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capítulo 11: ¿y tu parche?

Hoy era una fiesta de té para uno. Lonnie estaba entrenando para Merlín sabe qué, Alis ayudaba a Jane con sus tareas, Carlitos y Jay-Jay tenían práctica, Evie debía seguir diseñando vestidos y Ben y Mally estaban en su picnic.

Así que se sentó en los jardines con un cupcake cubierto de mostacillas de colores, un plato de fresas y su té de canela favorito mientras disfrutaba de la brisa de aquella tarde.

Sonrió, tarareando una canción de la cual no recordaba el nombre, solo sabía que se la había oído a su madre en algún momento, en alguna de esas noches en que los visitaba a ella y su padre y la arropaba cuando ya era tarde, dándole un beso de buenas noches.

Sentía paz. Había una tranquilidad en el ambiente que no podía disfrutar hace tiempo y parecía que los demás alumnos lo notaban también, muchos aprovechando la luz del sol y la suave brisa para pasar la tarde; algunos leían y otros solo charlaban, pero todos parecían encantados con el bonito día.

—¡Benny! —exclamó, rompiendo el silencio cuando el castaño apareció y se sentó a su lado, lucía abatido— ¿Té?

—No hoy, Tea —murmuró el chico, soltando un suspiro— gracias.

—¿Qué sucede? —se preocupó la sombrerera, mirando a su amigo— ¿Y Mally?

—Mally está molesta conmigo —confesó el rey, llevándose una mano al cuello— le grité, me gritó, nos gritamos...

—Los gritos no son buenos...

—No, no lo son...

Nuevamente se instauró el silencio, aunque ahora en lugar de relajar a Tea, la ponía nerviosa. Sabía que su amigo estaba triste y eso la ponía triste también, no sabía cómo ayudarlo y eso, además, la frustraba.

Formó un puchero con los labios y lo meditó, una sola solución apareciendo en su mente— Debes pedirle perdón para que estén felices de nuevo —razonó, dándole al castaño un par de palmaditas en la espalda— Si ella está feliz entonces tú estarás feliz ¡y si ambos están felices yo me pondré muy contenta!

Evie, quien se había detenido a unos metros de distancia cuando escuchó a Tea, sonrió tristemente. No estaba segura de que darle las noticias a Ben con ella ahí sería buena idea pero debía hacerlo ya; entre más tiempo el rey no lo sabía más tiempo Mal estaba sola.

Así que se acercó, interrumpiendo el abrazo entre los dos amigos al ponerse frente a ellos, privandolos levemente de la luz del sol.

—¡Evie! -se emocionó Tea al verla, aunque acabó por fruncir el ceño al ver su expresión— ¿Tu también estás triste?

La peliazul dudó, pero la mirada preocupada de tanto Ben como la sombrerera la hicieron hablar.

—Sí, Tea —confesó, entregándole al rey un papel que acababa de sacar de su bolso, resumiendo lo que decía aunque el rey ya la estaba leyendo— Mal se fue a la isla.

Tea guardó silencio pero escuchó atentamente la conversación que sus amigos mantenían al respecto, su mente yendo a mil por hora. ¿Mally se había marchado? ¿E irían por ella?

¡Irían por ella! No había de qué preocuparse. Todos viajarían juntos, la encontrarían y luego beberían el té. ¡Fresas! Debía llevar fresas, así convencerían a Mally de volver con ellos al reino. Mally amaba las fresas.

—¿Qué debo ponerme? —preguntó entonces, interrumpiendo a Evie y Ben, que parecían listos para irse corriendo a cambiarse— Para la isla, digo.

—Esto... —Evie no sabía que tan buena idea era que la chica los acompañara, era demasiado dulce e inocente y la isla no sería algo lindo de ver o conocer.

—Tea, no creo que debas ir... —habló Ben, diciendo exactamente lo que la peliazul estaba pensado.

—No es un lugar lindo —concordó entonces la chica— la isla no es un lugar para ti, cariño —dijo, su voz suave y dulce, como siempre lo era al dirigirse a la sombrerera.

Dorotea los miró sorprendida y, por primera vez en mucho tiempo, realmente molesta. No le gustaba enojarse, ese era un sentimiento feo por el que su tía se caracterizaba pero, hija del Sombrerero y todo, Tea seguía siendo humana y los sentimientos feos eran parte de serlo.

—¿Recuerdas porqué me trajeron a Auradon, Benny? —preguntó con voz suave, mirando a su amigo con determinación.

—¿P-Para que pudieses empezar tus estudios...? —dudó Ben, sabiendo perfectamente la respuesta que su amiga quería.

Tea no sonreía— Intenta otra vez.

El rey resopló, asintiendo— Porque había una guerra civil en el País de las Maravillas...

Evie se sorprendió, no estaba al tanto de eso. Miró a la sombrerera, cuyos puños estaban cerrados a sus costados.

—¿Recuerdas todo lo que te he contado sobre eso? —continuó la del cabello multicolor, Evie completamente perdida en la conversación pero aún así atenta. Jamás había visto a la hija del Sombrerero hablar de esa forma, tan seria, decidida.

—Lo recuerdo, Tea —murmuró el rey, rindiendose— Pero nada de separarse de nosotros, ¿de acuerdo?

La expresión de la aludida cambió, regresando a su sonrisa y brillantes ojitos de forma drástica— ¡De acuerdo! —exclamó, saltando para ponerse de pie y colgarse a los brazos de sus amigos— Entonces, ¿qué debería ponerme?

♡ ♡ ♡

Carlitos la ayudó a bajar de la limo, manteniéndose cerca de ella —aún no estaba de acuerdo con la decisión de llevarla con ellos— mientras la chica miraba maravillada todo a su alrededor, notando las particularidades de la isla que en Auradon no había.

Como el sujeto intimidante que los miraba desde una esquina, por ejemplo.

Evie resopló cuando Ben se acercó e intentó saludarlo, los chicos saltando a alejar al hombre a la vez que le lanzaban miradas molestas a Ben.

—Si luce intimidante, no te acerques —lo reprendió la sombrerera, los VK's mirándola con una pequeña sonrisa, asintiendo.

—Lo que dijo Tea —confirmó Jay, revolviéndole el cabello a la chica, que soltó una risita, feliz.

—Debes desaparecer —rodó los ojos Evie— debes pasar desapercibido, Ben, o harás que nos descubran.

—Como un espía —murmuró Tea, ocultándose tras Carlos y alzando las cejas— como los de las películas.

Sus amigos la miraron confundidos, pero acabaron por asentir, encogiéndose de hombros.

—Solo síguenos, guarda silencio y... —comenzó a ordenar Evie, siendo interrumpida por Tea.

—Actúa cool, como un espía —terminó la frase Tea, con una sonrisa.

—Como un villano —corrigió Evie, comenzando a caminar, guiando el camino a dónde sabía estaría Mal.

Tea, convencida de que un villano y un espía actuaban de manera similar, caminaba pegada a Carlos, utilizando al chico como forma de ocultarse mientras observaba y reía despacio a costa de Ben, que parecía haber olvidado como mover las rodillas al intentar imitar el andar de los demás.

Pronto llegaron al hogar que previamente compartían Evie y Mal, la primera dejando que Ben subiese a hablar con la pelivioleta mientras ellos esperaban allí.

—¡Espera! —detuvo Dorotea a Ben, subiendo los escalones hasta tenerlo al frente— Llévale esto —dijo, entregándole un pote de fresas con chocolate que acababa de sacar de su mochila— así estará contenta.

Ben sonrió y, aún nervioso, asintió, desapareciendo por las escaleras.

Tea, que no estaba acostumbrada a quedarse quieta, comenzó a aburrirse del juego de los espías y de esperar, dando un vistazo a su reflejo en una ventana cercana.

Evie había tomado su cabello en un moño alto, diciéndole que llamaba demasiado la atención y, aunque la sombrerera había rogado, no le había permitido llevar ningún tipo de moño.

Además, había reemplazado su vestido de tul y zapatitos de ballet por una falda de cuero negro —Tea se negaba a usar pantalones— una camiseta rosa palo y una chaqueta que combinaba ambos colores.

Al menos tenía rosa, pensó; y se veía cool, como un espía.

Al rato Ben bajó las escaleras, luciendo incluso más abatido que hace unas horas.

—¿Dónde está Mally? -preguntó Tea, Carlos dándole un apretón en la mano para consolarla.

—No volverá.

Dorotea sintió su corazón hacerse chiquito con esas palabras, sus ojos llenándose de lágrimas— ¿No le gustaron mis fresas?

—Estoy seguro de que eso fue lo único bueno... —bufó Jay— ¿Evie?

—Hablaré con ella —la peliazul se acercó a una especie de... ¿Parlante? Tea no sabía qué era, pero pronto escuchó la voz de Mal gritándoles que se fueran, provocando un puchero en sus labios.

No quería escuchar a Mal gritar, ni a Evie gritar devuelta para que hablasen, así que siguió a Ben por el callejón, tan silenciosa como una espía.

—¿Benny? —se acercó, dándole un fuerte abrazo que le sacó una pequeña sonrisa al castaño— no me gusta verte triste.

El rey suspiró, pasando sus manos por la espalda de la chica, una acción que sirvió tanto para calmarla a ella como para calmarse a sí mismo.

—Vaya, vaya... —ambos se separaron, Ben moviendo a Tea para que estuviese tras él cuando oyeron aquella desconocidos voz— ¿Qué tenemos aquí?

Una figura se movió entre la oscuridad de lo más profundo de la calle, apareciendo frente a ellos tras unos momentos, revelando a un chico.

Tea se maravilló al notar lo claros que eran sus ojos, mas ese sentimiento se esfumó en cuanto notó 1. el garfio en su mano y 2. las otras dos figuras que aparecían tras él.

—¿Eres un pirata? —soltó, Ben gruñendo internamente ante la imprudencia de su amiga— ¿Dónde está tu parche?

Una risita se escuchó tras el ojiceleste, que miraba a la chica con una ceja alzada y una mueca que mezclaba molestia y fascinación en un equilibrio extraordinario, aunque la molestia aumentó cuando el dueño de la risita se dejó ver también.

—¡Es la misma pregunta que yo me hago! —exclamó un fuerte rubio, una boba sonrisa en su rostro— ¡Hola, soy Gil!

Tea soltó una risita, murmurando para que solo Ben la oyera— Él no sabe ser espía. Los espías no dicen sus nombres...

El pirata gruñó, recuperando la atención de todos, incluída la de otro pirata que se dejaba ver ahora junto a Gil— Sáquenlos de aquí —ordenó, el rubio y el otro pirata asintiendo, cada uno sujetando de los brazos a uno de los chicos de Auradon.

—¡Espera, no! —gritó Ben, viendo al rubio tomar a Tea, que soltó un quejido— ¡Chicos! —gritó, justo antes de ser sacado a la fuerza de allí, Tea y el rubio adelante de él.

Ambos, el rey y la sombrerera, miraron hacia atrás, el pirata lanzándoles un beso burlón antes de voltearse para hablar con los VK's.

Tea resopló.

No era una buena espía.

♡ ♡ ♡

JA
okay, sí, la interacción fue mínima
PERO YA
SE CONOCIERON
¿Qué opinan?
Espero que les gustase.

Besos,
Connie.

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