capítulo 14: las mejores personas lo están
¡Veamos si logran romper su propio récord de comentarios! Este capítulo va para ustedes ♡
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El pirata soltó una fuerte carcajada, haciéndose callar a sí mismo con un sonoro shh a los pocos segundos, súbitamente consciente de que a esa hora Uma ya habría terminado su turno en el restaurant de su madre y estaría en su habitación.
Tea ocultó su risita con la manga de la camisa que Harry le había prestado. Sobre ella era bastante ancha y lucía como un vestido, no como los que solía llevar, pero un vestido de igual manera.
Harry volvió a reír a los pocos segundos, olvidando sus miedos iniciales. Llevaban así un buen rato, charlando, riendo, recordando que eran las tres de la mañana y callándose, solo para repetir el proceso una y otra vez.
La pancita de Tea gruñó y eso hizo reír al pirata aún más, callándose solo cuando la suya hizo exactamente lo mismo segundos después.
Dorotea lo miró expectante, esperando que dijese algo pero cuando no lo hizo formó un puchero.
—¿Qué? —le soltó Harry, notando su mirada fija sobre él.
—Tienes hambre —declaró ella en respuesta, corrigiéndose casi de inmediato— Tenemos hambre.
El pelinegro se encogió de hombros— Sí, pero no podemos comer hasta mañana. No hay comida en el barco.
La seriedad en el tono del chico la tomó por sorpresa tras haber estado horas tan solo riendo por las cosas más estúpidas. Ladeó la cabeza, pensando.
—¿Absolutamente nada? —preguntó, formando un puchero.
Los celestes de él la observaron, deteniéndose un segundo más del necesario en sus labios antes de responder— Hay algo de harina. Eso es todo —respondió, sintiéndose algo mal al respecto; probablemente la muchacha frente a él estaba acostumbrada a los lujos, a tener comida siempre que quisiera. Él no, él debía esperar por sus comidas, rogar porque alcanzara para todos.
—¡Eso es perfecto! —lo hizo saltar Tea con su grito, viéndola perplejo por unos momentos— ¡Papi preparaba pan! ¡Solo necesitamos agua y algo de sal! ¿Tienen sal?
—E-eh, sí —balbuceó Harry, su expresión confundida. En su vida había balbuceado, pero la chica frente a él lo confundía de sobre manera, y el estar drogado no ayudaba.
—¡Asombroso! —volvió a saltar la Sombrerera, poniéndose de pie— ¡Vamos!
—¿A dónde?
—¡A la cocina, bobito! —Dorotea le ofreció una mano y el pirata se sorprendió a sí mismo cuando la aceptó, guiando a la chica a las cocinas ocultas en lo más redondito del barco.
Le enseñó dónde estaban las cosas y se quedó ahí de pie, observando con fingido desinterés como la muchachita se movía de un lado a otro tomando especias y juntando todo en un viejo recipiente; la harina, la sal, agua y especias, y las revolvía hasta conseguir una masa, formando circulitos.
Luego la vió encender el fuego y tomar una sartén que parecía a punto de romperse, pero no vió ninguna expresión de asco o repudio en su rostro. La chica simplemente se divertía y abría su camino por la cocina.
La Hightopp tomó uno de los circulitos y lo aplastó sobre la sartén ya caliente, dándolo vuelta luego de un rato.
Hizo lo mismo con los otros cinco circulitos de masa que había formado y pronto Harry tenía frente a él cuatro humeantes panes, Tea ya habiéndose llevado a la boca uno de los dos que se había servido.
—Me diste cuatro —notó el pirata— en lugar de tres.
La hija del Sombrerero alzó la mirada, tragando y limpiando sus labios con una servilleta antes de hablar— Ajá —asintió, sonriente.
—¿Por qué? —insistió Harry. En su cabeza no cabía la posibilidad de que Tea fuese tan estúpida como para no notar que la mitad de seis era tres, y que le había dado un pan de más a él.
—Tienes hambre —se encogió de hombros ella— yo con dos estoy contenta.
El Hook asintió lentamente, procesando el hecho de que, aún teniendo la oportunidad y el derecho de distribuir la comida, Dorotea decidiera darle a él más de la mitad, quedándose ella con menos.
Sintió un extraño calor en el estómago y simplemente tomó el pan, llevándoselo a la boca y soltando un ruidito de satisfacción en cuanto el alimento tocó su lengua.
Oyó a Tea soltar una risita, pero no le importó y en poco rato ya había arrasado con los cuatro pancitos que la chica había preparado, satisfecho.
La muchacha lo miraba sonriente, contenta de que su comida le hubiese gustado.
—¿Cómo es que sabes hacer eso? —le preguntó Harry, sacándola de sus pensamientos. Lo miró, el chico parecía realmente curioso al respecto.
—Mi papi me enseñó —dijo, aunque ya le había dicho lo mismo hace un rato.
—Sí, pero, ¿por qué? Es decir, en Auradon deben tener cosas mucho mejores para cocinar que tan solo harina, agua y especias. ¿Para qué prepararías esto?
—Oh —ahora Tea si comprendía la pregunta— no lo preparamos en Auradon. En el reino soy la mejor haciendo pasteles —contó orgullosa, para luego bajar la mirada algo avergonzada— esto lo preparábamos con papi cuando no había comida en el País de las Maravillas. Cuando mi tita se enojó tanto que se hizo con todos los recursos.
Harry ya no podía fingir más que no le parecía interesante cada una de las palabras que dejaban la boca de la sombrerera; la miró sorprendido, queriendo más detalles— ¿No creciste en Auradon?
—Na-ah —negó la de cabello multicolor, sentándose en uno de los mesones, el pirata mirándola interesado desde el otro lado de la habitación— Nací en el País de las Maravillas y viví ahí hasta un poco antes de que terminase la guerra con mi tita. Ella era realmente mala —explicó, jugando con sus dedos— Ella no quería que mi mami fuese reina, así que para protegernos, ella nos abandonó a mí y a mi papi. No sirvió de mucho, porque mi tita nos encontró y nos encerró en su castillo. Debíamos hacerle sombreros que le quedaran en la enorme cabeza que tenía.
Harry Hook había oído muchas locuras en su vida, la gran mayoría saliendo de su propia boca pero ahí, frente a él, tenía a alguien que parecía compartir y haber vivido tanta locura en su vida como él.
—Asombroso —soltó, sin siquiera pensarlo ni notando que sus labios se movían hasta que la palabra ya había dejado su boca.
Dorotea rió, viendo al chico acercarse a ella, quedando frente a frente.
—Cuéntame más —le urgió, queriendo saber todo lo que pudiese de este País de las Maravillas y las cosas que la muchacha había vivido allí.
Así que Tea, contenta, obedeció. Le hablo de su tita y su cabezota. Le habló de su mami y lo bonita e inteligente que era. Le habló de su papi y de como la pasaban de lo mejor cuando estaban juntos. Le habló de cada uno de sus amigos y de como se divertían y bebían té.
El pirata asentía, intrigado. Jamás las historias de alguien que no fuese su padre le habían fascinado de aquella forma, pero la alegre y dulce voz de Tea, sumada con el entusiasmo en su discurso, lo mantuvieron atento durante cada uno de los relatos.
El sol comenzaba a asomarse cuando la pequeña sombrerera se quedó sin historias que contar. Harry alzó la mirada, sentado en la mesa frente a ella, que estaba de piernas cruzadas aún sobre el mesón de la cocina.
Se puso de pie cuando sus ojos claros chocaron con los oscuros de ella, que le dedicó una dulce sonrisa.
Se acercó y, temeroso, pues era la primera vez que diría lo que iba a decir, susurró— Gracias.
La sonrisa de la chica creció— ¿Por qué?
Se encogió de hombros, ligeramente avergonzado— Me gustaron tus historias.
Dorotea se sorprendió pues la mayoría de la gente se hartaba de oírla hablar bastante rápido, o lo había por mera cortesía— A las personas no suelen gustarle mis historias.
El pirata sonrió— Bueno, no soy como la mayoría de las personas —se jactó.
No lo habían notado o simplemente no les molestaba, pero el pirata y la sombrerera se miraban directamente y con tan solo centímetros de distancia, pequeñas sonrisas en ambos de sus rostros.
Posó una mano en el muslo expuesto de la chica y se acercó más, sintiéndola tensarse bajo sus dedos. Mantuvo la mano allí unos segundos e iba a quitarla cuando ella lo detuvo, posando su mano sobre la de él, visiblemente más tranquila.
—¿Estás completamente loco, cierto? —le preguntó ella, atenta a su respuesta, como si fuese a definir todo.
—Suelen decírmelo, sí —admitió el pirata, preguntándose si eso era alto bueno o malo, pero recibiendo su respuesta casi al instante.
—Perfecto —murmuró Tea, sus ojos yendo desde sus labios a sus celestes, al igual que los de él— porque las mejores personas lo están.
Para el eso fue más que suficiente pues, al segundo siguiente, sus labios estaban sobre los de ella.
♡ ♡ ♡
me voy lentamente~♡
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