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capítulo 22: córtenle la cabeza

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Harry estaba seguro de que, si estuviese allí bajo distintas circunstancias, la experiencia sería muy distinta.

Debían caminar despacio y ocultándose tras muros más seguido de lo que le gustaría. Habían pasillos interminables con sospechosas manchas rojas en los suelos y paredes y, extrañamente, el castillo parecía más vacío de lo que habían esperado.

Además de los guardias de la Reina Roja, no había nadie. Era como si absolutamente todos los trabajadores del palacio hubiesen desaparecido. O peor, claro. Pero no querían pensar en eso en esos instantes.

Seguía a Dorotea, por supuesto. No iría a ninguna parte sin ella. No solo porque fuera ella la que conocía el lugar como a la palma de su mano, sino que porque no tenía ni la más mínima intención de dejarla sola.

Y ella lo agradecía. Estaba tensa, ansiosa, pero sentir su presencia a sus espaldas la calmaba notoriamente. No porque lo necesitara para defenderse o sentirse a salvo. Ella sabía defenderse. Si estuviera sola también se sentiría confiada en ese sentido. La presencia de Harry era reconfortante, como un manto, como un recuerdo constante de que, eventualmente, todo estaría bien.

Y estaba segura de que así sería.

El palacio estaba lleno de rosas rojas claramente pintadas a mano. Seguramente había sido una de las primeras órdenes de su tía; pintar las flores de su madre con pintura. Al menos esperaba que fuera pintura.

Llegaron a una habitación en el segundo piso, y Dorotea abrio la puerta con su pequeña llave maestra.

Al entrar y tras cerrar la puerta tras él, Harry miró a su alrededor. Era evidente, para cualquiera que la conociera, que el cuarto no era de nada más ni nada menos que Tea.

Las paredes estaban pintadas de un pálido rosa, el techo cubierto de pegatinas que simulaban ser nubes y estrellas. Había una cama enorme que ocupaba un espacio considerable, tenía un pequeño techo the seda que caía como cascada en la cabecera, todo de un tono más oscuro de rosa.

Y osos de felpa, y conejitos y gatitos y muñecas y todo tipo de juguetes y adornos que, claramente, pertenecían a la chica.

—Ni siquiera notarán que estamos aquí —dijo Dorotea entonces, haciendo una mueca cuando se acercó a la cama y tuvo que sacudir el edredón antes de sentarse, miles de partículas de polvo flotando por el cuarto— Espero. —agregó, con menos convicción.

Harry esbozó una sonrisa, decidiendo ignorar el nerviosismo en la voz de ella, para no aumentarlo. Asintió, acercándose y parándose frente a ella, teniendo que mirar hacía abajo pues ella seguía sentada en la cama.

—Estaremos bien, estoy seguro. —le dijo, usando su dedo índice para alzar la mirada de ella, tomando delicadamente su mentón— Voy a asegurarme de que sea así.

Dorotea lo dejó guiar su mirada a él, sintiendo un pequeño cosquilleo que empezaba en su mentón y descendió al resto de su cuerpo. Asintió, sus manos moviéndose ansiosas sobre su falda.

Los ojos de Harry se desviaron a sus manos. Se arrodillo, utilizando una mano para tocar su rodilla y hacerla abrir las piernas ligeramente para situarse entre sus ellas, la otra tomando las de ella y deteniendo sus nerviosos movimientos.

—Oye —le habló entonces. Su voz era suave, lo más suave que le había escuchado hasta entonces. La respiración de Dorotea se calmó lentamente, ni siquiera había notado que había comenzado a alterarse hasta ese momento— Estaremos bien. En serio. —insistió, acariciando sus manos con especial cuidado.

—Sí. Lo sé —la sombrerera sonrió genuinamente entonces, mirándolo con ojos brillantes. Comenzó a jugar con sus dedos inconscientemente, y Harry la dejó, sonriendo para sí— Solo quiero que mi mami y mi papi estén bien.

El pirata asintió. Si bien no conocía ese sentimiento, el de adorar a ese nivel a sus padres, le bastaba con saber que ella lo necesitaba para querer ayudarla. Se inclinó ligeramente, acercando su rostro al suyo y, en un gesto que lo sorprendió incluso a él, besó la punta de su nariz.

Se alegró inmediatamente de haberlo hecho, pues la chica soltó una dulce risita y se sonrojó, inclinándose también para besarlo a él, pero en los labios.

La mano de Harry que no sujetaba las manos de ella se movió hasta cubrir su mejilla, su pulgar acariciando su piel con delicadeza a la vez que la besaba devuelta, un suspiro atorándosele en la garganta.

Tea sonrió contra sus labios e inclinó ligeramente la cabeza, profundizando el beso por varios segundos antes de separarse.

El ojiceleste la miró y se rió, negando con la cabeza antes de mirarla otra vez. Se mordió el labio y habló: —Tea, tesoro, te adoro.

Dorotea solo rió.

♡♡♡

Un estruendo los despertó.

Se habían dormido en la cama de Dorotea luego de asegurarse de que no hubiese demasiado polvo en la colcha. Casi se caen del susto cuando un segundo estruendo se escuchó por el castillo y, cuando sus ojos fueron a la puerta de la habitación, se dieron cuenta de que los fuertes golpes eran, efectivamente, alguien intentando irrumpir en el cuarto.

Tea y Harry saltaron de la cama, el pirata asegurándose de que ella estuviese al menos parcialmente escondida tras él en cuanto notó que las bisagras de la puerta estaban a nada de soltarse.

Otro estruendo y eso fue todo lo que se necesitó. La puerta voló al otro lado de la habitación, no golpeándolos solo por un par de metros. Guardias de la Reina Roja irrumpieron en el cuarto, marchando dentro y creando dos filas de entre las cuales apareció una de las protagonistas de las pesadillas de Dorotea.

—¿Tu habitación? ¿En serio? —su tía se rió, solo para cambiar a una expresión furiosa segundos después— ¿Me crees una estúpida? ¿Una idiota? ¡Debería cortarte la cabeza!

Dototea había soñado con encontrarse a la mujer nuevamente un montón de veces. Pesadillas que se repetían una y otra vez de distintas formas, con diferentes escenarios, pero siempre la misma primicia: su tía estaba viva, y quería venganza.

Ahora solo podía añorar que se tratara de una pesadilla, aunque claramente no lo era. Su tía estaba allí, con su enorme cabeza y ojos tan abiertos en furia que la espantaban.

No pudo evitar la reacción natural de su cuerpo a la situación y tembló. Quería ser valiente, pero su cerebro estaba entrando en pánico y, por lo tanto, todo su cuerpo lo hacía.

Harry intentó ponerse completamente frente a ella, sintiéndose en extremo protector, pero la chica no lo dejó y, aunque sus manos temblaban a sus costados, se movió hasta estar a su lado, completamente a la vista de su tía, que rió otra vez.

—Quiero que liberes a mi mamá y a mi papá —le dijo, intentando mantener un tono firme de voz, alzando la barbilla para aparentar confianza— Este no es tu reino.

La mujer la observó atónita for varios segundos y, cuando Harry creyó que su cabeza iba a explotar del enojo, gritó: —¡GUARDIAS! ¡CÓRTENLE LA CABEZA!

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ah. tan relajado todo. lol

espero que les gustara este capítulo! no olviden comentar! ♡

también, si leen más de mis historias, por favor vayan a comentar en mi penúltima publicación en mi perfil! voten por la próxima actualización! ♡

que tengan una increíble semana y un aún más increíble 2025! besitos besitos besitossssss ♡

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