capítulo 16: niña

Alistair pudo estar tranquilo solo cuando el colorido cabello que tanto adoraba apareció en su rango de visión.
Dorotea descendió del vehículo de un saltito, sujetando su mochilita con la mano que no sujetaba la de Carlos.
—Sana y salva —anunció el peliblanco, dejando que la sombrerera corriese a los brazos de su mejor amigo, que la abrazó con delicadeza, soltando un suspiro de alivio.
—¿Estás bien? ¿Necesitas algo? —le preguntó, separándose solo centímetros para tomar el rostro de la chica entre sus manos— ¿Te hicieron daño?
Tea sonrió— Sip. Nope. Nope —respondió enseguida.
El hijo de Alicia sonrió también— Bien, bien. Estaba muy preocupado, Tea. Debiste quedarse junto a Evie y los demás.
La chica ladeó la cabeza, estaba sintiendo una emoción que no le gustaba: molestia.
—Fui por Ben —se defendió, separándose despacio.
—Y no debiste. Te pusiste a ti misma en peligro, y luego los demás debieron ir por ti —le respondió Alistair, mirándola preocupado pero con un deje de severidad que no le agradó.
Dorotea vio por el rabillo del ojo como los demás seguían allí, removiéndose incómodos por la situación. Tomó aire y habló— No le estás diciendo esto a Ben —observó.
Alistair abrió la boca para hablar pero se detuvo un momento, hablando tras meditar sus palabras unos segundos— Él podía cuidarse solo.
Esto no le gustó nada a Dorotea, que cerró los puños a sus costados, su mochila olvidada a sus pies— También tuvieron que salvarlo.
El hijo de Alicia resopló— Sí, pero Tea, podría haberte pasado algo peor, podrían haberse aprovechado de ti, o...
—¿Por qué de mí y no de Ben? ¡Él es el que terminó atado a un mástil! —alzó la voz, sorprendiéndose a sí misma y a todos.
—Tea —suspiró Alis, llevándose una mano al cuello— Tu no... Tu eres...
—No soy una niña —sentenció, sabiendo muy bien lo que el chico había estado a punto de decir.
—No dije eso —negó él, intentando tomar su mano sin conseguirlo.
—No fue necesario —bufó la sombrerera, frustración evidente en su tono de voz— Sé que no soy fácil, pero si quizá dejaran de tratarme como a una niña yo...
—¡Entonces deja de actuar como una! —perdió la paciencia Alistair, arrepintiéndose de sus palabras en cuanto dejaron su boca.
—Lo intento! —gritó Tea— ¿Crees que no me gustaría tener un... Un botón de apagado o algo? ¿Y que todo se detuviese dentro de mi cabeza para poder actuar con normalidad? ¡Lo intento! —repitió, de repente no era fácil formular palabras, sus propios gritos la estaban asustando— ¡P-pero es más fácil no pensar y sentir como un adulto! ¡Hay cosas que no quiero sentir!
Sintió sus manos temblar y sus ojos llenarse de lágrimas, cosa que la enojó aún más. Miró el suelo y notó su mochila, debatiéndose su siguiente acción.
Tomó el bolso y lo abrió, sacando la muñeca de su interior y entregándosela a un estupefacto Alistair.
—No necesito esto —declaró, dejando el lugar con pasos fuertes, regresando a la escuela.
Alistair, Lonnie y Ben se miraron, los tres en un completo estado de shock ante la situación que acababa de tener lugar frente a sus ojos. Los hijos de villanos, en cambio, se miraron con pequeñas sonrisitas.
Eso había sido un giro de sucesos interesante.
✴✴✴
No lo entendía. O más bien, sí, lo hacía, pero eso no quitaba el hecho de que la enfurecía.
Sí, sabía que Alistair había estado preocupado, pero regañarla frente a todos había sido pasarse de la raya por completo.
Sabía, también, que antes habría reaccionado de forma muy diferente; no habría gritado, no habría siquiera alzado la voz. No se habría molestado, porque las palabras de Alistair no le habrían afectado como lo hicieron ahora.
Ella no era una niña.
No podía seguir siendo una niña.
Debía... No sabía que debía hacer.
Solo sabía que Harry la había hecho sentir como que todo lo malo que le había pasado no la definía. Como si pudiese superar absolutamente todo y, de una vez por todas, vivir.
¿Cómo alguien así podía ser malo?
—¿Tea? ¿Puedo pasar?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Mal al otro lado de la puerta de su habitación, haciéndola levantarse de la cama para permitirle entrar.
La pelivioleta lucía como si hubiese llorado y, cuando se acomodó junto a Dorotea en la cama, ambas mirando el techo, habló.
—¿Estás bien?
Tea no la miró, sabía que Mal tampoco la estaba mirando.
—¿Tu lo estás?
Un pequeño silencio se instauró. Ambas meditando la pregunta de la otra hasta que una respuesta llegó a sus cabezas.
—Cambiaste —notó Mal, girando ligeramente en la cama para, ahora sí, mirar a la hija del Sombrerero.
—Y tu no necesitas hacerlo —fue la respuesta de ella, que también se había acomodado para mirar a su amiga.
—No estoy bien —admitió la ojiverde temblorosa.
—Ni yo —asintió Tea, tomando la mano de la hija de Maléfica con la delicadeza que la caracterizaba— Pero lo estaremos —le prometió.
Mal soltó un suspiro, asintiendo lentamente. Volvió a reinar el silencio, pero esta vez ambas chicas estaban satisfechas con lo que habían dicho, y mucho más tranquilas gracias a ello.
Aún no estaban bien, ni de cerca. Pero al menos tenían algo que antes no: la seguridad de que lo estarían eventualmente.
✴✴✴
Ben miró a ambas con la ceja alzada, tomándose su tiempo para procesar cada una de sus palabras. No sabía cómo sentirse al respecto. ¿Emocionado? Es decir, es lo más entusiasmada que había visto a Mal en mucho tiempo. ¿Preocupado? La expresión en el rostro de Dorotea no auguraba nada bueno, al igual que la propuesta que le estaban haciendo.
—¿Que quieren hacer qué? —soltó, decidiendo que necesitaba una explicación más detallada que la que le habían proporcionado.
Mal saltó de inmediato— Piénsalo, solo un poco —pidió, comenzando a andar por la habitación como quien está perdiendo la cordura, aunque para Tea era sumamente normal— ¡Es justo lo que necesitamos!
—No creo entender —insistió el rey.
—No debes entender nada —sonrió Tea— Solo asentir con la cabeza, nosotras hacemos el resto.
—No, no —se levantó de su sofá el castaño, su tono igual al de una madre— Esto no tiene sentido, es un plan que no tiene pies ni cabeza, hace solo unos días los detestabas, Mal.
Dorotea soltó una risita. Eso era cierto.
—Tampoco me parecía buena idea al principio —confesó la aludida, tomando de los hombros a su novio para asegurarse de que le prestaba atención— Pero debes admitir que tiene sentido.
—Acabo de decir que no lo tiene —rodó los ojos él, aunque la escuchaba.
—Los mejores planes no tienen sentido —intervino Dorotea— Peeeeero este sí lo tiene.
—Escucha —siguió Mal— No fue mi mejor idea el regresar a la Isla.
—Creo que podemos estar de acuerdo en eso, prosigue.
—Pero me di cuenta de algo —obedeció Mal, continuando con su explicación— Necesito a la Isla. Es lo que dijo Dizzy: Pueden sacar a la chica de la Isla, pero jamás a la Isla de la chica. ¡Ben! No tengo que adaptarme a Auradon, puedo seguir siendo yo aquí, la versión mejorada de mi misma, la versión que no necesita robar ni torturar a nadie, pero que aún disfruta un poco de desorden de vez en cuando.
Ben asintió lentamente, agradecido de que la chica pudiese verlo de esa forma.
—Y si yo pude hacer eso, mejorar y vivir aquí, sin dejar de ser yo... Entonces otros también pueden hacerlo.
—¿Crees que ellos podrán? —preguntó incrédulo él, sorprendido por el cambio de opinión de la pelivioleta.
—Yo sí creo —sonrió radiante Tea.
—Y yo confío en su criterio —añadió Mal.
El rey suspiró, pero acabó por asentir— Bien —aceptó, sonriendo por fin— Si eso es lo que quieren... Ya iba siendo hora de seguir trayendo chicos de la Isla a Auradon.
Dorotea dio un saltito de emoción.
✴✴✴
Holis, ¿cómo han estado?
Muchísimas gracias por todos los comentarios en el capítulo anterior, y sobretodo por la paciencia que han tenido con esta historia. Os quiero un montón.
Espero que les gustara.
Besos,
Connie.
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