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capítulo 18: evie knows best

La pelivioleta los observaba en silencio. A su alrededor sus amigos charlaban animados, los hijos de Gastón y Garfio habiéndose unido a la conversación como si nada hubiese ocurrido, como si jamás hubieran declarado una guerra entre bandos.

Pero eso no era lo que la hacía fruncir el seño. No, no podía importarle menos la situación en la que se encontraban, con tal de hacer lo que creía estaba bien que, en este caso, era darle una nueva oportunidad de una vida mejor a más chicos de la Isla.

Lo que la hacía arrugar la nariz era otra cosa, y es que había notado algo que al parecer el resto había pasado por alto.

—¿En qué piensas? —la mano de Ben encontró la suya y ambos se alejaron discretamente del grupo, caminando unos metros más atrás.

Mal arrugó la nariz aún más, pensando en una respuesta que no la hiciese parecer una loca; no la encontró.

—Tea no va dando saltitos.

Esta vez fué el rey el que arrugó la nariz, llevando su mirada a la chica que estaba orgulloso de llamar una de sus mejores amigas.

Efectivamente, Tea caminaba lo más calmada que la había visto antes. Su brazo estaba entrelazado al de Harry Hook y él la hacía reír con palabras que no alcanzaban a escuchar.

Y cuando reía; cuando reía Tea lo hacía con una gracia que Ben solo le había visto a su madre, la Reina Mirana. Sonreía y asentía siguiendo la conversación con especial atención, a diferencia de las infinitas veces en que, charlando con él, sus ojos divagaban llevando su atención a algo más llamativo.

Lucía completamente presente, algo que Ben solo había visto cuando Dorotea había llegado por primera vez a Auradon, antes de que se encerrase en sí misma.

—¿Qué crees que sea? —lo sacó de sus pensamientos Mal, haciéndolo regresar a la conversación.

El castaño lo meditó unos segundos, sus ojos aún en la figura de la sombrerera— ¿La isla, quizá? —ofreció, aunque no con demasiada seguridad en sus palabras— No lo sé, realmente.

Mal bufó— No logro decidir si es algo bueno o malo.

—¿A qué te refieres? —quiso saber Ben.

La hija de Maléfica suspiró, pensando bien sus palabras para explicar correctamente, pero rindiéndose en el proceso. En cambio, decidió responder la pregunta con otra— ¿Y si termina haciéndose daño? —y, ante la expresión de su novio, continuó— ¿Y si ver el mundo como es hace que retroceda aún más?

—No lo hará—interrumpió la conversación Evie, uniéndose a la pareja mientras caminaban— Ninguno de nosotros la dejará.

Ben y Mal sonrieron, asintiendo con seguridad— No, eso sí que no —confirmó la pelivioleta, viendo de reojo a la chica a la que estaba orgullosa de llamar amiga.

—Y él tampoco la dejará —sonrió la Grimhilde, como si supiera un secreto que ellos no.

El rey y la futura reina la miraron como si estuviese loca, no entendiendo de quién hablaba. Siguieron su mirada, encontrándose con la misma imagen de hace minutos: Tea colgando del brazo de Harry, ambos charlando y riendo como viejos amigos.

—¿Qué? —se frustró Mal, sin entender.

Evie tan solo se encogió de hombros, guiñándole un ojo a su mejor amiga antes de adelantarse y caminar junto a Gil, Carlos y Jay.

Ben reconoció la frustración en el rostro de su novia y se inclinó para dejar un beso en su cabello, susurrando— Evie sabe lo que dice, no me preocuparía.

Mal acabó por asentir.

Dentro de poco el olor a pescado y aceite inundó sus narices, haciéndolos sentirse extrañamente en casa. Avanzaron hasta el restaurant de Úrsula y, cuando ya estaban cerca de la puerta, Harry volteó y los detuvo.

—Quizá sea mejor que solo Tea entre con nosotros —y, tras las miradas molestas de todos, continuó— Al menos hasta que hable con Uma.

—Yo iré también —soltó Mal, comenzando a avanzar nuevamente sin esperar respuesta pero, para su sorpresa, nadie se movió para abrirle el paso, sino que para bloquearlo.

Y fue Dorotea.

—Creo que Harry tiene razón —dijo la sombrerera, y la suavidad de su voz hizo que la hija de Maléfica ignorara su molestia— No queremos que Uma se moleste, ¿verdad?

—Entre todos ustedes solo Tea le agrada —añadió Gil.

Todos asintieron lentamente, sorprendidos porque Dorotea y el hijo de Gastón fueran las voces de la razón.

Harry sonrió, Gil abriendo la puerta para que pudiesen pasar, dejando a los demás hijos de villanos y al rey de Auradon afuera, esperando.

—No me gusta esto —bufó Mal.

—Estará bien —le aseguró Evie— No es la misma Tea de siempre.

Carlos soltó un gritito, emocionado— ¡Entonces no soy el único que lo notó!

Ben bloqueó las voces de su novia y sus amigos, concentrándose en recordar bien los manerismos y actitudes de Tea, comparando y analizando, pensando en hasta el más mínimo detalle.

Tea, en su opinión, siempre había sido muy inteligente. Más que muchos en Auradon, más que él, incluso. Era sumamente lista, observadora y creativa. Cosas que la gran mayoría pasaba por alto cuando la veían comportarse como una niña.

Pero el jamás lo había hecho, sabía lo increíble que Dorotea Hightopp era, pero eso no había podido evitar que también cayera en la costumbre de cuidarla y protegerla como si, efectivamente, se tratase de una niña pequeña.

Y es que él sabía por todo lo que la hija de la Reina Blanca y el Sombrerero había pasado. Él sabía cada una de las pesadillas que no la dejaban dormir, de los recuerdos que la atormentaban constantemente y que decidía no batallar, pero evitar con un mundo dentro de su mente en el que todo era color de rosa, negándose a siquiera pensar en lo malo.

Pero, por lo que estaba viendo, Tea había encontrado algo —o alguien— con quién no era necesario encerrarse en ese mundo.

Y eso lo hacía completa y locamente feliz.

✴✴✴

—Mira lo que trajo la marea —la voz de Uma se escuchó en todo el restaurant, haciendo que todos llevasen su mirada a Harry, Gil y la curiosa chica que acababan de entrar.

Los presentes miraron con recelo a la muchacha que vestía tan diferente a ellos, pero solo una expresión de incomodidad por parte de Tea le bastó a Harry para lanzarle a todos miradas que los hizo devolver sus ojos a sus comidas.

—Holis —saludó alegre Tea, separándose del pirata por primera vez desde que se habían reencontrado para atrapar a la hija de Úrsula en un sorpresivo abrazo.

La brujita del Mar no se apartó, pero tampoco devolvió el abrazo, dando a la chica en cambio un par de palmaditas incómodas.

Cuando se separaron Tea hizo algo que no había hecho antes, contuvo su emoción y esperó antes de hablar.

—¿Y bien? —preguntó Uma, cuestionando a sus dos mejores amigos con la mirada— ¿Qué está pasando?

—Mal y sus amiguitos están aquí —anunció Harry, sonriendo como solo él sabía hacerlo.

—¿Y te llevaste a Tea otra vez? Harry, ya te lo dije, es como si secuestraras a Gil... Y aún no terminan de lavar las paredes del barco...

Harry rodó los ojos, abriendo la boca para hablar, pero cerrándola cuando sintió los dedos de Tea entrelazarse con los suyos, la chica hablando en su lugar:

—De hecho —dijo, llamando nuevamente la atención de la morena— Venimos a hacerles una propuesta.

Esto captó el interés de la capitana, que la instó a continuar hablando con un gesto de la mano, a lo que la sonrisa de Tea hizo aparición.

—Si gustan —continuó— Hay tres camas en Auradon con sus nombres.

Gil dió un saltito en su lugar y Harry apretó inconscientemente la mano de la sombrerera mientras esperaban una respuesta que parecía tardar demasiado en llegar.

Hasta que la risa de Uma rompió el silencio, la chica asintiendo con diversión— Me agradas, Tea, así que aceptaré la propuesta —respondió finalmente, dando un paso hacia la chica del País de las Maravillas con una mano extendida— con una condición —agregó, deteniéndose frente a ella— Mal se disculpará por todo.

Dorotea gruñó internamente, pero decidió que eso sería un problema para su yo del futuro, mientras tanto, no tenía de qué preocuparse— Hecho —aceptó, estrechando la mano de la bruja con la mano que no sujetaba la de Harry.

Ambos, pirata y sombrerera, compartieron sonrisas.

✴✴✴

Espero que les gustara ♡


Besos,
Connie.

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