¿Cambios?
Narrador omnisciente:
—Hoy es mi día especial—replicó sus palabras escuchando por primera la dulce forma en que la joven reía.
Luego de su respuesta ambas se quedaron en un completo silencio, Mina suspiró deslizando su mano por su bastón sintiéndose ansiosa y ligeramente abrumada de escuchar los gritos de los deportista y el murmullo que Nayeon desprendía al parecer, inconscientemente. La pelinegra mordisqueó su labio inferior de forma instintiva a la vez que giraba su rostro para ver el perfil ajeno, la chica fue incapaz de interrumpir el agradable silencio que las envolvía así que solo lo aceptó llevando sus rodillas contra su pecho.
La coreana dio un salto del susto al escuchar el fuerte rebote que hizo la pelota contra la pared que estaba a un par de metros detrás suyo. La pelinegra llevó su palma hacía su pecho manteniendo sus ojos fijos en Mina temiendo su reacción, pero se sorprendió bastante de notar como la chica estaba quieta con sus nudillos blancos producto del fuerte agarre a su bastón. Rápidamente un chico de cabello rubio se acercó hacía su balón soltando un fuerte " lo lamento" a pesar de que no había hecho nada malo. Nayeon suspiró llevando su espalda contra el respaldo del asiento, comenzando a reír de los simples nervios que le había causado el simple hecho de pensar que ese tiro realizado por el rubio perfectamente hubiese llegado a su cuerpo o al de Mina.
—Deberíamos movernos—comentó Nayeon luego de que su risa se calmara permitiendo que el silencio nuevamente las envolviera. Mina al escuchar sus palabras simplemente asintió con su cabeza levantándose de su puesto, con ayuda de su bastón comenzó a caminar dispuesta en alejarse de la muchacha sin siquiera tomarse la molestia en esperarla, porque realmente no le importaba pasar el resto de su tarde con su presencia—hey, espera—habló la chica al notar como la castaña ya se había alejado.
La desgraciada se atrevió a dejarme, pensó Nayeon completamente ofendida por el poco interés de la joven hacía su persona, me va escuchar, siguió discutiendo en su mente mientras que tomaba de su bolso apoyándolo sobre su hombro para luego simplemente caminar a pasos apresurados en dirección de la castaña notando como esta se detenía al perder la dirección de su caminar. La coreana no pudo evitar realmente el no sentir lastima al notar como Mina giraba su rostro hacía los lados como si estuviese intentando con todas sus fuerzas el comprender donde estaba realmente. Nayeon relamió sus labios perdiendo todo instinto de quejarse, con calma terminó por acercarse a la delgada muchacha escuchando lo molesta que estaba consigo misma.
—Eres una imbécil, Myoui—se reprendió a sí misma a la vez que giraba sobre sus talones para volver donde Nayeon, pero estaba perdida, sin siquiera el poder evitarlo se perdió en sus propios pasos quedando a la deriva, siendo completamente incapaz de saber si estaba cerca de la entrada de su instituto o cerca de las gradas de fútbol—Dios santo—murmuró intentando calmarse, deseando que los ruidos externos se detuvieran por un solo maldito segundo; ella necesitaba el pensar.
Nayeon suspiró colocándose al lado de la castaña manteniéndose los primeros segundos en un completo silencio, dándole el espacio suficiente a la muchacha para que no se alterara más de lo que ya era visible.
—Esta bien—murmuró la muchacha intentando no asustarla, observando con sorpresa como Mina se giraba al escuchar su voz—¿A donde quieres ir?—Nayeon no se caracterizaba por ser amable con las personas que solían ignorarla, pero con Mina era diferente, y eso le molestaba; odiaba que su lastimaba actuara en esos instantes, porque muy en su interior sentía curiosidad por la muchacha más allá de su ceguera.
—No necesito una maldita niñera—gruñó Mina frustrada dando un paso hacía atrás siendo completamente consciente que, muy a su pesar, Nayeon era su única ayuda sino quería terminar por perderse más de lo que ya estaba. La japonesa suspiró intentando no desbordar su malestar con la contraria—¿Puedes ayudarme a volver a los pasillos? —pidió con suavidad sintiendo una cálida palma envolviéndose al rededor de su brazo causando que solo mordiera sus labios sin saber que más hacer.
—¿Buscarás a Changbin?—cuestionó la coreana con suavidad queriendo crear un tema de conversación con la castaña mientras que comenzaba a caminar en dirección de la amplía entrada del edificio donde ambas estudiaban.
—No es de tu incumbencia—replicó Mina con rapidez sintiendo como Nayeon soltaba de su brazo causando que sus pies se detuviera a la misma velocidad que la perdida de contacto—...—y mordisqueó sus labios sin saber que estaba haciendo la contraria; la coreana se había cruzado de brazos mirándola fijamente esperanzada de que la muchacha fuese capaz de ver su malestar—bien... lo siento, es la costumbre—confesó siendo consciente que solo se disculpaba porque necesitaba de su ayuda.
—No te cuesta nada ser un poco más amable con las personas que tratan de ayudarte—se quejó la pelinegra volviendo a posar su palma sobre el brazo de la delgada muchacha comenzando nuevamente a caminar—¿Cómo te soporta Changbin?—cuestionó sin poder evitarlo, observando como la castaña en vez de molestarse por su pregunta solo sonreía, como si ya estuviese acostumbrada de escuchar ese tipo de comentarios.
—La lastima puede hacer muchas cosas en un persona—aclaró Mina encogiéndose de hombros—por ejemplo tu... Soy consciente que ni siquiera te hubieses molestado en mirarme luego de la forma en que te respondí, pero como estoy ciega te causo la suficiente lastima para querer hacer algo bueno para mejorar mi miserable vida—y ella hablaba con calma, como si esa respuesta ya hubiese estado ensayada desde antes causando que Nayeon simplemente guardara silencio sin saber que responder—por cierto, odio la lastima, así que no vuelvas hacer nada por mi—pidió cuando escuchó el bullicio de los estudiantes y el sonido constante de los zapatos de la gente rebotando contra el piso—y referente a la obra fue una estupidez aceptar, no lo haré.
Nayeon se paralizó al ver como la castaña comenzaba a caminar hacía adelante, se quedó con sus pies prácticamente enterrados en el suelo siendo incapaz de quitarle los ojos de encima; la japonesa caminaba con una calma y firmeza que la coreana se sorprendía que realmente estuviese ciega. Mina mientras tanto simplemente suspiró manteniendo su puño aferrado contra el borde de su bastón sintiendo su corazón galopando con fuerza al ser consciente que se había quedado sola-y nadie más que ella había sido la responsable de ese triste acontecimiento-, la castaña relamió sus labios intentando mantenerse serena escuchando con un completo agobio como los estudiantes conversaban y reían, otros simplemente gritaban como si estuviesen de esquina a esquina de aquel amplio pasillo, y no faltaba el par de idiotas que corrían en el interior del lugar provocando que el rebote de las suelas de sus zapatos contra las baldosas se llevaran toda la atención de la delgada muchacha.
Mina tragó saliva a la vez que cerraba sus párpados intentando pensar con claridad, uno, dos, tres, cuatro, y era ya común para ella el hablar en su mente siendo consciente que, de esa forma en concreto lograba el llegar a su destino; ¿Era extraño? sí, pero le funcionaba. La castaña estiró su mano libre deslizándola por los casilleros buscando su candado particularmente deformado-Changbin tuvo la idea, y ahora más que nunca se lo agradecía-, comenzó a ponerse nerviosa al no hallarlo, y el hecho de escuchar como las risitas y murmullo de los demás causaban que ese sentimiento solo empeorara. No hablan de ti, relájate idiota, pensó sin poder evitar el recriminarse haciéndose un daño emocional tan grande que ni siquiera era consciente de eso.
La espalda de la joven se estremeció por completo al sentir unos dedos acariciando su nuca, por instinto se giró llevando su bastón contra su pecho.
—¿Te perdiste?—cuestionó una voz masculina causando que un par de risotadas se escucharan un poco más lejana dando entender que se reían de su pregunta. Mina por costumbre dio un paso hacía atrás sintiendo su espalda tocando los casilleros—pequeño ratoncito no sabe por donde escapar—canturreó divertido provocando que sus posibles acompañantes volviesen a reírse.
—Déjame en paz—ordenó la castaña de forma segura siendo ajena a la manera que los demás estudiantes habían comenzando a formarse alrededor de ella y el alto muchacho esperando una pelea por parte de ambos chicos—que te quites, animal—gruñó frustrada estirando sus palmas contra el pecho del desconocido sorprendido a todos al ver como este daba un paso hacía atrás por el repentino empujón.
—Te crees rudas, eh—comentó el chico con burla, rápidamente rompió el espacio personal de la joven envolviendo su palma alrededor del cuello de la muchacha observando con diversión como esta intentaba liberarse—¿Por qué no llamas a tu amiguito para que te defienda? oh no, espera... mataste a la única persona que te apreciaba—soltó comenzando a reír siendo acompañado por sus amigos mientras que los demás testigos solo se habían quedado en silencio sin saber que decir o reaccionar ante la crueldad del más alto.
Y Mina simplemente enfureció lanzando el primer puñetazo sin siquiera saber donde estaba el contrario, para la sorpresa de todos su huesudo nudillo dio de lleno contra la mandíbula del pelinegro causando que su rostro girara hacía la derecha salpicando un poco de sangre contra el suelo. El muchacho soltó el cuello de la japonesa dando un paso hacía atrás aturdido por el golpe recibido. Mina en cambio solo relamió sus labios tomando grandes bocanadas de aire sintiendo sus dedos hormiguear ante la ausencia de su bastón, la chica se quedó quieta sin saber hacía donde podía moverse escuchando el fuerte gruñido que un muchacho soltó, mierda, pensó siendo consciente que no podría evitar lo que sea que estuviese por suceder. Y lo recibió, sin siquiera poder defenderse el golpe dio con fuerza contra su pómulo provocando que los lentes oscuros volaran hacía una dirección desconocida para ella. La japonesa jadeó adolorida cerrando sus párpados sintiendo como su cuerpo se golpeaba con brutalidad contra el casillero mordiendo su lengua para no gritar ante el dolor que se propagó por sus costilla ante el contacto inminente del candado con su piel.
La castaña cayó al suelo recibiendo otro golpe en dirección de su rostro, Mina llevó sus palmas por instinto hacía su cara intentando impedir que los golpes continuase dando de lleno sobre sus facciones. Los gritos no tardaron en bombear su cabeza; algunos animando la pelea, otro simplemente pidiendo que se detuviera-y hasta se podía arriesgar a afirmar que los gritos de Nayeon exigiendo que la soltase también estaban haciendo ecos en el lugar-, pero el chico estaba lo suficiente enfurecido para querer matar de una buena vez a la castaña.
Nadie sabe como, cuando, ni la forma en que Mina se había puesto de pie sosteniendo con fuerza su bastón indicando que aun estaba lo suficientemente repuesta para defenderse del jadeante pelinegro. Nadie realmente supo como reaccionar al ver la manera en que el bravucón caía contra el suelo inconsciente por el golpe que recibió con ese objeto; Mina había golpeado su mejilla como si fuese una bola de béisbol utilizando su bastón como bate. Irónicamente la japonesa había hecho un home-run con la cara del desconocido.
—Fuera todos ¡Ahora, vuelvan a sus clases, a sus clases he dicho!—el grito del directo hizo ecos en el pasillo causando que la gente comenzara a dispersarse con un alto bullicio.
Mina relamió sus labios sintiendo la sangre envolviendo sus papilas gustativa, la joven se quedó quieta abrumada por los sonidos que venían de golpe en diferentes direcciones impidiendo que tuviese la oportunidad de poder identificar hacía que lado iban con certeza.
—Mark, y Ten, lleven al señor Lee a enfermería por favor—el director llevó sus dedos hacía el puente de su nariz observando con frustración como los muchachos tomaban al inconsciente Jeno; la mitad del rostro del muchacho estaba empapado por la sangre, así que no fue para nada extraño que girara su rostro para posar su mirada en Mina—Myoui... pensé que dejaría de traerme problemas—admitió caminando hacía la muchacha observando como esta intentaba huir—la llevaré a enfermería, y luego iremos directo a mi oficina—le aclaró tomando del brazo de la japonesa, quien ni siquiera intentó poner resistencia.
La castaña estaba sentada sobre la camilla moviendo sus pies de atrás hacía adelante mientras que escuchaba el sonido de las ruedas oxidadas moviéndose de un lado hacía el otro, siendo acompañados por los lloriqueos del tal Lee por el dolor que las curaciones estaban provocando en su rostro mal herido. Mina llevó sus palmas hacía el borde del delgado colchón manteniendo su rostro inexpresivo-aunque ella quería sonreír no podía ante el dolor que se propagaba por sus facciones-, ella quería tanto el poder ver en esos momento, solo para deleitarse de la forma en que solo ella había dejado a su contrincante, Felix posiblemente me hubiese dado el sermón de la vida, pensó entristecida al recordar a su mejor amigo-siempre fue tan protector con ella, que era inevitable que sus recuerdos no amargaran su vida-.
Mina alzó su mentón al escuchar la puerta abriéndose.
—Mina, joder, ¿No puedo dejarte sola ni siquiera un par de horas sin que te metas en problemas?—la voz de Changbin resonó en el interior de la habitación causando que la mencionada suspirara manteniendo sus párpados cerrados ante la ausencia de sus lentes de sol—Dios, como ha dejado tu rostro—siguió comentando acercándose a la castaña mientras que su acompañante iba detrás de él—toma, son tus lentes—mintió depositando los lentes de Nayeon sobre sus muslos, recordando la conversación que había tenido con la joven minutos antes de entrar a la enfermería.
—Gracias—murmuró Mina sintiéndose más segura de si misma por los lentes—lamento el que tuvieras que venir—agregó avergonzada de saber que, sus problemas seguían afectando al coreano. El muchacho chasqueó su lengua sacudiendo su cabeza en negación olvidando por completo el hecho de que ella no podía verlo, con rapidez el joven terminó por sentarse al lado de la joven para ver con mayor determinación la magnitud de sus heridas—¿Por qué la trajiste?—cuestionó al reconocer aquel peculiar olor.
—¿A quien?—cuestionó Changbin sorprendido de sus repentinas palabras observando con temor como Nayeon se encogía de hombros sin saber la razón—¿Qué estas hablando?
—A Nayeon, es la única que conozco que utiliza perfume de frutilla—comentó como si fuera obvio escuchando más de cerca los pasos de la mencionada y como su amigo se removía a su lado incómodo y sorprendido por el reconocimiento de la coreana—creí que le había dicho que no quería su lastima—admitió haciendo una mueca al sentir unos fríos dedos envolviendo su mentón mal herido.
—Quería asegurarme de que no te habían matado—comentó la chica para luego simplemente morder su labio inferior sintiendo sus mejillas enrojecer ante la forma en que Changbin había alzado su ceja curioso por su repentino tacto con la castaña—lamentablemente veo que sigues respirando, así que me marcho—intentó mostrarse indiferente alejando sus dedos del rostro de la japonesa escuchando como la muchacha simplemente reía por su ironía.
Y Nayeon se fue dejando al coreano y la japonesa a solas-bueno a medias, Ten y Mark seguían estando a un par de pasos de diferencia de los chicos cuidando a su lloroso amigo-. Mina suspiró arreglando sus lentes de sol mientras que sentía las pulsaciones alrededor de su heridas.
—¿Qué acaba de pasar?—cuestionó el coreano referente a las cortas interacciones de su amiga con la pelinegra. Mina al escucharlo no pudo evitar el fruncir su ceño para luego simplemente encogerse de hombros fingiendo el no saber de que estaba hablando—lo he visto, Mina.
—Pues yo no—admitió la castaña sin poder evitar el reír de su propia broma, a pesar que hubiese sido un muy mal chiste para el coreano.
Luego de un par de minutos la enfermera terminó por permitir que la castaña abandonara su pequeña habitación. A regañadientes Mina aceptó la ayuda de Changbin escuchando casi abrumada las palabras del parlanchín coreano que continuaba insistiendo que había pasado entre ella y la coreana para tener tanta confianza en tan poco tiempo. La japonesa suspiró estirando su mano para deslizarla por la pared mientras que, con la otra simplemente la utilizaba con su bastón, el pelinegro mientras tanto mantuvo su palma presionaba sobre la espalda de su acompañante observando atento cada movimiento de la joven.
—Tu nunca ríes, pero con Nayeon si lo hiciste—Changbin no era capaz de dejar la conversación finalizada a pesar de que su caminar en un principio hubiese estado en un completo silencio. El coreano mordió su lengua avergonzado al ver como Mina simplemente sacudía su cabeza en negación—ni siquiera conmigo te ríes—fingió el estar dolido causando que la japonesa estaba vez riera por sus palabras.
—Tu eres muy serio—admitió la castaña encogiéndose hombros—y la ironía de Nayeon me causa risa, quizás si fuese un poco más sarcástico escucharías más a menudo mi risa—agregó dándole un sutil consejo escuchando como él simplemente bufaba—no te lo tomes tan a pecho, Seo—comentó sorpresivamente animada—siempre serás uno de mis favoritos—admitió sintiendo su cuerpo paralizarse ante la forma en que el mencionado le había abrazado logrando que se sintiese incómoda por el repentino contacto—basta de heterosexualidades, eso no va contigo—comentó escuchándolo reír a la vez que el suave " lo siento" brotaba de sus labios—muy bien, mantén tu distancia.
—Estas de muy buen humor...—comentó el chico metiendo su mano libre en el interior de sus bolsillos delanteros notando como Mina volvía a encogerse de hombros en señal de respuesta —a pesar de la paliza que tuviste y la posible suspensión que tendrás—agregó deteniendo su caminar al quedar frente a la puerta que daba la entrada a la oficina del director—vuela alto vaquero.
—Eres un imbécil, ¿Lo sabes, verdad?—cuestionó Mina divertida sintiendo como los labios del mencionado presionaba la piel de su mejilla—y demasiado heterosexual para mi gusto... ¿Seguro que el cambiado no eres tu?—preguntó recibiendo un suave empujón por parte del avergonzado coreano—que no te vea no significa que no sepa que estas avergonzado, Seo.
—D~Deja de joder, y ve a obtener tu suspensión chica matona—respondió el pelinegro con sus mejillas envueltas en un tono carmesí dando un paso hacía atrás al ver como la muchacha terminaba por ingresar a la habitación.
Mina caminó en el interior de la habitación escuchando como la silla era echada hacía atrás. Rápidamente sintió unos dedos envueltos en su brazo y aquel suave "te ayudo" se deslizaba por los labios del director. La castaña agradeció haciendo una suave reverencia en el momento que logró tomar asiento, la chica se mantuvo en silencio los primeros segundos intentando procesar el hecho de que estaba por ser suspendida.
—Tu golpe causó que el jovencito Lee perdiera dos dientes—aclaró el director echando su espalda contra el respaldo de su asiento manteniéndose de brazos cruzados mientras que veía el rostro sin expresión de la castaña—sé que diste el primer el golpe, y que las cosas se salieron de las manos—agregó—estas suspendida, una semana completa desde hoy hasta el próximo martes—habló—llamaré a tu madre, puedes retirarte.
La castaña se quedó quieta causando que el hombre volviera a suspirar ya aburrido del actuar de la japonesa.
—¿Y Lee que?—preguntó queriendo saber si, por lo menos él iba a recibir el mismo castigo que ella obtuvo ante su perdida de control.
—¿No le parece suficiente castigo el perder dos dientes?—cuestionó el hombre confundido observando como Mina simplemente sacudía su cabeza en negación—esta suspendido al igual que tu, con dos días menos—admitió—ahora lárgate, y espera a tu madre.
La japonesa salió del despacho sintiéndose extrañamente contenta con los resultados-irónicamente había logrado quedarse en casa por una semana y dejó sin dos dientes a un idiota- premio gordo, pensó la castaña mordiendo su labio inferior intentando no reír por sus pensamientos. Mina frunció el ceño alzando su mentón al escuchar la voz de Changbin mezclada por una femenina, con curiosidad se acercó al sonido causando que su amigo dejara de hablar quedando en un completo silencio al percatarse de su presencia. En un principio la japonesa no pudo evitar el sentir curiosidad por la repentina acompañante de su amigo, pero aquella curiosidad rápidamente murió al reconocer su aroma.
—¿Nayeon?—cuestionó Mina sorprendida.
—Debía asegurarme que el director no te matará por ser una bravucona—comentó la coreana logrando que Changbin se riera por sus palabras mientras que la castaña comenzaba firmemente a pensar que el sarcasmo de la joven lentamente dejaba de hacerle tanta gracia.
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