquila.

—¿Qué le sucedió a mi hermano? ¿Él esta bien? tengo que verlo—y habló con rapidez logrando que hasta Taehyung y Siwon dejase su papel para bajar del escenario y ver que estaba pasando entre la coreana y el pelinegro—¿Dónde esta? ¡Jinyoung!

—¡Hey, ¿Por qué tanto alboroto?!—la voz rasposa de Taehyung se hizo presente en el instante que quedó frente a Nayeon, con confianza posó sus palmas sobre la cintura de la pelinegra apegando a la chica contra su pecho mientras que esta intentaba zafarse.

—Él esta bien... lo decía por lo que sucedió hace unos días atrás—comentó Jinyoung recordando cuando su hermano menor llegó a su casa con un golpe en su rostro y un horrible dolor en el estómago producto de la paliza que le brindó una ciega, que irónico que conociera al retrasado y la ciega—estaba caminando por la ciudad cuando escuche ruidos en un callejón—iba a ser tan descarado de quedarse con el crédito, pero no lo dudaría si con eso lograba tener a Nayeon—eran  tres contra uno, así que interferí, me vine a dar cuenta que era tu hermano cuando ya había acabado con sus bravucones.

Taehyung al escucharlo no dudó en fruncir su ceño mirándolo con una completa confusión, pero si él ni siquiera sabe pelear, pensó intentando comprender la razón de por qué había mentido, pero cuando vio como, Nayeon con bastante facilidad se alejaba de su tacto atontada del solo hecho de saber que su hermano estaba bien, la chica no dudó en abalanzarse contra el pelinegro abrazando la cintura de este con fuerza mientras que su rostro se escondía entre su cuello. Jinyoung al sentir a la contraria no dudó en pasar sus brazos por sus hombros apoyando su palma sobre la cabeza ajena, el chico no tardó en sonreír de forma egocéntrica mirando al peligris para hacerle un sutil guiño demostrando que, sus sospechas eran cierta, logrando que Taehyung simplemente apretara su mandíbula molesto de perder una oportunidad con la coreana.

—Sigamos practicando—comentó el coreano a regañadientes girando sobre sus talones para caminar hacía el escenario mientras que Siwon le seguía el paso. 

Nayeon y Jinyoung se quedaron a solas, la chica lentamente se alejó del coreano sintiéndose tímida por la forma en que este le veía. La pelinegra dio un paso hacía atrás mientras que el muchacho estiraba su mano tocando con las yemas de sus dedos el borde de su mano intentando mantener de alguna forma el contacto directo entre ella y él. Jinyoung fue bastante ingenuo al pensar que, con esa mentira lograría tener a la coreana, esta con rapidez se alejó lo suficiente intentando tener espacio personal mientras que el chico tan solo le sonreía intentando de esa forma poder seducirla.

—Gracias por salvar a mi hermano—susurró la pelinegra causando que el más salto simplemente se encogiera de hombros restandole importancia al asunto.

Jinyoung era un desgraciado, él era consciente que su hermano menor lastimaba a Yunho, y en vez de detener aquello, simplemente lo animaba a que continuara, solo para tener material para conseguir el corazón de la coreana.

—Haría lo que sea por tu hermano—mintió de la forma más descarada posible logrando ver como Nayeon sonreía con esa suavidad y hermosura que logró aumentar los latidos del corazón ajeno—¿Estarás ocupada después de terminar el ensayo?—cuestionó siendo consciente que no desperdiciara la oportunidad de tener una cita con la chica, y menos ahora que la tenía tan vulnerable y sensible.

Nayeon era consciente que, si quería solucionar de una buena vez las cosas con la castaña tendría que buscarla y hablar con ella, pero Jinyoung había salvado a su hermano de una posible paliza, y por más que la idea de estar a solas con el chico no le apetecía para nada-porque ella prefería mil veces ver el atractivo rostro de la japonesa, que ver la penosa forma que el pelinegro tenía para coquetear-, ella simplemente suspiró sin poder quitarse de la mente el hecho de que se lo debía.

Cuando Yunho vio a Nayeon saliendo del instituto con su brazo firmemente puesto alrededor del brazo de un pelinegro no lo pudo creer, confundido giró su rostro para posar sus ojos en el silencioso Mingi quien, en su mente no podía dejar de cuestionarse el por qué estaba detrás de un arbusto expiando a la hermana mayor de su mejor amigo. 

—¿Por qué no esta con Mina?—cuestionó el coreano confundido viendo como el pelinaranjo simplemente se encogía de hombros—demonios, no lo quiero a él—se quejó haciendo un mohín ante la frustración que le causó el pensar que, su hermana podría salir con ese chico—él no es el indicado.

—¿No crees que Nayeon ya esta grande para decidir con quien salir?—preguntó Mingi intentando no sonar borde con el castaño, porque era consciente que, dependiendo de su voz podría lastimar a Yunho—digo... ¿No te molestaría el saber que Nayeon decide por ti con quien te puedes juntar o amar?—murmuró apoyando su codo sobre el suelo mientras que, aquella palma se adhería sobre su mejilla mirando fijamente como el alto muchacho solo fruncía el ceño sacudiendo su cabeza en negación.

—Ella solo trata de cuidarme, yo lo entendería—confesó causando que el pelinaranjo simplemente suspira cuestionándose por qué razón lo amaba tanto, si era tan despistado—además míralos, él la ve como si fuera un objeto, y mi hermana ni siquiera parece contenta con su presencia—agregó soltando un suspiro cansando para luego simplemente tomar asiento en el suelo intentado pensar algo lo suficientemente razonable para entender la razón de que no estuviese la castaña con la mayor—¿Y si le pasó algo a Mina? eso explicaría porque Nayeon no esta con ella... oh por Dios, tenemos que buscarla.

Mingi con rapidez reaccionó tomando el brazo del coreano para detener todo movimiento de su parte.

—¿Por qué tanto interés por esa chica?—cuestionó confundido y algo celoso, aunque jamás le diría lo que le provocaba el verla cerca de él; realmente no le agradaba que el castaño mostrase tanto interés por esa desconocida y a pesar que ya le había conocido, no podía quitarse de la cabeza la pregunta directa que Yunho le soltó en el vehículo—¿A caso te gusta?

Yunho frunció el ceño para luego asentir con su cabeza.

—Supongo, me trata bien—admitió encogiéndose de hombros mientras que se colocaba de pie—pero me gusta más para Nayeon, así que vamos, seremos cupido—comentó estirando su mano para que Mingi le aceptara demostrando lo emocionado que estaba de empezar.

El pelinaranjo suspiró caminando detrás del castaño, viendo como este caminaba moviendo su cabeza ante el tarareo que brotaba de sus labios. Mingi suspiró siendo consciente que, con Yunho debía tener bastante paciencia, y no es que le molestase, solo le preocupaba que el muchachito se acostumbrase a ser tratado como él lo hacía, y que creyese que todos en general serían de esa forma. Mingi lo que menos quería es que Yunho comenzara a creer que las personas eran buenas, no quería que lo usaran.

Ambos se adentraron en el vehículo del pelinaranjo.

—¿Deberíamos comprar un arco y flechas?—cuestionó el castaño mientras que revisaba su celular mirando fotografías de cupidos—iugh, no usaré pañal, lo digo desde ya—agregó escuchando como Mingi reía con suavidad—¿Por qué te ríes? no he dicho ningún chiste.

—No compraremos un arco, porque tu no sabes usar uno, podrías lastimarte—le aclaró Mingi estirando su mano para presionar por un par de segundos su palma sobre el muslo del coreano logrando sonrojarlo—además, ¿No crees que Mina se asustará si llegas con un arco?

—Mina no puede verme, duh—comentó con obviedad logrando que, esta vez fuese su acompañante el que estuviese sonrojado—y como cupido soy un experto con el arco, pero no mostraré mis dotes hoy—agregó sonriendo con egocentrismo logrando que Mingi tragara saliva abrumado de ver que, cuando el chico se lo proponía podía llegar a ser bastante sexy—estacionate ahí—prácticamente le había ordenado apuntando hacía un par de metros antes de llegar a la casa de la castaña—cupido no toca puerta, él entra con estilo por las ventanas.

—¿No hablas en serio, verdad?—cuestionó el pelinaranjo viendo cómo el muchacho fruncía el ceño confundido quitándose su cinturón de seguridad—Yunho... mira, tu no puedes entrar por la ventana en una casa ajena, eso se llama allanamiento de morada—le aclaró notando como el castaño le sonreía escondiendo el bonito color de su mirada entre sus largas pestañas oscuras.

—Lo sé, bobo—respondió el coreano saliendo del vehículo mientras que veía como su acompañante le seguía el paso—Yunho no puede entrar en una casa ajena, pero no soy Yunho, ¡Soy cupido!—le aclaró cruzando la calle.

Mingi suspiró llevando sus dos palmas a la cabeza, tenle paciencia, se animó tomando la decisión de seguirle el paso siendo consciente que el castaño no tardaría en meterse en problemas. Ambos caminaron hacía el hogar de Mina, Yunho con rapidez se escabulló hacia la parte trasera de la casa mirando con satisfacción la ventana entreabierta que daba a la habitación de la japonesa. El pelinaranjo por instinto estiró su mano intentando tomar el brazo del coreano siendo consciente que era una pésima idea el invadir el hogar ajeno, pero el castaño estaba decidido en adentrarse, así que, con bastante facilidad abrió la ventana causando que Mina se levantara de golpe aturdida de escuchar la madera de su ventana crujir. 

La castaña se paralizó con sus rodillas firmemente adheridas a su pecho, escuchó las quejas de una voz masculina mientras que otra le decía que era una mala idea. Mina torpemente estiró su mano intentando tomar su teléfono para llamar a la policía, pero cuando escuchó el grito masculino tan parecido a la voz de Yunho rapidamente todo rastro de pavor fue reemplazado por la confusión.

—¡Entró cupido!—y el castaño se felicitó a si mismo por entrar en la habitación elevando sus brazos en el aire mientras que movía sus caderas en círculo. Frente a él estaba Mingi quien le veía desde afuera sonrojado por sus movimientos.

—¿Qué cojones haces aquí Yunho?—cuestionó Mina irritada ante el susto que el muchacho le había brindado causando que, un emocionado Coco bajara de la cama para saltar sobre el muslo del mencionado intentando buscar su cariño—me diste un susto de muerte.

—Soy cupido—aclaró el coreano mientras que se agachaba tomando al perro entre sus brazos—iba a traer un arco y una flecha, pero Mingi... digo, mi ayudante me ha dicho que no es una buena idea, así que te perderás mis dotes con el arco—comentó caminando en dirección de la cama—cupido puede ver que estuviste llorando, ¿Alguien te lastimó?—cuestionó tomando asiento en el colchón viendo como Mina simplemente suspiraba volviendo a recostarse para darle la espalda—cupido está frente a ti, y tu lo ignoras, eso no es muy educado de tu parte.

—Lárgate, Yunho—gruñó la japonesa escondiendo su rostro entre su almohada, pero el chico no se había movido, y eso le frustró bastante—eres una molestia...—susurró incorporándose de nuevo, dispuesta en echarlo—¿E~Eres tan idiota para no ver que quiero estar sola?

Yunho tragó saliva observando cómo las lágrimas se deslizaban por las mejillas de la chica. Al muchacho le había dolido bastante escuchar su insulto, pero al ver que ella simplemente no lo estaba pasando bien, solo lo ignoró alejando a Coco de su cuerpo para abalanzarse contra la castaña envolviendo sus brazos sobre el torso de la contraria intentando calmar su llanto.

—Cupido sabe que no quieres estar sola—susurró el castaño presionando su mejilla sobre el hombro ajeno mientras que sentía como está presionaba sus palmas sobre sus pectorales intentando alejarlo—... yo tambien detesto estar solo—y era primera vez que confesaba aquello, logrando sorprender a Mina.

Mingi en cambio solo observó como el castaño abrazaba a la japonesa por detrás quedando ambos acostados sobre el colchón, y no fue capaz de interferir, sólo lo dejó estar, sintiendo que estaba estorbando en ese preciso momento.

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