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Capítulo X
Décima Lágrima

Los ojos de Jisung picaron por la emoción, sacudió las manos, mientras saltaba de un pie al otro. Miró a Hyunjin y él sonreía, se encogió de hombros como restando importancia al hecho de que había construido un maldito restaurant para Jisung.

Hyunjin siempre oyó lo mucho que le gustaría abrir para su propio restaurant pero jamás, ni en sus sueños más locos imaginó que el maldito idiota le regalaría algo como esto. Su corazón martilleó dentro de su pecho, mordió sus labios y no pudo contenerse por más tiempo.

Giró sobre sus talones y se reunió junto a Hyunjin en un abrazo que asfixió al hombre. Escuchó la profunda risa vibrar en el pecho del Hyunjin y su felicidad se completó. Apretó los ojos y disfrutó de la boca que chocó contra la suya, la lengua que empujó dentro. Sus brazos se aferraron al cuello de Hyun mientras él tomaba sus caderas y lo empujaba contra la pared al lado de la puerta principal.

Jisung jadeó y estiró el cuello, derritiéndose ante los besos de mariposas en su cuello y mandíbula. Cuando Hyunjin se separó de su lado, le enseñó una enorme sonrisa dominando su rostro. Jisung acarició el costado de su cara y suspiró.

—¿Por qué? —susurró la pregunta.

Hyunjin rodó los ojos por el restaurant, como si estuviera pensando que contestar. —Porque simplemente te amo. Porque eres todo lo que siempre quise. Porque sin ti, no hay nada. Porque eres y siempre serás mi vida.

—Hyunjin... —Jisung murmuró. Su pulgar acariciando el labio inferior de Hyunjin. Él besó su pulgar y lo miró a los ojos.

—Quiero que entiendas que te amo, Sung.

—También yo...

Hyunjin se detuvo y expandió los ojos. —¿Qué?

—Qué te amo... nunca dejé de hacerlo. Es curioso, porque me has lastimado demasiado —Jisung se apresuró a hablar cuando lo vio abrir la boca—. Tú no me mereces, yo no te merezco. Nos conocimos en el momento equivocado pero creo que el destino nos quiere juntos por el simple hecho de que no puedo dejar de pensar en ti... no importa lo mucho que nos hemos fallado uno al otro, tus errores o los míos jamás me han hecho dudar de lo que siento por ti.

—Bueno, estamos en lo mismo. No te dejé de amar ni por un minuto.

—¿Crees que somos unos idiotas por seguir esto? ¿Qué si no funciona? —Su voz tembló. Hyunjin besó su cabeza y resopló.

—Funcionará si nos amamos, Sung. Yo te amo, tú me amas ¿qué importa lo demás? Sólo somos tú y yo... —Besó su boca. —No volveré a mentirte, no volveré a hacerlo, lo prometo. Sé lo que es vivir sin ti y no quiero volver a pasar por eso jamás.

—Lo sé, pasé por lo mismo.

—Nos hemos fallado, seguimos queriéndonos y seguimos aquí. Eso debe significar algo ¿no? —Acarició el rostro de Jisung con su nariz, él rió fundiendo el corazón de Hyunjin.

—Significa que te amo y eso me hace un idiota.

—Somos dos idiotas —replicó.

—Prométeme no mentirme, no engañarme o dejarme porque si no podemos dejar esto aquí y...

—¡No! —gritó Hyun—. No te dejaré ir, no Sung, ya no seré un idiota. Lo juro.

—Bueno, si eso es todo, necesito... —Apretó su pecho contra el de Hyunjin y se inclinó contra el oído del hombre. —En verdad necesito que me tomes, donde sea, joder, estoy tan caliente —se quejó.

—No digas eso —Hyun gimió.

Jisung besó a Hyunjin mientras frotaba su polla contra la del hombre. Hyunjin gruñó y desabrochó sus pantalones y acarició las pollas juntas. Jisung rió cuando fue lanzado al suelo, un cuerpo mucho más grande cubriendo el suyo.

La ropa fue lanzada a un lado, su boca succionada y su agujero siendo embargado por dos dedos empujando. —No puedo esperar, Sung, no me detengas... por favor, bebé, no me hagas esto —suplicaba Hyunjin. Jisung jadeó, sacudiendo la cabeza.

—Entra, Hyun. Ahora —ordenó. Él le miró dudoso, Jisung gruñó pero terminó riendo cuando tiraron de sus tobillos. Hyunjin dobló sus piernas, sosteniéndolas por la parte trasera de sus rodillas contra su pecho. Jisung sintió la adrenalina cuando comenzó a ser empalado por la larga y gruesa polla.

Hyunjin hundió su rostro entre la unión del cuello y el hombro de Jisung respirando pesadamente. Entrar en Jisung luego de tanto tiempo se sentía malditamente bien. La caliente carne sedosa comprime su pene tan deliciosamente que jadea.

—Sí, sí, sí —él gime tomando cada centímetro del pene en su culo. Los anillos aprietan a Hyunjin hasta el punto que siente que jamás saldrá de ahí. Jisung mueve sus caderas y Hyunjin comienza un ritmo suave que va aumentando cada vez más. Los finos dedos de Jisung se hunden en su cabello, tirando de él para un caliente beso.

Las piernas se enredan en sus caderas profundizando las estocadas. Jisung se arquea y grita al sentir la cabeza del pene chocar contra su próstata llevándolo a la locura. Gime, grita, se retuerce y solloza de placer. Hyunjin toca cada pulgada de piel, pellizca los pezones y sonríe ante el bajo gemido de Jisung.

Jisung grita de sorpresa al ser levantado, terminando sentando en el regazo de Hyunjin sintiendo un déjà vu. —Mi pequeña zorra —Hyunjin susurró en su oído. Jisung abrió la boca impresionado cuando echó la cabeza hacia atrás muriendo de risa. Su corazón vibraba de la felicidad, apretando los hombros de Hyunjin lo usó como palanca para auto-penetrarse contra la dura carne.

—Soy lo que sea que quieras —le contestó.

Hyunjin sacudió la cabeza y dijo: —Eres mi princesa y mi pequeña zorra. Eres mi chico, eres todo... —Se encogió los hombros.

Jisung se lamentó con cada encuentro con la polla. Sus ojos se cerraron al sentir como su pene se sacudía, envolvió su mano y se masturbó hasta que su orgasmo chocó contra él. Gritó, corriéndose entre el espacio de sus cuerpos.

Hyunjin se mordió los labios mientras lo seguía, descargándose dentro de su sedoso túnel. Jadeando, Jisung cayó sobre el suelo con él aun dentro de su culo.

—A esto llamo una buena reconciliación —bromeó, tratando de recuperar el aliento.

—¿Cómo se llamará? —preguntó Felix.

Jisung admiró el restaurant en el que Hyunjin había estado trabajando por más de un año y medio. El lugar era jodidamente grande y era elegante, espaciosa y con un toque hogareño que implementaron.

Las sillas francesas y las mesas ovaladas daban un ambiente romántico, con pequeños lámparas chinas en miniatura, la pared con un tapiz vintage con baldosas de rombo color blanco y negro. Una barra de madera de roble con dos bármanes en el fondo y una superficie de tamaño mediana y cuadrada en el centro del salón para bailes o bandas de jazz. La araña de cristal colgando del techo era simplemente espectacular y los candelabros de pared daban una iluminación íntima y romántica. Era un sueño hecho realidad y lo era gracias a Hyunjin.

Vio al hombre más allá, hablando con los nuevos meseros. Minho charlando con JongDae, el barista que trabajaba de día para elaborar los vasos de café. Al otro lado, Jeongin y Seungmin intercambiado algunas palabras y sospechosas miradas.

—Aún no lo sé —confesó. Felix frunció la boca. —No será un restaurant cinco estrellas pero el placer de cocinar y satisfacer a las personas que vendrán me hace feliz, lo hago como una promesa... algo así. —Bueno, tal vez tendría que ver más o menos con las promesas que tanto Hyunjin como él se hicieron, uno al otro. Pero eso no se lo diría a nadie.

—Eso me parece bien, Sung. ¡Me gusta ese concepto también!

—Bueno saberlo, Lix. —Sonrió.

Su corazón se ablandó al ver a Hyunjin lanzarle un beso. Se sonrojó al ver a Changbin reír y Hyunjin golpearlo juguetonamente. Rodó los ojos y siguió alistando las cosas para la apertura del restaurant.

Golpeó los nudillos en la puerta, las lágrimas se deslizaron de sus ojos al ver la puerta abrirse y Hyunjin parado con solo un pantalón de pijama, somnoliento abrirle.

Los ojos de Hyunjin se oscurecieron al verla, gruñó y estaba cerrando la puerta cuando colocó su brazo y pierna para detenerlo.

—Vuelve a casa, por favor —le rogó.

—Sana, ya hemos terminado —Hyunjin parecía cansado. Eso rompió el corazón de Sana. —Juro que si vuelvo a verte cerca de mí o Sung exigiré una orden de alejamiento, maldita sea.

—Pero... Hyun, cariño...

—¡Detente! —Él se frotó el puente de la nariz y resopló —Han pasado más de dos años, Sana. Debes entender que no te amo, que no te amaré y que estoy comprometido con Jisung...

—Pero ser gay es antinatural. Razona, vuelve a casa y hagamos como que esto nunca sucedió, puedo dejarlo pasar siempre y cuando vuelvas. Nadie tiene por qué saberlo, cariño, solo vámonos. —Extendió su mano al hombre pero fue rechazada.

No es la primera vez que busca a Hyunjin para convencerlo de volver pero lo extraña tanto, ama al hombre y está desesperándose. Más de dos años sin él y su mente está fuera de sí. Las lágrimas no dejan de salir de sus ojos, sabe que Hyunjin es feliz con Jisung y tal vez es por eso que lo odia con todo su alma.

Ese hombre logró lo que nunca pudo hacer. Enamorar a Hyunjin.

Mordió sus labios, saboreando el pintalabios rosado, sus ojos se ahogaron en lágrimas y se contuvo de sollozar. Apretó la correa de su bolso, sus piernas temblando ante la dura mirada de Hyunjin.

Sus ojos enmarcados de negro apuntaron al hombre que emergió de atrás de Hyunjin, automáticamente, su ex esposo rodeó el cuerpo de Jisung con su brazo, luciendo tan sobreprotector como nunca lo fue con ella.

Jisung la miró y sonrió suavemente. —Hey, Sana —Él le saludó.

—Hola. —Secó sus lágrimas, sintiéndose humillada e incómoda. No necesitaba la lastima del hombre.

Jisung se giró y encaró a Hyunjin, mirándole a los ojos, sonrió a su novio. —¿Podrías dejarme hablar con Sana por un momento? —le preguntó. Hyunjin jadeó.

—No.

—Quiero hablar con ella... en privado.

Hyunjin aplanó los labios. Se miraron fijamente hasta que Hyunjin lució derrotado. Jisung sonrió y besó la mejilla del hombre antes de que él ingresara al departamento mirando fijamente a Sana advirtiéndole de que no hiciera ninguna idiotez.

Cuando estuvieron solos, Jisung le sonrió amablemente. —Supongo que debes odiarme mucho.

Sana sonrió débilmente, sacudió la cabeza y retiró un mechón de cabello de su rostro.

—¿Por qué? —pregunta —¿Por haber logrado lo que yo no logré? ¿Por saber que Hyunjin te ama tanto que prefiere vivir en la miseria que conmigo? —casi grito.

Jisung no se sobresaltó u ofendió. Él se acercó a Sana cuidadosamente y la abrazó. Ella jadeó, sorprendida por el acto. Jisung acarició su espalda y susurró: —Lo siento.

—¿Qué...?

—Siento haberme interpuesto en su matrimonio, siento haber sido la persona por la que Hyunjin te dejó pero no siento amarlo. No lamento estar con él, si tuviera que hacerlo todo de nuevo, lo haría. —Él se apartó para poder observarla y Sana sollozó.

—No tienes la culpa de nada, tú sólo te enamoraste y no fuiste correspondida —Jisung continuó con la voz tranquila y paciente —Pero debes dejar ir a Hyunjin, no por él si no por ti. Esto ya no es sano para ti, eres una mujer atractiva, excitosa y jodidamente caliente para cualquier hombre. Sonará duro pero debes dejarlo ir, superar esto —susurró.

—No puedo hacerlo...

—No puedes porque no quieres hacerlo. Cuando decidí dejar a Hyunjin traté de superarlo pero la verdad es que no quería hacerlo. Mi caso es diferente al tuyo. Sólo pienso que él debería pedirte disculpas por todo lo que te ha hecho, quizá sólo necesites eso.

Ella gimoteó, no podía decir nada. Jisung acaricia su cabello y parece que eso la vuelve más impotente. Es impresionantemente patético ser consolada por el amante de su ex esposo pero ahí está ella, usando de paño de lágrimas a Jisung y asintiendo a todo lo que él diga.

Su corazón parece menos pesado en su pecho pero sabe que costará mucho más tiempo reconstruirlo y superar a Hwang Hyunjin.

-Ojala lo ames tanto como yo lo hago -susurró más para si mismo que para Jisung.

Sana miró a Hyunjin entrar por la puerta del restaurant. Ella suspiró con amargura. Llegó el final, era hora de oír la verdad y lo sabía en el momento en el que Hyunjin tomó asiento delante suyo. Semanas después, por fin estaba afrontándolo. Hyunjin le sonrió con amabilidad, casi como cuando acababan de conocerse años atrás. Cuando Hyunjin no le guardaba ningún tipo de rencor.

  —¿Cómo lo estás llevando? —preguntó él.

Trató de sonreírle. —Algo así como bien —respondió. Jugueteó con su copa de agua sin atreverse a mirar a su ex esposo.

—Me alegra oírlo.

Rodando los ojos, fue valiente.

—Dejemos esta actuación de una vez. Sé que no me soportas y has venido porque Jisung insistió en que lo hagas no porque tú querías. Y te entiendo ¿Sabes?  Lo hago. En realidad, sí —dijo.

Hyunjin guardó silencio. Meditando lo que diría. Él bebió un poco de vino y sacudió la cabeza lentamente.

—Siempre suponiendo, Sana. —Hyunjin sonrió nostálgico —Vine hasta aquí por mi cuenta. Necesitaba verte y decirte que en verdad lo lamento. Lamento todo lo que te hice, lo mucho que te lastimé y los errores que cometí.

—Hyunjin...   —susurró. Ella cubrió su boca con su mano temblando. Aquellas heridas que pensó, sanaron, estaban abriéndose y sangrando. —No digas más. No necesitas hacerlo.

—Lo necesito, Sana. Necesito que me perdones, me equivoqué, hice las cosas mal y te lastimé a ti, a Jisung y a mis amigos. No te pido que me perdones hoy, sólo piénsalo ¿está bien? — él pidió.

—Yo también me equivoqué. —Hyunjin rió y asintió. —Ambos lo hicimos.

—Sí, vaya que lo hicimos. Somos un buen equipo para las catástrofes —comentó con humor.

Rió por primera vez en mucho tiempo disfrutando un poco del momento, no estaban discutiendo ni gritando y se sentía bien estar en paz. Ella apretó sus labios.

—Tal vez, sólo quería oír eso de ti.

—¿Qué?

—Una disculpa. No lo sé, es como si no hubiera sido yo la única idiota que cometió muchos errores. Yo hice mal las cosas contigo, tú las hiciste con Jisung., yo lo dañé a él y tú de nuevo a mí Era como un circulo vicioso de quién dañaba más a quien.  Es... un alivio que se haya acabado.

—Lo es. No sé si esto de ser amigos o incluso mantener contacto resulte. Años de estar contigo hizo que me preocupara por ti, sólo hazme saber que estás bien y tendré un poco de paz mental —Hyunjin le dijo.

Asintió. —Trataré de hacerlo. Aunque es duro olvidarte, lo haré. Porque quiero hacerlo. Pero no será un adiós definitivo. Quizá un hasta pronto.

—Eso está bien. Me alegra oírte decir eso, en verdad. No quiero que guardemos rencores.

— Trataré de no hacerlo aunque no prometo nada —Sana le sonrió. Entonces, ella se levantó y tomó su cartera colgándolo en su hombro. —Siempre es bueno verte. Cuida de ti y cuida a Jisung que aunque no me guste admitirlo es un buen chico sólo no se lo digas.

Hyunjin estiró de sus comisuras en una sonrisa y por primera vez no dolió como pensó que lo haría. Esta despedida era decisiva, saldría fuera de las vidas de Jisung y Hyunjin. Trataría de dejar todo esto atrás y sobrevivir sola e independiente. No importa lo mucho que doliera, lo haría.

—No lo olvidaré.

Juntos cortaron el lazo rojo, los aplausos y silbidos sonaron con fuerza con música de fondo. Jisung sonrió en el momento en que se giró con Hyunjin a su lado. Oficialmente habían abierto las puertas de su restaurant.

Felix y Changbin los abrazaron y compartieron sus buenos deseos. Minho se inclinó y abrazó a Jisung complacido de trabajar a su lado y mucho más alegre de compartir horas al lado de JongDae, un cocinero que fue su mano derecha recientemente. Jeongin y Seungmin corrían de un lado a otro atendiendo amablemente a los clientes con sonrisitas tontas en sus rostros.

Sunghoon y Jungwon, sus amigos de años emergieron con sonrisas gigantes. Jungwon abrió los brazos, apretando a Hyunjin y Sunghoon sacó su cámara tirando flashes por cada recóndito lugar robando una carcajada a Jisung.

Cuando la banda de Jazz se instaló en el escenario y comenzó a cantar una suave balada invitando a todos los clientes a bailar. Hyunjin apareció por detrás de Jisung y lo asustó tomándolo por la cintura.

—¿Me concede esta pieza? —le pregunta con voz seductora.

Jisung suelta una risita y acepta la mano con arrogancia. Hyunjin lo encamina a la pista de baile alrededor de la banda, abraza la cintura de Jisung y eleva su mano envuelta por la suya balanceándolos lentamente a través del salón.

—¿Eres feliz? —Jisung le pregunta.

—Muy feliz, ¿tú lo eres? —le susurra con la nariz enterrada en su cabello. Jisung cierra los ojos, recostando la cabeza contra el hombro de Hyunjin disfrutando del momento, sintiéndose completo.

—Sí —contesta. Aleja su rostro e inclina la cabeza hacia arriba, mirando al hombre de su vida. —Te amo, con defectos y estúpidos apodos, con tus tonterías y tu cursi personalidad.

Hyunjin ladea el rostro y sonríe. —Amo tu bravuconería y tu delicadeza. Haces que mi vida sea perfecta, Sung. Te amo, bebé.

—Te amo también —canturreó besando los labios de Hyunjin. El beso fue lento y suave, demostrando sus sentimientos, su corazón latió desesperado y deseaba que la sensación de ser suyo nunca acabara. —¿Prometes que me amarás para siempre?

Hyunjin besó su mejilla y suspiró con deseo —Lo prometo. ¡Promételo tú también! —se quejó provocando que riera con tanta felicidad.

—Lo prometo también.

—Es nuestra promesa —le dijo él, alzando su mano al aire para girarlo.

Ya no habría lágrimas que derramar. Era correspondido y era feliz, su felicidad venía en un hermoso hombre que le hacía el amor en cada oportunidad que tenía, le obsequiaba pequeños regalos dulces y siempre lo hacía reír.

Quizá, el haber derramado todas esas lágrimas valió la pena. Las pruebas que le pusieron a ambos, lo hizo valer.

FIN.

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