¿Amenaza?
Narrador omnisciente:
Luego del beso que ambas chicas habían compartido, Nayeon no fue consciente que su acción había detonado los sentimientos más tímidos e inseguros de la japonesa, en realidad, fue culpa de Mina hasta cierto punto, no debió declararse, porque era consciente que no estaba preparada para luchar contra sus pensamientos autodestructivos ni mucho menos para tener algo serio con la coreana. Hasta cierto punto prefería el rechazo-ya que conocía muy bien ese sentimiento-, pero ahora que sabía que Nayeon le había correspondido, estaba asustada, ¿Y si no soy suficiente? pensó rodando sobre la cama para esconder su rostro entre sus almohadas escuchando de fondo como Coco dormía en el borde del colchón despreocupado totalmente de los pensamiento de su dueña, ¿Y si solo esta jugando conmigo? Quizás, solo soy una apuesta, los temores la atacaban, constantemente le había sucedido, aunque bueno, en el pasado la única vez que sintió temor fue cuando se declaró a Sana y esta la rechazó. Vaya desastre de día.
Aun lo recordaba, tenía las vividas imágenes de ese asqueroso día impregnado en su mente: Recordaba estar sentada, en un parque con una pequeña rosa escondida entre sus palmas-ella sabía que Sana amaba los detalles-, en silenció la esperó, observando los niños correteando de un lado hacía el otro mientras que sus cansados padres los veían de una distancia prudente siendo incapaces de poder seguir su ritmo hiperactivo. La castaña suspiró sintiendo el sudor deslizándose por su columna vertebral, estaba nerviosa, y tenía razones para estarlo, se trataba de Lee Sana, no era cualquier chica, era su chica.
Mina giró su rostro observando con el corazón alborotada como una melena rosada se movía con suavidad ante su caminar, se paralizó ante la forma en que la chica le había sonreído elevando una de sus manos para mover sus delgados dedos en señal de saludo, torpemente la castaña correspondió levantándose de forma brusca de su asiento queriendo no parecer maleducada frente a su novia. Cuando Sana quedó frente a ella mantuvo sus comisuras elevadas, mirándola en silencio, esperando a que ella dijera algo para romper el agradable silencio que las envolvía.
—H~Hola—susurró Mina dando un paso hacía el frente sintiendo la cálida respiración de la pelirosa chocando contra sus labios: se habían besado incontables veces, pero por algún motivo, el hacerlo ahora solo le provocaba pánico. Para su suerte su acompañante envolvió sus palmas sobre sus mejillas para tirar de su rostro en un suave beso intentando disipar todo rastro de nerviosismo que cubría su cuerpo—te ves bien—murmuró avergonzada dando un paso hacía atrás sintiendo su corazón galopando con fuerza ante la forma en que Sana mordió su pulgar elevando una de sus cejas sin decir nada—n~no hagas eso... me pones nerviosa.
—Eres adorable—respondió la pelirosa encogiéndose de hombros tomando con rapidez el brazo de la delgada muchacha obligando prácticamente a la chica que se sentara nuevamente—¿Qué tienes ahí?—preguntó con suavidad apoyando su mejilla sobre el hombro ajeno mirando con curiosidad lo que Mina escondía entre sus palmas.
Y la primera lágrima en Mina se derramó sobre la almohada ante la forma en que sus propias palabras y las de su ex novia retumbaban en el interior de su cabeza, torturándola de la forma más vil y cruel.
—Te hace feliz recibir detalles romántico y de forma inesperada—respondió la japonesa con calma tomando el valor suficiente para abrir sus palmas permitiendo que la pequeña rosa quedara visible para la pelirosa—y a mi me gusta verte feliz—susurraste estirando su mano para que Sana recibiera el pequeño objeto—s~solo... bueno, y~yo...—y los nervios la atacaron provocando que su novia solo le sonreía mirando atentamente como ella dejaba su propio mechón de pelo detrás de su oreja queriendo de esa forma el poder relajarse—yo estoy enamorada de ti.
Mina jadeó girando sobre la cama apoyando rápidamente sus palmas contra sus párpados queriendo olvidar de esa manera el rostro estupefacto de la pelirosa, mientras que Coco asustado por su llanto no tardó en levantarse de su cómoda zona para recostarse al lado de su torso mirando en silencio como ella intentaba limpiar su húmedo rostro.
Sana al escucharla no dudó en levantarse sorprendida de aquella confesión, mientras que Mina simplemente había alzado su mirada observando atentamente como su novia dejaba caer la rosa frente a sus zapatos para llevar ambas palma hacía su cabello tomándose la cabeza como si hubiese escuchado lo peor del universo.
—Estás confundida... no puedes amarme—susurro la muchacha mirando atentamente como la castaña fruncía el ceño—Dios... —murmuró inclinándose en dirección de la más joven sosteniendo con suavidad sus mejillas mientras que, Mina simplemente veía su mirada aterrada y su cabello revuelto—eres una niña... y~yo, yo pensé que solo estábamos jugando, no se suponía que debías amarme—admitió alejando sus dedos de la piel caliente de su ex novia notando como esta simplemente se había quedado quieta siendo incapaz de poder hablar—no quiero lastimarte Minari... y por eso, tu y yo hemos terminado—y lo soltó sin más, dando un paso hacía atrás, siendo incapaz de volver a posar sus ojos en su ex novia porque era una cobarde consciente de que había lastimado por completo a la mejor amiga de su hermano, a la única que prometió jamás herir.
Coco al darse cuenta que la castaña seguía llorando no dudó en acercarse hacía su rostro langueteando sus mejillas en un vano intento por detener sus saladas lágrimas, causando que esta molesta le diera la espalda, pero el perro al parecer no estaba dispuesto en dejarla tranquila. Con facilidad saltó sobre el torso de la castaña restregando su hocico sobre la frente de la japonesa intentando darle cariño mientras que esta terminaba por aceptar tomando el pequeño cuerpo ajeno para apegarlo a su pecho sintiendo como el cachorro apoyaba su hocico sobre su antebrazo descansando pacíficamente en esa zona.
El tener al pequeño animal envuelto en su torso y brazo fue imposible para ella el no sentirse como aquella niña pequeña que se refugiaba bajo las sábanas de su hermano mayor cuando sus padres salían a cenar. Todo estará bien Minari, solo son truenos, y la voz de Wonho resonó con tantas fuerzas en su cabeza que solo provocó que, el llanto que antes había cesado nuevamente resurgiera siendo estaba vez con mayor agresividad y descontrol. Ella sabía que era una adulta, era consciente que los truenos no podrían hacerle daño, el problema recaía en el hecho de que, como adulta sabía que las tormentas no solo eran causadas por el clima-ella supo a la malas que; algunas personas también creaban relámpagos, más agresivos que el sonido y la luz, atacando violentamente su corazón y mente-.
Mina jamás pensó que, el recordar a su hermano la volvería tan sensible. Eres especial Mina, no lo olvides, y el muchacho seguía estando en su mente, como el fiel recuerdo de él con catorce años acariciando el cabello de la castaña intentando que ella dejara de llorar mientras que la habitación nuevamente se iluminaba por otro de los tantos relámpagos. La castaña llevó sus dos manos hacía su rostro intentando respirar con tranquilidad, pero su hipo y el incontrolable llanto no le ayudaban para nada, no, no lo soy, pensó la muchacha frotando sus puños contra su párpados.
Era tan desgarrador y angustiante la forma en que lloraba que, sus pulmones se contrajeron por completo mientras que su garganta se cerraba impidiendo que el oxigeno ingresara. Mina apretó sus párpados a la vez que se reincorporaba sobre el colchón, sus mejilla se envolvieron en un fuerte tono carmesí ante sus intentos por volver a retomar el aliento, pero estaba siendo más que consciente que su sistema respiratorio se había detenido-ya había pasado un buen tiempo desde la ultima vez que tuvo un ataque de ansiedad-. Coco al darse cuenta que algo malo le estaba sucediendo a su dueña no dudó en comenzar a ladrar provocando que la japonesa llevara sus palmas contra sus orejas intentando apaciguar el dolor en sus tímpanos, voy a morir, voy a morir, pensó aterrada mientras que la sensación de presión en su pecho acompañado por el ardor en sus pulmones le gritaban que, efectivamente iba a morir.
La castaña sollozó sintiendo su cabeza dando vuelta-realmente no era consciente que era lo que estaba sucediendo a su alrededor-, a pesar que su oído tenía una capacidad sorprendente para poder escuchar, en esos instantes solo estaba acompañada de un silencio abrumador. Mina alejó a Coco llevando sus rodillas contra su pecho, ella no fue capaz de escuchar a su madre en el momento que esta ingresó en el interior de su habitación, con suerte-y mucha suerte a decir verdad-supo que estaba presente, y solo fue así porque sus dedos se aferraron a sus brazos ejerciendo presión sobre su piel. Las piernas de Coco se movían con nerviosismo sobre la cama continuando con sus ladridos mientras que su cola con fuerza se movía de un lado hacía el otro. Sachiko en cambio, intentó abrazar a su hija en un vano intento por poder calmar su ataque de pánico, pero esta solo la alejaba.
Mina estaba completamente segura de que en esos instantes se encontraba de alguna manera sumergida bajo el agua; todo los sonidos se escuchaban alejados, las manos de su madre ya no se sentían sobre la piel de sus brazos, y el ardor en su pecho ya ni siquiera le estaba presentando la suficiente atención como para poder preocuparse. Ella solo tenía en mente de que iba a morir, lo estaba asumiendo, siendo ajena al hecho de que su madre lloraba frente a su rostro llamando su nombre intentando que el ataque de ansiedad abandonara los sentidos de su pequeña.
Y era de noche, cuando Mina perdió la consciencia producto del estrés y ansiedad, su cuerpo colapsó sobre el colchón causando que, Sachiko aterrada se levantara de la cama corriendo en busca de su teléfono mientras que Coco comenzaba a llorar al lado del cuerpo de la castaña. La mujer era consciente que, por la hora la única atención medica era la urgencia, y sabía muy bien que no la atenderían con la rapidez que ella quería por un simple ataque de pánico, así que solo llamó a la única persona que lograba calmar a su hija.
Changbin apareció adentrándose a tropezones en el interior del lugar con su cabello negro completamente desordenado y su mirada desbordando el pánico que siempre le causaba el saber que su mejor amiga había tenido otro de sus colapso-él había dejado de lado su estúpido enojo con la castaña ya que solo quería asegurarse de que estuviese bien-. Su mirada se cristalizó en el momento que observó a Mina recostada sobre la cama notando sus facciones lastimadas, ¿Quién fue Mina? Se cuestionó dando un paso sobre la madera deslizando su mirada de la forma pacífica en que la japonesa descansaba para posarla en la forma en que ese pequeño, pero peludo animal descansaba junto a su lado. Por instinto Changbin se acercó dejando de lado el hecho de desconocer al perruno, luego le preguntaré, pensó deteniéndose por completo al ver como el animal se había despertado subiendo sus dos patas delanteras sobre el abdomen de su dueña para comenzar a gruñir hacia su dirección amenazando al coreano que, realmente no dudaría en morderlo si tomaba la decisión de tocar a la castaña. El pelinegro relamió sus labios tomando la decisión de caminar hacía Sachiko notando como la mujer estaba sentada sobre la pequeña silla frente al escritorio mirando con sus orbes prácticamente desorbitados como su hija descansaba.
—¿Qué paso? llevaba meses sin sufrir un ataque de ansiedad—comentó el pelinegro caminando hacía su dirección intentando no ser agresivo con sus palabra; él sabía lo asustada que quedaba Sachiko luego de que Mina sufría una crisis de pánico, y lo que menos deseaba en esos instantes es que fuese ella la que tuviera uno de esos ataques.
Con calma el coreano se terminó de acercar colocándose justo a su lado, en silencio se cruzó de brazos observando como la mayor llevaba sus palmas hacía su rostro intentando limpiar sus lágrimas.
—N~No sé... cuando entré ella ya estaba sufriendo... pero Changbin, esta ha sido la peor de todas sus crisis—susurró intentando explicar lo que había sucedido, pero ni ella tenía claro que había pasado—e~estaba bien... se fue Nayeon y ella seguía bien—comentó elevando su mirada para ver como Mina estaba durmiendo sobre su colchón en compañía de Coco que aun seguía observando a Changbin.
El coreano apretó sus labios tomando la decisión de estirar una de sus manos para posarla sobre el hombro de la mujer; él la consideraba como su segunda madre, a pesar de los problemas que tenía, y todo el daño que Akira causó en su propia familia, ella siempre lo cuidó, y veló por su seguridad de la misma forma en que lo hizo con su hija, sin hacer diferencia, arropándolo bajo sus brazos como otro polluelo más.
—¿No ha dormido, verdad?—preguntó queriendo cambiar el tema buscando la forma de que ella estuviese más calmada. Con pena notó como la mujer asentía con su cabeza dándole la completa razón—debería dormir... yo estaré aquí y cuidaré de Mina—admitió brindándole una suave sonrisa notando aquellos ojos cansados que le veían con temor; se notaba que ella no tenía ganas de dejar a su hija y eso era entendible—mañana tiene que trabajar, ¿no? le hará mal no dormir, venga Sachiko, vaya a dormir, si sucede algo yo mismo le avisaré, si es que no lo hace ese perro primero—le aclaró logrando que la mayor por fin sonriera.
Sachiko terminó de limpiar sus mejillas, para luego colocarse de pie manteniendo sus ojos fijos en la forma en que el pelinegro le sonreía.
—Sé que discutiste con Mina—admitió notando aquel par oscuro envuelto en sorpresa ante sus repentinas palabras—ella no me lo dijo, pero soy su madre, me doy cuenta de las cosas... la diferencia es que no pregunto, solo espero a que me las diga—le aclaró dando un paso hacía atrás girando su rostro para mirar a su hija por un par de segundos, antes de volver a poner su atención en el coreano—no quiero que suene como una excusa..., pero ella ya perdió a Felix, y no existe motivo lo suficientemente razonable para que ahora te pierda a ti—admitió—buenas noches.
—B~Buenas noches—respondió Changbin sintiendo el nudo en su garganta.
Él sabía que Sachiko no lo había dicho en forma de reproche, pero se había sentido como uno y eso provocó que, el niño vergonzoso que vivía en su interior saliera a relucir. El coreano suspiró llevando sus palmas hacía su corto cabello intentando peinarlo de alguna forma el desastre que tenía en esa zona mientras que escuchaba como el perro no tardaba en levantarse, bajando de la cama para acercarse hacía su dirección. Changbin agachó su mirada observando atentamente como la pequeña bestia se inclinaba olfateando sus zapatos para luego mordisquear el borde de sus pantalones.
Había una gran diferencia entre Mina y Changbin, y esa era que; la castaña al sentir que el perro mordía el borde de su ropa no hubiese dudado en patearlo, mientras que, el coreano simplemente se hubiese arrodillado y lo tendría en sus brazos. Imagen que ahora estaba recreando el pelinegro al sentir como, con bastante facilidad dominaba al desconocido logrando que, este langueteara sus mejillas emocionado de sentir cariño. El pelinegro rió por lo bajo, dejando al cacharro en el suelo para caminar hacía el closet, Coco feliz le siguió manteniendo su colita moviéndose sin parar en señal de estar contento.
Cuando Changbin abrió la puerta de madera y observó el conjunto de Felix no pudo evitar el paralizarse sintiendo su corazón bombeando con fuerza mientras que el sudor se deslizaba a través de su columna vertebral.
—Pensé que te habías desecho de él—susurró el muchacho estirando rápidamente una de sus extremidades para sostener entre sus dedos la camiseta favorita de aquel molesto, pero encantador coreano, el mismo que lograba sin mayor esfuerzo sacar lo mejor de su personalidad—m~mierda—susurró parpadeando con rapidez ante las lágrimas que amenazaban con exponerse, porque no importaba el tiempo que hubiese pasado desde la última vez que lo vio; él era consciente que dolería como si lo hubiese perdido ayer.
Siendo incapaz de poder tener entre sus dedos la prenda que su primer amor adoraba con su vida, no dudó en volver a dejarla donde la encontró, tomando la decisión de sacar una de las tantas musculosas que había dejado en el pasado y que Mina tenía de colección, como también unos pantalones cortos que solía utilizar como pijama cuando se quedaba a dormir en su casa. El coreano al cambiarse de ropa observó en silencio como la castaña estaba descansado sobre la cama, con calma se le acercó alejando las sabanas y cobertores para poder acomodarla en el interior, siendo lo suficientemente cuidadoso para no despertarla. Changbin se quedó de pie, siendo consciente que, si se intentaba acostar a su lado ella despertaría y tendría otra de sus crisis al darse cuenta de su presencia, así que tomó la mejor decisión robando una de sus tantas almohadas y un cobertor que le sobraba para caminar hacía la silla e intentar a duras penas poder descansar en esa incomoda zona.
Al día siguiente Changbin fue el primero en despertar observando con pánico como Sachiko había ingresado, la mujer le sonrió apenada de entender que lo había asustado, para luego simplemente mirar como su hija continuaba descansando con Coco a su lado. La mayor se despidió del coreano cerrando con suavidad la puerta de la habitación para dejar a solas a los dos adolescente, el pelinegro relamió sus labios llevando sus dos palmas hacía su rostro intentando limpiar todo rastro evidente del sueño que aun cargaba sobre sus hombros. Luego de un par de minutos Changbin se puso de pie abandonado la habitación para dirigirse hacía el baño, como pasaba más tiempo en casa de la japonesa en que su propia casa, la señora Myoui le había comprado todo lo que necesitaba para poder asearse, y eso lo agradecía infinitamente.
De repente la puerta sonó, confundido el pelinegro salió del baño tomando el borde de su musculosa para limpiar su húmedo rostro. Con rapidez se acercó a la puerta siendo consciente que, aquella insistente persona podría despertar a la castaña. Cuando Changbin abrió la puerta se quedó completamente quieto y confundido al observar como, dos altos muchachos le estaban viendo con confusión, uno de cabello anaranjado y el otro de cabello castaño.
—¿Se les ofrece algo?—cuestionó el coreano cruzándose de brazos intentando intimidar de alguna forma las dos figuras masculina, a la vez que ignoraba el evidente hecho de que él, a su lado parecía un pequeño Gnomo; bastante fácil de pisotear.
—¿Aquí vive Myoui Mina?—preguntó el chico de cabello anaranjado ignorando por completo el hecho de que él había preguntado primero, deseando de una buena vez poder terminar con esa conversación, mientras que, con desinterés observaba la forma en que el coreano había alzado una de sus cejas.
—¿Quién la busca?—replicó el pelinegro siendo consciente que ninguno de los dos estaba respondiendo a las preguntas.
—¡Yunho!—y el chico de cabello castaño por fin habló dejando de lado el nerviosismo que el coreano le provocaba ante la forma en que le estaba viendo—soy su amigo... o sea la conocí ayer, ¡Pero le conseguí un perro! se llama Coco es muy bonito, y agradable, aunque antes estaba sucio y olía mal, pero es parte de querer...
—Yunho...—el pelinaranjo susurró con suavidad su nombre a la vez que estiraba una de sus manos para presionar con suavidad su palma sobre el hombro del mencionado causando que este rapidamente dejara de hablar.
—L~Lo siento Mingi—se disculpó el castaño haciendo una suave reverencia con su mejillas envueltas en un fuerte tono carmesí producto de la vergüenza—ella me prestó su teléfono, soy algo torpe y no supe como llegar a mi casa, así que Mina amablemente me dejó su móvil para poder llegar—repitió la misma frase con distintas palabras causando que Mingi simplemente le sonriera mientras que Changbin mordía el interior de su mejilla intentando no reír ante la forma en que el alto muchacho se estaba comportando. Ninguno de los dos chicos dijo nada al respecto al ver como el contrario buscaba el aparato tecnológico entre los bolsillos de sus pantalones—espera... ¿Quien eres tu?—cuestionó de repente sosteniendo con fuerza el móvil, a la vez que sus ojos estaban puesto en el sorprendido pelinegro—a ella la golpearon, ¿Fuiste tu? porque te juro que Mingi te dará una paliza, y luego te la dará Nayeon, porque a las chicas no se les pega, eso es de poco hombre, ¿Me entendiste idiota?.
Yunho se veía molesto dando un paso en dirección del estupefacto Changbin dispuesto en utilizar la fuerza a pesar que jamás lo hubiese hecho-ni siquiera con sus bravucones-. Rápidamente el pelinaranjo se interpuso entre el castaño y coreano presionando su palma sobre los pectorales de su amigo siendo consciente que, con lo despistado que era no tardaría en desviar el tema con algo que llamara su atención.
—Relájate, ni siquiera sabemos si él le hizo algo, puede ser hasta su hermano—le aclaró Mingi sonriendo con suavidad al notar como el castaño entreabría sus labios inflando sus mejillas, para luego simplemente dar un paso hacía atrás—muy bien... ahora—se giró posando sus ojos en Changbin—¿Lastimaste a la chica?—su pregunta fue tajante observando como el pelinegro simplemente sacudía su cabeza en negación.
—Jamás le haría daño, es mi mejor amiga—le aclaró sintiéndose incomodo ante la forma en que el tal Yunho le estaba viendo con sus párpados entrecerrados y las cejas juntas—relájate, realmente no le pondría un dedo encima.
—Bien—respondió el castaño estirando su mano para entregar el aparato tecnológico—no lo olvides, si le haces daño a Mina o Coco, Mingi te golpeará, y si lastimas a Mingi, San te golpeará, y si lastimas a San... bueno, nadie te lastimará porque él ya esta grande y debería saber defenderse aunque quizás Wooyoung lo defienda, pero no lo creo porque es muy torpe y su rostro le importa lo suficiente como para recibir un golpe... —murmuró sacudiendo su cabeza al darse cuenta que se había desviado, volviendo a poner toda su atención en el delgado chico frente a él—pero la amenaza esta, ¿Me entendiste?—cuestionó presionando su dedo indice sobre el pecho del coreano agachando su mirada para toparse con aquellas orbes rebosando en sorpresa—nunca he dado un golpe, pero te daré uno si lastimas a Mina o mi hermana.
Y sin más ambos chicos se marcharon causando que, un confundido Changbin volviera a ingresar en el hogar de los Myoui sosteniendo el celular de Mina sobre su palma.
—Eso fue extraño—murmuró cerrando la puerta detrás de él para caminar en dirección de la habitación.
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