19. Una sonrisa.
El timbre del recreo sonó y JungKook suspiró aliviado, estaba un tanto emocionado por aquel plan maestro que ya había concretado en su mente. Ahora solo faltaba que los participantes del acto principal estuvieran presentes, es decir su querido amigo y su crush; y para eso debía hablar primero con Park JiMin.
No sabía dónde podría estar ahora, pero lo encontraría sin duda. Tal vez estaría en la biblioteca o con Nam.
Así que con ese objetivo, salió del aula de clases después de despedirse de su amigo Yugyeom. No olvidó enviarle un mensaje a TaeHyung para avisar que se encontraría con él dentro de unos veinte minutos con la excusa que tenía que entregarle algo a la profesora Do, obviamente siendo mentira; no podría decirle que buscaría a Park para entregarle el dichoso cuaderno.
Iba a ir a buscarlo primero en la cafetería pero recordó lo mucho que parecía gustarle a JiMin los libros (dato que le había regalado Tae), entonces su parada se volvió la biblioteca aprovechando que quedaba más cerca de donde se encontraba. Y no se equivocó en absoluto, luego de caminar un poco hasta llegar a su lugar de destino reconoció esa cabellera oscura detrás de un libro de portada gruesa.
Por supuesto que estaría aquí.
En silencio, se acercó donde estaba sentado e hizo un sonido con la garganta antes para llamar su atención, al parecer se encontraba tan perdido en la lectura que no se percató aún que había alguien enfrente suyo.
—Sabía que estarías en este lugar. —dijo en voz alta y fue entonces que JiMin levantó la mirada de las letras para fijarse en él. Fue casi imperceptible pero notó como se sorprendió por su presencia.
—¿Cómo? —cerró el libro, no sin antes poner un separador en la reciente hoja.
—Es obvio, ¿Dónde más estaría un ner-
JungKook detuvo sus palabras cuando observó como el pelinegro empezaba a fruncir el ceño, arrepintiéndose un poco por la forma tan genérica en la que casi se refería a él. TaeHyung siempre lo terminaba por regañar al llamarlo de esa forma.
Negando levemente con la cabeza, escapó de la mirada del mayor para buscar dentro de su mochila el motivo por el cual se encontraba en este lugar y todo había empezado.
—Olvídalo… aquí traje tu dichoso cuaderno, JiMin. —le extiende el objeto dicho y Park suspiró antes de tomarlo con cuidado para posarlo sobre la mesa a un lado suyo, como si aquello fuese algo sumamente importante para él.
—Gracias, JungKook.
Un silencio algo incómodo se posó entre ambos y JungKook tragó grueso pensando qué más podría decir.
—Por cierto… eres bueno con la poesía, aunque no es como que sepa mucho sobre ese tema pero tú escribes de una forma muy linda en verdad… —En sus últimas palabras fue bajando el tono de voz por los nervios que le causó la mirada sorprendida y avergonzada de JiMin, demostrando tantas emociones en pocos segundos. Se regañó a sí mismo porque se suponía que no iba a confesarle que leyó sus poemas.
Solo se dejó llevar y cuando quiso darse cuenta su boca se movió liberando la verdad.
—¿T-tú leíste el contenido? —Notó como apretó los dedos en el libro que sostenía, sus mejillas volviéndose un lienzo ligeramente rosáceo y Jeon en definitiva no esperaba ser testigo de este lado de JiMin; uno donde permitía fluir sus emociones con tanta facilidad en sus expresiones faciales—. No tenías que hacer eso, ¿sabes?
—Lo sé muy bien, perdón por eso… pero la curiosidad pudo más que yo. —dijo, pasando una mano por su nuca en un gesto nervioso al mismo tiempo que desviaba los ojos hacia otro lado que no fueran los orbes expresivos de JiMin.
Mierda, debió mantener la boca cerrada.
Sintió la vergüenza salir en forma de sonrojo cuando Park solo se quedó mirándolo en silencio, no se atrevió ni siquiera a respirar como si tuviera miedo de que algún movimiento en falso fuera peligroso. De repente la ausencia de sonido en la biblioteca se volvió inquietante, lo único que se podía escuchar era el temblor de sus respiraciones en el aire.
—Supongo que gracias, JungKook. —Finalmente rompió el silencio, sorprendido al ver un pequeño indicio de una sonrisa en los labios gruesos de Park.
—¿Qué? ¿No estás enojado? —Se exaltó sentándose de un tirón en la silla enfrente suyo, sin importarle que hubiera causado un chirrido contra el suelo.
Una pequeña risa salió de JiMin, dejándolo aún más perdido y confundido.
—¿Quieres que esté enojado acaso? Ya lo leíste, no puedo hacer nada sobre eso. — se encogió de hombros, dejando el libro en la mesa con tranquilidad.
Mordió su labio, sintiéndose culpable por haber leído aquello tan especial e íntimo sin permiso. Y que el mismo Park JiMin se estuviera tomando todo tan bien, tan a la ligera.
—Nuevamente lo siento, JiMin.
—No importa.
—Eso que dije fue verdad… lo haces genial. —asintió y mostró una sonrisa genuina dirigida hacia el mayor, quien simplemente se limitó a detallarlo. Se estaba acostumbrando a esas miradas en silencio, las mismas que parecían querer traspasar su alma.
JiMin movió su cabeza en un asentimiento tímido y sonrió aún más,
aquel par de ojos convirtiéndose en media lunas.
Le resultaba evidente que él fuera una persona de pocas palabras, así que no le pareció extraño ese tipo de reacción de su parte. Los simples gestos demostraban más que respuestas verbales. Tal vez después de todo, no era tan idiota como pensó en un principio. Puede que JiMin fuese más que esa reputación de «ratón de biblioteca» por la cual todos lo conocían, JungKook debía admitir que también formó parte de ese "todos".
TaeHyung tuvo razón todo este tiempo.
Y por ello, es que debía continuar con su plan. No tenía ni idea cuánto tiempo llevaba aquí con JiMin mirándose las caras como dos idiotas, lo que menos quería era que se acabara el recreo sin haber logrado nada.
—Hey JiMin, lo de la salida aún sigue en pie ¿Cierto? —Se acomodó mejor en la silla, divagando por un momento el contacto visual en otra cosa que no fuese él.
—Así es. —asintió.
—¿Te importaría que lleve a TaeHyung conmigo? —lanzó la bomba, volviendo a juntar sus miradas para ver su reacción y notó el pequeño surco entre sus cejas —. Antes de que digas algo, también puedes invitar a un amigo tuyo… por ejemplo NamJoon.
Nuevamente el silencio se hizo presente, y temió por un momento haber sobrepasado el límite. Se habían estado llevando tan bien hasta entonces, no deseaba que las cosas se pusieran tensas.
—Él y tú son un combo, imagino. —habló cuando pensé que no lo haría por el largo silencio que hubo, peinando sus cabellos hacia atrás en un gesto común que había identificado en su persona.
—Algo así.
No podía decirle la verdad detrás de sus intenciones por nada del mundo.
—Creo que no habría problema, pero tampoco esperes que pague la comida de todos… el trato es solo contigo, JungKook. —sentenció, y JungKook negó enseguida soltando una risilla complacida. Había logrado una parte del plan, ahora solo faltaba otra.
—No te preocupes, nada más invítame a mí y que los demás paguen sus partes. —Le dio un guiño en juego, obteniendo que JiMin rodara los ojos pero el gesto divertido en su boca no demoró en mostrarse.
—Está bien, le preguntaré a Nam si quiere ir.
Esperaba que sí, porque no quería estar como un mal tercio entre su mejor amigo y su crush.
—¿Entonces es un nuevo trato, JiMin? —extendió la mano entre ambos manteniendo la curvatura amable en sus labios, mirándole en espera de una respuesta.
Park lo observó por unos segundos antes de estrechar la mano con la suya en un tacto suave pero al mismo tiempo firme, dándose cuenta del contraste en tamaños y le pareció adorable.
—Es un nuevo trato, JungKook.
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