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Arrepentimiento

Narrador omnisciente:

Changbin llegó lo más rápido que pudo luego de enterarse de lo que había sucedido, completamente asustado y con el sudor escurriendo por su quijada ingresó en la habitación que Sachiko le había indicado sintiendo sus piernas flaquear al darse cuenta que su vieja amiga estaba ahí, recostada sobre la camilla con su rostro intubado y su cuerpo conectado a una pequeña máquina que indicaba cómo iban sus pulsaciones. Su mentón comenzó a temblar mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas al notar lo lastimada que estaba; sentía que todo volvía a repetirse, como un pequeño bucle de dolor y ansiedad, con el corazón apretado y la garganta cerrada dio un paso en el interior del lugar intentando no romperse, pero era difícil el lograrlo cuando aún podía mantener en su cabeza la primera imagen de Mina luego del accidente. El adolescente tomó asiento al lado de la castaña sin poder contenerse comenzó a llorar como un pequeño bebé desolado, lloró con fuerza sintiendo que su garganta se desgarraba ante el dolor emocional que sus sollozos desprendían, se sentía culpable por el tiempo en que estuvo en las prácticas, porque sabía que, lentamente había estado alejándose de su mejor amiga sin siquiera darse cuenta, y ahora estaba a punto de perderla. 

—N~No me dejes...—lloró estirando su mano para sostener la fría palma ajena—no me dejes—suplicó con la poca voz que aún le quedaba—te lo pido—y no le importaba que alguien ingresara y lo viera, necesitaba que Mina siguiera luchando hasta que pudiera escuchar nuevamente su voz—n~no puedo perderte... a ti no.

El padre de Nayeon no fue capaz de atender a Mina, rapidamente cedió su mandato al doctor Choi siendo consciente que sus sentimientos se habían mezclado cuando no podía dejar de pensar en sus hijos mientras que atendía a la desmayada castaña, si la chica se muere... pensó manteniendo sus codos presionados sobre la mesa de la pequeña habitación que tenían en el hospital como zona de descanso, ni siquiera eres capaz de terminar las frases, y eso era lo peor, el saber que no era lo suficientemente fuerte como para poder terminar la oración en su cabeza ante el temor que le causaba el simple hecho de imaginarse la reacción de Yunho si llegaba a contarle algo tan duro como la muerte de la castaña, o peor aun, su hija, su pequeña princesa quedaría destrozada al saber que su primer amor ya no estaba en este mundo, y como padre, no había peor sensación que ver a un hijo roto y no poder curar ese horrible mal. El cansado hombre suspiró tomando entre sus dedos el pequeño vaso de papel, mentalmente agotado intentó dejar de martillarse con la idea de que algo malo podría suceder, así que trató de pensar positivo. En silencio llevó el vaso contra sus labios sintiendo como el frío del café se deslizaba entre sus cerezos, amargo, pensó sabiendo a la perfección que frío no le solía gustar, pero que, de todas formas se lo acabó. 

—No pueden saber—egoísta o no, era un padre y no podía tener dos hijos tristes en su hogar, porque simplemente no sería capaz de manejarlo, así que se lo guardaría, hasta que estuviese completamente seguro que la chica podría sobrevivir. Rápidamente giró su rostro al oír la puerta sonar, en silencio miró como el doctor Choi ingresaba con un evidente rastro de cansancio adornando sus pálidas facciones—hey—saludó elevando su vaso de café en forma de saludo notando como el adulto eleva dos de sus dedos como respuesta, para luego arrastrar sus pies hasta la improvisada cama que estaba en unos de los costados del lugar—¿Día duro?

—Ninguna muerte por lo menos—respondió Bomin presionando sus palmas contra su plano abdomen, el pelinegro cerró sus párpados intentando dormir aunque fuese un minuto.

—¿Cómo está tu paciente? Myoui Mina—aclaró con un deje de ansiedad en su tono de voz provocando que el pelinegro suspirara llevando esta vez sus manos contra su rostro—lamento preguntar—murmuró apenado observando cómo el joven doctor se incorporaba presionando su espalda contra el concreto de la pared. 

Sus ojos cansados se posaron en el adulto.

—El accidente que tuvo la dejó con secuelas—comenzó hablar sabiendo a la perfección que esa chica a pesar de todo parecía ser importante para su colega, así que lo ayudaría a estar más tranquilo—estamos haciendo todo lo posible para que ella pueda salir de aquí, pero el golpe en la cabeza realmente no la ayudó—admitió mientras que posaba sus dedos contra sus muslos—lo bueno es que está estable, y cabe la posibilidad... pero es una posibilidad muy lejana de que puedan operarla de la vista—confesó causando que el señor Im jadeara acomodándose en su asiento—¿Recuerdas al cirujano de intercambio?

—¿Brown?—cuestionó el señor Im recordando vagamente la llegada de un extranjero al hospital; decían las buenas lenguas, que el hombre tenía unas manos de ángel y más en los procedimientos de cirugía ocular—¿La operará?—preguntó sorprendido notando como el pelinegro simplemente se encogía de hombros, murmurando ese claro "no se sabe aún"—pero la posibilidad está—aclaró logrando que el contrario asintiera con su cabeza—eso es una buena noticia.

—Lo es—susurró el pelinegro mientras que cerraba los ojos—la chica es fuerte, espero que pueda estar estable hasta que aprueben la cirugía—murmuró viéndose bastante relajado ante la posibilidad—ahora... si me permites, necesito descansar.

El adulto asintió con su cabeza viéndose bastante avergonzado por haberle quitado minutos de sueño. En un completo silencio se puso de pie sosteniendo entre los dedos de su mano derecha el vaso de papel mientras que, su otra mano sostenía su bata blanca, haciendo el menor ruido posible huyó de la habitación cerrando con suavidad la puerta detrás de él. Im tiró a la basura el envase, para luego simplemente caminar hacia la pequeña recepción, sin mucho interés presionó su codo contra la mesa notando como la enfermera alzaba su mirada del computador para verle a los ojos, rápidamente la jovencita agachó la mirada buscando entre todas las fichas que tenía en su poder las que el doctor tenía que atender. Sin muchas complicaciones encontró la que estaba buscando y se la entregó.

—Adolescente de unos quince años, sintomas de aborto espontáneo—lo ultimo casi lo murmuró intentando que nadie más fuese capaz de escuchar. El señor Im suspiró sintiéndose ligeramente apenado por la joven, solo es una niña, pensó leyendo distraídamente el corto historial que las enfermeras habían logrado recaudar antes de aislar a la muchacha de la zona de emergencia. 

Nayeon estaba haciendo los últimos retoques a su propio guión, se encontraba en el interior del gimnasio de la escuela en compañía de los chicos de teatro, a su parecer ya era tarde, y posiblemente su padre estaría molesto si se enteraba que había regresado de su hogar al instituto solo porque Taehyung insistió en que lo hiciera. La pelinegra mordisqueó la punta de su lápiz manteniendo sus pensamientos idos en las imágenes de la tarde, Mina y la desconocida, y posiblemente jamás iba a poder sacarse de la cabeza la forma en que la japonesa se había mantenido con su brazo posado sobre el ajeno, parecería que estaba cómoda, pensó sintiendo ese repentino pinchazo de celos y culpa atacando su corazón, solo te estas lastimando, y ya se había vuelto una completa experta en pensar más de la cuenta, pero no podía siquiera reprochar a Mina por estar con esa pelirosa, porque fue ella quien la alejó, la que actuó de forma egoísta, ni siquiera te preocupaste por sus sentimiento, no, no lo hizo, y ahora recién lo entendía. Sin muchos ánimos suspiró presionando su mejilla sobre su palma abierta, con Yunho las cosas no estaban mejorando por si se lo estaban preguntando, luego de la discusión, no volvieron a entablar un tema de conversación, ni siquiera tuvo tiempo para buscarlo y hablar nuevamente para sentir que, por lo menos las cosas podían ir bien con él, y sabía que al llegar él estaría encerrado en su habitación, así que tendría que esperar hasta mañana para verlo. 

—Nayeon—la tosca voz de Taehyung la hizo alzar la mirada notando como el peligris se había cruzado de brazos golpeando de forma insistente su pie contra la madera del suelo, una y otra vez, como si estuviese a punto de causar un hueco en aquella zona. Confundida Nayeon posó toda su atención en sus ojos, fríos, pensó la chica—te necesito concentrada—aclaró causando que ella asintiera torpemente con su cabeza—hablo en serio, nos queda menos de dos semanas para el estreno—y ella lo entendía, pero aun así no podía estar completamente enfocada—vamos a ensayar.

Ella comprendía que él estuviese preocupado, pero a veces se comportaba como un imbécil. En silencio la coreana tomó su libreto y comenzó a releer lo escrito; si seguía así, terminaría soñando con la obra, así que sabía que debía tener aunque fuese un pequeño descanso, para no abrumarse. Con cuidado Sungjae la ayudó a subir al escenario, para luego estirar sus pulgares en señal de buena suerte, los demás chicos se quedaron atrás tomando asiento en las pequeñas butacas para ver con mayor comodidad el pronto espectáculo que ambos coreanos estaban por ofrecerles. Jinyoung se cruzó de brazos observando con recelos como Taehyung comenzaba a relatar sus líneas, él no era idiota, obviamente sabía que su compañero de trabajo había elegido otra vez esa escena para poder besar a Nayeon, rata inmunda, pensó manteniéndose con un visible mal humor, y no era para menos, el odio por la chica seguía estando presente desde la última cita que tuvieron, y aún no cobraba su venganza, solo espera Park, solo espera, se animó en sus propios pensamientos.

Nayeon se recostó en el suelo, con el corazón agitado por saber lo que estaba por ocurrir cerró sus párpados en espera a que esa escena pasara lo más rápido posible. Sus sentidos estuvieron alertas en todo momento, y como era de esperarse las ganas de vomitar la invadieron cuando sintió el cálido aliento de Taehyung chocando contra su mentón; él estaba relatando la parte de su diálogo, pero ella realmente no era capaz de escucharlo. Con velocidad contuvo el oxígeno cuando él, sin siquiera avisar presionar sus labios contra los suyos, la jovencita se quedó quieta con sus manos por sobre su propio pecho sintiendo como empuñaba sus propias prendas en un vano intento por pensar en otra cosa que no fuera su boca tocando la suya. Se suponía que solo sería la unión de sus bocas, sin movimientos de por medios, solo el fino contacto de carne con carne, pero el chico la sorprendió en el momento que entreabrió sus labios y deslizó peligrosamente su fina lengua contra su grueso cerezo inferior. Aturdida y ligeramente asqueada Nayeon amplió sus párpados y le brindó un fuerte empujón que lo hizo caer de espaldas.

—¡¿Qué mierda te pasa?!—cuestionó la coreana tomando asiento, por impulso llevó su mano contra sus labios y se limpió el rastro de aquel incómodo beso que el peligris le había brindando. Taehyung cuando se dio cuenta de que estaba frente a público, no dudó en fruncir el ceño colocándose de pie, molesto el chico dio un paso hacia su dirección dispuesto en devolverle el empujón, pero rapidamente Sungjae saltó al escenario y lo detuvo presionando su palma contra su pecho.

—Quieto—ordenó provocando que Taehyung simplemente suspirara dando un paso hacia atrás. 

—Nos tomaremos un descanso—aclaró el peligris mientras que le daba la espalda a coreana. Visiblemente molesto el alto muchacho bajó los escalones dirigiéndose hacia los vestuarios, necesitaba estar solo, y realmente nadie de ahí tenía interés de estar cerca suya. 

Nayeon en cambio, simplemente se terminó por poner de pie con ayuda de Sungjae, aún lo suficientemente aturdida la chica bajó del escenario y huyó en dirección del pasillo. Jinyoung junto con los demás observaron como la pelinegra caminaba hacia la salida pasando una y otra vez el borde de su larga camiseta por sus bonitos labios, si que le dio asco, pensó el joven Park sin siquiera tomarse la molestia en ocultar su felicidad; ver que Taehyung había fallado en su movimiento de conquista y que Im posiblemente ahora debía estar culpandose, era lo suficientemente gratificante para alegrar su día. 

La pelinegra presionó su espalda contra la pared de concreto, asqueada pasó por última vez su mano por sobre sus labios intentando olvidar aunque sea la sensación de la boca ajena haciendo contacto con la suya, para luego simplemente deslizar ambas palmas por sus pantalones en busca de su teléfono. Sin muchas complicaciones desbloqueó la pantalla notando la fotografía de la castaña, y no pudo evitar el ruborizarse al ser consciente que esa imagen la había tomado una tarde que la vio recostada en su árbol concentrada en el pequeño libro de braille. Adorable, había pensado en su momento y seguía manteniendo la misma palabra. Sus dedos se movieron con facilidad por la pantalla, entre la mensajería buscó el nombre de su padre, cuando lo encontró, le dejó un pequeño texto pidiendo si podía pasar por ella, para su suerte el adulto estaba por terminar su turno, así que aceptó. 

Mina, y ahora se enfocó en ella, rapidamente sus dedos teclearon el nombre de la japonesa, entre sus contacto esta quedó reflejada con bastante facilidad. ¿Qué le digo? se cuestionó teniendo muchas cosas que decir, pero ningun en esos instantes estaba queriendo salir a flote y eso la frustró, ¿Perdón por ser una idiota? se preguntó siendo consciente que tarde o temprano tendría que confesar lo arrepentida que estaba por el tiempo que perdieron por culpa de sus inseguridades, ¿Te echo de menos?, ¿Te amo?, y se sonrojó ante la simple idea de pensar en esa palabra a la vez que los dedos de su mano derecha se elevaban guiándose impulsivamente hasta sus labios; ella no era una persona que se comiera las uñas, no le gustaba, porque amaba sus manos, pero aun así sus dientes lastimaron la piel de sus dedos. 

Sin siquiera ser consciente de lo que hacía, activo la nota de voz.

—Oh... Mina...—se quedó en silencio manteniendo su pulgar presionando el pequeño círculo verde—¿Mañana te puedo pasar a buscar?—cuestionó quedándose otro par de segundos en silencio, como si estuviese esperando una respuesta por su parte—sé que Changbin es el encargado de eso, pero realmente necesito verte—confesó llevando la mano que anteriormente había estado en el borde de su boca hacia sus ojos, intentando ocultar su evidente vergüenza—te echo de menos, por favor, llamame.

Finalizó la nota de voz sintiendo sus pómulos completamente calientes, soné como una completa desesperada, pensó teniendo el pequeño impulso de querer borrar la nota de voz sólo para resguardar la poca dignidad que le quedaba, pero se contuvo; aquello había salido de lo más profundo de su corazón, así que esperaba que Mina prontamente respondiera. 

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