—¿Era él? —YoonGi se posiciona a su lado en la barra, con una copa de alguna bebida de dudosa precedencia. La rubia asiente, suspirando— Está bien que hagas esto, es una lección para él. 

—Le debe doler más que seas tú el que esté conmigo. —sonríe— No confía en ti, aunque seas su mejor amigo. 

—Cariño, he pasado por miles de relaciones fallidas y un matrimonio roto, yo tampoco confiaría en mí. 

—Mi hermana te odia, mi esposo teme de ti… creo que no eres un buen tipo, Min YoonGi.

—Nunca lo he sido. —su mano se extiende en su dirección— Pero no importa, vamos a bailar, como en los viejos tiempos. 

—De acuerdo. —la toma, siendo guiada a la pista.

Conoció a YoonGi hace muchos años atrás, cuando aún eran unos adolescentes imprudentes. Y gracias a él fue que dio con NamJoon, era su amigo de la Universidad, se presentaron en una fiesta, y desde allí nunca más pudieron separarse. Es imposible para ella pensar en que hubiera pasado si esa noche ambos no se hubieran estrechado sus manos, y compartido una plática absurda sobre la política actual. 

Unos nerd enamorados en la Universidad que doce años después se casaron. Asombroso. 

Cerca de las cuatro en punto, SuYeon llegó a su hogar con un gran mareo pero sin estar completamente ebria. Con ayuda de YoonGi entró las llaves en la puerta e ingresó, despidiéndose de él. Se quitó los tacones en la entrada para de esta forma subir al segundo piso, aferrándose a la baranda camino a la puerta, abrió esta, bostezando. 

No quería ser ruidosa, aunque a ese punto ya era imposible no serlo. 

Encendió la luz, y lo vio. 

—¿Qué horas son éstas para llegar? —dejó el libro que leía a un costado en la mesita de luz— SuYeon, hueles a alcohol y humo de cigarrillo…

—El mismo olor que tienes tú al salir, NamJoon. —lo ignora, quitándose la ropa— No quieras actuar como mi padre, no controlas mi vida. 

—¡Es diferente! No intentó controlarte, sólo que tú… nunca has hecho esto antes. —la sigue con la mirada cuando se acuesta a su lado en la cama, ya en pijama— No he podido dormir, estaba preocupado. 

—No es mi problema. —con la luz apagada, cierra sus ojos sin decir más nada.

Y NamJoon quiere pensar que solo es un acto de rebeldía inferior.