卐✡∅❝DEMON❞∅✡卐
De nuevo es la escuela, la azabache junto con la castaña se encontraban caminando por los pasillos de la escuela.
Jennie como siempre, hablando sobre un montos de cosas, su vida, sus videojuegos favoritos, su mascota Kai.
Jisoo por otro lado, se dedicaba a escuchar cada una de las cosas con una alegre sonrisa, le agradaba Jennie, su primera amiga de verdad.
— Necesito ir al baño...—Dice Jennie con una sonrisa tímida.— ¿Me esperas aquí, Soo?
— Claro.— Jisoo sonríe a Jennie mientras asentía con la cabeza.
Jennie se alejó unos metros del lugar, dónde estaba el baño y simplemente entro, tranquila, mientras Jisoo solo observaba también tranquila, hasta que algo, o más bien alguien, perturbó su tranquilidad.
— Oh, ¿La bebé llorona tiene una amiga?—Rose y su mejor amiga Lalisa se acercan a la azabache.— No creí que eso fuese posible, pero mejor para mí, así no solo Rosé se divierte.
— ¿Creíste que no volvería? ¿Quien es esa puta que estaba contigo? — Rosé hablaba de forma agresiva, tomando a la más pequeña de los hombros con fuerza.— Responde idiota.
Jisoo no supo que responder, le enojaba que Rosé llámase a Jennie así, pero le daba tanto miedo, simplemente no pudo contestar.
— ¿Piensas que esa chica te quiere? Nadie querría a alguien tan fea y gorda como tu. — Rosé dice con burla, viendo cómo los ojos de la menor se cristalizanban.— Eres una idiota, ¿Acaso te gusta esa puta? Que asco das...
Entonces la castaña empujó a Rosé, acababa de salir del baño y había escuchado todo, Jennie se puso frente a Jisoo, sabiendo que la menor tendría miedo.
— ¿A ti que te pasa estúpida? ¡Ella es bonita y es delgada! ¡Y si no lo vez es porque tus estúpidos ojos viscos necesitan lentes! — Jennie dijo con tanto enojo, no les tenía miedo.— Además la única puta aquí es tu amiga, que se folla a la primera que se le ponga enfrente.
— Mira bonita, solo porque llamaste mi atención no diré nada sobre esto.— Habla Lalisa, acercándose a Jennie mientras se mordía el labio.— Puedes disculparte conmigo de una forma más divertida...
— ¡Que asco! — Habla Jennie, tomando la mano de Jisoo para darle más seguridad.— Dejen de molestar, rubias más falsas que las tetas de Irene.
Luego Jennie simplemente se fue, llevándose a Jisoo consigo, dejando atrás a las dos rubias atónitas.
— ¡Pero que le pasa a esa estúpida! —Gruñe Rosé, claramente hecha una furia.
— Cálmate, ya encontraremos la forma de vengarnos. —Lalisa le da una palmada amistosa en el hombro, para después darse la vuelta y irse.
— Ella es mía, esa puta se arrepentirá de tomarla de la mano... — Susurra Rosé, apretando sus puños y siguiendo el mismo camino que Lalisa.
Para Jisoo, Jennie era su ángel, la persona que la cuidaba y trataba tan bien, con tanto cariño y amor que no había sentido.
Mientras que Rosé era el demonio, diciéndole tantas cosas hasta que su mente las creyera, golpeándola y causando su sufrimiento.
Rosé era el demonio en persona, la persona más cruel que pudo encontrarse en la vida.
— ¿Porque dijiste eso de Irene? — Pregunta suavemente la azabache.
— ¿Sobre sus tetas? —La castaña ríe al notar el sonrojo en las mejillas de Jisoo.— Oh vamos se ven falsas, tal vez debas ir a comprobar sí eso es verdad...
Jennie suelta una carcajada al ver cómo todo el rostro de la azabache se volvía rojo, Jisoo oculto su rostro con sus manos, avergonzada.
— Tranquila Chu, es broma.— Jennie abrazo a la azabache por los hombros.— Pero si quieres puede no ser así...
Jennie volvió a reír al ver que la azabache se ponía roja de nuevo.
— No es gracioso Nini... — Roja, hizo un puchero.
— Ya, Ya perdón, es que es realmente lindo el como te pones roja...
Después de aquella charla rara sobre... ¿Las tetas de Irene? Ambas chicas decidieron ir a comer algo después de la escuela. Después de todo Jisoo no creía que eso le molestará a sus padres, nunca estaban en casa a esas horas.
Rosé camino a casa hecha una furia, no podía parar de pensar en como esa puta defendió a su chica, ¿Como se atrevía? Era SU chica, suya.
Rosé suspiro, sabiendo que se lo merecía por ser tan mala con la azabache, pero aún así no podía evitar sentir celos.
Rosé ingreso a casa, llendo hacia su padre, como siempre, ocultando el miedo que sentía al acercarse.
— Los guardias no me dijeron nada hoy... ¿No la golpeaste verdad? ¡Te dije que tienes que hacerlo, inútil de mierda! — El hombre, borracho como siempre, sostenía en su mano aquel cinturón de cuero negro.
Rosé sintió como el alma se salía de su cuerpo, agitada, sabía lo que le pasaría al no obedecer.
— N-No es eso padre... E-Es que ahora tiene una amiga y-y.. Y- — Intentaba explicarse, nerviosa, sabia que le iría mal por no haber obedecido.
— Oh ya veo, anda con alguien... Bien, vas a dejarle en claro que es tuya, y pobre de tí si los guardias me dicen que no hiciste algo, ¿Entendiste?— El hombre borracho, dejo el cinturon de lado, viendo con una mirada fría a su hija.
— Sí padre. — Respondió la rubia, haciendo una reverencia antes de irse a su cuarto.
Ya en su cuarto, la rubia comenzó a desvestirse para meterse a la tina de su baño, un buen baño relajante para pensar en que haría mañana, suspiro, sin poder pensar en algo.
Salió de la tina, llendo a su habitación a vestirse, se miró al espejo, haciendo una mueca ante las tantas cicatrices en su cuerpo, muchas siendo grandes, esas marcas que nunca se borrarían de su cuerpo, que le recordarían lo débil que era en casa y lo estúpida que era.
Simplemente se puso su pijama y se acostó en la cama, intentando no pensar en las consecuencias que tendría si no cumplía con el objetivo de su padre, simplemente suspiro y cerro sus ojos.
Hasta que cayó en los brazos de Morfeo.
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