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Acciones inapropiadas.

Narrador omnisciente:

Luego de las palabras que Mina soltó referente a su deseo ninguno de los tres jóvenes volvió a hablar durante los primeros minutos, cuando sintieron que la incomodidad ya había pasado Changbin y Nayeon intentaron hablar queriendo crear un ambiente agradable dejando de lado a la japonesa, aunque aquello pasaba solo porque la castaña no solía responder cuando uno de los dos jóvenes se le acercaba para hablar. La castaña estaba recostada sobre su colchón con sus dedos entrelazados sobre su abdomen, como de costumbre estaba en silencio permitiendo que los sonidos la abrumaran por completo; escuchó el aleteo de los pájaros fuera de su habitación como también el silbido del viento y como este provocaba que las ramas de los árboles tocaran el cristal de su ventana en señal de que le saludaban por otra asquerosa tarde. 

Mina giró su torso sobre el colchón al escuchar la voz robótica de su teléfono hablar "tienes un nuevo mensaje de... Changbin" era una maravilla para la castaña su aparato electrónico. Cuando su medico le indicó que existían aplicaciones para que su móvil hablara cada vez que recibiera un mensaje, llamada, o notificación, Mina no había podido evitar el llorar de la sola felicidad que le había causado el saber que, por lo menos tendría algo de normalidad en todo el desastre que ahora representaba su vida. La castaña relamió sus labios a la vez que estiraba su mano presionando su palma contra la madera de su mesita de noche, a tientas buscó el aparato sintiendo como la frustración lentamente la consumía, para su suerte lo encontró tomándolo entre sus dedos para llevarlo a su pecho, con facilidad deslizó su pulgar siendo llevada directamente al mensaje de su amigo. 

Nayeon va para allá... ¡Diviértete!—soltó Changbin con rapidez mientras que el sonido de la notificación daba por finalizado.

La japonesa gruñó completamente frustrada por la insistencia de su amigo a que pasara tiempo con la coreana-llevaba cinco días que escuchaba su voz- y no es que le molestase... bueno, si le molestaba, pero era netamente porque no sabía las intenciones de la coreana-para ella no era normal saber que alguien sentía tanto interés por su miserable existencia, así que no sabía como reaccionar-.Mina se incorporó manteniendo su trasero adherido a su cama, no quería levantarse-realmente estaba cómoda con su propio silencio-, pero de todas formas lo hizo, entre sus dedos sostuvo sus lentes de sol llevándolos rápidamente hacía el puente de su nariz para cubrir sus ojos inertes; para su propia sorpresa dejó su bastón apoyado en la entrada de su habitación, pensando que, realmente no lo necesitaría en su propia casa, aunque, muy en el fondo lo había hecho porque le gustaba la sensación de que no lo necesitaba. 

Mina caminó por el pasillo escuchando el abrumador silencio del lugar-su madre se había ido a trabajar así que estaba completamente sola-. la castaña se detuvo al sentir como la pared ya se había terminado dando inicio al borde de la escalera, solo falta la mitad, pensó manteniéndose serena. Para su suerte el timbre sonó, en un principio solo se dirigió hacía el sonido sin tener temor de quien estuviese del otro lado. Presionó sus dedos sobre la madera de la puerta, se tomó su tiempo en buscar la manilla mientras que escuchaba como el suelo crujía bajo sus pies. Cuando logró tomar la pieza de metal entre sus dedos no dudó en girarla llevando la puerta contra su pecho, sin poder evitarlo sintió como el viento no tardaba en acariciar su rostro mientras que el bullicio de la villa invadía por completo sus tímpanos.

—Hola, Mina—y ahí estaba, esa bendita voz femenina propiedad de Nayeon, como de costumbre la mencionada dio un paso hacía atrás permitiendo que el ya característico perfume de la coreana abofeteara sus fosas nasales dejándola atontada—tus heridas están mejorando—comentó invadiendo por completo la privacidad de la castaña al tocar con las yemas de sus dedos la mejilla de la joven. 

Mina no comprendía cual era la razón de Nayeon por tocar su rostro cada vez que tenía la oportunidad, y no es que solo fuera su rostro; la segunda vez que la visitó tocó descaradamente su trasero con la excusa que tenía algo impregnado en sus pantalones, y como ella no era capaz de ver simplemente debió aceptar sus palabras y creer en ellas.

—Debería demandarte por invadir mi espacio personal—respondió la japonesa dando otro paso hacía atrás soltando la puerta ante el sentimiento de querer huir de la cercanía de la contraria.  

Su piel se erizó por completo al escuchar la madera chocando contra el umbral indicando que se habían quedado a solas en el interior de su hogar. De forma cobarde Mina giró sobre sus talones dispuesta en huir hacía su habitación, fue mala idea dejarla pasar, pensó arrastrando sus pies mientras que escuchaba como Nayeon le seguía el paso. Por algún motivo-que la japonesa desconocía-la muchacha de teatro la colocaba de los nervios, en un principio creyó firmemente que era por la manera que tenía de invadir su privacidad, la confianza que agarraba con tanta facilidad solía perturbarla y abrumarla lo suficiente para querer mantenerla lejos, pero luego Nayeon actuaba más calmada y pacífica, siendo tan amable y comprensible con ella que no podía evitar el sentirse culpable permitiendo que, nuevamente invadiera su espacio privado.

—¿Me llevarás a tu habitación?—cuestionó Nayeon de forma coqueta causando que Mina apretara sus labios sintiendo el calor envuelto en sus mejillas—Minari... por lo menos invítame una cita primero—se  mofó comenzando a reír al ver como la japonesa agachaba su rostro completamente enrojecido por la vergüenza y el enojo.

Rápidamente la castaña se adentró en su pequeño lugar seguro sintiendo como, por la rapidez de querer huir no pudo evitar que su hombro se impactara contra el marco de madera causando que el agonizante dolor se deslizara hasta su cuello. Nayeon completamente preocupada dejó los juegos de lados para acercarse donde la muchacha elevando su palma para presionarla sobre la zona malherida observando como la castaña siseaba producto del dolor.

—Aunque alardees que sabes de memoria tu casa, deberías tener cuidado—le aclaró la coreana al recordar como, días atrás Mina le había gruñido cuando ella solo trataba de ayudarla—ven—susurró en el momento que deslizó su palma para tocar el brazo de la muchacha observando como, la joven simplemente gruñía moviendo aquella extremidad con fuerza intentando que no la tocara—¿Puedes comportarte como un adulto?—cuestionó a la vez que envolvía su palma sobre su piel comenzando a caminar con cuidado en el interior de la habitación. 

Al quedar dentro de lugar Nayeon no pudo evitar posar sus ojos en el rostro inexpresivo de la japonesa, rápidamente la chica sonrió estirando su mano libre para empujar desde los hombros a la castaña causando que esta cayera sobre el colchón.

—Me estas haciendo bullying—le aclaró Mina a la vez que apoyaba sus codos sobre la cama sintiéndose a gusto de sentir los lentes aun firmemente puesto en el puente de su nariz—ya tengo pensado varias demandas contra ti—comentó sin poder evitar que su almohada diera de lleno con su abdomen—¡Oye! estoy en desventaja.

—Tu misma dices que no haga diferencia... y yo trato a mis amigos así—le aclaró Nayeon volviendo a golpear la almohada contra el abdomen de la castaña causando que esta riera y llevara sus rodillas contra su pecho intentando cubrirse de los inofensivos golpes de la muchacha—es mi momento de vengarme—comentó emocionada tomándose el atrevimiento de subirse arriba de la cama para continuar estrellando aquel objeto contra el cuerpo de la japonesa.

Mina sintió como la coreana terminaba por sentarse sobre su regazo impidiendo que tuviese la oportunidad de cubrir su rostro del ataque que estaba recibiendo tan gratuitamente. Nayeon reía a la vez que la castaña simplemente intentaba defenderse, pero de repente, la coreana dejó de golpear el cuerpo ajeno con aquel suave objeto en el momento que este dio por accidente contra las facciones de la castaña provocando que sus lentes cayeran al suelo. Ambas se quedaron en silencio; una sorprendida y la otra asustada. Mina fue la primera en reaccionar cerrando sus párpados con fuerza a la vez que la coreana solo dejaba la almohada al lado del torso de la chica manteniendo sus ojos posados en el rostro ajeno.

—¿Me puedes pasar los lentes?—pidió Mina sintiendo sus palmas sudar ante la forma en que la coreana se había mantenido quieta ignorando por completo sus palabras—Nayeon...

—No necesitas tus lentes—le aclaró la pelinegra tomándose el atrevimiento de inclinarse presionando con suavidad sus dedos sobre las muñecas ajenas queriendo ver de una buena vez aquel par que en algún momento de su vida le habían arrebatado el aliento—quiero ver el color de tus ojos—admitió logrando ver el rostro descubierto de la muchacha notando como, a su vez las pequeñas lágrimas se deslizaban por su tersa piel—Mina...

—Te incomodarás—admitió la castaña permitiendo que la muchacha viera de una buena vez su mayor vulnerabilidad—y me tratarás como un bicho raro—agregó sintiendo como su piel se erizaba por completo ante la yema de esos dedos fríos deslizándose por debajo de sus cortas pestañas.

Nayeon guardó silencio al ver como Mina de una buena vez permitía que viese ese bonito par castaño completamente fríos, la japonesa tragó saliva llevando por instinto sus palmas contra la cintura de la contraria siendo la primera vez que tocaba una parte de su cuerpo que no fuese sus brazos o hombros. Ninguna de las dos fue capaz de hablar, la coreana estaba completamente sumergida en la forma en que esas orbes se perdían deslizándose por la habitación con una suavidad que se notaba que la castaña no tenía control en ellos, Mina en cambio no sabía que hacer, estaba asustada por saber que existía la gran posibilidad de que la insoportable coreana decidiera dejarla en paz cuando viera una de las cosas que mayormente la acomplejaban, y por muy extraño que sonase, ella no quería perderla, porque muy, pero muy en el fondo le agradaba aquella invasiva muchacha, le hacía salir de su aburrida rutina-como lo había hecho Felix, y como lo intenta hacer hoy en día Changbin-. 

La pelinegra relamió sus labios acariciando con cariño los pómulos de la contraria intentando hacerle entender que no tenía nada de malo el hecho de que no fuese capaz de controlar su mirada: y le daba pena, aunque no fuese capaz de decirlo a viva voz-le entristecía que sus orbes nunca más iban a estar fijos en su persona- Y estuvo tentada, realmente quiso decirle que ella era la chica que había estado mirando en la fiesta para ver si lograba notar alguna rastro de sorpresa o de emoción reflejada en sus facciones, pero Changbin le hizo prometer que no hablarían de ese tema, porque eso causaría desequilibrar la poca cordura que le quedaba a la japonesa. Mina mordisqueó su labio inferior manteniendo sus palmas aun envuelta sobre la cintura ajena, ella rápidamente fue consciente que Nayeon algo tramaba en el momento que sintió su peso hundiendo aun más el colchón y como, de apoco el calor abrasador del cuerpo ajeno envolvía el suyo.

—¿Q~Qué haces?—susurró la japonesa abrumada ante la cálida sensación de la respiración ajena chocando contra su rostro, estando cada vez más cerca de ella—N~Nayeon...—murmuró agobiada de no saber que hacer; no podía verla, así que no sabía muy bien que estaba sucediendo.

Dios santo, ¿Me besará? pensó Mina luego de sentir la cálida respiración de la coreana contra sus cerezos, la castaña no pudo evitar el angustiarse por no saber como reaccionar ante ese posible hecho, particularmente no le molestaba el sentir los labios de la muchacha sobre los suyos: solo le molestaba que lo hiciese por lastima y no por gusto. Una parte de la castaña agradecía el no poder ver, porque moriría de vergüenza si veía una sonrisa burlona por parte de la contraria. La japonesa se quedó completamente quieta sintiendo como los labios de la coreana lograban rozar contra su labio inferior, se quedó sin aliento, de inmediato intentó relajar su acelerado corazón, ¿Pasará? Mina estaba desesperada por saber que intenciones tenía Nayeon. De repente, sus cabezas se golpearon entre sí en el momento que el teléfono de la japonesa sonó "Tienes un nuevo mensaje de... Changbin" De forma instintiva Nayeon se echó hacía atrás gimoteando del dolor causado por el golpe, luego de un par de segundos donde el dolor de su frente comenzó a ser apaciguado por las yemas de sus propios dedos, tomó la decisión de levantarse del cómodo regazo de la castaña para ver como la muchacha tomaba asiento sobre el colchón.

—Lo siento—lo dijeron a la vez causando que las mejillas de ambas se tiñeran de un bonito tono carmesí siendo Nayeon la única capaz de maravillarse del color en el rostro ajeno. 

Mina sin saber que más hacer se inclinó en busca de su teléfono móvil, la coreana al percatarse no dudó en ayudarle sintiendo cierta curiosidad por saber que estaba pasando por la mente de la muchacha. Maldito idiota, pensó la japonesa frustrada, aunque no era consciente si la frustración emanaba por el golpe que recibió o por el beso que no consiguió. Nayeon encontró el aparato tecnológico que estaba entre las almohadas de la castaña, rápidamente se lo entregó tomando asiento sobre el colchón para ver con cierta fascinación como Mina abrazaba una de sus tantas almohadas y deslizaba su pulgar siendo inconsciente de que su acompañante también escucharía el audio.

Iré para allá, no te quiero encontrar haciendo alguna cochin...—y la voz del coreano resonó en el interior de la habitación causando que la japonesa por instinto apagara la pantalla deseando que Nayeon no hubiese entendido el mensaje. 

Pero la coreana rápidamente comenzó a reír llevando sus dos palmas contra su boca a la vez que veía el rostro de la castaña envuelto por la sangre caliente producto de la vergüenza. Mina tragó saliva intentando levantarse de su cama deseando de una buena vez el poder huir de esa sofocante habitación que, gracias a Changbin había logrado crear. 

Al parecer Nayeon quería seguir humillando a la pobre castaña ya que, rápidamente se inclinó envolviendo sus brazos sobre la cintura ajena tomando con bastante facilidad su cuerpo para volver a dejarlo sobre el colchón. Mina chilló intentando liberarse, pero ahí estaba la coreana nuevamente invadiendo su espacio personal presionando esta vez su cuerpo por completo sobre el torso de la más alta. La coreana realmente estaba jugando sucio en esos momento al querer abrazar el cuerpo de la japonesa siendo más que consciente de lo mucho que le irritaba eso, pero se sorprendió por completo al sentir como, sus respiraciones nuevamente se estaban mezclando y el deseo por querer romper de una buena vez la barrera imaginaria que le impedía el tener el contacto directo nuevamente se hizo presente logrando colocarla de los nervios.

Mina elevó su palma presionando aquella extremidad contra el abdomen de la contraria mientras que Nayeon simplemente había posado sus manos a cada lado del rostro de la castaña. Ambas guardaron silencio sintiéndose la tensión en el ambiente. La japonesa fue la primera en reaccionar al escuchar la puerta de la entrada crujir, por instinto empujó con todas sus fuerzas el cuerpo de la coreana causando que la pelinegra chillara en el momento que su trasero tocó la madera. La castaña sin dudarlo se giró sobre el colchón moviendo su cuerpo para salir de este en busca de sus lentes.

Nayeon se levantó presionando su palma contra su adolorido trasero, en silencio y completamente molesta observó como la mitad del torso de Mina estaba fuera de la cama, la pelinegra sonrió siendo consciente que, quien la viese pensaría de inmediato que estaban haciendo algo más que jugar como amigas, así que, realmente no dudó en subir nuevamente sobre el colchón tomando asiento sobre los muslos de la contraria permitiendo el poder ver y maravillarse de la retaguardia que la japonesa poseía.

—¿Nayeon?—cuestionó Mina completamente confundida sintiendo como la mencionada con fuerza presionaba su palma sobre su nalga derecha—¡¿Pero que mierda haces?!—alzó la voz completamente molesta sintiendo como la coreana nuevamente golpeaba su retaguardia siendo aun más brusca—¡Te mataré Im!

Y Mina estaba roja de la vergüenza e ira, con fuerza intentó levantarse causando que su trasero se inclinara en dirección de la pelinegra. Con los lentes puestos en su rostro y sus palmas aun envueltas sobre la madera intentó nuevamente impulsarse para sacar a la coreana de su cuerpo, pero realmente Nayeon tenía todas las de ganar. La coreana presionó sus palmas sobre su espalda baja manteniendo toda la presión en esa zona, causando que Mina terminara por darse por vencida escuchando como unos pasos se acercaban hacía su habitación, que no sea Changbin, que no sea Changbin, pensó la muchacha siendo consciente que podría darle una explicación razonable a su madre, porque el coreano solo iba a cerrarse con que se estaba dejando dominar.

—¡Ya llegó por quien lloraban chi... Mina estas de pasiva!—el coreano jadeó sorprendido causando que Nayeon riera mientras que la mencionada simplemente presionaba su mejilla contra el borde del colchón permitiendo que sus manos descansara sobre la madera del suelo, dejando en exhibición lo abatida que estaba por todo ese bochornoso acontecimiento—¡Deja de manosear a mi niña!—para la suerte de la japonesa su amigo alejó a la coreana de su cuerpo.

—No la he manoseado—murmuró Nayeon de forma seria—solo la azoté un poco—aclaró la pelinegra comenzando a reír al ver como Mina se levantaba tomando entre sus manos su almohada dispuesta en utilizarla como arma para golpearla—relájate—le comentó dando un paso hacía atrás posando su mirada esta vez en Changbin observando como el chico trataba de no reírse.

Pero el coreano falló en su intento por mantenerse sereno, una pequeña risilla brotó de sus labios causando que la ira en Mina quedara en exhibición.

—¡Largo Im!—ordenó con todas sus fuerzas escuchando de forma agitada como la mencionada se alejaba de su habitación.

Nayeon articuló un inaudible "Nos vemos mañana bebé" en dirección de la enrojecida japonesa provocando que Changbin mordiera su lengua queriendo reír por la forma en que Mina la ignoró siendo completamente ajena a las burlas de ambas partes. La japonesa suspiró apoyando sus rodillas contra el colchón, se quedó en silencio agradeciendo que su amigo no hubiese hecho ningún comentario, porque estaba segura que lo mataría si tomaba la decisión de creerse chistosito.

—Largo tiene los dedos—y Changbin realmente no pudo aguantarse el comentar las peculiares manos de la coreana causando que Mina lanzara la almohada en dirección del sonido dándole sorpresivamente contra su abdomen.

—Desaparece Changbin—le ordenó escuchando la forma en que el mencionado se reía a la vez que caminaba hacía la salida de la habitación permitiendo que, por fin la muchacha estuviese completamente sola.

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