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5. qué clase de hombre | what kind of man.


No lo negaré más.

Yo, Addison, me estoy enamorando de Mia.

¿Cómo lo sé? Pues sencillo, pienso en ella casi las 24 horas del día por más absurdo e imposible que suene. Lo sé, es muy pronto para afirmarlo, pero no sé de qué otra manera describirlo. De alguna manera—quizás con algún tipo de poder telepático—ella logra colarse entre lo más recóndito de mi mente. Intenté dejar los pensamientos con relación a Mia la noche después de entregarle la pizza, pero entre más lo intentaba, su nombre se estancaba cada vez más en mi cabeza. Sé que no está bien, Mia ha formado una hermosa familia y yo no debo fijarme en ella. Pero lo estoy haciendo. En serio, ¿Qué rayos me sucede? ¡¿Perdí la cabeza?! Hay tantas chicas solteras y atractivas en las que podría fijarme... ¿Y me enamoro de una chica comprometida y mayor? Sí, perdí completamente la cabeza.

La idea de enamorarme me parecía ridícula hace unos cuantos años. Pensé que eso solo era posible en las novelas románticas que en algún momento me llegaron a parecer totalmente absurdas con sus tontas ideas sobre el "amor" , pero ahora tengo la leve sospecha de que estoy siendo víctima de ellas.

Soy un total inexperimentado en esto. Ser un idiota coqueto y mujeriego, no significa que sea un experto en relaciones. Solo fui eso: un idiota. De seguro Mia ya ha tenido muchísimas relaciones con chicos que son expertos y competentes en lo que se dice El Arte del amor y con los que seguro yo no podría competir, como el padre de Timo que ha logrado conquistarla.

En fin, el punto es que estoy demente.

Me levanto de la cama y hago todo lo de mi rutina de los sábados. Repaso lo que debo hacer hoy que se resume en: Ir al supermercado. Que divertido. Recuesto mi brazo al marco de la ventana mientras le doy un sorbo a mi taza de café y observo la agradable vista del basurero del alfrente. Noto que una anciana en la calle se me queda mirando y luego me percato de que estoy sin camiseta. Un escalofrío recorre mi espalda. Una rata sale de por debajo de el bote de metal y entonces decido cerrar las cortinas. Mucho mejor.

Estos días me la he pasado bastante preocupado por un simple hecho. No he tenido noticias de Mia. Desde esa noche no la he visto en el edificio, ni en los pasillos, ni en la recepción. La idea de ir a visitarla surge en mi loca cabeza y entonces corroboro que estoy perdido. ¿Visitarla? ¿Encontrarme con el padre de Timo? ¿Qué explicación le daría? Debo ir a psiquiatra.

Después de hacer las compras me encontraba conduciendo con los paquetes llenos de víveres hacia la casa de Mia. De hecho, el supermercado me quedaba bastante cerca de su colonia. Solo quería verla y asegurarme de que estaba bien. Si me encontraba con Timo o su padre, les diría que estaba entregando unas pizzas por allí cerca, por eso me traje la gorra a pesar de no estar trabajando. Si Wayne se entera me despedirán, así que tengo que ser muy cuidadoso.

Detengo la motocicleta unas tres casas antes de llegar a la de ella, para no ser tan obvio. Espero que nadie me robe mis cosas, confiaré en la sociedad aunque sea lo más estúpido que pueda hacer. Camino por la acera con las manos metidas en los bolsillo de mi chaqueta y a un ritmo tranquilo.

Cuando me encuentro a solo una casa de la de Mia, observo algo inquietante así que corro a esconderme detrás de algunos arbustos del jardín de su vecina. El padre de Timo cierra la puerta de un estridente golpe, baja los escalones del porche con enojo y el rostro vuelto un puño. Se detiene en el pasillo de grava y se gira hacia la casa para gritar algo:

—¡Más te vale que la cena esté lista cuando vuelva, Suzzane! —grita de manera amenazadora. Se sube al auto que está estacionado en frente y cierra la puerta con fuerza. Es un viejo sedán negro cuya presencia no había notado hasta ahora. El auto arranca y desaparece de mi vista.

¿Suzzane? ¿Quién rayos es Suzzane y por qué estaba tan enojado?

Salgo de entre los arbustos y corro hacia el porche de la casa. Sacudo mis zapatos en la alfombra y toco a la puerta cuatro veces. Nadie me responde así que vuelvo a tocar.

—¡Ya lárgate! —escucho a Mia gritar desde el interior. Frunzo el ceño ante su salvaje respuesta.

—¡Soy Addison! —digo y entonces todo queda en silencio.

Escucho como detrás de la puerta se comienzan a sonar pasos apurados que se mueven alrededor de la casa. Los pasos terminan justo del otro lado de la puerta antes de que el picaporte comience a girar. La puerta se abre solo unos centímetros dejando a la vista la mitad del rostro de Mia.

—¿Qué haces aquí? —suelta un tanto molesta y me pregunto si es por mi presencia.

—Eh —¡Sí, Addison! ¡¿Qué haces allí?!— ...yo no te vi en el trabajo. Solo quería saber si estabas bien y como sigue Timo.

—Él está bien, pero tienes que irte ya, por favor —Casi me lo suplica y la verdad no lo entiendo. Yo asiento tragándome todo lo que quería decir y bajo la mirada.

—De acuerdo.

—¿Mami? ¡¿Quién está en la puerta?! —escucho a Timo preguntar desde alguna parte de la casa.

—No es nadie, cariño...

—¿Pizza? ¿Pediste pizza? ¡¿Es Addison?!

Se escuchan pequeños pasitos por el suelo de la casa, estos llegan al recibidor y abren la puerta de un empujón. El niño cruza el umbral y se detiene justo enfrente de mis pies. Levanta su cabeza para poder mirarme al rostro y sonríe. Se le nota mucho más saludable que la noche en que lo conocí.

—Hola, Addie.

—¿Qué hay? —le saludo como si fuera un viejo colega del trabajo.

—¿Y la pizza? —pregunta confundido, supongo que es por qué no llevo mi uniforme y no traigo la caja entre mis manos.

—Hoy no vine a traer pizza. ¿Cómo te encuentras? —me coloco de cuclillas para quedar a su nivel y dejo mi mano sobre su hombro.

—Bien —se encoge de hombros mientras hace un puchero y evita mi mirada. Empiezo a pensar que solo le agrado por las pizzas.

Aparto mi mirada del pequeño y levanto mis ojos hacia la mujer que está debajo del umbral. Un nudo se ata en mi garganta con la fuerza con la que un corredor ata sus agujetas. Nunca había escuchado mi corazón crujir, pero ahora incluso puedo escuchar su eco. Lo que veo ante mi solo me provoca aflicción y desconcierto.

Mia está de brazos cruzados envuelta en una bata de baño mucho más grande que ella, lleva el pelo corto mojado y me mira con un gesto de vergüenza y timidez, pero no. Ninguna de esas características son las que han dado riendas a mi reacción, si no los moretones que florecen sobre su pálida piel. Uno es bastante obvio en el filo de su pómulo que es propio de un color violáceo, su labio inferior tiene una pequeña brecha que ha empezado a cicatrizar y debajo de su párpado inferior es visible otro moretón. Por como el padre de Timo le gritó y lo que veo, solo puedo pensar una cosa.

Bastardo.

Me levanto con lentitud, conmocionado por la triste mirada de Mia. ¿Acaso Timo es consciente de lo que sucede entre sus padres? Solo espero que él no haya sido testigo de este maltrato. Me pregunto si es la primera vez o hay antecedentes. Tantas preguntas surgen en mi cabeza y como siempre, estoy dispuesto a conseguirlas. Solo espero que ella quiera dármelas.

—Mia... —dejo escapar su nombre entre mis labios.

—Sé lo que piensas, pero debes irte.

—No lo haré —No me iré sin respuestas—. Vi como te habló, no puedes esconderlo. ¿Te llamas Suzzane?

Ella traga y baja la mirada al mismo tiempo que asiente.

—Bien, Suzzane, quiero escucharte.

—Por Dios, no me llames así —presiona sus párpados como si no pudiera soportarlo.

—Entonces... quiero escucharte, Mia —intento nuevamente sintiéndome un tanto idiota y torpe al mismo tiempo.

—No hay nada que escuchar. Timo adentro —El niño obedece y desaparece por detrás de la bata de su madre—. Ya te lo dije, es mejor que te vayas.

Ella intenta cerrar la puerta, pero yo interpongo mi brazo en el marco, de modo de que si la cierra tendría que amputarme la extremidad. Lo sé, lo sé, estoy siendo mucho más atrevido de lo que debería, pero verla así solo ha cambiado mi manera de pensar con respecto a ella. Necesito conocerla, quiero hacer algo para que esos golpes se eliminen. Quizás lleva tatuada en la frente la frase «Vete, no quiero nada de ti», pero en su mirada es perceptible un grito de auxilio. O quizás solo estoy alucinando y estoy metiendo mis narices en dónde no me corresponde. Lo único que sé es que no podré dormir si no consigo una explicación, así que me convenzo de que estoy haciendo esto por mi salud mental. Que estúpido.

—¿Alguien más lo sabe? —pregunto casi en un susurro y ella niega la cabeza con suavidad. Al estar más cerca de ella puedo observar con más detalle sus moretones y me doy cuenta de que no son recientes—Entonces debes contármelo, por favor.

—Él me matará si te dejo entrar.

—Él no está aquí.

Ella me mira con los ojos entrecerrados como si no comprendiera mis ansias. Suspira y niega con la cabeza para finalmente aflojar su agarre de la puerta y darme entrada. Se ajusta su larga bata y cruza sus brazos sobre su pecho al mismo tiempo que me da la espalda y comienza a caminar hacia el interior de la residencia.

Llegamos al salón principal, Mia me dice que puedo sentarme en los sofás mientras espero a que vaya a ponerse algo más decente. Mientras tanto Timo y yo jugamos con los legos que hay regados por todo el piso y sobre la mesa de café hasta que ella regresa y le dice a Timo que debe irse.

Se a puesto un vestido jean desgastado de tiras dejándome ver otro grupo de moretones en sus hombros. Bajo la mirada hacia mis pulgares los cuales juguetean entre mis piernas.

—¿Qué es lo que necesitas? Ni siquiera sé por qué te estoy dando esta confianza, no debiste venir, Addison.

—Lo sé, es solo que... no esperaba verte así —intento mirarla a los ojos, pero me cuesta. Verla así duele.

—Yo tampoco quería que me vieras así.

—¿Por qué? —suelto de una vez por todas.

—¿Por qué qué?

—¿Por qué lo hizo? —trago con dificultad—. ¿Por qué tienes esas heridas en el rostro? ¿Por qué no te he visto en La Torre desde esa noche? ¿Cuándo sucedió? —suelto y tengo que morderme la lengua para detenerme.

Mia mira los legos de la mesa, su mirada se pierde unos segundos entre la rara escultura que Timo había construido minutos atrás hasta que toma una de las piezas y juega con ella entre sus dedos.

—Addison, sé que tienes buenas intenciones, pero esto es...

—Escucha, mira. Sé que no nos conocemos, apenas hemos hablado en el ascensor y sé que no debo entrometerme. No quiero que me malinterpretes. Te voy a ser sincero, vine porque quería verte. Sé que tienes una relación con el padre de Timo y que esta es tu familia, ¿pero crees que esto es saludable? ¿Te has visto en el espejo?

Ella aguarda en silencio mientras se mordisquea el labio superior y juega con la pieza de lego. Hace un gesto de incomodidad y veo algunas lágrimas resbalar por su mejillas las cuales ella se encarga rápidamente de apartar con su mano. Toma una larga respiración por la boca antes de comenzar.

—De acuerdo, yo—suspira—... bueno, Hamilton me hizo esto después de que te fuiste esa noche. Creyó que te había intentado seducir, cree que intente seducir al chico de la pizza por qué soy una malagradecida desesperada y si supiera que te veo siempre en La Torre me mataría y luego iría por ti —su labio inferior tiembla un poco, pero lo que más me sorprende es cómo logra hablar de la situación con claridad—. Te hice pasar porque pensé que él llegaría más tarde esa noche.

—¿Es la primera vez? —Estoy casi seguro de cuál es la respuesta y como lo supuse: es un no—. ¿Desde cuando?

—Hace unos cuatro meses.

—¿Cuántas veces?

—No recuerdo.

—¿Por qué no le has dicho a nadie? Necesitas ayuda.

—¿Crees que no lo sé? Sé que es lo que debo hacer, no soy estúpida. No lo entiendes y nunca lo entenderás por qué tú no eres el que vive con Hamilton.

—Entonces le tienes miedo.

—¿Miedo? — se ríe como gesto de desprecio—Quisiste decir asco.

—¿Entonces por qué no haces algo?

—Por qué no es tan fácil dejar atrás a ese desgraciado, ¿entiendes? ¡Terminé mi carrera como contadora hace un año y hasta ahora es que he podido conseguir trabajo por qué Hamilton me ha dado permiso! ¡Necesito reunir dinero por mí misma para que cuando lo arresten, Timo y yo no quedemos en la desgracia! Desde la tercera vez que me golpeó comencé a trazar mi plan para arruinar a ese imbécil. ¿Crees que soy la típica dama en peligro? ¿La maltratada sumisa?—se apunta el dedo índice en el pecho—¿La que no es capaz de hablar por miedo? Puedo parecerlo, pero estoy lejos de llegar a serlo. Sé lo que hago, Addison. Solo lo soporto por qué es el tiempo necesario para establecer mi futuro y el de Timo. Y tú... no deberías estar aquí.

—Lo llevas muy bien sola —No sé por qué he dejado salir eso con un obvio tono de sarcasmo. Pequeños destellos del viejo Addison florecen en ese momento. Quiero abofetearme cuando veo el gesto ofendido que cruza el rostro de Mia.

—Eres un imbécil.

—Espera, no, no, lo lamento. No quise decir eso. No debí decirlo —muevo mis manos delante de ella en un intento de borrar lo dicho, pero es inútil.

Agh, que estúpido.

—Será mejor que te vayas —ella me señala la puerta, pero yo no obedezco. Me quedo inmóvil.

—Mia, entiendo lo que quieres decir y te admiro. ¿Pero cuánto tiempo y golpes piensas soportar antes de dejarlo?

—¿Por qué te importa?

—No lo sé, pero me di cuenta de que me agradas mucho más de lo que pienso y quiero ayudarte —No, no solo me agrada—, absolutamente nadie merece que lo agredan.

—Addison, no te involucres. No necesito tu ayuda, puedo con esto —habla de manera firme, casi como si fuera una orden. Como dije, nunca fui bueno obedeciendo.

—Lo sé, me lo dejaste muy claro, pero hay algo que aún necesitas y que ni siquiera tu sabes.

—No seas ridículo —clava la pieza de lego en la escultura de Timo y toma otra.

—Hablo en serio.

—¿Y qué es?

—Apoyo. Si no quieres que te ayude te pienso apoyar con esto.

Mia clava sus ojos sobre mí y yo lo noto, pero no le correspondo. Miro mis sucios zapatos y me río por mis adentros. ¿Qué rayos estoy haciendo? Me levanto del sofá y camino hacia el interior de la casa.

—¿Esta es la cocina? —señalo lo que es obviamente una cocina. Mia asiente, yo entro y comienzo a ver en el refrigerador que puedo preparar.

—¿Qué haces?

—Voy a ayudarte ha hacer la cena para que ese bastardo no tenga excusa para pegarte.



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Baia. ¿Alguien se esperaba esto? Por qué yo no. 

¿Qué opinan del capítulo? ¿Qué creen sobre la conversación entre Mia y Addison? ¿Creen que Mia hace lo correcto o debería hacerle caso al chico pizza? 

Creo que todos sabemos que este no es un panorama muy alejado de nuestra realidad y que alguna vez todos hemos escuchando sobre algún caso de estos. También es para tomarse un momento para reflexionar, pero hablaré de manera más amplia cuando finalice la novela acerca de esto. 

Por el momento, hay que ver que sucede o que hará Addison al respecto, aunque parece que ya ha tomado una posición.

Disfruten los días libres, comenten y voten. Tampoco se olviden de seguir en mis redes sociales: 1dairymoon en todos lados. La próxima actualización es el MARTES 3 DE ABRIL. ¡Pendientes! 

Daniella Castillo 

29 de marzo. 

Panamá, desde la mesa, con hambre :) 


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