Cambio inesperado
Narrador omnisciente:
Nayeon estaba en silencio acariciando el cabello de la castaña observando en silencio como Mina estaba recostada sobre el sofá con sus párpados cerrados y una suave sonrisa adornando sus facciones, sus orbes se deslizaron del mentón de la japonesa hasta llegar a su cuello notando las pequeñas marcas rojizas cubriendo su blanquecina piel. La coreana mordió su labio inferior sintiendo sus mejillas enrojecidas ante la vergüenza de comprender que, por culpa de la excitación que invadió su cuerpo ante los labios de la castaña había provocado que ahora la japonesa tuviese su piel cubierta por visibles chupetones.
A la misma hora, pero diferente lugar se encontraba Mingi sosteniendo el brazo de Yunho, el pelinaranjo estaba intentando llevar al castaño a su hogar, pero por algún extraño motivo que no comprendía el coreano quería volver a su casa caminando y sin ninguna compañia.
—Yunho... esta muy oscuro, no quiero que vayas solo—admitió el coreano intentando que no quedara visible el hecho de que le aterraba que algo malo le pudiese pasar al muchacho, pero este era terco, y aquello estaba quedando expuesto al sacudir su cabeza en negación zafandose de su agarre con bastante facilidad—Yunho.
—Soy un adulto, puedo irme por mi cuenta—confesó el muchacho, aunque la verdadera razón por la que no quería ir con Mingi era porque el pelinaranjo no era bueno manejando de noche, y si lo acompañaba a pie, no quería que se devolviera solo.
—Entonces te pediré un taxi—y el más alto estaba cegado con la idea de que necesitaba que el chico fuese en otro medio de transporte y no a pie, pero el castaño como era de esperarse solo sacudió su cabeza en negación—bien... vete caminando—se tuvo que resignar con la idea de que el muchacho se iría a pie, completamente solo—me mandas un mensaje cuando llegues—pidió a la vez que, por impulso se inclinaba tomando el rostro del castaña para besar su mejilla quizás con más tiempo del necesario—cuidate—susurró avergonzado ante la cercanía de ambos.
Yunho asintió torpemente con su cabeza dando un paso hacia atrás sintiendo su rostro completamente sonrojado ante la sensación de aquellos labios acariciando la piel de su pómulo derecho. El coreano dio otro paso hacia atrás elevando su palma para sacudirla en el aire en dirección de la madre del pelinaranjo que había visto todo desde la ventana, la mujer sin mucho ánimos correspondió el saludo para luego simplemente darle la espalda intentando asimilar el hecho de que acababa de ver un comportamiento extraño en su hijo menor.
El castaño caminó por la vereda bajo las luces de los faroles sintiendo la mirada del pelinaranjo detrás suya, con cierta curiosidad observó por sobre su hombro como Mingi le seguía viendo desde la entrada de su casa intentando asegurarse de que él estuviese bien. Yunho confundido elevó nuevamente su mano sacudiendola en el aire observando como Mingi correspondía. El coreano sonrió emocionada dando pequeños brincos en medio de su caminar, esa noche en particular estaba siendo bastante agradable para él, con suavidad tarareó una canción que llevaba días pegada en su cabeza, mientras que metía sus puños en los bolsillos delanteros de sus pantalones. De inmediato movió con fuerza su rostro hacía el lado intentando arreglar con ese movimiento su cabello que se metía entre sus pestañas.
—¡Hey, maricón!—y una voz masculina se escuchó saliendo de un bar, pero Yunho simplemente no le prestó atención continuando con su camino, creyendo que el desconocido estaba llamando a otra persona. Su tarareo era suave, él tenía una buena voz, aunque bueno, la familia Im por lo general solía cantar bien, así que lo suyo no era la gran cosa para su parecer—¡Te estoy hablando!—Yunho se paralizó al sentir el fuerte agarron en su brazo, confundido el muchacho jadeó sintiendo su espalda adolorida ante el golpe que este le propinó contra la pared—sigue cantando maricón—y el olor alcohol dio de lleno contra las fosas nasales del muchacho causando que este girara su rostro intentando tener un poco de aire.
—El alcohol daña el hígado y los riñones, no debería consumirlo—susurró el coreano recordando lo que había leído en los libros de su padre, sintiendo el puñetazo dando de lleno contra la boca de su estómago. Sus ojos se inundaron entre las lágrimas mientras que el aire había quedado atrapado en su garganta—l~lo siento...
Y el desconocido tomó con fuerza el borde de su camiseta y la elevó dejando que su blanquecino torso quedase expuesto. Por instinto Yunho comenzó a retorcerse queriendo liberarse sintiéndose asqueado y asustado ante aquellos rasposos dedos rodeando sus caderas hasta llegar al borde su pantalón.
—Tienes pinta de pasivo... Chicos como tu no deberían considerarse humanos—escupió dándole un rodillazo contra la entrepierna del castaño observando con diversión como el chico solo se arrodillaba siendo aún aprestado por aquella mano que empuñaba su camiseta contra su cuello—vamos, llora niño bonito—Yunho estaba tan confundido.
El dolor de su entrepierna era tan agudo que el castaño ni siquiera se podía poner de pie correctamente, con los ojos envueltos en lágrimas y la sensación de ardor envolviendo gran parte de su abdomen el coreano alzó su mentón.
—¿Por qué me dices bonito?—y era impresionante el hecho de que el muchacho estuviese confundido por qué le habían comentando su físico y no por que lo estuviesen dando una paliza tan gratuitamente—eso no es muy heterosexual...
El alcohólico hombre solo apretó sus dientes tomando con fuerza el cabello del castaño escuchando a la perfección como el coreano jadeaba adolorido ante la agresividad con que estaba tirando su cuero cabelludo llegando a sentir que le arrancaba gran parte de este. Con violencia pateó la rodilla de Yunho consiguiendo que el muchacho cayese de rodillas frente a él demostrando cuán vulnerable era realmente, por primera vez en el día el más alto estaba asustado, los pensamientos de que volverían a lastimarlo como lo habían hecho en el paso inundaron su cabeza consiguiendo que solo encorvara sus hombros aceptando como siempre a que eso ocurriese. El desconocido elevó su rodilla impactando está contra el rostro de Yunho observando como la sangre salpicaba desde el labio y nariz del más joven escuchando aquella suave melodía de su llanto, con fuerza volvió a tomar su ropa y lo arrastró hacia el callejón vecino donde lo desnudó parcialmente, Yunho gritó, pataleó y suplicó que lo dejase en paz, pero aquel desconocido realmente quería destrozar su mente, y lo logró.
Cuando Yunho salió, gran parte de su rostro estaba empapado por las lágrimas y la sangre-tanto seca como fresca-, el muchachito caminó como un zombie, con sus ojos perdidos en la oscuridad mientras que el frescor de la noche golpeaba su espalda desnuda y rasmillada ante la fricción del suelo de cemento y su piel. El coreano no tenía ni la menor idea de dónde había acabado su camiseta y realmente tampoco le importaba lo suficiente como para poder devolverse, el castaño agachó la mirada observando su abdomen con pequeños rastros de sangre producto del gotero en sus fosas nasales, las orbes castañas del muchacho se posaron en su pantalón notando como tenía el botón abierto y su ropa interior más elevada que de costumbre. Yunho tragó saliva intentando arreglar el desastre, con las manos temblorosas se abrochó los pantalones sintiendo sus caderas y gran parte de su anatomía dándole fuertes punzadas hasta la nuca.
Más de un individuo se acercó al castaño y le preguntó si necesitaba ayuda, pero Yunho solo sacudía su cabeza en negación y repelía con rapidez todo tipo de tacto por su parte aterrado de pensar que otra vez iba a ocurrir.
Cuando Yunho llegó a su hogar lo primero que vio fue a su madre en el sofá hablando por teléfono, su cuerpo se paralizó sintiendo como la sangre seguía goteando manchando sus pectorales casi inexistente y su blanquecina panza, el jovencito agradeció el hecho de que ella estuviese tan sumergida en ese aparato tecnológico como para poder fijarse en su presencia-por primera vez él estaba agradecido de que ella lo ignorara-, su atención rapidamente se fue a la cocina, en esta se oía la animada conversación entre Nayeon y su padre, de manera impulsiva corrió por las escaleras en dirección de su habitación al escuchar como Nayeon le había llamado con un tono molesto, posiblemente por el hecho de que había llegado más tarde de lo previsto. Bruscamente cerró la puerta colocando el pestillo intentando que nadie lo viera en ese estado mientras que sus temblorosas manos seguían apoyadas sobre la madera, en silencio sollozó escuchando como los pasos subiendo las escaleras lograban que se sintiese aún más angustiado de lo que ya en sí se sentía.
—¿Yunho?—y la voz de su padre hizo ecos en el pasillo, nervioso el coreano mordió su labio inferior soltando una suave jadeo ante el ardor que le provocó esas acción, tenía el labio partido, normal que le hubiese dolido—pequeño, ¿Estas bien?—se escuchaba preocupado girando la perilla con intenciones de querer entrar—¿Por qué tienes puesto el pestillo?—cuestionó siendo consciente que, el muchacho jamás en la vida lo había hecho—Yunho—le llamó moviendo con fuerza el objeto de metal intentando entrar en la habitación queriendo asegurarse con sus propios ojos que su hijo estuviese bien.
—¡ESTOY BIEN!—gritó dándole un puñetazo a la madera logrando que todo sonido proveniente del exterior se detuviese bruscamente—s~solo... necesito estar solo—susurró mientras que podía sentir las lágrimas deslizándose por sus mejillas—déjame solo—suplicó dando un paso hacia atrás, para luego solo darle la espalda a la puerta caminando torpemente hacia su pequeño baño privado.
El hombre frunció el ceño dando un paso hacía atrás abrumado de entender que, su hijo acababa de golpear la puerta con una violencia no propia de él; Yunho ni siquiera era capaz de alzar la voz, así que aquella acción fue algo nueva para él. El médico era consciente que tenía que insistir con su hijo, algo malo le había ocurrido, eso estaba seguro, pero no seguiría insistiendo, esperaría hasta mañana cuando él estuviese más calmado.
Yunho en cambio se desnudó, en silencio observó sus pantalones manchados por la sangre como también su ropa interior, su mentón se movió con fuerza indicando que nuevamente lloraría, pero por primera vez no lo hizo, sus ojos por un segundo quedaron frente a su reflejo, pero cuando notó su rostro lastimado y su torso con leves tonos verdosos y morados no pudo continuar viendo y simplemente giró su rostro incapaz de verse nuevamente en el espejo, adolorido tanto físico como mental el alto castaño se metió en el interior de la ducha encendiendo la regadera; el agua fría golpeó su espalda lastimada, pero a él no le importó, simplemente se duchó pasando la esponja con fuerza por todas las partes donde lo habían tocado, se restregó con violencia en cada uno de los hematomas sintiéndose sucio, asqueado consigo mismo, llegó a un punto que la fricción fue tal que su anatomía por completo estaba roja ante la piel lastimada. Y fue una mezcla de emociones lo que atacó al castaño mientras que continuaba con su baño, los insultos en el instituto y la forma en que aquel alcohólico desconocido había lastimado su cuerpo, Yunho estaba roto, se sentía destruido, así que continuó pasando la esponja queriendo por primera vez sentir que algo estaba bien con él.
Luego de una media hora intentando limpiar su cuerpo, el castaño salió de la ducha envolviendo su cintura con una toalla color pastel, cuando la vio sintió asco lanzando aquel objeto hacia una de las esquinas del lugar queriendo mantenerla lo más alejado de él. Velozmente comenzó a buscar otra toalla, violentamente y con una notable frustración comenzó a lanzar cada una de ellas cuando veía que eran colores suaves que lo hacían verse como el maricón que supuestamente era. Al encontrar una blanca no dudó en cubrir su entrepierna saliendo del baño para ver su habitación.
En silencio el chico caminó hacia su mueble, con calma lo abrió notando sus pijamas; su favorito en ese entonces era aquel amarillo con dibujos de patitos, pero ahora lo aborrecía. Asqueado comenzó a buscar algo decente, acorde a él. Le tomó un par de minutos encontrar algo que lo hiciese sentir cómodo, pero cuando lo logró no dudó en ponerse aquella camiseta azul acompañado de esos cortos pantalones oscuro, lo más seguro que me los compró mamá, pensó siendo consciente que su madre le seguía comprando ropa "Masculina" pero que él no usaba, hasta ahora.
A la mañana siguiente Yunho se levantó más temprano de lo normal, con rapidez se dio una corta ducha volviendo a restregar la esponja por su piel siendo aquel movimiento prácticamente involuntario. Desnudo y con el cuerpo completamente empapado, el castaño salió del baño caminando hacia su mueble, extrañamente molesto sacó toda la ropa que tenía; lanzó al suelo las camisetas de colores pasteles y todo lo que él consideraba que no era acorde con una imagen masculina y heterosexual. Luego de un par de minutos terminó vestido con unos pantalones negros rasgados desde las rodillas y una camiseta del mismo color, entre sus dedos sostuvo su chaqueta y un gorro-él nunca usaba gorro-. Antes de salir de su habitación tomó su ropa manchada y la envolvió entre sus brazos, iba a deshacerse de todo con tal de sentirse más relajado.
En silencio Yunho salió caminando por el pasillo, el chico intentó hacer el menor ruido posible, y ante el silencio del lugar supo que nadie debía estar en pie o siquiera despierto, así que intentaría no llamar la atención. El coreano bajó las escaleras a la vez que miraba hacia los lados intentando asegurarse de que realmente estaba solo, porque no quería explicar que había sucedido con su ropa y su rostro lastimado. Luego de un par de minutos salió hacia el exterior, ni siquiera se tomó la molestia de desayunar, simplemente quiso huir de su hogar asfixiado ante sus propias acciones. El castaño tragó saliva continuando su camino, él no tenía la menor idea de la hora que era, pero suponía que aun estaba a tiempo ante los estudiantes que caminaban dispuesto en ir a clases, a lo lejos observó un tacho de basura, sin dudarlo trotó hacia aquel objeto metiendo su ropa hasta el fondo queriendo que nadie encontrara esas prendas; él no quería que nadie fuese consciente de lo que le había sucedido.
Yunho tardó una hora y media en llegar al instinto, asustado ante los frescos recuerdos intentó no toparse con ningún callejón, y si eso sucedía no dudaba en cruzar la calle intentando mantenerse lo más alejado posible. Ante su inexistente sentido de orientación fue bastante difícil para él el poder llegar, pero gracias a los santos divisó la infraestructura a un par de cuadras de donde se encontraba principalmente. Lo primero que el castaño fue consciente que, había llegado tarde, podía escuchar el murmullo de la gente en los pasillos sin siquiera estar aún en el interior del lugar, nervioso caminó en el interior observando a lo lejos como su hermana estaba tomando con fuerza la camiseta de Mingi y lo empujaba contra uno de los casilleros manteniéndose en un aspecto agitado, probablemente debe estar preguntando por mi, pensó asustado a la vez que sus castañas orbes se posaron en la acompañante de su hermana; Mina estaba de pie con sus conocidos lentes de sol puesto en su rostro manteniéndose de brazos cruzados mientras que era acompañada por el mismo chico que había sido tosco con él.
De manera impulsiva el castaño giró sobre sus talones dispuesto en huir, pero un chico había tomado su brazo izquierdo deteniendo su intento de escape.
—Uy... ¿El maricón intenta parecer un hombre?—cuestionó esa voz irritante que, tanto tiempo llevaba escuchando. Yunho giró su rostro sintiendo su sangre hervir, observando con cierta sorpresa el rostro del alcohólico y no la del adolescente—¡He, chicos! ¡Miren, El maricón Im ahora se cree hombre!—y se comenzó a burlar provocando que todos los amigos del idiota le siguieran el paso como si fuesen muñecos con carencia de personalidad.
Y lo que nadie esperaba realmente es que el coreano se defendiera. Con violencia Yunho plantó sus nudillos sobre la boca de su bravucón logrando que las risas se callaran, el castaño jadeó sorprendido alzando su mirada para encontrarse con el rostro sorprendido por parte de su hermana y de Mingi, aturdido el muchacho agachó su rostro observando como el pelinegro se levantaba con ayuda de sus amigos insultando sin parar su presencia mientras que le amenazaba con que lo mataría.
—No me importa tus estúpidas amenazas—soltó Yunho con una confianza y prepotencia que dejó petrificado a su contrincante—ni lo que tus falsos amigos me hagan—agregó a la vez que se quitaba su chaqueta—¿Quieres pelear? vamos, peleemos—y lo estaba animando a que se dieran mutuamente una paliza, y a pesar que él jamás había luchado, sí que sabía bastante—¡Vamos pequeño maricón dame un puñetazo!—y lo insultó de la misma forma en que lo habían insultado causando que el chico con violencia se lanzara contra su torso siendo recibido por los fuerte puñetazos por parte de Yunho sobre su espalda.
El pequeño hermano de Jinyoung logró darle un fuerte derechazo contra la mejilla del más alto, pero aquello sólo detonó la ira que Yunho jamás pensó poseer, con agresividad pateó la pierna de su oponente para luego darle en la entrepierna, las imágenes fresca llegaron otra vez a sus pensamientos comenzando a darle la paliza que él recibió la noche anterior.
—¡Basta, Yunho basta!—y Nayeon le llamaba angustiada mientras que Mingi se metía en medio de la pelea tomando desde la cintura al castaño intentando levantarlo.
y ahora el golpe que se suponía que iría al rostro del joven Park terminó dando de lleno al ojo del pelinaranjo provocando que este adolorido soltara al castaño dando un paso hacia atrás. El coreano tragó saliva observando con sorpresa como todos se habían quedado en silencio sorprendidos por su manera de pelear.
—¡IM Y PARK, A MI OFICINA!—y la voz del directo hizo que Yunho solo suspirara.
Mina se quedó en silencio intentando asimilar el hecho que, el niño que creyó que era el ser más puro y adorable ahora había desatado una pelea. ¿Qué le hicieron? se cuestionó asustada en el momento que sintió como un cuerpo femenino la abrazaba con fuerza, en un principio se sintió plenamente aturdida, pero cuando ese característico perfume penetró sus fosas nasales no tardó en reconocer a Nayeon, y la coreana lloraba sobre su hombro cuestionando que había hecho mal para que su hermano actuara de esa forma, pero Mina era consciente que ella no tenía la culpa, así que se mentalizó con la idea de que hablaría con el muchacho para saber qué había ocurrido realmente.
Mina más que nadie sabe que, las únicas cosas que pueden cambiarte del día a la mañana eran aquellas que marcaban tu alma, y a la japonesa le daba bastante miedo el saber que había marcado a Yunho.
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